Si usted amigo lector Creyente tiene la suficiente paciencia y busca entre los comentarios de este Blog, verá que de vez en cuando algunos “amables” Cristianos me desean a mí como al resto de mis colegas Ateos que “Tengamos una muerte como la de Voltaire”… es decir, que (según ellos) desean que muramos con el máximo sufrimiento, renegando de nuestro Ateísmo e implorando por el perdón de Dios.
Entre las opiniones Cristianas hay mucho material sobre la muerte de Voltaire. Veamos qué es lo que nos desean los amigos Creyentes (basado en lo que dicen sobre la muerte de Voltaire en páginas cristianas reconocidas):
Así llegó el día de su muerte. En su agonía, comenzó a desesperarse frente a la posibilidad de la eterna condenación. De seguro intuyó que ese Dios a quien tanto atacó, le esperaba inmediatamente después de expirar para pedirle cuenta de su vida. Intuía que ante la omnipotencia, la inmensidad de la majestad de Dios, no le serviría la "razón pura" para justificar su mala vida y los escritos ateos y ofensivos con que lo había atacado y tratado de apartar a la gentes de la fe. Se desesperó, comenzó a gruñir, a tirarse el pelo, a pedir un sacerdote para confesarse: "¡Confesión...¡¡confesión!!". Pero sus seguidores, obedeciendo sus instrucciones previas, se pusieron de guardia en la puerta de su casa, para impedir que alguien le llevara un sacerdote que lo confesara y absolviera. Voltaire ya gritaba, se revolcaba en la cama, se rasguñaba la cara desesperado, tenía los ojos desorbitados y botaba espuma por la boca. Ya no gritaba, sino aullaba, desesperado, al entender que se condenaría eternamente. Los demonios le enrostraban sus escritos, su burla a la religión, y ya le anticipaban la "suerte" que le esperaba apenas expirara: les pertenecía a ellos y habían venido a por él. Su muerte fue horrible, su rostro producía espanto a quienes le miraban. La enfermera que le atendió, se hizo el propósito de nunca jamás volver a asistir a un moribundo ateo, tan horrorizada había quedado ante el macabro espectáculo de tan mala muerte.
Otros dicen:
"Lanzaba gritos desaforados, se revolvía, crispábansele las manos, se laceraba con las uñas. Pocos minutos antes de expirar le dijo al abate Gaultier".
"...Al acercarse el fatal momento, una redoblada desesperación se apoderó del moribundo; gritaba, diciendo que sentía una mano invisible arrastrarle ante el tribunal de Dios; invocaba con aullidos espantosos a aquél Cristo que él había combatido durante toda su vida; maldecía una vez tras otra; finalmente, para calmar la ardiente sed que le devoraba, llevóse a la boca su vaso de noche; lanzó un último grito, y expiró entre la inmundicia y la sangre que le salían de la boca y de las narices”.
Pero… ¿es cierto todo esto?... ¿Un Ateo sufriendo al final de sus días e implorando a Dios?... suena muy bueno para la causa Cristiana.
Nada más falso amigos lectores Creyentes. ¡Desmintamos esto de una buena vez!
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("The Levee of Voltaire at Ferney" de Jean Huber)
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François Marie Arouet, es más conocido como Voltaire. Nació en París el 21 de noviembre de 1694 y muere en mayo de 1778. Fue un escritor, historiador, filósofo y abogado francés que figura como uno de los principales representantes de la Ilustración, un período que enfatizó el poder de la razón humana, de la ciencia y el respeto hacia la humanidad. En 1746 Voltaire fue elegido miembro de la Academia francesa.
Pero vamos directamente a lo que afirman erróneamente algunos Creyentes.
Voltaire… ¿Un Ateo arrepentido en su lecho de muerte?... ¡NO!
Voltaire NO era Ateo.
Aunque era un acérrimo antirreligioso y combatía a morir a la iglesia Católica de su tiempo; nunca se declaró Ateo. El decía: “Como el reloj supone el relojero, el universo implica la existencia de un «eterno geómetra»”.
