Soy Ateo... Y en realidad me es relativamente indiferente si los Católicos hacen fiestas y monumentos por la canonización de dos nuevos santos, uno de ellos Juan Pablo II.
Pero sin duda llama la atención hasta que punto la feligresía Católica es manipulada y vejada por la alta jerarquía de la Iglesia haciendo que estas inocentes pero devotas personas pierdan su tiempo y dinero con estos "Nuevos Santos"
Y es algo que seguramente muchos Ateos e inclusive gran cantidad de Cristianos de otras denominaciones estarían de acuerdo: Juan Pablo II NO merece ningún tipo de premio post mortem o algún tipo de reconocimiento o alabanza. Su largo pontificado trajo aparte de desgracias y errores, el claro apoyo a unas bestias aberrantes que, siendo sacerdotes, abusaban sexualmente de niños arruinandoles por completo su infancia e inocencia.
El solo considerar un reconocimiento a una persona que protegió y amparó a estas alimañas... debería ser razón más que suficiente para protestar y denunciar.
A los Pedofilos NO se les premia. Se les castiga.
Parece que en el bizarro mundo de las religiones... todo es al revés.
Leamos algunas reacciones y opiniones que ha generado esta Canonización por parte de la "Santa" Iglesia Católica.
El "Día de los 4 Papas" debió ser un día de verguenza, escándalo y deshonra para el resto del mundo.
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Juan Pablo II: un
santo impresentable
Editorial La
Jornada, México
Juan Pablo II
bendice al pedófilo Marcial Maciel, a quien protegió.
La canonización
de Karol Wojtyla, quien ejerció el papado con el nombre de Juan Pablo II entre
1978 y 2005, constituye un factor de disenso y debate al interior de la Iglesia
católica y fuera de ella, tanto por cuestiones de procedimiento como por
razones de fondo que llevan a poner en duda no sólo la pretendida santidad,
sino incluso la ética del primer pontífice polaco de la historia.
En el primero de
esos aspectos, lo que salta a la mente es la insólita celeridad con que el
Vaticano dio curso y consumó la santificación, poniendo la causa de Juan Pablo
II por delante de procesos más fundados y consensuados. Para citar un ejemplo,
baste con decir que en 2000 –hace 14 años– se propuso la beatificación de fray
Bartolomé de las Casas, figura histórica cuya ética cristiana resulta más clara
que la de Wojtyla, sin que hasta la fecha el obispo defensor de los indios haya
sido declarado beato.
Otro hecho que
resulta desconcertante es que se haya llevado a los altares a Juan Pablo II al
mismo tiempo que a Juan XXIII, dos papas que, en muchos sentidos, resultan
contrapuestos: Wojtyla mantuvo a la Iglesia apegada a posturas oscurantistas,
regresivas e incluso de corte medieval, y gobernó con mentalidad de cruzado;
Angelo Guiseppe Roncalli, Juan XXIII, en cambio, procuró reconciliar al
Vaticano con la modernidad histórica, impulsó el Concilio Vaticano II, en el
que la jerarquía eclesiástica se asomó, al menos, al humanismo contemporáneo, y
mantuvo en todo momento un discurso de conciliación, entendimiento y apertura. Pero
entre la muerte de ese pontífice y su canonización tuvieron que pasar casi 50
años –un plazo de todos modos breve, según los usos y costumbres de Roma–, en
tanto que el expediente de Juan Pablo II realizó el mismo trayecto en nueve.
Más allá de estas
contradicciones, es cierto que Karol Wojtyla gozó durante su pontificado de
popularidad mediática, pero también fue objeto de incontables señalamientos
críticos por su evidente afiliación a la causa de la llamada revolución
conservadora, inicio de la implantación global del neoliberalismo, que estuvo
encabezado por Augusto Pinochet, Margaret Thatcher, Ronald Reagan y el propio
Juan Pablo II, unidos por su anticomunismo visceral.
Adicionalmente,
el Papa polaco reprimió sin ningún escrúpulo –por conducto de quien habría de
ser su sucesor, el cardenal alemán Joseph Ratzinger– las corrientes de la
Teología de la Liberación, fundamentadas en el Concilio Vaticano II, que
pregonaban la orientación de la Iglesia hacia los pobres y las causas de
emancipación de los pueblos; ello, en un momento histórico en que América
Latina padecía un ciclo de dictaduras militares que cometieron toda clase de
violaciones a los derechos humanos y para las cuales Wojtyla fue, al menos,
tolerante.
