Un lingüista en la selva amazónica perdió su fe en Dios
Anamaría Ashwell
/ 2018/01/12
En la ribera del río Maici, inmersos en la tupida selva brasileña, familias de entre tres y cuatro miembros habitan siete precarias chozas con techos de frondas de palma sostenidos por cuatro postes. A lo largo de las riberas del río Maici y Marmelos, tributarios del Amazonas, de 300 a 400 personas comparten con ellos la lengua y la cultura Pirahá.
Los Pirahá son recolectores y cazadores y ocasionales agricultores de descuidados huertos de mandioca. Pescados y caza constituyen su dieta principal y son también la actividad diaria debido a que los Pirahá no salan ni ahúman la carne, no almacenan alimentos como tampoco la harina de la mandioca salvo para unos pocos días. Con el tiempo han adoptado la ropa occidental: por más de dos siglos han tenido contacto (aunque desde el siglo XVIII los brasileños reportan su presencia) con misioneros, foráneos y no solo brasileños, pero sobre todo de manera periódica con comerciantes que navegando el río entablaron con ellos un peculiar, por no decir asombroso, intercambio “comercial”. Cuando los Pirahá oyen que se aproximan sus embarcaciones se acomodan en la ribera hasta que los divisan en el río. Y se inicia un intercambio en cantidades arbitrarias, determinadas individualmente, de nueces, maderas, la fruta comestible del couma (o sorva) y goma o caucho crudo que ellos entregan preferentemente a cambio de whiskey y tabaco.
Su sistema de parentesco es de los más simples conocidos entre las culturas del mundo. No hay distinciones de género, se distinguen descendientes por generación y también consanguinidad. Los términos de clasificación solo refieren a parientes conocidos, nunca parentela que murió antes del nacimiento de uno (ego). Son además endogámicos con particularidades: el matrimonio está permitido entre consanguíneos, pero también relaciones sexuales de mujeres con foráneos para fines de procrear que no implica cohabitación. Los hijos son criados en la comunidad Pirahá, pero los padres foráneos no adquieren ninguna distinción, privilegio, reconocimiento ni clasificación de parentesco.
A pesar del prolongado contacto con foráneos, sin embargo, los Pirahá se mantienen monolingües y con una lengua que es la única que perduró de la familia lingüística Muran de la Amazonía. Los Pirahá no muestran interés, además, ni indagan sobre los idiomas y las culturas de los foráneos que entran en contacto con ellos y a todas las otras lenguas le nombran “Cabeza chueca” porque “Cabeza enderezada” es el Pirahá que ellos hablan.
En el año 2005 un lingüista, Daniel L. Everett, publicó en Current Anthropology un ensayo titulado: “Condicionantes culturales de la gramática de los Pirahá: otra mirada al diseño del lenguaje humano”1 que habría de provocar un debate intenso y prolongado (que cayó más bien como “una bomba” en palabras de Steven Pinker) entre investigadores e investigaciones de antropología lingüística. Brent Berlin, por ejemplo, de los laboratorios de Etnobiología y Antropología de la Universidad de Georgia, no dudó que “la propuesta de Everett en este ensayo es la más controversial que se ha publicado en la antropología lingüística en muchos años, quizá desde la aparición del Origen y la Diversificación del Lenguaje, de Swadesh, en 1971”. Investigadores, con grabadoras, protocolos para experimentos, con equipo de sonido, micrófonos y cámaras, principalmente desde Australia, Alemania, Inglaterra y EE. UU., descendieron desde entonces sobre los Pirahá en las riberas del río Maici.
No es tema específico de este ensayo, pero resumiré algunas características de la lengua y la cultura de los Pirahá que provocaron (y provocan) este desmedido e intrusivo interés de académicos.