No creía en la intervención divina en los asuntos humanos y denunciaba el providencialismo en su cuento filosófico “Cándido o el optimismo” (1759). Fue un ferviente opositor de la Iglesia católica, símbolo según él de la intolerancia y de la injusticia. Se empeñaba en luchar contra los errores judiciales y en ayudar a sus víctimas. Voltaire se convierte en el modelo para la burguesía liberal y anticlerical y en la pesadilla de los religiosos.
Voltaire ha pasado a la historia por acuñar el concepto de “Tolerancia religiosa”. Fue un incansable luchador contra la intolerancia y la superstición y siempre defendió la convivencia pacífica entre personas de distintas creencias y religiones.
Repito: Voltaire no era ateo, era anti-religioso. Dejó claro que creía en un ser creador; Voltaire era Deísta o Panteísta:
“Es perfectamente evidente para mi pensar que existe un ser inteligente, necesario, eterno y supremo”
(Voltaire – A Philosophical Dictionary).
El problema de Voltaire no era con “Dios”, si no con la religión organizada: “La religión nuestra es sin duda la más ridícula, la más absurda, y la más sanguinaria que alguna vez infectó al mundo” (Voltaire – Complete Works).
Así que el afirmar que “Un Ateo como Voltaire se arrepintió en su lecho de muerte”, es necesariamente falso.
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Entonces… ¿A qué viene todo esto que se dice sobre su remordimiento en el lecho de muerte?
Veamos algunos puntos que aluden algunos para su supuesto “arrepentimiento”:
- Los que apoyan esta teoría dicen que hay un documento supuestamente verídico en el cual hay una firma y una confesión.
En el número de abril de 1778 de la revista francesa “Correspondance Littérairer, Philosophique et Critique” (1753-1793), se encuentra uno nada menos que con la copia de una supuesta profesión fe de Voltaire; se desconoce si realmente está escrita por él o si es real, puesto a que no se tiene ninguna copia del original y simplemente una supuesta transcripción de la confesión por Frederich Melchior Grimm, de todos modos, la supuesta conversión escrita diría esto:
«Yo, el que suscribe, declaro que habiendo padecido un vómito de sangre hace cuatro días, a la edad de ochenta y cuatro años y no habiendo podido ir a la iglesia, el párroco de San Sulpicio ha querido añadir a sus buenas obras la de enviarme a M. Gautier, sacerdote. Yo me he confesado con él y, si Dios dispone de mí, muero en la santa religión católica en la que he nacido esperando de la misericordia divina que se dignará perdonar todas mis faltas, y que si he escandalizado a la Iglesia, pido perdón a Dios y a ella.»
Firmado: «Voltaire, el 2 de marzo de 1778 en la casa del marqués de Villete, en presencia del señor abate Mignot, mi sobrino y del señor marqués de Villevielle. Mi amigo». Firman también: el abate Mignot, Villevielle.
Se añade: «declaramos la presente copia conforme al original, que ha quedado en las manos del señor abate Gauthier y que ambos hemos firmado, como firmamos el presente certificado. En París, a 27 de mayo de 1778. El abate Mignot, Villevielle».
Inclusive, Wikipedia en Inglés nos dice:
En febrero de 1778, Voltaire volvió por primera vez en 20 años a París, entre otras razones para ver el estreno de su última tragedia, “Irene”. El viaje de 5 días fue demasiado para sus 83 años de edad, y él creía que estaba a punto de morir el 28 de febrero, dejando por escrito “Muero adorando a Dios, amando a mis amigos, sin odiar a mis enemigos y detestando la superstición” Sin embargo, se recuperó, y en marzo asistió a un espectáculo de “Irene”, donde fue tratado por el público como un héroe. Pronto se volvió a enfermar y murió el 30 de mayo de 1778. Las historias sobre su lecho de muerte han sido numerosas y variadas, y no ha sido posible establecer los detalles de lo que precisamente ocurrió. Sus enemigos han relatado que él se arrepintió y aceptó los últimos ritos dados por un sacerdote católico, o que murió en gran tormento; Mientras que sus partidarios han dicho que se mostró desafiante hasta el último aliento. Según una historia, sus últimas palabras fueron: “Vamos, vamos, buen hombre, éste no es el momento de hacer enemigos”. Fue su respuesta a un sacerdote al lado de su lecho de muerte, pidiendo a Voltaire a utilizar los preciosos momentos que quedan para renunciar a Satanás. Esta frase no ha sido confirmada.
