La pregunta
de una niña filipina que el papa no supo responder
Publicado:
18/01/2015 12:11 CET
Se llama
Glyzelle Palomar, es filipina y tiene 12 años, fue una niña de la calle y sus
lágrimas y preguntas al papa Francisco inspiraron el discurso que el pontífice
improvisó durante el encuentro con los jóvenes en la universidad de Santo Tomas
de Manila.
Glyzelle se
presentó ante el papa acompañada de Jun Chura, otro exniño de la calle de 14
años, quien leyó un conmovedor testimonio sobre la vida de los pequeños
filipinos abandonados y que afrontan abusos, drogas y prostitución.
Ambos fueron
salvados de la calle por la asociación Tulay Kabataan, la ONG que gestionaba la
casa de acogida que visitó el papa el pasado jueves por sorpresa. Después tocó
el turno a Glyzelle de hacer las preguntas al papa y mientras leía se echó a
llorar.
"Hay
muchos niños abandonados por sus propios padres, muchos víctimas de muchas
cosas terribles como las drogas o las prostitución. ¿Por qué Dios permite estas
cosas, aunque no es culpa de los niños? y ¿Por qué tan poca gente nos viene a
ayudar?", preguntó la niña entre lágrimas.
Los dos
niños se acercaron después a dar al pontífice un libro con fotografías y una
pulsera de su asociación y entonces Francisco la acarició para consolarla y la
niña se fundió con él en un fuerte abrazo.
El
testimonio de los dos niños y las lágrimas de Glyzelle fueron de inspiración al
pontífice, que dejó de lado el discurso que tenía preparado y pidió permiso
para improvisar en español.
"LA
ÚNICA PREGUNTA QUE NO TIENE RESPUESTA"
"Ella
hoy ha hecho la única pregunta que no tiene respuesta y no le alcanzaron las
palabras y tuvo que decirlas con lágrimas", dijo.
"Cuando
nos hagan la pregunta de por qué sufren los niños (...) que nuestra respuesta
sea o el silencio o las palabras que nacen de las lágrimas", les dijo. E
instó a los cerca 30.000 fieles que se reunieron en el campus de la universidad
a "no tener miedo de llorar".
Y después
dirigiéndose a los chicos y chicas presentes les dijo: "Al mundo de hoy le
falta llorar, lloran los marginados, lloran los que son dejados de lado, lloran
los despreciados, pero aquellos que llevamos una vida más o menos sin
necesidades no sabemos llorar".
"Solo
ciertas realidades de la vida se ven con los ojos limpiados por las
lágrimas", afirmó. El papa finalizó su discurso pidiendo perdón por no
haber leído el discurso, pero se justificó: "La realidad que me plantearon
fue superior a lo que había preparado".
Fuente:
http://www.elpais.com.uy/mundo/pregunta-que-papa-francisco-no.html
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La pregunta
que el Papa Francisco no pudo responder a una niña de 12 años
Francisco
fue conmovido por la pregunta de una niña de 12 años en el marco de una misa en
Filipinas que, por su concurrencia, se convirtió en histórica.
ManilaReutersdom
ene 18 2015 14:34
El Papa
Francisco recibió hoy en medio de una histórica misa, por su concurrencia, una
pregunta de una niña de 12 años la cual no pudo contestar.
"Muchos
niños son abandonados por sus padres. Muchos de ellos acaban siendo víctimas y
les han pasado cosas malas, como adicción a las drogas o prostitución ¿Por qué
Dios permite esto, incluso si los niños no tienen culpa? ¿Por qué sólo unos
pocos nos ayudan?" preguntó la niña, Glyzelle Iris Palomar.
La niña, que
encontró refugio en una comunidad eclesiástica, rompió a llorar y no pudo
terminar su discurso de bienvenida. El Papa la abrazó y comenzó su propia
alocución, más preparada.
"Ella
es la única que ha planteado una pregunta para la que no hay respuesta y ni
siquiera es capaz de expresarlo con palabras, sino con lágrimas", dijo,
visiblemente emocionado.
"¿Por
qué sufren los niños?", dijo el argentino en español. Un intérprete
traducía su discurso al inglés para las más de 30.000 personas congregadas en
los campos de la universidad.
"Invito
a cada uno a que se pregunte a sí mismo '¿He aprendido a llorar... cuando veo
un niño hambriento, un niño en la calle que se droga, un niño sin casa, un niño
abandonado, un niño del que abusan, un niño que la sociedad usa como
esclavo?'", dijo.
Es habitual
ver niños en las calles de las ciudades filipinas, como suele ocurrir en los
países asiáticos, viviendo de la caridad y de lo que encuentran entre la
basura.