El Pirahá, explicó Everett, es una lengua que carece de numerales, números y términos de contabilidad. Si bien se conocen otras lenguas que contabilizan solo uno-dos-más, en el Pirahá no solo no existe una categoría gramatical para números sino tampoco para formas de dar cuenta de una cuantificación. No tiene términos para “todo”, “cada uno”, “todos”, “mayoría” y “algunos”. Ni siquiera nombre para los dedos individuales de la mano, aunque ocasionalmente (y Everett explica que solo a partir de insistencias de lingüistas e investigadores) los Pirahá refieren a todos los dedos colectivamente como “palillos de la mano”. Y en consecuencia tampoco tiene término para “último”. Es una lengua que se compone del más simple inventario de pronombres que se conoce y según Everett, ellos no solo evitan recurrir a los mismos, sino que él estima que todos los pronombres en Pirahá han sido integrados recientemente desde lenguas Tupiguaraní. El inventario fonético del Piarhá está entre los más reducidos: las mujeres recurren a solo siete consonantes y tres vocales y los hombres a ocho consonantes y tres vocales (equiparable al Rotokas y Hawaiano).
Más significativo aún para la teoría de una gramática universal de Chomsky es que el Pirahá no recurre a incrustaciones (embedding), no incrusta una frase dentro de otra. No tiene tiempo perfecto gramatical y pocos términos para el tiempo (Everett enlista 12) que refieren más bien a “otro día”, día o noche, luna llena, temporal de agua delgada, temporal de agua gruesa, etcétera. La lengua prioriza más bien términos que expresan experiencias liminales, “situaciones en la que algo entra o sale del horizonte de la experiencia”.
No tienen términos específicos para colores, sino solo frases descriptivas cambiantes y no producen arte ni artesanías, no inventan ficciones y no tienen mitos de creación. Tampoco tienen referencias a personajes míticos, aunque sí dibujan figuras (Everett las describe como de “palitos”) que los Pirahá sostienen son una suerte de espíritus que ellos experimentan directamente. Cuando lingüistas y antropólogos insisten sobre sus orígenes, ellos solo responden “siempre ha sido así”.
Los Everett, Keren y Daniel, después de más 30 años compartiendo la vida con ellos, son los únicos foráneos, los únicos lingüistas, Pirahá parlantes. Es una lengua gutural y prosódica que posee una variedad de sonidos (algunos nasales, otros por aspiraciones o por movimientos de labios), tonos y ritmos, que exige también distintos énfasis para que una sola palabra refiera a distintas cosas; y también posee extensiones silábicas que parecen interminables. Una lengua que un foráneo, un lingüista o antropólogo, necesitaría toda una vida entre ellos para aprender. Porque es una lengua que permite obviar vocales y consonantes, intercala sonidos y más bien se canta, tararea y/o silba. Keren Everett sostiene que para aprender el Pirahá hay que aprenderlo cantando. Imitando la manera como los Pirahá abandonan consonantes y vocales y se comunican enteramente por variaciones de tonos y ritmos. Sin sílabas. Daniel Everett le concede la importancia prosódica del lenguaje, pero sostiene que hay mucho más que aprender de y en su estructura silábica.
Los Pirahá suenan, dijeron algunos, como pájaros exóticos comunicándose con cuchicheos sonoros y melódicos. Hablan —y cabe decirlo así— una lengua que no parece de humanos.
