El Extraño Caso de la “Luz misteriosa” (Anécdota)

Hace ya algún tiempo tuve la oportunidad de trabajar en granjas lecheras y de ganado, y tuve la suerte conocer y entender a muchos trabajadores indígenas que se dedicaban a labores de obreros como ordeñar y pastorear las reses. Estas personas son muy humildes, de estudios muy limitados (casi siempre analfabetas), pero muy buenas personas, de gran corazón y bastante religiosos.

Recuerdo en una ocasión cuando me trasladaba a pie de una granja a otra con un gran amigo y obrero como los antes mencionados. Era ya bastante de noche y como siempre me encanta disfrutar de una buena caminata independientemente de la hora. El camino estaba bastante desierto y oscuro, nos guiábamos gracias a una linterna que tenía mi compañero caminante. Mientras conversábamos notamos algo curioso a lo lejos en un potrero (*). Veíamos una luz roja en medio del monte, una luz que en ocasiones era bastante fuerte pero luego disminuía de intensidad. Inmediatamente mi compañero tuvo una actitud grave y alarmante.

- ¡Vámonos rápido Doctor! (ellos suelen llamar “Doctor” a los Veterinarios)

- ¿Por qué? ¿Qué pasa?

- ¿Ve esa luz roja de allí?... pues eso es un espíritu.

- ¿Un espíritu?

- Si. Seguro que hace años allí enterraron a alguien y esa luz indica que el muerto quiere que le den santa sepultura. La luz es el espíritu del muerto que nos guía hacia la tumba.

- Los muertos no salen. Vamos a ver que es eso.

- ¡No Doctor! ¡Ni se le ocurra!... mejor nos vamos ya.

Me llamó mucho la atención la apresurada y cortante conclusión del amigo obrero. Pero claro, yo sabía que no existían esas cosas como espíritus o muertos suplicantes. Admito que era bastante sospechoso y que las circunstancias como la oscuridad y el viento hacían muy tétrico el escenario. No había luna esa noche.

- Si quieres espérame aquí. -Le dije- iré a ver que es eso y verás que no es ningún muerto.

Lo dejé susurrando algo entre labios, posiblemente rezaba. Es bastante común lo que me decía sobre las tumbas improvisadas en medio de las tierras de pastoreo. He tenido la ocasión de ver un par de ellas y siempre son un problema de tipo laboral, ya que los trabajadores son reacios a entrar en los potreros que tienen estas tumbas.

Luego de saltar el cercado de alambres y con la linterna en la mano, me fui adentrando poco a poco en el monte (con algo de temor, lo admito. Ese temor natural ante lo desconocido). Y efectivamente, la luz que estaba ubicada a nivel del suelo resplandecía y brillaba de forma irregular.

En mi mente repasaba todas las posibilidades de lo que podía ser la curiosa luz, pero en ningún momento pensé en algo sobrenatural. A pocos metros de llegar al punto de origen de la extraña luz ya me imaginaba la causa; porque había un fuerte olor a madera quemada. Y ciertamente así fue. El “Espíritu” no era otra cosa que un montón de madera y troncos que habían sido quemados durante el día y que ya a estas horas solo eran brasas de carbón centelleantes; y que a la distancia y por efecto de viento y las hojas de los arbustos circundantes le daban un efecto singular de movimiento.

Luego de sonreír procedí a llamar primero con señales y después a gritos al asustadizo obrero.

- ¡Ven a ver lo que es!

Luego de un rato y con bastante cautela el precavido obrero se fue acercando.

- ¿Ves lo que era? -Dije-

- Ahh si, es cierto; recuerdo que esta mañana salió un grupo a quemar unos palos y unos montones de madera. -Dijo ya más calmado- No recordaba que había sido en este potrero.

- Te dije que no era ningún espíritu ni fantasma. -No pude evitar recriminarlo un poco- Esas cosas no existen. La próxima vez que veas algo así, mejor deja tus miedos atrás y averigua bien lo que es.

Tomamos algo de tierra y apagamos lo que quedaban de las brasas. Posterior a esto nos dirigimos de vuelta al camino y a nuestro destino. El resto de la caminata pude notar a mi amigo muy callado y reflexivo. Se apreciaba en su semblante una actitud de contradicción y pesar. Quizá el estaba pensando a su manera lo mismo que yo:

¿Cuántas veces no se habrán creado leyendas en torno a sucesos como este?

¿Cuánto “Fantasmas y espíritus” habrá por ahí solo por que alguien no quiso investigar un poco?

¿Cuántas veces mi buen amigo no habrá visto algo similar y se ha quedado con una conclusión errónea?

Quiero creer que esta anécdota lo hizo reflexionar y caer en cuenta que muchas de las leyendas que abundan en el campo y en los montes se deben a fenómenos perfectamente explicables y entendibles.

Siempre se le tiende a dar una connotación sobrenatural y divina a las cosas que no entendemos. Es una reacción natural y a veces hasta muy cómoda. Es más fácil decir que lo que no entendemos es “un fantasma, espíritu, hasta un ángel o el mismísimo Dios” que arriesgarse a perder el miedo y buscar la verdadera causa del inusual fenómeno.

Estoy bastante seguro que si no hubiésemos ido a ver el origen de la misteriosa luz, al día siguiente se empezaría a correr el rumor del “Espíritu de potrero 27”; y con el tiempo no faltaría alguien pala en mano con el propósito de encontrar los restos del inexistente fallecido.

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(*) Potrero: m. Am. Terreno cercado con pastos para alimentar y guardar el ganado.

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