En su
homilía, durante la misa, en donde el Papa improvisó un sermón en español a
partir de la anécdota con la niña dijo: "Necesitamos ver a cada niño como
un regalo que hay que agradecer, cuidar y proteger. Y necesitamos ocuparnos de
los jóvenes, no permitir que les roben la ilusión y les condenen a una vida en
las calles".
Previamente,
el Papa Francisco dijo el domingo que los hombres deberían escuchar más a las
ideas de las mujeres y no ser machistas.
"Las
mujeres tienen mucho que decirnos en la sociedad de hoy. A veces nosotros los
hombres somos muy machistas", agregó.
"No
damos espacio a las mujeres, pero las mujeres son capaces de ver las cosas con
un ángulo diferente a nosotros, con un ojo diferente. Las mujeres son capaces
de plantear preguntas que nosotros los hombres no somos capaces de
entender", agregó ante más aplausos de la concurrencia.
La misa.
A la misa
del Papa celebrada en Manila participaron alrededor de siete millones de
personas, afirmaron fuentes de la presidencia de Filipinas citadas por el
vocero Vaticano, Federico Lombardi, quien precisó que se trata del mayor
encuentro en la historia de los Pontífices.
Más allá de
los datos exactos sobre la multitud que participó de la misa conclusiva del
viaje en Filipinas, en el Rizal Park de esta capital, se trató de una verdadera
marea humana, precisó el arzobispo Luis Tagle.
En su saludo
al Papa, el cardenal filipino destacó el concepto de 'periferias' subrayado por
Jorge Bergoglio desde el inicio de su pontificado y citó "a los niños de
la calle, los huérfanos, las viudas, los sin vivienda, los obreros, los
campesinos, los pueblos de los pescadores, los enfermos, los ancianos
abandonados".
También
recordó "a las familias de las personas desaparecidas, las víctimas de las
discriminaciones, las violencias y los abusos, la trata de seres humanos, los
sobrevivientes a las calamidades naturales y conflictos armados".
El 'Rizal
Park', añadió, es el lugar donde los presidentes del país toman posesión del
cargo, el lugar -añadió- "de los nuevos comienzos".
La misa, que
impresionó también por la belleza de los cantos y el talento de la orquesta,
marcó para el papa Francisco el saludo de su visita a las Filipinas, el mayor
de los países católicos del continente asiático.
La nación
cuenta con una fuerte religiosidad que se manifiesta a través de gestos y
ceremonias populares, como por ejemplo la devoción por el 'Santo Niño', una
pequeña estatua donada por el conquistador español Fernando Magallanes, y
grandes procesiones que acaparan la devoción de millones de fieles.
El entusiasmo
con el que Filipinas recibió en estos días al Papa, que mañana emprenderá el
regreso a Roma, fue incontenible así como fueron imponentes también las medidas
de seguridad.
En las
sitios visitados por Bergoglio, tanto en Manila como en la isla de Tacloban,
hubo en total alrededor de 50 mil policías.
Las
muchedumbres fueron de todos modos muy disciplinadas además de resistentes,
sobre todo hoy frente a la lluvia en esta última jornada de Bergoglio en el
país.
Los
asistentes de la presidencia del país que ayudan al protocolo vaticano
estimaron "en siete millones las personas que participaron" en la
misa de hoy en Manila, destacó a la prensa el vocero de la Santa Sede, el padre
Federico Lombardi.
"Nosotros
no somos capaces" de evaluar la cantidad de gente presente en la misa,
precisó el padre Lombardi, citando los datos de las fuentes locales.
"Digamos
que había una muchedumbre increíble. Se trata de todos modos del mayor
encuentro en la historia de los pueblos, porque en 1995 había aquí cinco
millones de personas", añadió el vocero, refiriéndose a la visita
realizada ese año en Manila por Juan Pablo II.
"Por lo
tanto -bromeó Lombardi- la próxima vez para superar el récord debemos regresar
a Manila".
Fuente:
http://www.elpais.com.uy/mundo/pregunta-que-papa-francisco-no.html
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La difícil
historia de vida de la niña filipina que lloró al hacerle una pregunta a
Francisco
Por Jethro
Mullen, CNN
(CNN) – Hace
algunos años, Glyzelle Palomar mendigaba comida en las calles al norte de
Manila. Esta semana, la niña de 12 años estuvo en el escenario frente a decenas
de miles de personas, y le preguntó al papa Francisco por qué Dios permite que
los niños sufran.
"Hay
muchos niños que son desatendidos por sus propios padres", dijo Glyzelle
el domingo en un ceremonia que se llevó a cabo en la Universidad Católica de
Manila, de 400 años de antigüedad. "También hay muchos que se convirtieron
en víctimas y muchas cosas terribles les pasaron como las drogas o la
prostitución".
Si estás
viendo esta nota en tu móvil, mira aquí la galería.
