lunes, 29 de abril de 2024

Actitudes ante Dios (Publicación Cristiana)




Actitudes ante Dios

(Publicación Cristiana)


Tradicionalmente y siempre con los matices personales que se puedan aducir, las posturas ante Dios se han reducido a dos: creyentes por una parte y Agnósticos más Ateos por otra.


24.04.2024

Pablo Heras Alonso.


Respecto a la situación en que el hombre se encuentra en este mundo, los que creen en Dios diferencian claramente lo que es el mundo natural de la esfera sobrenatural.

En este ámbito sobrenatural hay tres principios esenciales que atañen directamente al hombre: su creación por Dios, la inmortalidad del alma y una vida después de la muerte. Partiendo de estos tres enunciados, van derivando las distintas religiones con sus diferencias respecto a lo que Dios ha hecho por el hombre y la relación del hombre con Dios.

En esa relación con Dios puede predominar el pensamiento, es decir, la meditación y consideración racional de los misterios de Dios; puede prevalecer la emotividad, el sentimiento que produce el amor de Dios hacia los hombres; o, en tercer lugar la vivencia del rito, a través del cual el hombre cree tener relación con Dios.

En el polo opuesto encontramos a quienes niegan bien la posibilidad de acceder a Dios o bien los que directamente niegan la existencia de un ser que carece de argumentos para aceptar tal existencia. Las razones para la negación de Dios son de muy diverso calado, principalmente porque no existe consenso respecto a lo que podemos llamar "Dios“. Lo que generalmente se entiende por Dios no entra en la capacidad del hombre para entenderlo.

La primera negación de “ese” Dios es aquella que lo hace producto del hombre. Sí, existe Dios, pero es un Dios distinto al que los creyentes adoran y en el que confían. Es un Dios creado por los hombres, a su imagen y semejanza; un Dios consenso universal; un Dios que aglutina deseos; un Dios arquetipo de vivencias y sentimientos humanos; un Dios paradigma de bondad, justicia y felicidad.

Respecto a agnósticos y ateos, la duda y negación de Dios se refiere a los argumentos que ofrecen los creyentes para, racionalmente, aceptarlo. Son argumentos o pruebas que han sido desmontados a lo largo de la historia y que carecen de validez. Recuérdense las vías de Santo Tomás, el argumento de San Anselmo o las simplezas de los Testigos de Jehová (Watchtower). Argumentos que no han superado la prueba filosófica o que no pueden ser “falsados”. Sólo son hipótesis de trabajo en un callejón sin salida.

Pero a los agnósticos y ateos se les puede enfrentar cualquier creyente con algo que aquéllos olvidan, el nivel cognitivo de ambos. Los creyentes están en otro nivel, ni les interesa ni procuran aportar argumentos sobre la existencia de Dios, simplemente creen en Dios y viven de esa creencia. Son dos niveles de aceptación que no pueden inmiscuirse. Los argumentos racionales “contra” Dios no entran en su consideración. De ahí que no pueda haber ni refutación ni afectación.

Cuando se dice que no se puede convencer a un creyente es porque ambos, creyentes y ateos, se encuentran en niveles distintos de conocimiento y de vivencia. Ninguno de los dos tiene razones suficientes para convencer al otro. Es imposible demostrar a Dios por la razón y es inútil aportar argumentos sobre la inexistencia de Dios, porque en lógica filosófica esto es absurdo (es quien afirma el que debe probar). Pero la única prueba es… ¡que creen en Dios!

Puestos a exprimir el contenido de las ideas agnósticas y ateas, éstas parecen moverse en ámbitos metodológicos, es decir, teóricos, axiomáticos, casi verbales. El agnóstico dice que quien afirma es el que debe probar lo que afirma (Dios); el ateo dice que los juicios negativos de existencia, negación de Dios, son verdaderos mientras no se demuestre lo contrario. En realidad, dicen lo mismo.

Algo que puede parecer paradójico es que tanto creyentes como negacionistas están de acuerdo en la praxis diaria y en la vida normal. Nadie discute lo que es el hombre; nadie pone en duda el buen comportamiento moral; todos están de acuerdo en la necesaria profesionalidad en el ejercicio del trabajo, la responsabilidad, la solidaridad, etc. y aunque unos hagan derivar su conducta respondiendo a imperativos sagrados y los otros al orden social y a la conciencia, a la hora de la verdad lo que importan son los hechos derivados del tal conducta.