El Pirahá además no distingue ni valida que exista una “manera correcta” de proceder, no tiene verbos para definir intenciones; y destaca solo la inmediación de la experiencia. Incluso cuando refieren temores a espíritus malignos que los rondan, estos son espíritus “con sangre”, que experimentan y a los cuales “conocen”. Everett no reporta ningún término Pirahá que pudiera referir a algo fuera de la inmediata experiencia del que habla; y argumenta convincentemente, con palabras como xibipío, que ellos no piensan ni hablan en abstracciones. Esta palabra se traduce más o menos como “fuera de experiencia”, es decir todo lo que ellos no pueden oír ni ver o que alguien vivo no oye o ve. “Cuando alguien camina hacia la doblez del río y lo pierden de vista, los Pirahá no dicen que esa persona simplemente se ha ido, sino xibipio-“fuera de experiencia”.2 Everett llama a esta atadura lingüística y cultural con la realidad empírica y presente “principio de experiencia-inmediata” (“immediacy-of experience principle”) en su disertación sobre la lengua Pirahá. Para los Pirahá no hay un nombrar que venga de “afuera”, ni desde un ámbito sagrado, ni desde una residencia divinizada, ni desde un legado originario porque para ellos las cosas aparecen y cuando las perciben, solo en ese momento, las nombran. En realidad los Pirahá, según se desprende del ensayo de Everett, fuera del tiempo lineal de la metafísica occidental, abiertos a la manifestación de lo que aparece y de lo que no aparece, pareciera que hablan, o más bien cantan, en realidad solo desde lo que les sucede y nada distinto a eso.3 El del Pirahá es un mundo lingüístico y cultural que se vive solo en el momento; en el cual nada cambia y nada fue creado, siempre ha sido. Un ordenamiento lógico que no previene ni requiere planeación ni tiene término lingüístico de un tiempo futuro y en el que la lengua se expresa únicamente en afirmaciones directas. Solo es real, en otras palabras, lo que observan y oyen.
Los Pirahá, se habría de resignar Everett después de años entre ellos y una vez que accedió a hablar la lengua, son un pueblo, por eso mismo, impermeable, o más bien totalmente insensible, a la palabra del Dios cristiano. Lo comprobaría Daniel Everett porque ni él ni Keren llegaron con los Pirahá a habitar en las riberas del río Maici en la Amazonía brasileña como lingüistas (los estudios universitarios y los trabajos como investigadores de universidades en Inglaterra y EE. UU. serían posteriores), sino como misioneros cristianos del Instituto Lingüístico de Verano (ILV), una organización evangélica, como se sabe, que se propone diseminar la palabra de Dios traduciendo el Nuevo Testamento a las lenguas de sociedades sin escritura. Y que retoma del cristianismo antiguo no solo lo que algunos describieron como “su avidez por lo inconmensurable”, sino que amalgama a “pobres” y “otros” en “hermanos” para extenderles la palabra salvífica desafiando todos los obstáculos. Para el tema de este ensayo basta referir que el ILV exige un entrenamiento realmente extremo y un radical sacrificio personal a sus misioneros, incluso más allá de lo razonable4. Daniel Everett, en la selva de los Pirahá, en un contexto cultural monolingüe, con 24 años de edad, casado y con tres hijos, llevaba la encomienda de remontar el fracaso de más de cincuenta años de labor de misioneros que no pudieron transmitir a los Pirahá el valor espiritual de las historias bíblicas. Después de veinte años de cohabitación con ellos, tradujo finalmente el Evangelio de Lucas al Pirahá y se dedicó a leerlo entre ellos. El ILV no entrenó a Everett para hacer proselitismo como tal porque consideran suficiente que el “otro” acceda en su lengua a la palabra de Dios. Sin embargo, Everett pronto habría de comprobar lo que los misioneros anteriores reportaron: a los Pirahá les entretenía y hasta interesaba el relato bíblico, pero como una historia más. No le atribuyeron ninguna categoría espiritual ni salvífica a la palabra de Dios. Cuando Everett les explicó que era la palabra de Cristo, ellos le preguntaron “¿Conociste a este hombre? “Cuando les decía que vivió hace más de 2 mil años los Pirahá reaccionaron de la misma manera cuando notaron que yo utilizaba repelente para insectos”. En el año 2002, Everett, después de adentrarse “en lecturas filosóficas”, atormentado, incapaz de hablar el Pirahá que pudiera trasmitirles la palabra sagrada Dios, sintiendo que “algo estaba mal” y que debía ver todo “desde una perspectiva distinta”, abandonó la selva. Cuando regresó unos años después, llegó con los Pirahá sin su Dios. Se había aceptado como ateo.