"¿Por
qué Dios permite que sucedan semejantes cosas, aunque no sea culpa de los
niños?", le preguntó al papa, y rompió en llanto mientras hablaba.
Vivir de 'lo
que encuentro en la basura'
Otro niño
que vivió en la calle, Jun Chura, le habló al papa Francisco sobre su lucha por
sobrevivir sin hogar.
"Me
alimentaba de lo que encontraba en la basura", dijo Jun, de 14 años de
edad. "No sabía a dónde ir y dormía en la acera".
"Cuando
estaba en la calle, también vi cosas que no me gustan, cosas terribles que le
sucedieron a mis compañeros en la calle", dijo Jun. "Vi que les
enseñaban a robar, a matar, y que ya no tienen respeto por los adultos".
El papa
Francisco respondió a la pregunta de Glyzelle y al testimonio de Jun con un
gran abrazo para ambos niños.
"Ella
es la única que ha hecho una pregunta que no tiene respuesta y no ha podido
expresarla con palabras sino con lágrimas", le dijo el papa de 78 años de
edad a la multitud.
'Las cosas
terribles que pueden suceder en la calle'
Glyzelle y
Jun se encuentran al cuidado de la fundación Tulay ng Kabaaan, una organización
no gubernamental que atiende a los niños de la calle de Manila.
La fundación
encontró a Glyzelle y a su hermana mayor hace algunos años, dijo Alexandra
Chapeleau, la gerente de comunicación del grupo.
El papa
Francisco se despide mientras sale de la Base Aérea Villamor en Manila en
dirección hacia Roma el 19 de enero. El papa Francisco ha concluido su visita
de cinco días a las Filipinas. La visita atrajo a millones de filipinos
católicos que acudieron a ver al líder de la Iglesia Católica. Fue la primera
visita de un papa a ese país desde 1995.
Las niñas se
habían ido de casa, donde sus empobrecidos padres no podían mantenerlas o
darles una educación, y se valían por sí mismas en la calle, dijo.
Inicialmente
asistieron a uno de los centros transitorios de la fundación antes de
trasladarse a un complejo residencial y asistir a la escuela. En noviembre, su
hermano menor se unió a ellas en la fundación.
Glyzelle
sigue en contacto con su madre y va a casa a visitarla para Navidad, dijo
Chapeleau.
El centro de
la fundación donde Glyzelle vive es el hogar de más o menos 40 niños más que
vivieron en la calle.
"La
mayoría de ellos son víctimas de las cosas terribles que pueden suceder en la
calle", por ejemplo el abuso físico y sexual, dijo Chapeleau.
'Debemos ver
a cada niño como un regalo'
Sin embargo,
las lágrimas de Glyzelle frente al papa el domingo aparentemente fueron
provocadas por la intensidad del momento, no debido a sus propias experiencias.
Ella hizo la
pregunta "en nombre de todos los niños que cuidamos", no por
"algo personal en relación a su propia historia", dijo Chapeleau.
El papa
trató el tema de los niños de la calle nuevamente el domingo cuando oficiaba
una misa en un parque de Manila con millones de personas, a pesar de la lluvia
torrencial.
"Debemos
ver a cada niño como un regalo que debe ser recibido, valorado y
protegido", le dijo a la enorme multitud. "Y debemos cuidar a
nuestros jóvenes, no permitiendo que sean condenados a una vida en las
calles".
'Me di
cuenta de que no todas las personas no tienen corazón'
El viernes,
el papa había visitado el centro donde Glyzelle y otros viven después de
oficiar una misa en la Catedral de Manila, y supuestamente estaba "muy
conmovido" por lo que vio.
Se calcula
que hay más de 1,5 millones de niños de la calle en Filipinas, aproximadamente
70.000 de ellos en el área metropolitana de Manila, de acuerdo con la fundación
He Cares, otro grupo que se ocupa de ellos.
En su
relato, Jun describió haber visto cómo algunos de sus amigos olían pegamento y
tomaban otras drogas. Él dijo que aprendió a desconfiar de los adultos que
ofrecían dinero o ayuda, ya que a menudo era una trampa para explotar a los
niños.
Inicialmente
rechazó una oferta de apoyo por parte de la fundación Tulay ng Kabataan, pero
después se dio cuenta de que la organización realmente trataba de ayudarlo.
"Me di
cuenta de que no todas las personas no tienen corazón", dijo.