Por ahora tenemos que Voltaire al parecer se enfermó primeramente de forma grave, se confesó ante las autoridades religiosas, pero se recuperó. Después volvió a recaer, esta vez mortalmente y volvió a tomar el último sacramento arrepintiéndose de sus pecados y muriendo en la paz de Dios.
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¿Cuál es la verdad?, ¿Qué pasó en realidad en los últimos días de Voltaire?
Hay muchos datos que desmienten totalmente lo anteriormente contado:
- Su cuerpo nunca fue aceptado en ningún cementerio. Por lo que se asume que nunca fue perdonado por la iglesia y murió como hereje y blasfemo.
Antes de morir se hicieron gestiones para un entierro religioso, pero el Arzobispo se negó en redondo, y se decidió una vez muerto, enterrarlo en la abadía de Seillieris, de forma oculta, cosa que hizo el abate Mignot, y que ello le costó la destitución.
- Curiosamente todas estas referencias sobre el arrepentimiento y el dolor al morir de Voltaire, casi no se encuentran en lengua inglesa; parecen ser exclusivas en español.
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Pero creo que lo que nos puede aclarar lo que realmente ocurrió en estos confusos hechos son las palabras de su secretario personal Jean-Louis Wagnière (1739-1802), del Dr. Burard su segundo médico de cabecera, su sobrino el Abate Mignot y de las personas más cercanas a su postrer aliento.
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“Primer arrepentimiento”:
Veamos lo ocurrido en su supuesto “Primer Arrepentimiento”. Mientras Voltaire vivía en Ferney en 1768, dio una curiosa exposición de deportividad sobre lo profano que era un elemento fuerte en su carácter. El domingo de Pascua se llevo consigo a su secretario Wagniere para comulgar en la iglesia del pueblo, y también “Para dar un sermón a esos sinvergüenzas que roban continuamente”. Informado del sermón de Voltaire sobre el robo, el obispo de Anneci le reprendió, y, finalmente, “prohibió a todos los curas, sacerdotes y monjes de su diócesis permiso para confesar, absolver o dar la comunión a Voltaire en Ferney, sin su orden expresa, bajo pena de la interdicción” Con una luz malvada en sus ojos, Voltaire dijo a manera de reto o apuesta que no solo haría la comunión a pesar del Obispo, sino que esa ceremonia la haría en su propia habitación.
Entonces se produjo una comedia exquisita, que impresionó a propios y ajenos, tal como lo describe su secretario Wagniere impasible. Fingiendo una enfermedad mortal, Voltaire tomó cama. El cirujano encontró que su pulso era excelente, y fue embaucado para certificar que estaba en peligro de muerte. Luego, el sacerdote fue convocado para administrar el último consuelo. Este se opuso en un primer momento, pero Voltaire lo amenazó con un procedimiento judicial por negarse a llevar el sacramento a un hombre moribundo, que nunca había sido excomulgado. Esto fue acompañado con una grave declaración de que el señor Voltaire "no había dejado de respetar y practicar la religión católica." Finalmente, el sacerdote llegó "medio muerto de miedo." Voltaire exigió la absolución a la vez, pero el capuchino sacó de su bolsillo una profesión de fe, elaborada por el Obispo, que Voltaire debía obligatoriamente firmar. A continuación, la comedia fue más profunda. Voltaire mantenía la exigencia de la absolución, y el sacerdote se mantenía supuestamente distraído presentando el documento para su firma. Por fin, Voltaire se salió con la suya. El sacerdote le dio la ostia, y Voltaire dijo: "Tengo a Dios en mi boca". Directamente salió de la habitación, saltando Voltaire rápidamente de la cama, donde un minuto antes parecía incapaz de moverse. Le dijo a Wagniere "He tenido un pequeño problema con este genial cómico del capuchino, pero eso fue sólo por diversión, y para lograr un buen propósito. Vamos a dar una vuelta por el jardín. Te lo dije.. que me confesaría y que tomaría la comunión en mi cama, a pesar de M. Biord ".