Y en este punto, uno se pregunta si creyentes y negacionistas pueden ponerse de acuerdo respecto a la idea, a las exigencias y los presupuestos inherentes a lo que significa Dios. O bien, a la hora de entenderse, ¿se puede dejar en suspenso la cuestión “Dios”? Esto es prácticamente imposible. Recojo una afirmación de Puente Ojea en su libro Elogio del ateísmo (1995):

Apenas parece discutible que tanto en el plano del saber como en el plano de la vida cotidiana resulta ineludible adoptar, al menos provisionalmente, un posicionamiento de dirección positiva o negativa sobre la hipótesis teísta, aunque este posicionamiento no alcance una formulación explícita.


Pero si echamos una ojeada al mundo de la creencia, vemos que la inmensa mayoría de los creyentes no tienen un concepto definido respecto a la cuestión “Dios”. Lo dan por supuesto, ni siquiera se les plantea ni, por otra parte, sabrían definir lo que creen cuando se les pone en duda, con argumentos, la hipótesis teísta. Lo tremendo es que, a lo largo y ancho del mundo, el número de creyentes en lo que sea, dígase Dios u otra cosa sobrenatural, aumenta.

Dirán los negacionistas: ¿realmente aumenta? Sí y no. Por lo que vemos, disminuye en los países con mayor nivel cultural y económico, lo cual lleva a deducir que la incultura y la pobreza son caldo de cultivo de la creencia en dioses.

Hay otra forma de encarar o catalogar a muchos que se dicen agnósticos, referida a su entronque social. En cuanto a la formulación negacionista, los hay que son agnósticos teóricos pero en la práctica, ateos convencidos. Otros se dicen agnósticos por no llamarse “creyentes perplejos” debido a su carácter y educación, al deseo de contemporizar, por no contrariar… Y no se dicen ateos porque la presión secular contra esta “casta” ha sido muy fuerte y todavía sobrevuela el sambenito pernicioso sobre ellos.

Cierto, hay ateos que no manifiestan su “credo” por educación, por respeto, por no herir susceptibilidades o sensibilidades. A veces por miedo a un perjuicio personal dentro del partido o, en su ámbito laboral, miedo a la exclusión social o represión económica. Declararse agnóstico resulta menos peligroso e incluso puede ser aliciente para alguno dispuesto a hacer una “buena obra”, pues le parece que tal agnóstico podría estar dispuesto a revertir su posición dogmática.

Es una incoherencia por parte del agnóstico: si no convencen los argumentos que le puedan dar, no sólo racionales sino, sobre todo, de vivencia, de conducta, de buenos sentimientos, de obras de caridad… su situación de increencia es la misma que la del ateo, aunque a priori no descarte el posible retorno a la fe. Se ha dado el caso de que la vida ejemplar de tal creyente pudo ser argumento definitivo para el retorno a la fe.

Hay quien dice que tanto ateos como agnósticos saben de Dios o están más pendientes de él que muchos creyentes. Puede ser cierto, pero es más cierto que el ateo ya no tiene referencias reales respecto a la idea de Dios, ha prescindido de estar pendiente de todo lo que se refiera a Dios. En cambio el agnóstico vive todavía en suspenso sobre si Dios es una quimera o una realidad. Podría decirse de él que es un semi creyente.

Cuestión aparte que merece una reflexión profunda es el hecho de que es manifestación universal creer en Dios. Surge la pregunta de por qué la humanidad se ha decantado por la creencia en Dios, con el consiguiente contra argumento: ¿el creer en instancias supra humanas, dioses o espíritus, ha aportado algo a la humanidad? ¿Ayuda tal creencia a que el hombre tenga mayor seguridad en sí mismo y mayor certeza sobre las cosas que le rodean? Y una como hipótesis: ¿existe algún componente genético, relacionado con el instinto de supervivencia, inscrito en el cerebro humano cuando dejó atrás a sus ancestros australopitecos o pitecántropos?

Interesante hipótesis la de relacionar la invención de los dioses con ese instinto de supervivencia, aunque también podríamos apuntar otra hipótesis igualmente plausible aunque menos halagüeña: teoría o hipótesis de que existe un retraso evolutivo en aquellos que creen en dioses, un retardo en la compleción de su cerebro al admitir algo que la razón rechaza.