Un tercer factor
de impugnación a Juan Pablo II fue su beligerancia dogmática contra los
derechos reproductivos y sexuales: en su papado la misoginia y la homofobia de
la jerarquía elcesiástica católica alcanzaron un nivel de discurso oficial y el
tradicionalismo del pontífice se convirtió en sistemático sabotaje de las
campañas de salud pública para contener la epidemia de VIH, sobre todo en
África y en América Latina.
Pero la falta más
grave del difunto Papa polaco fue la decisión de encubrir las prácticas de
pederastia y las agresiones sexuales cometidas por centenares o miles de
sacerdotes católicos en diversos continentes: decenas de miles de niños
violados, y un número indeterminado de mujeres –religiosas, en su mayoría–
reducidas a la servidumbre sexual no merecieron la compasión de Wojtyla; éste,
por el contrario, buscó por todos los medios acallar los escándalos. Al menos
en el caso más indignante de abusos sexuales, el del depredador Marcial Maciel,
fundador y director de Legionarios de Cristo, Juan Pablo II dispuso de la
información fehaciente –así lo ha admitido públicamente el que fue su portavoz,
Joaquín Navarro-Vals– y decidió, sin embargo, guardar silencio.
La canonización
choca frontalmente con los posicionamientos progresistas y de sensibilidad
social del actual pontífice, Francisco, así como con sus abiertas invectivas
contra la curia romana. Es razonable suponer, en consecuencia, que la decisión
de elevar a los altares a Wojtyla al mismo tiempo que a Roncalli –con cargas
simbólicas opuestas– constituye un acuerdo salomónico entre las corrientes
renovadoras, encabezadas por el Papa argentino y las resistencias de una
burocracia vaticana inmovilista, oscurantista y mafiosa. De ser así, Juan Pablo
II habría sido elevado a las alturas no porque hubiese estado cerca de la
santidad, sino como resultado de la pugna intestina y del jaloneo cada vez más
abierto en el Vaticano. Pero aun así, y por las razones arriba señaladas,
Wojtyla es un santo impresentable.
La Jornada
http://elortiba.org/notatapa2.html
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Karol Wojtyla, un
"santo súbito" por la puerta de atrás
El papa polaco es
entronizado como santo tan sólo nueve años y tres semanas después de su muerte,
un plazo récord que ha sorprendido a no pocos católicos
RAFAEL PLAZA
VEIGA Roma 26/04/2014 11:20 Actualizado: 27/04/2014 10:50
"Un joven de
21 años de edad ha muerto hoy viernes, cerca de Brescia (norte de Italia),
aplastado por una cruz de madera de 30 metros de altura que se construyó en
1998 por Enrico Job en honor de papa Juan Pablo II, quien será canonizado este
domingo en Roma junto a Juan XXIII", destacaba el pasado viernes el diario
madrileño El Mundo. El papa que hoy ha sido canonizado en Roma no hizo milagro
alguno en este caso. Tan sólo otros dos milagros han sido suficientes para
llevarle a los altares: la curación del parkinson de una monja francesa, (por
el que fue beatificado en 2011) y la curación "inexplicable" de una
mujer costarricense que había sufrido un aneurisma cerebral...
El pontífice número
264 de la historia de la Iglesia fue beatificado por su sucesor, Benedicto XVI,
y ha sido canonizado por Francisco, el primer papa latinoamericano, en una
ceremonia en la que también ha sido elevado a los altares, como santo, otro
pontífice, Juan XXIII. El papa polaco ha sido entronizado como santo tan sólo
nueve años y tres semanas después de su muerte, un plazo récord que ha
sorprendido a no pocos católicos. (Uno de los pocos santos "express"
de la historia de la Iglesia Católica fue san Antonio de Padua, que murió en
junio de 1231 y sería canonizado menos de un año después).
