Nota Inicial:
La presente publicación fue escrita y elaborada por un colaborador y amable lector de este Blog. Este artículo NO fue escrito por el habitual escritor y responsable de este sitio Noé Molina. (*)
En sucesivas contribuciones iremos presentando los argumentos que, a nuestro juicio, desenmascaran pretendidos hechos, aseveraciones y creencias impuestos por la Iglesia Católica (y también otras Iglesias cristianas y otras religiones) para convencer a sus fieles de la realidad de su Dios, su infinita bondad y la prometida salvación de su rebaño. Amigo creyente, le invito a meditar estas líneas y, si tiene argumentos para rebatirlas, le pido por favor que me los haga llegar. Será un placer intercambiar con usted nuestras diferentes opiniones.
Las contribuciones las realizaré, si el propietario del blog lo permite, en el siguiente orden:
6) Los milagros de Lourdes
7) La corona de espinas de Notre Dame de Paris
8) Los estigmas de Cristo
Desmitificando mitos (VI)
Church is what you believe in
... is what you want to believe
... is what you need to believe
(A.C.)
Los milagros de Lourdes
La historia
Lourdes, la que antaño fuera sólo una aldea, está situada a la entrada de varias gargantas de montañas. A corta distancia de ella, a orillas del río Gave, se levantan las rocas de Massabielle (rocas viejas). La naturaleza ahuecó allí una gruta como de 3 metros y medio de ancho por 3 metros y medio de alto. En su extremo superior derecho y a una altura de 2,5 metros del suelo, hay una excavación en forma de nicho. Allí se apareció la Virgen a Bernadette Soubirous. Bernadette era una niña de vida miserable, criada en el sótano de un molino y luego en el calabozo estrecho de una prisión abandonada. Vio morir a buena parte de sus ocho hermanos. Analfabeta (sólo conocía el dialecto de Lourdes), su primera infancia transcurrió sumergida en una religiosidad profunda y sincera. Además de la frecuencia de los sacramentos, la oración en conjunto a los pies del crucifijo era una práctica que el matrimonio de campesinos cumplía como un deber moral. Pasó períodos de grandes privaciones y pobreza extrema, todo agravado por su debilitada salud al haber padecido cólera, ser asmática y estar desnutrida. De modo que estaba pronta espiritual y físicamente para percibir realidades sobrenaturales vinculadas a su fe.
A los 14 años, el 11 de febrero de 1858, la pastorcita dijo haber visto a la Virgen de camino a buscar leña, acompañada de su hermana y de una amiga. Estas habían pasado ya un arroyo cercano y Bernadette, por su fragilidad física, se quedó sola, rezagada. En su narración dice: "Escuché un barullo, como si fuese un rumor. Entonces, volví la cabeza hacia la orilla del prado; vi que los árboles no se movían en absoluto. Seguí descalzándome. Volví a escuchar el mismo barullo. Levanté la cabeza, mirando hacia la gruta. Vi a una Señora toda de blanco, con el vestido blanco, un cinturón azul y una rosa amarilla en cada pie, del color de la cadena de su rosario: las cuentas del rosario eran blancas". Sorprendida, Bernadette buscó su rosario que traía siempre en su bolsillo. En ese momento la Señora empezó a pasar las cuentas del rosario entre sus dedos y la niña empezó a rezar el suyo. Al terminar la Señora le sonrió y desapareció. El 25 de febrero, por indicación de la señora, la niña excavó en la roca y descubrió la fuente de agua que hasta el día de hoy es meta de peregrinaciones.