(“Parton's Life of Voltaire” [vol. II., P. 410-415])
Esa confesión y comunión de Voltaire es tratada muy a la ligera por el cristianismo ya que era una broma. ¿Acaso hizo lo mismo en su lecho de muerte para asegurar la sepultura de su cadáver?
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Arrepentimiento final.
Voltaire recordaba el dolor y la amarga indignación (que expresó dedicándole un maravilloso y amargo poema) cuando a los restos de la pobre Adrienne Lecouvreur, su gran amiga, se les negó sepultura porque murió fuera de los límites de la Iglesia. Ante el temor de un tratamiento similar a sí mismo, se las arregló para engañar a la Iglesia otra vez.
Por mediación de su sobrino, el abate Mignot, el abate Gautier fue llevado a su lecho de muerte, y de acuerdo a Condorcet:
“Voltaire se confesó, recibiendo de él una profesión de fe, por el que declaró que murió en la religión católica en la que nació”.
(Condorcet "Vida de Voltaire", p. 144).
Esta historia es generalmente acreditada, pero su verdad no es indiscutible. En la declaración del Gautier abate al Prior de la Abadía de Scellieres, donde los restos de Voltaire fueron enterrados, dice que cuando visitó el señor de Voltaire, lo encontró “no apto para ser confesado”.
El cura de San Sulpicio estaba molesto por haber sido anticipado por el abate Gautier, y como Voltaire era de su parroquia, exigió “una profesión de fe detallada y una negación de todas las doctrinas heréticas”. Visitó muchas veces al Librepensador (visitas no deseadas por Voltaire), con la vana esperanza de obtener una retractación completa, lo que le vendría como anillo al dedo en su carrera. La última de estas visitas es descrita así por Wagniere, quien fue testigo ocular de la escena. (Traducción de Carlyle):
Dos días antes de su triste muerte, Mr l'Abbe Mignot, su sobrino, fue a buscar al cura de San Sulpicio y al abate Gautier, y los llevó a la habitación de enfermo de su tío, quien, que al ser informado que el abate Gautier estaba allí, dijo “¡Ah, bueno!... denle mis felicitaciones y mi agradecimiento”. El abad habló algunas palabras con él, exhortándole a la paciencia. El cura de San Sulpicio continuó, se dieron a conocer, después de haberse anunciado, y le preguntó al señor Voltaire, elevando su voz, si reconocía la divinidad de nuestro Señor Jesucristo. El enfermo tomo al cura por la sotana empujándolo hacia atrás y gritó, volviéndose bruscamente hacia el otro lado, “¡Déjame morir en paz! (Laissez-moi mourir en paix)”. El Cura, aparentemente considero esto sucio, y su vestimenta deshonrada por el toque del filósofo. Hizo que la enfermera le diese una pequeña brocha para limpiarse, y luego salió con el abate Gautier.
(Ensayos de Carlyle, "[vol. II. (Edición del Pueblo), p. 161.)
Una prueba más de que Voltaire no hizo ninguna retractación real radica en el hecho de que el obispo de Troyes envió un mensaje perentorio a la previa de Scellieres, donde le prohíbe a su diócesis disponer de los restos del hereje. El envío, sin embargo, llegó demasiado tarde, y las cenizas de Voltaire permanecieron allí hasta 1791, cuando se trasladó a París y se colocaron en el Panteón, por orden de la Asamblea Nacional.
Últimos momentos de Voltaire son descritos por Wagniere. Volvemos a tener la traducción de Carlyle:
El expiró a eso de las once y cuarto de la noche, con la tranquilidad más perfecta, después de haber sufrido los más crueles dolores como consecuencia de las drogas mortales, que su propia imprudencia, y en especial la de las personas que debería haber tenido a su lado, le hicieron ingerir. Diez minutos antes de su último aliento le tomó la mano a Morand, su ayuda de cámara, que lo apretó, y dijo: “Adieu, mon cher Morand, je me Meurs” - “Adiós, mi querido Morand, me voy”. Estas son las últimas palabras pronunciadas por el señor Voltaire.
[Carlyle, vol. II., P. 160.]