Elegido Juan
Pablo II papa el 16 de octubre de 1978, Karol Wojtyla (su nombre de pila)
sucedería a Juan Pablo I (muerto en extrañas circunstancias apenas un mes
después de ser elegido pontífice). El papa Wojtyla moriría el 2 de abril de
2005, tras cerca de 27 años de pontificado. Un pontificado polémico para unos,
y ejemplar para otros. Muchos cristianos (y no cristianos) no pueden llegar a
comprender cómo un papa cuyo pontificado ha estado minado por cientos de casos
de pedofilia en la iglesia (con crímenes de pederastia cometidos por
sacerdotes, obispos, cardenales y hasta un fundador de una Congregación
religiosa, que durante muchos años fue, según la expresión popular, su
"brazo derecho"), ha sido beatificado y ahora es canonizado en tan
poquísimo tiempo después de su muerte. No pueden comprender cómo ha podido
llegar a "santo" un pontífice que, por el contrario, no dudó lo más
mínimo en condenar la llamada "Teología de la Liberación" y a
teólogos tan poco sospechosos de increyentes como el franciscano brasileño
Leonardo Boff y otros teólogos comprometidos en los países más pobres de África
o Latinoamérica, como los jesuitas españoles Jon Sobrino o Ignacio Ellacuría,
este último asesinado en El Salvador, como lo fuera otro obispo igualmente
comprometido, Oscar Arnulfo Romero, que no gozó precisamente de las simpatías
del nuevo papa santo. Papa que sí simpatizó con dictadores tan sangrientos como
lo fuera el presidente de Chile, Augusto Pinochet, a quien no dudó en
administrarle personalmente la Comunión.
Simultáneamente a
sus posturas con los sectores más progresistas de la Iglesia, y más fieles al
espíritu del Concilio Vaticano II, convocado precisamente por Juan XXIII, el
otro papa canonizado, Juan Pablo II, apoyó sin ambages movimientos
ultraconservadores como el Opus Dei (a cuyo fundador también canonizaría) o el
movimiento neocatecumenal conocido como
"los Kikos" por el nombre de su fundador, de gran influencia en la
iglesia española y en la archidiócesis de Madrid, Kiko Argüello, ambos
movimientos con gran poder e influencia en las instancias vaticanas. Otro de
los asuntos que han puesto en duda la "salud" del pontificado de Juan
Pablo II ha sido el de la Banca Vaticana IOR (Instituto para las Obras de
Religión), que han corrompido la vida financiera de la Iglesia y que está en el
punto de mira de la reforma -aún no culminada- del papa Francisco.
Marcial Maciel y
la pederastia
Pero el caso más
sangrante del pontificado de Juan Pablo II, y que en situaciones
"normales" le impediría llegar a los altares, ha sido el del fundador
de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel Degollado, que gozó durante todo
su pontificado de la protección del papa polaco, pese a las acusaciones
(llegadas a las instancias vaticanas desde la década de los años 50 del siglo pasado)
de haber abusado de muchos de sus seminaristas y colaboradores, de haber
mantenido una doble vida con dos mujeres y varios hijos, de entregarse a las
drogas y de otros actos que han ido descubriéndose aún en vida del papa
Wojtyla, hasta que fue "relegado al silencio" una vez desaparecido el
pontífice polaco y siendo papa quien debería ser conocedor de todos estos
delitos, Joseph Ratzinger (después Benedicto XVI), que dirigió durante el
pontificado de Wojtyla la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, el
antiguo Santo Oficio.
El historiador de
la Iglesia Michael Walsh se preguntaba en abril de 2011 (El Universal de
México) si era "necesario o conveniente beatificar a Juan Pablo II tan
pocos años después de su muerte, dado que la mayoría de los participantes en
dicho proceso, incluido el papa actual (Benedicto XVI) de algún modo deben sus
puestos al pontífice difunto y por tanto cabe dudar de su imparcialidad... El
Vaticano ha acelerado este proceso con una prisa que nos parece impropia".
Sería el propio Benedicto XVI quien prescindiera del habitual quinquenio de
espera, y permitió que el proceso de beatificación comenzara semanas después de
la muerte de Juan Pablo II, el 2 de abril de 2005. "El caso de Juan Pablo
II no tuvo que hacer cola en el supermercado", llegó a decir el titular de
la Oficina de Canonización Vaticana, cardenal Angelo Amato, entre risas, en una
conferencia de prensa. Y cuando un periodista le preguntó si los escándalos por
los abusos sexuales de cientos de sacerdotes afectaba a la causa de la
beatificación, respondió sin inmutarse: "El pecado existe. Nuestros
pecados existen. Pero esto no impide la santidad de otros".