Fuente:
https://saberesyciencias.com.mx/2018/01/12/linguista-la-selva-amazonica-perdio-fe-dios/
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Los Pirahã de lengua extraña y el misionero que se hizo ateo.
"Los pirahã tienen una lengua sin números, sin pronombres, sin colores, sin tiempos verbales, sin oraciones subordinadas y con sólo ocho consonantes (siete en el caso de las mujeres) y tres vocales"
“Restringen la comunicación a la experiencia inmediata”
“No hay entre los Pirahãs memoria individual o colectiva más allá de dos generaciones y ninguno es capaz de recordar los nombres de sus cuatro abuelos”
“Nadie debería extraer la conclusión de que el lenguaje Pirahã es primitivo. Tiene la morfología verbal más compleja de la que yo sea consciente. Los Pirahã son la gente más brillante, agradable y divertida que conozco.
Daniel Everett, lingüista exmisionero, actualmente ateo.
La historia comienza así: Un misionero cristiano es enviado al Amazonas, a la ribera del río Maici, para aprender la extraña lengua de una tribu de más o menos 200 personas y así poder predicar.
Se dedica a investigar la lengua y cultura de la tribu. Años más tarde descubre que la lengua que esta estudiando no es una lengua cualquiera: una lengua sin números, sin pronombres, sin colores, sin tiempos verbales, sin oraciones subordinadas y con sólo ocho consonantes (siete en el caso de las mujeres) y tres vocales, los pirahã se comunicaron con el misionero durante 25 años que duró su estancia entre ellos. Esta experiencia cambia sustancialmente la manera de pensar del misionero: no sólo abandona la prédica religiosa, sino que se hace ateo después de las irrupciones de los indígenas por probar empíricamente lo que el religioso predicaba. Su mujer se divorció de él, y los misioneros le retiraron el subsidio.
Bueno, aunque parezca mentira, nada de esto es ficción: el nombre del protagonista de esta historia es Daniel Everett y la lengua de la que estoy hablando es la lengua Pirahã.
Si quieres conocer en profundidad las aventuras de Dan en el Amazonas, puede comprar su reciente libro Don’t Sleep, There Are Snakes: Life and Language in the Amazon Jungla. (“No duermas; hay serpientes”, la forma de los pirahã para decir buenas noches).También se puede optar por esperar al estreno de la película, por cuyos derechos ya hay tratativas…
¿Pero es tan especial esta lengua?
La lengua pirahã es una lengua aislada. Esto quiere decir que ya han dejado de hablarse las lenguas que estaban emparentadas con ella. Este caso no es único, por ejemplo el vascuence es también una lengua aislada.
Es una lengua que se puede silbar: también se comunican silbando, especialmente cuando van de caza, al igual que hacían los habitantes de la isla La Gomera.
Sobre los pocos fonemas (ocho consonantes y tres vocales), puede parecer increíble que todo un idioma pueda construirse con un número tan escaso de letras. Ellos tienen tres vocales y nosotros cinco, sí. Pero no está de más recordar que el catalán tiene ocho. Y que el latín tenía diez. Aun así, sí, es cierto que es increíble que con once fonemas se puedan construir infinitos mensajes. ¿Pero no es igual de increíble que cualquier idioma pueda transmitirse en lenguaje binario, un idioma con sólo dos «fonemas»: cero y uno? Sin ir más lejos, es el idioma que utiliza la red para traducir tus pensamientos a tu ordenador.
En cuanto a los colores, Dan Everett se muestra escéptico con sus propias afirmaciones. Por lo visto se sospecha que los pirahã toman como una especie de broma el hacer creer a los investigadores que no distinguen los colores.