Entre el 11 de febrero y el 16 de julio de 1858 hubo 18 apariciones en Massabielle, cada vez con mayor cantidad de presentes rodeando a la pastorcita (pastores, creyentes, curiosos y peregrinos). Aunque nadie más que Bernardette viese a la señora, todos se conmovían con los éxtasis de la campesina. En sucesivas apariciones el mensaje fue tomando cuerpo: "No prometo hacerte feliz en este mundo, pero sí en el otro". "Yo quiero que venga aquí mucha gente". "¡Pide a Dios por los pecadores! ¡Besa la tierra por los pecadores!". "¡Penitencia, penitencia, penitencia!". "Ve y di a los sacerdotes que construyan aquí una capilla. Quiero que todos vengan en procesión". Y para la pequeña comenzó un duro calvario de interrogatorios eclesiásticos y civiles, con coacciones incluidas, que jamás torcieron su voluntad: «Yo solo cuento lo que he visto», repetía incansable. Pero Bernadette, en su dialecto de los Pirineos (no hablaba francés), decía que no era la Virgen María sino aqueró (o sea, una señora). Insistió tozudamente en aqueró, a pesar de las presiones de jueces y curas. Hasta que finalmente, después de la octava visión, dijo que era la Inmaculada Concepción. Cuatro años después el obispo declaraba la autenticidad de las apariciones. En 1866 la vidente ingresó en un lejano convento (Hermanas de la Caridad de Nevers) para apartarse y desaparecer del mundo. Murió el 16 de abril de 1879, a los 35 años de edad. En 1933 el Papa Pío XI la declaró Santa. Se supone que su cuerpo no ha sufrido descomposición pero la cara y las manos, que parecen tan reales, están hechas de cera. Siglo y medio después, seis millones de personas pasan cada año por allí, como destino de su fe y de su esperanza.
¿Similitudes con las apariciones posteriores de la Virgen de Fátima? La Iglesia repetirá la exitosa receta: mismos pastorcitos pobres de fe inquebrantable, inocentes y sugestionables, misma Virgen, similar lugar aislado, mismos mensajes, "secretos" comunicados, la vidente se aísla en un convento... ¡Cuántas coincidencias! Además, hay equivalencia en la situación sociocultural de riesgo para la fe. Bernardette nació en un siglo de profundas transformaciones: la segunda mitad del siglo XIX mostraba el avance insolente del ateísmo y del materialismo. Por tanto, fue muy oportuna y pertinente la aparición de la Virgen.
Control médico de las curaciones
Ante la multiplicación de las curaciones, la Iglesia solicitó el juicio de médicos especialistas, en aras de formarse una idea exacta respecto a los hechos y saber si no hay una explicación natural. En 1883 creó la Oficina de Comprobaciones Médicas (hoy Comité Médico Internacional de Lourdes) que estudia los casos de los que piensan haber sido curados. El Comité verifica si la curación fue real, con criterios muy severos. Esto llevó a la Iglesia a reconocer, de las casi 7000 curaciones declaradas en Lourdes a lo largo de un siglo y medio, sólo 69 como milagros (más una que se estaría aprobando en estos días). Los criterios que deben manejar esos médicos fueron fijados por el Papa Benedicto XIV (1740-1758), quien detalló las características de un milagro desde el punto de vista médico científico en De servorum beatificatione et beatorum canonizatione (La beatificación de los siervos de Dios y la canonización de los beatos), definiendo 7 criterios para el reconocimiento de una curación inexplicable. Actualizados, ellos son:
1) La enfermedad debe ser grave y tener un pronóstico desfavorable.
2) Debe ser conocida por la medicina.
3) Debe ser orgánica, refiriéndose a alguna lesión, o sea debe tener criterios objetivos, biológicos y radiológicos. No se reconocerán las enfermedades psíquicas o nerviosas.
4) No debe haber tratamiento alguno que haya interferido en la curación.
5) La curación debe ser súbita, inmediata, instantánea, sin convalecencia.
6) No debe consistir sólo en una aminoración de los síntomas, sino en el restablecimiento de todas las facultades vitales.
7) Debe tratarse de una curación definitiva.
¿Por qué no se curan todos? Posiblemente sea necesaria una determinada condición espiritual y de fe para recibir el milagro. La propia Bernadette dijo en una ocasión: "esta agua es considerada como un medicamento... pero tienes que guardar la fe y orar, ¡esta agua no podría hacer nada sin fe!". Según la Iglesia, los milagros físicos, las curaciones corporales no son lo principal. Afirma: "Más importante que el cuerpo es el alma. Más graves que las enfermedades corporales son las espirituales. A lo largo de la historia de Lourdes, nadie se acercó a la gruta sin haber recibido alguna gracia de curación espiritual. ¡Cuántas conversiones en esta tierra bendita, cuántos incrédulos vueltos a la fe católica, cuántos propósitos de llevar una vida más santa, más sacrificada, más orientada hacia la eternidad! ¡Cuántas almas arrancadas de las garras del demonio y del infierno! Nuestra Señora de Lourdes nos espera siempre en la santa gruta para colmarnos con sus bendiciones y ayudarnos así a alcanzar la vida eterna".