Las dudas y
comentarios acerca de esta precipitada canonización, que parece haber llegado
"por la puerta de atrás", ya que el proceso de elevar a Juan Pablo II
a los altares lo inició Benedicto XVI, que había trabajado con el papa polaco
un cuarto de siglo, no han parado desde hace varios años. Se acaban de conocer
las declaraciones de quien fuera portavoz del nuevo santo, el español Joaquín
Navarro Valls, acerca de que "Juan Pablo II no conocía los resultados de
las investigaciones sobre los casos de abusos sexuales contra menores de edad
en la Iglesia Católica", que es una de las lacras adjudicadas a Karol
Wojtyla. Pero no pocos investigadores consideran que "el papa
peregrino" no quiso condenar los casos de pederastia en los que estuvo
involucrado Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo. Navarro
Valls es un miembro cualificado del Opus Dei, sector católico que atrajo
decisivamente al papa polaco. El vocero
de Karol Wojtyla insiste en que el sumo pontífice "supo solo al final de
su papado de los crímenes de los curas y que debido a la "pureza de su
pensamiento" le resultaba difícil aceptar que sacerdotes abusaran
sexualmente de los infantes"... Ya en abril de 2011 Navarro Valls afirmaba
que "la beatificación de Juan Pablo II no comporta un juicio histórico
sobre la manera cómo administró la Iglesia, sino una evaluación sobre sus
virtudes cristianas... En cuanto a esto no caben dudas... Las vivió de manera
heroica". Pero no todos piensan lo
mismo. La revista tradicionalista estadounidense The Remnant expresó sus
reservas sobre aquella beatificación debido a los escándalos sexuales durante
el pontificado del papa Wojtyla, la debacle de los Legionarios y lo que la
revista entendía como los abusos en la Liturgia.
"La
credibilidad de la Iglesia, en juego"
George Weigel,
autor de una biografía de Juan Pablo II, sostiene que el Vaticano haría bien en
explicar públicamente cómo resolvió las dudas provocadas por la Legión de
Cristo. Benedicto XVI -señala Weigel- "tardó diez años en sancionar a
Maciel desde que el Vaticano recibió las primeras denuncias". En otro
artículo publicado en The Tablet, Weigel pidió al Vaticano disipar las dudas de
la complicidad de Juan Pablo II con Marcial Maciel. Nunca lo hizo.
"Llevará siglos comprender los logros y fracasos de Juan Pablo II en toda
su magnitud", afirma Weigel en "El fin y el principio", su
biografía sobre Juan Pablo II.
Algunas de las
víctimas de los abusos de Maciel, que empezaron a denunciarse mundialmente en
1997, no piensan lo mismo que Valls. José Barba, ex Legionario de Cristo que
padeció los abusos de Maciel, ha señalado en SDPNoticias que "la credibilidad de la Iglesia
Católica está en juego, si llega a comprobarse "plenamente" la
participación de Juan Pablo II en los actos de pederastia de los Legionarios de
Cristo". Y añade taxativamente: "Estoy convencido de que el Papa supo
de los casos de pederastia de Maciel. El Vaticano se lava las manos por un lado
negando tener conocimiento de los casos de pederastia, y por el otro encubre a
curas pederastas... Hay una sistemática voluntad de no saber". Pero
existen evidencias de que Juan Pablo II pudo enterarse mucho antes de lo que
ocurría. Algunos obispos de Estados Unidos exigieron al Vaticano (a Ratzinger,
luego Benedicto XVI) ya a mediados de los años 80 que buscaran medios más
rápidos para destituir a curas pederastas... cosa que no se hizo. Marcial
Maciel, a quien el propio papa Wojtyla calificó de "ejemplar", fue
acusado de cometer delitos sexuales en 1997. Y Juan Pablo II, que visitó México
(país natal de Maciel) 5 veces, hizo oídos sordos a estas denuncias.