¿Y qué pasa con los números? Es extraño, ciertamente, que los pirahã carezcan del número dos y del número tres. Pero en esloveno, por ejemplo, existe el número dual. Esto es: los eslovenos tienen un morfema especial para hablar específicamente de «dos perros». Seguramente, un esloveno encuentra increíble el hecho de que nosotros no tengamos más manera de hablar de dos perros que añadiendo otra palabra al plural (en este caso, el número «dos»). Además, el hecho de que los pirahã distingan entre un pez (hoy) y varios peces (Hoi) prueba que en su sistema conceptual existe el número, y el que sepan duplicar un montón de exactamente cinco frutas demuestra que la carencia del número cinco en su léxico no les priva de dicho número en su mente.
Puede ser que en occidente estemos demasiado acostumbrados a las lenguas estándar medias europeas, ya que prácticamente todas proceden de una protolengua común, el indoeuropeo, y porque una parte enorme del léxico de todas procede de fuentes latinas o griegas. Según Everett, los pirahãs no requieren recursión (oraciones subordinadas: realizar frases complejas, una dentro de la otra) porque se limitan a referir cosas inmediatas (sólo hacen referencia a eventos y cosas que han visto o presenciado ellos mismos o alguna persona otra persona que conozcan), para lo que les basta y sobra con cláusulas simples. Quizás sea esa la razón por la que no hacen uso de la recursividad.
"¿Quién creó las cosas?", les preguntó Everett. "Todo es lo mismo", respondieron los indios, queriendo decir que nada cambia y por lo tanto nada fue creado.
Bien claro, ¿no?
El eurocentrismo puede que nos ciegue a la hora de darnos cuenta de que quizás la lengua de los pirahã no sea tan extraña, sino simplemente diferente. Y que todo tiene su contexto. Según Everett, tras ocho meses de lecciones, los propios Pirahã abandonaron: ninguno fue capaz de contar más de tres, ni responder correctamente a sumas de uno más uno o tres más uno. Tampoco fueron capaces de aprender otro idioma que no fuera el suyo. "Tenemos la cabeza diferente", dijeron entonces los indios. Tan diferente, que se llaman a sí mismos "cabezas rectas", mientras los extranjeros son para ellos "cabezas torcidas".
“Los Pirahã son la gente más brillante, agradable y divertida que conozco. La ausencia de ficción formal, mitos, etcétera, no significa que no jueguen, mientan o no puedan hacerlo. De hecho, disfrutan mucho haciéndolo, particularmente a mis expensas, siempre con buena intención” dice Everett.
¿Quien nos dice que lo que hace únicos a los pirahã no sea el bromear a costa de un cabeza torcida testarudo vendedor de otros dioses durante 25 largos años?
O quizás nosotros seamos los cabeza torcidas capaces de catalogar otra cultura ancestral en un producto exótico y llamativo para el mercado (Noam Chomsky y sus discípulos así lo temen) y deseamos que toda la humanidad tenga la cabeza como la nuestra, torcida.
De todas formas, hasta que no vuelvan a estudiar esa tribu, no podremos saberlo. Mientras, tenemos la experiencia de este hombre que, sea como fuere, vivió con ellos 25 años y cambió drásticamente sus creencias: se hizo ateo.
“-¿Jesús es moreno como nosotros o es blanco como tú?
- No sé, no lo he visto
- ¿Qué dijo tu papa? Porque tu papa seguro que lo vió.
- No, él nunca lo vió.
- Oh, ¿y tus amigos que lo vieron que dicen?
- No, en realidad no conozco a nadie que lo haya visto.
- ¿¿¿Entonces para qué nos hablas de él???”
Fuente:
http://unaantropologaenlaluna.blogspot.com/2011/09/los-piraha-de-lengua-extrana-y-el.html
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De cómo un idioma amazónico volvió ateo a un misionero
July 27, 2018
Santiago Trillo Quinteros
En 1977, Daniel Everett visitó a la tribu pirahã de Brasil. Daniel era un misionero y había estudiado en el Instituto de Lingüística de Verano (o como yo le llamo, Evangelización Lingüística, Inc.) e iba a expandir la palabra de Dios a aquel pueblo. Ustedes saben, a hacerlos abandonar sus creencias paganas satánicas, decirles cómo vivir y cobrarles el 10% de lo poco que tienen.