Fuente:
http://cnnespanol.cnn.com/2015/01/19/la-dificil-historia-de-la-nina-filipina-que-lloro-al-hablar-con-francisco/
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«Dios no
quiere el sufrimiento de sus criaturas; mucho menos el de los niños»
abc.es /
madrid
Día 20/01/2015
- 17.09h
El teólogo
de la Universidad Pontificia Comillas Ángel Cordovilla Pérez reflexiona sobre
la pregunta que le hizo la exniña filipina de la calle al Papa durante su viaje
al país asiático
Se llama
Glyzelle Palomar, es filipina y tiene 12 años, fue una niña de la calle y sus
lágrimas y preguntas al Papa Francisco conmovieron al Santo Padre, y al mundo
entero. Glyzelle se echó a llorar mientras trataba de leer su discurso durante
el encuentro del Papa con los jóvenes en la Universidad de Santo Tomás de
Manila. «Hay muchos niños abandonados por sus propios padres, muchas víctimas
de muchas cosas terribles, como las drogas o la prostitución. ¿Por qué Dios
permite estas cosas, aunque no es culpa de los niños? Y ¿por qué tan poca gente
nos viene a ayudar?», preguntó la niña entre lágrimas.
Francisco la
acarició para consolarla y la niña se fundió con él en un fuerte abrazo.
Después, el Papa dejó de lado el discurso que tenía preparado y dijo en
español: «Ella hoy ha hecho la única pregunta que no tiene respuesta, y no le
alcanzaron las palabras y tuvo que decirlas con lágrimas. Al mundo de hoy le
falta llorar, lloran los marginados, lloran los que son dejados de lado, lloran
los despreciados, pero aquellos que llevamos una vida más o menos sin necesidades
no sabemos llorar».
Ángel
Cordovilla Pérez es doctor en teología por la Universidad Gregoriana de Roma y
profesor en la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia Comillas. Con
toda la complejidad que implica responder a la pregunta de la pequeña Glyzelle,
el doctor Cordovilla responde a ABC con un texto que reproducimos en su
totalidad por su interés.
«Ante la
pregunta de un niño por el sufrimiento de tantos niños inocentes víctimas de la
injusticia o del infortunio la primera respuesta es el silencio respetuoso con
el dolor del prójimo para así mostrar nuestra compasión y solidaridad. Este
silencio respetuoso expresa a su vez una cierta incomprensibilidad del misterio
del mal como un eco lejano de la incomprensibilidad del misterio de Dios y del
hombre que hace que sea imposible verter del todo este acontecimiento único y
singular que es el dolor en un lenguaje conceptual o en un sistema teológico y
filosófico. Dicho esto. ¿La teología cristiana a la luz de la revelación de la
Sagrada Escritura no puede decir algo sobre esto?
Ante todo
hay que afirmar con claridad que Dios no quiere el dolor ni el sufrimiento de
sus criaturas; ni mucho menos el de los niños inocentes. Él nos ha creado para
la felicidad, es decir, para comunicarnos su amor y su vida en plenitud y él
con su omnipotencia es el garante último de este proceso. Pero entonces, ¿por
qué Dios permite que suframos? ¿Por qué permite el sufrimiento del inocente?
Para responder a esta cuestión debemos pensar en la acción creadora de Dios. La
creación como realidad distinta de Dios es libre y finita; así la ha querido su
Creador, pues si no fuera así no podría haber una verdadera comunicación entre
Dios y la criatura. Instaurada de esta manera la relación entre ambos Dios
respeta la libertad de su creación, contando con los límites de ésta, e
incluyendo aquí la posibilidad del mal y del pecado como origen del sufrimiento
del inocente.
¿Pero no
hemos dicho que Dios es omnipotente? Cuando aplicamos este atributo a Dios no
hay que entenderlo como un poder arbitrario y abstracto contra la criatura y la
estructura de la creación, sino más bien como un poder personal que otorga
espacio a la libertad del hombre en la creación, aceptando así también la
posibilidad del mal y el sufrimiento de sus criaturas. Otorgar espacio y
aceptar los límites es la forma de ejercicio de la omnipotencia amorosa de Dios
y el reverso desgraciado de la vocación al amor a la que Dios ha llamado a su
creación.
No obstante,
si Dios se ha arriesgado a realizar una creación así es porque a su vez ha
decidido asumir él mismo los riesgos y las consecuencias de esta libertad y de
este pecado en la persona de su Hijo (encarnación). Así, desde dentro del dolor
y del sufrimiento de los hombres (cruz), lo ha querido transformar y vencer
(resurrección) de forma incipiente ya en la historia y de manera definitiva en
el futuro escatológico. Desde aquí los seguidores e imitadores de este Dios
(cristianos) están llamados a compartir el dolor identificándose con las
víctimas desde el silencio compasivo y encuentran aliento y esperanza para
luchar con todas sus fuerzas para destruir las causas del mal y de la
injusticia que provoca el sufrimiento de tantos inocentes.
Fuente:
http://www.abc.es/sociedad/20150120/abci-sufrimiento-ninos-doctrina-iglesia-201501201246.html
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