Miles de
católicos vienen insinuando hace años que el Vaticano debería haber respondido
a las dudas sobre el pontificado de Juan Pablo II antes de iniciarse su proceso
de beatificación. "Nadie discute su santidad ni sus logros", escribe
el periódico mexicano El Universal. Logros que este periódico resume en
"derribar el comunismo y popularizar el catolicismo entre miles de jóvenes
que acudían en masa a sus misas en todo el mundo". Pero el periódico
mexicano destaca los "numerosos casos de abuso sexual de menores durante
los 27 años de su pontificado por parte de muchos sacerdotes y su escandaloso
encubrimiento por la jerarquía eclesiástica". Para muchos observadores del
Vaticano, el mayor fracaso durante el pontificado de Juan Pablo II fue
precisamente el escándalo producido dentro de la Congregación de los
Legionarios de Cristo, cuyo fundador (amigo del papa Wojtyla) había ya sido
condenado durante dos años por el papa Pío XII a principios de los años 50.
Francisco y la
"ambigüedad"
Uno de los temas,
pues, más vidriosos que ponen en entredicho la canonización de Juan Pablo II,
es el referido a los escándalos del fundador de los Legionarios de Cristo, el
sacerdote mexicano Marcial Maciel, con quien el papa polaco mantuvo durante sus
27 años de pontificado una estrecha relación, sin conocer o sin dar por
verdaderas las numerosas denuncias que desde 1997 se venían haciendo sobre la
vida del poderoso clérigo de Cotija (Michoacán). Denuncias que llegaban a Roma
y que indefectiblemente deberían pasar por las manos de Joseph Ratzinger, a la
sazón Prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe (y las
Buenas Costumbres).
A juicio del
secretario de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII, y profesor de la
Universidad Carlos III de Madrid, Juan José Tamayo Acosta, "los 6 últimos
papas, de Pío XII a Benedicto XVI, conocían las aberraciones sexuales que
cometía Marcial Maciel, que fundó la Legión de Cristo con ese objetivo..." Tamayo destaca "el posible pecado de
simonía de estos papas, agravado porque encubren, ocultan, legitiman y apoyan
los comportamientos criminales de Marcial Maciel. Ellos recibieron importantes
sumas de dinero que llega al Vaticano y a algunas de las diócesis más poderosas
del mundo. Estamos ante la lacra más grave de la Iglesia Católica en el siglo
XX". Una de las cosas más sorprendentes del papa Francisco en este asunto
es -añade Tamayo- "su resolución del problema de los Legionarios de Cristo
aceptando un nuevo dirigente, sin siquiera exigir un cambio de los Estatutos y
otras cosas. Esta Congreación debería haber sido sencillamente eliminada".
En cuanto a las opiniones de Tamayo sobre Benedicto XVI afirma que "ha
sido tan cómplice o más que los otros papas. Ante todo fue el guionista de todo
el pontificado de Juan Pablo II, porque le marcó la ruta en todos los campos,
durante los 23 años y medio que estuvo al frente de la Congregación para la
Doctrina de la Fe (antiguo Santo Oficio), donde recibió una gran cantidad de
denuncias contra Maciel. Durante su prefectura se prohibía a las víctimas
revelar los abusos sexuales que le llegaban... Esto revela que o no alertó al
papa Juan Pablo II o el papa miró a otro lado. Un papa que sí fue duro,
inquisidor y represivo contra los teólogos, los reformadores y los renovadores
del Concilio Vaticano II". Tamayo se sorprende de la canonización de dos
papas tan diferentes como Juan XXIII y Juan Pablo II, ya que este último tomó
"una dirección completamente contraria a la del papa Roncalli".
Por todo ello, el
secretario general de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII califica
de "ambigua" la decisión del papa Francisco de canonizar a dos Papas
tan diferentes como Juan XXIII, "papa del diálogo, la reforma y la
apertura, que convocó el Concilio Vaticano II", y Juan Pablo II, "un
Papa de la involución y la ruptura de puentes con la modernidad". Para el
teólogo Tamayo, autor de 50 libros sobre la Teología y la Iglesia de nuestro
tiempo, estamos ante una "turbo-canonización" inexplicable, 9 años y 3
meses justos después de la muerte de Karol Wojtyla. No es fácil encontrar en la
historia de la Iglesia una canonización tan rápida". Entre las excepciones
puede estar san Antonio de Padua, que murió en junio de 1231 y fue canonizado
menos de un año después. Tamayo encuentra un porqué: "De esta manera,
Francisco reconoce el modelo de Iglesia de Juan Pablo II y hace una concesión
discutible a los católicos wojtylianos".