Ok, bajémosle al odio a la religión y continuemos. Es una labor verdaderamente antropológica la que hizo. Llegó a una sociedad de 150 personas, con poco contacto con el exterior, sin saber su idioma ni sus costumbres, dispuesto a aprenderlas para dejarles una única cosa: su fe. Imagino que debe haber sido algo traumático estar con gente tan diferente a sí mismo.
Uno de los primeros descubrimientos de Daniel fue que en este idioma ni siquiera existen palabras para los números. Solo existen palabras para «pocos» y «muchos». Además, las palabras para «amigo» y «enemigo» eran iguales. Las palabras para «yo» y «caca de perro» también. La palabra para «piel», «oreja», «mano» y «nuez» igual. Además, no tenían palabras para colores, solo los describían: su cabello rojo es «como la sangre», y el río verde era «inmaduro», su piel era «transparente». El idioma presenta diez sonidos y se habla a dos tonos, como cantando, así que a veces, los pirahã se silbaban los unos a los otros para que Daniel no pueda entenderlos.
Pero una cosa fue aun más traumática para Daniel. Y esta vez uso la palabra «traumática» no como «chocante» sino como «atemorizante». En pirahã no hablan del pasado o futuro lejano, porque son inciertos, y el pirahã requiere evidencialidad al hablar. Es parte de su gramática. Cuando Daniel les preguntó «¿quién creó el mundo?», ellos respondían «¿a qué te refieres?». Daniel buscaba que ellos respondieran cómo aparecieron todos los árboles y la naturaleza, partiendo del punto que estos no existían antes (recuerden, en el mito de la creación, Dios crea todo desde una nada). Los pirahã respondían «¿No estaban antes? ¿Cómo lo sabes? ¿Tú estabas antes de que estuvieran? ¿Cuántos años tienes? ¿Eres de aquí?».
Daniel dejó de preguntarles eso, y en su lugar, empezó a hablarles de Jesús. Los pirahã preguntaban si Jesús se parecía a ellos o a él. Él respondía «Bueno, no lo he visto». Intrigados, los pirahã respondieron «¿No lo has visto? ¿Lo ha visto tu papá?». Claramente, su papá no lo había visto, así que Daniel respondió «Nadie lo ha visto, vivió hace mucho tiempo». Los pirahã no encontraron sentido en hablar de Jesús, porque su vida era muy lejana y nadie tiene pruebas legítimas de que nada de lo descrito en la Biblia haya pasado realmente (lo cual es cierto, lo siento).
Daniel intentó enseñarles a no temerle a la muerte. Pero los pirahã no le temían a la muerte. La muerte es algo natural. Daniel se quedaba sin cosas que ofrecerles. Ellos sabían cómo vivir y eran felices en su modo de vida.
Daniel se convirtió en ateo.
Repito: un idioma silbable, con 150 hablantes, diez fonemas y un vocabulario muy limitado en comparación al que conocemos volvió ateo a un misionero estadounidense.
El pirahã necesita de evidencialidad, al igual que el turco y el estonio. Otro idioma que necesita evidencialidad en su gramática es, nuevamente, el quechua.
En quechua, uno no necesita decir cómo adquirió cierta información, pero si no lo hace, es extraño; la información se siente incompleta. Parece una opinión personal, y por ende, es menos válida. Mi profesora de quechua siempre nos dice una frase: «Runa simi rimaqkuna manam llullankuchu» («Los quechuahablantes no mienten»). Y es que la mentira estaría engravada en el idioma. O no dices que te consta, o dices que te consta pero no tienes cómo probarlo. Es más evidente y, por ende, menos tentadora. La mentira tiene patas cortas, así que ama llullaychikchu, masiykunachallay (no mientan, queridos amigos míos).