Fuente:

https://www.religiondigital.org/humanismo_sin_credos/Actitudes-dios_7_2653604636.html


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lunes, 22 de abril de 2024

Por qué el Nuevo Testamento es un desastre: - Una guía práctica y concisa



Por qué el Nuevo Testamento

es un desastre:

- Una guía práctica y concisa


La iglesia y el clero son expertos en encubrir esto


Por David Madison

19/04/2024


Desde mi jubilación hace diez años, he realizado varios viajes a Inglaterra, Francia e Italia. A mi llegada, siempre tengo como prioridad visitar museos. Un tipo de museo, por cierto, es una catedral o una gran iglesia, aunque no sea una catedral. Me encanta pasear por estos lugares, por el arte y la arquitectura, que incluyen magníficos vitrales, pinturas y esculturas. Es tentador pensar (que después de todo, es el propósito de esta extravagancia) que la religión maravillosa es la fuente de todo. Esta idea se refuerza cuando mi visita ocurre en un momento en que se llevan a cabo servicios de adoración. La música de órgano aumenta el esplendor de todo.

Pero no todo es lo que parece. Muy al contrario, el espectáculo, el esplendor, están diseñados para engañar a la mayoría de la gente la mayor parte del tiempo. La iglesia y el clero se salen con la suya porque la mayoría de los laicos no han hecho ningún análisis cuidadoso del Nuevo Testamento, que es la base de esta religión. Los laicos pensarían que estoy siendo desagradable (o estoy loco) al sugerir que la parte más preciada de su Biblia es un desastre. Pero no es difícil defender eso.

Echemos un vistazo a varias cuestiones.


¿Dónde se guarda la versión original del Nuevo Testamento?

¿Están los documentos originales en el Museo Británico o en algún monasterio en algún lugar de Tierra Santa? ¿Qué porcentaje de la gente de la iglesia ha pensado en esto? Por supuesto, la respuesta incómoda y embarazosa a "¿dónde está el original?" es que no existe. Todos los documentos originales del NT se perdieron, por lo que no los tenemos para consultar. El fragmento del evangelio más antiguo, del tamaño aproximado de una tarjeta de crédito, data del siglo II. El primer manuscrito completo del Nuevo Testamento data del siglo IV y se basa en copias hechas a partir de copias: varias generaciones de copias, presumiblemente de los originales.

Es una afirmación común entre los cristianos conservadores que la Biblia fue inspirada divinamente, pero hace mucho tiempo Bart Ehrman se preguntaba por qué eso importaba, ya que no tenemos las versiones originales de ninguno de los libros de la Biblia. Durante muchos siglos, los manuscritos fueron copiados a mano por escribas que no tenían iluminación eléctrica ni anteojos. Es posible que algunos de ellos ni siquiera hayan entendido el griego que estaban copiando, algunos eliminaron palabras que parecían contradecir sus creencias o agregaron palabras que se adaptaban a sus propias teologías. Hay académicos que dedican sus carreras a comparar cientos de manuscritos antiguos, tratando de descubrir la lectura correcta de los manuscritos originales. Todo esto suscita la sospecha de que la inspiración divina no jugó ningún papel en lo que escribieron los autores originales: ¿por qué un dios se molestaría en inspirar un texto, pero luego no lograría idear un proceso de transmisión infalible? Es decir, ¿por qué él/ella/ello (presumiblemente todopoderoso) no se aseguraría de que no se cometieran errores al realizar las copias?

Y aquí hay algo en lo que pensar: elige cualquier versículo que quieras del Nuevo Testamento, luego haz la pregunta: ¿cómo sabes si este versículo surgió de la mente de un dios o de la imaginación del autor? ¿Dónde podemos encontrar datos fiables, verificables y objetivos para decidir eso? Los creyentes que quieran rescatar al NT de la categoría de desastre deben proporcionar estos datos. Si optan por “lo tomaré por fe”, esto es una admisión de que se niegan a pensar en ello.


¿Cómo explicamos tanta deshonestidad que encontramos en el Nuevo Testamento?