En efecto, día
tras día se va manifestando de forma más clara la "ambigüedad" del
papa argentino, cuya expresión doctrinal, sin ser tan extrema como la de Juan
Pablo II o la de Benedicto XVI, se escora cada día más hacia una línea
conservadora. Ello no quiere decir -precisa Tamayo- que Francisco no sea
sincero en su voluntad de reforma de la Iglesia, "pero lo está haciendo a
fuego lento y sin dar pasos adelante en los aspectos más importantes (el papel
de la mujer, la teología moral, o la reforma de la Curia) que todo el mundo
esperaba del nuevo Papa". Francisco
dio recientemente el visto bueno a la beatificación de 522 asesinados
-calificados de mártires- de la guerra civil española, y desaprovechó esa
circunstancia para pedir a los obispos españoles una condena expresa y
largamente solicitada por los muchos católicos españoles del apoyo de la
iglesia de España a la dictadura de Franco, así como la condena del fascismo y
del nazismo. Son otras pruebas evidentes de la ambigüedad de este Papa, que va
a canonizar a dos pontífices tan diferentes: la santidad de Juan XXIII puede
justificarse, la de Juan Pablo II no".
http://www.publico.es/internacional/516887/karol-wojtyla-un-santo-subito-por-la-puerta-de-atras
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JUAN PABLO II No merece título
de “santo” sino de vicario del crimen y encubridor de PEDERASTAS
Según una
exhaustiva investigación por parte de la cadena de noticias CNN, Juan Pablo II en
su pasado papado había ordenado no echar de sus cargos a sacerdotes pederastas,
menos si eran menores de 40 años. Según esta afirmación, todos los pederastas
tenían el permiso del papa de abusar y violar a menores en todo el mun-do.
Un ex obispo de
la diócesis de Oakland, que en la década de 1980 escribió al Vaticano para
reclamar la expulsión del cura californiano Stephen Kiesle, sacerdote acusado
de pedofilia, aseguró que el papa Juan Pablo II se oponía en esa época a echar
a sacerdotes, señaló el diario New York Times.
El caso tan
nombrado de Marcial Maciel y de su cercana amistad con el papa Juan Pablo II,
fue la máscara perfecta para patrocinar y encubrir los múltiples delitos y crímenes
de Maciel, tales como el consumo de drogas, entre ellas un derivado de la morfina,
robo de millones de euros a miembros de su comunidad, abuso sexual de muchos
niños miembros de los Legionarios de Cristo, y abuso sexual hasta de sus propios
hijos, ya que tenía hijos por lo menos con tres mujeres diferentes.
En 1997, Luciano
Storero, representante del papa Juan Pablo II, pidió a los dirigentes eclesiásticos
abstenerse de cooperar con la policía para proceder legalmente contra los sacerdotes
pederastas en Irlanda. Una carta del Vaticano, de 1997, aconsejaba a los
obispos católicos irlandeses a que no reportaran a la policía todos los casos
sospechosos de abuso infantil, una revelación que los grupos de víctimas
describieron como “la prueba irrefutable” que necesitaban para demostrar que la
Iglesia impuso una práctica universal de encubrir los crímenes cometidos por
sacerdotes pedófilos.
Durante 20 años,
desde 1973 hasta su ingreso en prisión en 1993, el sacerdote Oliver O’Grady abusó
sexualmente de cientos de niños y niñas. En ese período, el cura fue trasladado
de parroquia en varias ocasiones; a quienes alertaron sobre su comportamiento
se les garantizó que el padre O’Grady no tendría contacto con niños en su siguiente
destino. Pero, violó y sodomizó a cientos de ellos, niños y niñas, incluido un bebé
de nueve meses.
El sacerdote Lawrence
Murphy es otro pederasta predador más, cuyos crímenes son aún más horrendos por
la indefensión de sus víctimas. Los alumnos de la escuela St.