Si le dices «parachkan» (literalmente, «está lloviendo») a un quechuahablante, te preguntará cómo lo sabes. ¿Te consta de primera mano que está lloviendo? Entonces debes decir «Parachkanmi». ¿Alguien te ha dicho que está lloviendo? Di «Parachkansi» entonces.
El «manam» en la oración de arriba presenta una prueba directa: se usa una «-m» cuando la palabra raíz termina en vocal y «-mi» si termina en consonante (ejm: «parachkanmi». Si alguien te dijo que los quechuahablantes no mienten, debes decir «manas», ya que la palabra raíz termina en vocal. Caso contrario se usa «-si» como en «parachkansi». (Esto obviamente es una opinión personal, los quechuahablantes también pueden mentir, pero déjenla pasar por esta vez).
Teniendo en cuenta el requerimiento de una prueba para presentar una información y un precedente de «desevangelización» como el de Daniel Everett, es difícil entender cómo los españoles evangelizaron a los quechuas…
…si uno no recuerda que fue a base de genocidios.
Fuente:
https://languageswithsanti.wordpress.com/2018/07/27/lwsanti-005-de-como-un-idioma-amazonico-volvio-ateo-a-un-misionero/
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Misionero se vuelve ateo tratando de convertir a indios de Amazonas
El estadounidense renunció a la fe para tener contacto con los indígenas brasileños.
24 Septiembre 2019
Por Ninro Ruíz Peña
NOTICIACRISTIANA.COM.
– El lingüista estadounidense y ex misionero Daniel Everett, de 68 años, trabajó en una tribu aislada a orillas del río Maici, en el Amazonas, para estudiar lenguas indígenas y, por lo tanto, traducir la Biblia, con el objetivo de evangelizar a los indios.
Sin embargo, el profesor de la Universidad Bentley de Massachussets llegó a creer en la teoría de la evolución, incluso argumentando que el lenguaje surgió del Homo erectus hace más de 1 millón de años.
Esta tesis y el completo abandono de su fe se produjeron, según su relato, después del contacto con los indios, que se habían negado a aprender a leer y escribir.
“Comencé a desarrollar un sistema de escritura para tratar de enseñarles a leer y escribir en su idioma. Hasta que uno de los indios me dijo: “Nos estás enseñando a leer y escribir nuestro propio idioma, pero no lo hacemos, no queremos, puedes parar”. Terminé las clases”, le dijo a O Globo.
El ex misionero afirma que, a partir de entonces, a través del contacto con los indios, su intención de convertirlos fue un fracaso, ya que se habría dado cuenta de que no tenían noción de Dios.
“Yo fui el convertido por los indios. No tienen noción de Dios, no tienen miedo a morir, no creen en el infierno ni en el cielo, y son muy felices. Así que a lo largo de los años he estado perdiendo la fe y hoy soy ateo”, dijo el ex misionero.
Everett ha vivido en el pueblo durante ocho años y es uno de los pocos hablantes no nativos de Pirahã. Él dice que le gustaría volver a ponerse en contacto con los pueblos indígenas, pero aún no ha obtenido la autorización de Funai.
Fuente:
https://www.noticiacristiana.com/evangelismo/2019/09/misionero-se-vuelve-ateo-tratando-convertir-indios-amazonas.html
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Ver:
Los 10 Secretos más Sucios de la Iglesia Católica.
Ver:
Curas católicos abusaron de casi 4.500 niños en Australia (Actualidad y Noticias)
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Ver: "Niños sin Dios"
Ver:
Ver Articulo: Países con más Ateos
Ver Articulo: Los Países Ateos son más Pacíficos
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"El temor de las cosas invisibles es la semilla natural de lo que cada uno llama para sí mismo religión"
Thomas Hobbes