“Tales son los hechos de la muerte de Voltaire. No hizo ninguna retractación, se negó a pronunciar o firmar una confesión de fe, pero con la complicidad de su sobrino, el abate Mignot, engañó a la Iglesia para que le concediera un entierro digno, y no ser arrojado a una fosa o enterrado como un perro. Su herejía nunca fue seriamente cuestionada en ese momento, y el clero en realidad clamaba por su expulsión, ya que que habían permitido que su cuerpo fuera enterrado en una bóveda de la iglesia”.
[Parton, vol. II., P. 165.]
Muchos años después, los sacerdotes pretendían decir que Voltaire murió delirando. Declararon que el mariscal Richelieu estaba horrorizado por la escena y fue obligado a salir del cuarto. Desde Francia, estos hechos se extendieron a Inglaterra, hasta que fueron descubiertos por Sir Charles Morgan, que publicó los siguientes extractos de una carta por el Dr. Burard, que, como médico ayudante, fue constante compañía de Voltaire en sus últimos momentos:
Me siento feliz de ser capaz, al mismo tiempo de rendir homenaje a la verdad, para destruir los efectos de las historias de mentiras que se han dicho al respeto de los últimos momentos de Mr. Voltaire. Yo estaba, por la oficina, uno de los que fueron asignados para ver todo el progreso de su enfermedad, con el Mr. Tronchin, Lorry y Try, que eran sus asistentes médicos. Yo nunca lo dejé ni por un instante en sus últimos momentos, y puedo certificar que, invariablemente, se observa en él la misma fuerza de carácter, a pesar de que su enfermedad estuvo acompañada con un dolor horrible. (Siguen los detalles del caso) Se nos prohibió hablar con respecto al aumento de la expectoración de sangre, con el que fue afectado, pero él siguió comunicándose con nosotros por medio de pequeñas tarjetas, en la que escribía sus preguntas, y a las que les respondíamos verbalmente, y si no estaba satisfecho, él siempre nos hizo sus observaciones por escrito. Por lo tanto, conservó sus facultades hasta el último momento. Y las tonterías que se han atribuido a él se merecen el mayor desprecio, ni siquiera podría decir que tal o cual persona se había relacionado con ninguna circunstancia de su muerte o ser testigo de ella, porque en sus últimos momentos, a su habitación estaba prohibida la entrada a cualquier persona. Aquellos que tenían respeto del paciente, esperaron en el salón. La propuesta que se ha puesto en la boca del mariscal Richelieu es tan infundada como el resto.
(París, 3 de abril de 1819. (Firmado) BURARD.82)
Otra calumnia parece emanar del abate Barruel, quien estaba tan bien informado acerca de Voltaire, hasta tal punto que le llama "el ateo moribundo", cuando, como todo el mundo sabe, que era un deísta. Según el, al final de su enfermedad, llamó al Dr. Tronchin. Cuando el doctor llegó, encontró a Voltaire en la mayor agonía, exclamando con máximo horror: “Me siento abandonado por Dios y los hombres”. Entonces él me dijo: “Doctor, yo le daré la mitad de lo que tengo, si usted me da seis meses más de vida” El médico respondió: “Señor, usted no puede vivir más de seis semanas”; a lo que Voltaire dijo: “Entonces voy a ir al infierno, ¡e irás conmigo!” y poco después expiró. Cuando el clero se presta a la fabricación de la basura despreciable como esta, en realidad deben de estar en grandes apuros. Todo esto está rotundamente desmentido por la evidencia ofrecida por todos los contemporáneos de Voltaire.
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Post Mortem.
Como ya hemos dicho, debido a su conocida crítica de la iglesia, y que se había negado a retractarse antes de su muerte, a Voltaire se le negó un entierro cristiano, pero sus amigos lograron enterrar su cuerpo en secreto en la abadía de Scellières en Champaña antes de que esta prohibición había sido anunciada. Su corazón y el cerebro fueron embalsamados por separado. El 11 de julio de 1791, la Asamblea Nacional de Francia, que lo consideraba como un precursor de la Revolución Francesa, trajo de vuelta sus restos a París para consagrarlos en el Panteón. Se estima que un millón de personas asistieron a la procesión, que se extendió por todo París. Hubo una ceremonia elaborada, completada con una orquesta, y entre la música se incluye una pieza que André Grétry compuso especialmente para el evento.