John’s, en la ciudad de St. Francis, Wisconsin, eran sordos. Era un
internado, así que por las noches no había forma de escapar del indigno
sacerdote que tenía el poder sobre ellos.
El enfado
consciente de todo esto, es que el Vaticano hasta el día de hoy sigue encubriendo
estos delitos permitiendo así que se siga abusando día a día a menores. Y la otra
verdad, que no concebimos es cómo podían dormir estos dos individuos (Juan Pablo
II y Benedicto XVI) llevando a sus espaldas tanto dolor y sufrimiento. Solo hay
una respuesta juiciosa que siempre seguiremos afirmando tajantemente: son mala simiente,
hombres malos y perversos que se ocultan en una sotana para destruir y torturar
vidas inocentes. Pero pronto les llega y no escaparán del juicio divino.
Entonces, después
de toda esta edición especial dedicado a este hombre malo y perverso (Juan
Pablo II) podemos concluir con toda seguridad que este perro muerto con dos
patas ¡no se merece el título de santo! Merecía ir a la cárcel por encubridor
de sacerdotes pederastas.
Ese hombre, Juan
Pablo II, no es un santo
Por: Alejandro Páez Varela - abril 14 de 2014 - 0:05
Dentro de unos 10
días, Juan Pablo II será declarado “santo” (canonizado) por la iglesia católica
romana. Será un día de gran pesar para muchos que no lo recuerdan como un
enmendador de almas, sino como un encubridor de violadores de niños.
Apenas el
12 de abril pasado, el actual Papa Francisco, previo a la ceremonia con la que
pretenden lavar los pecados del nacido en Polonia, dijo que se sentía obligado
(oh, sí, “obligado”) a “pedir perdón personalmente” por los sacerdotes que han
abusado de menores; lo dijo el mismo día en el que, en México, el arzobispo de
San Luis Potosí reconocía que un cura acusado por cien familias de violar a sus
hijos sigue trabajando porque “ya fue juzgado” por El Vaticano; sigue “sacando
algunos pendientes” como si no debiera nada.
Qué mundo más podrido, el que
vivimos. Activistas y organismos a nivel internacional han demandado a la
Organización de las Naciones Unidas (ONU) que detenga cuanto antes el proceso
de canonización hasta que no se determine si Karol Józef Wojtyła es o no
culpable de encubrimiento. Las familias, los abusados, los demandantes, los
activistas, las organizaciones civiles, los testimonios de otros religiosos, la
evidencia: todo indica que Juan Pablo II no puede ser nombrado “santo” (una
distinción que reciben pocos en un siglo) porque su imagen pública debe ser
pasada por los tribunales. Hay miles y miles de vidas destrozadas por su
encubrimiento. Miles y miles de almas enviadas a un infierno en la tierra por
su negligencia. ¿Santo? Ese hombre, Juan Pablo II, no es ni será un santo
nunca; incluso si responde, en muerte, a las atrocidades cometidas por los
abusadores que estuvieron bajo su responsabilidad; los títulos no hacen a los
santos, no.
“Me siento obligado a responsabilizarme de todo el mal que algunos
sacerdotes que han hecho por haber abusado sexualmente de niños”, dijo
Francisco en una entrevista con la Radio Vaticana. “La Iglesia está al tanto de
este daño; es personal, un daño moral llevado a cabo por hombres de la Iglesia,
y no daremos un paso atrás respecto a cómo lidiaremos con este problema y las
sanciones que deben imponerse”.