Por deshonestidad me refiero al plagio y las falsificaciones que son tan obvios. Los eruditos descubrieron hace mucho tiempo que los autores de Mateo y Lucas copiaron la mayor parte del evangelio de Marcos cuando escribieron sus evangelios, pero no admitieron haberlo hecho. Y cambiaron las palabras de Marcos cuando quisieron. Cualquiera que no tenga miedo de afrontar estos hechos debería comprar un libro con paralelos de los evangelios, en el que los textos de Marcos, Mateo, Lucas y Juan se colocan uno al lado del otro, lo que facilita ver cómo se han copiado y manipulado los textos. Mediante un análisis cuidadoso del vocabulario y el estilo de escritura, varias de las cartas del Nuevo Testamento atribuidas al apóstol Pablo se consideran falsificaciones: es decir, escritas por otra persona, pero atribuidas a Pablo para mejorar la credibilidad del contenido. Vemos la misma deshonestidad al asignar los nombres Mateo, Marcos, Lucas y Juan a los evangelios. Estos nombres no se encuentran en los evangelios mismos; se adjuntaron a estos documentos en el siglo II.

Luego están las interpolaciones, es decir, textos que se insertaron mucho después de que se escribieran los documentos. El final del evangelio de Marcos es un ejemplo principal. Marcos 16, versículos 9-20 no se encuentran en los manuscritos más antiguos del evangelio, que termina tan abruptamente en Marcos 16:8: “Entonces ellos salieron y huyeron del sepulcro, porque el terror y el asombro se habían apoderado de ellos, y decían nada a nadie, porque tenían miedo". ¿Fin de la historia? Alguien decidió agregar versículos que incluyen la aparición de Jesús resucitado, pero también el ridículo guión de Jesús, 16:17-18, es decir, los cristianos bautizados pueden beber veneno y coger serpientes.

Además, la famosa historia de la mujer sorprendida en adulterio, Juan 8:1-11 (con el guión de Jesús, " Cualquiera de vosotros que esté sin pecado, que arroje la primera piedra contra ella") falta en la versión más antigua. manuscritos del evangelio, e incluso ha aparecido en Lucas. No tenemos forma alguna de verificar que se trate de una historia auténtica sobre Jesús.


El problema del pícaro apóstol Pablo

Si los feligreses hojean los evangelios de vez en cuando, muestran aún menos interés en las cartas de Pablo. ¿Y quién puede culparlos, dados los desvaríos y el engaño que encontramos en lo que escribió? Además, hay muchas cosas de qué alarmarse, como su alarde de cómo sabía acerca de Jesús. En Gálatas 1:11-12, encontramos esta extraordinaria afirmación: “Porque quiero que sepáis, hermanos y hermanas, que el evangelio que yo proclamé no es de origen humano, pues no lo recibí de fuente humana, ni me lo enseñaron, sino que lo recibí por revelación de Jesucristo”. No hay ningún indicio en el Nuevo Testamento de que Pablo haya conocido a Jesús, por lo que esto a través de una revelación es una referencia a sus visiones. Es decir, su imaginación activa, o más claramente, sus alucinaciones. “¡Oh, pero las visiones de Pablo eran reales!” Los devotos que insisten en que este es el caso deben explicar por qué las visiones mormonas o islámicas no son reales. Los protestantes deben explicar por qué las visiones católicas de María —en todo el mundo— no son reales. Pablo afirma unos versículos más adelante en Gálatas 1 que una vez visitó a Cefas (es decir, Pedro) durante quince días, pero enfatizó la falta de contacto con aquellos que conocían a Jesús: “…pero no vi a ningún otro apóstol excepto a Santiago, el hermano del Señor. ¡En lo que os escribo, delante de Dios, no miento!”

¿Pero quién era este Cefas/Pedro? Tenemos ideas sobre Pedro basadas en los evangelios, pero estos documentos se escribieron más tarde y sus relatos sobre Pedro pueden ser ficticios: no tenemos forma de verificarlos. Es extraño que Pablo visitara a Pedro durante quince días, pero saliera con escasa información sobre Jesús. En todas sus cartas, Pablo no menciona la Tumba Vacía en la mañana de Pascua y, según lo que escribió en Romanos 13, parece no haber estado al tanto de los relatos evangélicos de la ejecución de Jesús por las autoridades romanas. En todas las cartas de Pablo no encontramos ninguna mención de las enseñanzas, los hechos o los milagros de Jesús. Esto es extraño, sospechoso por cierto. Y por qué el apóstol rebelde parece apropiado.