Una historia muy repetida es que los restos de Voltaire fueron robados por fanáticos religiosos en 1814 o 1821 durante la restauración del Panteón y arrojados a un montón de basura. Esos rumores tuvieron como resultado que se abriera el ataúd en 1897, confirmando que sus restos todavía estaban presentes.
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Voltaire fue un pensador, revolucionario, filosofo, enamorado y que llegó a acumular una cuantiosa fortuna; conoció gente tan importante en la historia como Isaac Newton y fue pieza fundamental del periodo histórico europeo conocido como "la ilustración". Fue durante toda su vida un defensor de la libertad y la tolerancia ante el fanatismo y los dogmas.
Así que amables lectores Cristianos, deben estar plenamente convencidos de que Voltaire no se retractó ni murió delirando, y seguía siendo un escéptico hasta el final, pasando en silencio, a una edad avanzada, al “País desconocido del cual ningún viajero vuelve”, y dejando tras de sí un nombre que brilla en las arenas de tiempo.
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Bonus: Sus mejores Frases antirreligiosas:
Voltaire nos legó un gran puñado de citas que quedarán para la posteridad. Quizá la más conocida entre nosotros es:
“No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”
(Aunque se dice que ésta frase fue usada por primera vez por Evelyn Beatrice Hall, escribiendo bajo el seudónimo de Stephen G. Tallentyre en Los amigos de Voltaire de 1906)
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Sin embargo su fraseología es amplia e interesante. Veamos algunas relacionadas con Dios y la Religión.
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"El ateísmo es el vicio de unas pocas personas inteligentes."
"Decimos una necedad, y a fuerza de repetirla, acabamos creyéndola."
"Dios es un comediante que actúa para una audiencia demasiado asustada para reír."
"El agravio es la razón de los que no tienen razón."
"El fanatismo es a la superstición lo que el delirio es a la fiebre, lo que la rabia es a la cólera. El que tiene éxtasis, visiones, el que toma los sueños por realidades y sus imaginaciones por profecías es un fanático novicio de grandes esperanzas; podrá pronto llegar a matar por el amor de Dios..."
"Jesucristo necesitó Doce apóstoles para propagar el cristianismo; yo voy a demostrar que basta sólo uno para destruirlo"
"La estupidez es una enfermedad extraordinaria, no es el enfermo el que sufre por ella, sino los demás."
"La duda no es una condición placentera pero la certeza es absurda."
"La ignorancia afirma o niega rotundamente; la Ciencia duda."
"La religión mal entendida es una fiebre que puede terminar en delirio."
"La superstición es a la religión lo que la astrología es a la astronomía, la hija loca de una madre cuerda".
"¿Qué se le puede decir a un hombre que dice que le gusta más obedecer a Dios que a los hombres y que, en consecuencia, está seguro de merecer el cielo ahorcándolo?"
"Si Dios no existiera, sería necesario inventarlo."
"Siempre que un acontecimiento importante, una revolución o una calamidad redunda en beneficio de la iglesia, pretende verse en ello el dedo de Dios."
"Una única cosa le he pedido a Dios, una nimiedad: "Oh, Señor haz ridículos a mis enemigos." Y Dios me la concedió."
"Los prejuicios son la razón de los tontos."
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Fuentes:
- http://www.historia.humanet.co/voltaire.htm
- http://www.oocities.org/athens/7308/deathbed.htm
- http://en.wikipedia.org/wiki/Voltaire
- http://foro.univision.com/t5/Cat%C3%B3licos/La-espantosa-muerte-del-ateo-Voltaire/td-p/415078150
- http://en.wikiquote.org/wiki/Voltaire
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Ver: La Muerte según el Ateísmo
Ver: La Muerte según el Cristianismo
Ver: La Muerte según la Biblia
Ver Sección: Personajes
La Muerte de Darwin. Y las Mentiras Cristianas sobre su Conversión.
Nietzsche y su “Supuesta”Conversión en el Lecho de Muerte
La Muerte de Hitchens; O la vana espera de su Conversión Cristiana
La Muerte y Conversión de Sartre. Cual es la Verdad?
"Decimos una necedad, y a fuerza de repetirla, acabamos creyéndola." Voltaire