¿No daremos un paso atrás? ¿En serio? Cuántas
mentiras. Francisco, como mintió Juan Pablo II. ¿Por qué no dejan de encubrir y
empiezan por poner en manos de la justicia a Eduardo Córdova Bautista, sobre
quien pesa el haber abusado de al menos 100 niños? ¿Por qué no dejan de
interferir en las investigaciones que se llevan en todos los países en contra
de cientos de sacerdotes que abusaron de niños? La evidencia indica que las
máximas autoridades religiosas y civiles en México quisieron ocultar la intensa
actividad sexual de Marcial Maciel, por ejemplo, con niños y jóvenes. Hubo
presiones de la Arquidiócesis para frenar las primeras denuncias en los medios,
y hubo presiones desde Los Pinos, con Vicente Fox y Martha Sahagún en la
Presidencia. Varios periodistas lo documentaron en su tiempo. No se puede andar
por allí, sin cómplices, fundando imperios, violando menores de edad y
estirando la mano a las viudas ignorantes para pagar una vida de privilegios. No
se puede llevar una vida doble sin aliados: ¿cómo fundar un imperio de engaños,
hacerlo crecer y conducirlo durante años sin una red de protección? Maciel la
tenía, en las más altas esferas de poder. Por eso extendió su red de pederastia
por todo el país y en el extranjero; por eso, con Cristo y la virgen María en la
boca, saqueó ancianas de sus fortunas y usó dinero para su harem de niños
(dicho sea con todo respeto para las víctimas).
La semana pasada, el arzobispo
de San Luis Potosí, Carlos Cabrero Romero, le confesó al periodista Leonardo
Vázquez que Eduardo Córdova Bautista, cura de oficio, fue juzgado “por El
Vaticano” hace diez años, pero la institución religiosa “no instruyó
removerlo”. A este tipo se le acusa de ser responsable de al menos un centenar
de casos de pederastia; de acuerdo con los testimonios, este sacerdote ¡tiene
30 años violando niños! ¡Más de cien casos DENUNCIADOS de abuso sexual! Pues
bien, “El Vaticano dictó una sentencia” e imaginen la sentencia: no incluyó la
orden de que se retirara del servicio religioso a Eduardo Córdova. El año pasado,
supuestamente fue “destituido de su cargo” –aunque sigue llevando varios
asuntos, según el arzobispo–. ¿Y saben cuál era su cargo? Representante
jurídico de la arquidiócesis. ¡Representante jurídico! ¿Pues qué somos idiotas,
o qué? ¡Lo tenían en un puesto para que pudiera defenderse y pudiera defender
el nido de pederastas! Además, este hombre podía seguir oficiando; con esa
misma mano con la que abusaba de menores de edad repartía ostias, o como se
llamen esas cosas. Imagínense. Penosísimo el caso pero, sobre todo, que actitud
más perversa y criminal la de la iglesia católica. Qué manera de verle la cara
a la feligresía.
Un imperio tan corrupto e impune merece ser demolido, piedra
sobre piedra; desde sus cimientos. Pero no: parece que ese nido de impunidad se
mantendrá otros mil años. Cuiden a sus hijos porque toda la evidencia indica
que la iglesia está decidida a sostener a sus violadores hasta el final; cuiden
a sus hijos porque hay pederastas para rato. De hecho, para confirmarlo, está
por develar con letras de oro el homenaje a uno de sus encubridores. Está por
canonizar a Juan Pablo II.
Millones de personas han pagado con su dinero el
mantenimiento de esta cueva de abusadores. Millones de familias han pagado
cientos y cientos de años el mantenimiento de una cúpula religiosa podrida:
¿Imaginan la cantidad de atropellos que han pasado inadvertidos desde su
fundación?
Bien harían los feligreses en empezar su protesta callada: comiencen
por no pagar el salario de pederastas; no den un centavo más a la iglesia
católica. No más limosnas. No más. Sobran los pobres: allí están los que
verdaderamente necesitan de todos nosotros.
http://www.sinembargo.mx/opinion/14-04-2014/23142
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Ver:
Los Pecados, Errores y Engaños de Juan Pablo II. (Informes)
Ver:
8 Razones por las que Juan Pablo II nunca será Santo. (Opinion)
Ver: Jesus en el Infierno
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«Mi afectuoso saludo se dirige ante todo al querido Padre Maciel. [...] Este feliz aniversario [...] invita a recordar los dones que él ha recibido del Señor. [...] Es indispensable cultivar una constante intimidad con Cristo, esforzándose por seguirlo e imitarlo dócilmente».
Juan Pablo Segundo
(En un discurso público leído en México, y dirigido a la secta Legionarios de Cristo, el 30 de noviembre de 2004. Desde los años cincuenta el Vaticano recibía denuncias contra el padre Maciel por pedofilia, y en 1997 estos delitos habían saltado a la luz pública)