Pablo estaba obsesionado con un Jesús que reinaba en los reinos celestiales y se le aparecía en visiones. Esto está muy alejado del Jesús presentado por los autores de los evangelios. Y sus complejos personales (por ejemplo, con respecto al sexo) parecen haber impactado su teología. En Gálatas 5:24 afirma: “Y los que son de Cristo, han crucificado la carne con sus pasiones y deseos”. Esto es tan descaradamente falso. ¿Quién más que los sacerdotes ordenados puede afirmar que “pertenecen a Cristo”? Sin embargo, la Iglesia católica ha recibido tantos golpes a medida que han salido a la luz los numerosos escándalos de sacerdotes que violan a niños. Al leer muy atentamente las cartas auténticas de Pablo, vemos su ira y su mal genio: en Romanos 1 incluye a los chismosos y a los niños desobedientes entre los que merecen morir. Estos textos dan peso sustancial a la acusación de que el Nuevo Testamento es un desastre. ¿Y no es un desastre que tanta teología cristiana primitiva haya sido inventada por un hombre que nunca conoció a Jesús y que evitó a los discípulos que lo conocieron?


El problema de los evangelios no verificables

Existe un amplio consenso entre los estudiosos no fundamentalistas de que los evangelios fueron escritos décadas después de la muerte de Jesús. Una pista importante para esta datación es Marcos 13, que refleja la destrucción del Templo de Jerusalén en el año 70 d.C., durante la Primera Guerra Judío-Romana. Dado que tanto Mateo como Lucas copiaron tanto de Marcos, estos evangelios llegaron incluso después. Algunos eruditos fechan a Juan a principios del siglo II. Por eso los historiadores quieren saber de dónde obtuvieron los autores de los evangelios su información sobre Jesús. No mencionan sus fuentes; Como hemos visto, Mateo y Lucas ni siquiera admiten haber copiado tanto material de Marcos. Los eruditos devotos han argumentado que los autores de los evangelios utilizaron una “tradición oral confiable” sobre Jesús. Pero, ¿hasta qué punto es fiable la tradición oral que se ha repetido durante décadas y, sin duda, alterada con cada recuento? No hay forma de verificar esta afirmación; son conjeturas, ilusiones. El apóstol Pablo parece no haber estado al tanto de la tradición oral acerca de Jesús, o si lo estaba, confiaba más en sus visiones. No hay evidencia alguna de que los autores de los evangelios utilizaran documentación contemporánea (es decir, cartas, diarios, transcripciones escritas en la época de Jesús) para crear sus narrativas. Eran teólogos, no historiadores. De ahí qué desastre: no se puede confiar en sus historias de Jesús.


Si quieres una religión repleta de supersticiones antiguas, folklore milagroso y pensamiento mágico, ¡entonces los evangelios son adecuados para ti!

Simplemente hay demasiada fantasía en los evangelios. Fuera de los círculos cristianos devotos, pocos pensadores serios los encuentran creíbles. En Marcos 5, Jesús transfiere demonios de un hombre trastornado a una piara de cerdos, ¡porque los demonios se lo piden! ¿Hizo esto mediante un hechizo mágico? Cualquiera que lea Marcos y luego lea inmediatamente Juan se sorprenderá por las grandes diferencias en sus representaciones de Jesús. En la escena del Juicio Final de Mateo (capítulo 25), la gente obtiene la bienaventuranza eterna con Jesús al ser compasiva. En Juan 6, la vida eterna se logra comiendo la carne y bebiendo la sangre de Jesús. El apóstol Pablo añade a la confusión en Romanos 10:9: “…si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”. Juan 6 sugiere que las pociones mágicas funcionarán, Romanos 10 recomienda hechizos mágicos.

Una de las razones por las que hay miles de “marcas” cristianas en conflicto es que hay tanta confusión teológica en el Nuevo Testamento. Una de las principales supersticiones en el mundo antiguo era la creencia en dioses que morían y resucitaban. Si te inscribías en una de estas sectas, estabas en camino a la vida eterna.

Este es el mayor desastre: los primeros cristianos, especialmente Pablo, aceptaron esta forma de pensamiento mágico y argumentaron que Jesús era precisamente este tipo de dios.


David Madison fue pastor de la Iglesia Metodista durante nueve años y tiene un doctorado en Estudios Bíblicos de la Universidad de Boston. Es autor de dos libros.


Traducido del original:

https://www.debunking-christianity.com/2024/04/a-handy-concise-guide-why-new-testament.html


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