No hay ningún milagro físico observable
De todas las curaciones que supuestamente han ocurrido en Lourdes, no se han documentado regeneraciones de extremidades, de una columna vertebral partida o de cualquier otro hecho similar que signifique la restitución de la integridad de un elemento del cuerpo. Esos milagros sí que serían incuestionables. Cada vez son más las personas con miembros amputados que vuelven cada año esperando ese milagro. Émile Zola decía sarcásticamente: "Entre los exvotos de Lourdes hay muchas muletas, pero ninguna pierna de madera". Es obvio, nuestro cerebro puede hacer maravillas, pero no puede hacer crecer un miembro que falta, desarrollar un nuevo músculo o soldar instantáneamente un hueso. Las curaciones que se reportan son todas funcionales (es decir, restauración de la función), donde el cerebro sí puede demostradamente incidir.
Y ya que citamos a Zola, el famoso escritor francés (1840-1902), él atribuye los fenómenos de Lourdes a exaltación histérica, catalepsia y alucinación de las videntes. Todo ello, trabajando en un espíritu ya preparado por el ambiente supersticioso del pueblo. Zola explica que Bernadette era muy aficionada a las historias de vírgenes, por las cuales sentía una especial preferencia. Le gustaba oír relatos de brujos y brujas y en especial una leyenda que circulaba en torno a las apariciones demoníacas a un escribano del pueblo. Añade que la niña tenía un miedo atroz a los demonios. Más en nuestros días, el recientemente desaparecido físico Stephen Hawking deja clara su postura sobre los milagros: "La religión cree en los milagros, pero estos no son compatibles con la ciencia. Antes que entendiéramos la ciencia, lo lógico era creer que Dios creó el Universo, pero ahora la ciencia ofrece una explicación más convincente (...) No hay ningún Dios. Soy ateo".
Un caso curioso es el del premio Nóbel de medicina Alexis Carrel. Según sus conciudadanos era ateo. Viajó a Lourdes por curiosidad, escogió a una enferma con peritonitis tuberculosa en ultimo grado a la que él había desahuciado y dijo que se convertiría al catolicismo si se curaba. El abdomen voluminoso descendió y cuando la volvió a examinar descubrió que estaba curada y se hizo católico. Como siempre hay dudas: ¿en la documentación existen informes médicos, radiografías, análisis? ¿Estaba la enfermedad bien diagnosticada? No lo sé, pero lo que sí es cierto es que Carrel no disponía de los conocimientos científicos actuales para estudiar esos hechos. Este médico posteriormente propuso una extraña teoría sobre la estructura fractal del agua bendita y su estado primordial. Todos los análisis realizados científicamente al agua en la actualidad demuestran que su composición es absolutamente normal. ¿Era este médico realmente ateo o ya tenía una predisposición a creer en las curaciones milagrosas?
Un poco de estadística...
El tema de las estadísticas de las curaciones ya fue abordado por otra publicación de este blog (Milagros de Lourdes ¿Error estadístico o curación milagrosa?), por lo que no abundaremos sobre el punto. Sólo recordar que distintos cálculos, a partir de 6 millones de visitas anuales, dan 0.00003% de posibilidades de curarse. Solo hay 69 curaciones "excepcionales" reconocidas oficialmente a lo largo de 160 años. Una media de un milagro curativo cada 2 años o dicho de otra manera, una persona curada milagrosamente por cada 12 millones de peregrinos. El matemático y profesor de Lógica de la Universidad de Turín Piergiorgio Odifreddi dice en su libro Elogio de la impertinencia o cómo la ciencia y las matemáticas pueden enfrentarse a los prejuicios de la política y la religión (Ed. RBA Libros, 2013, 400 pp): "De los aproximadamente 300 millones de personas que han visitado Lourdes desde los días del milagro, al menos unos 20 millones eran enfermos de distinta gravedad, pero sólo 69 han obtenido oficialmente el milagro de la curación. Un porcentaje de uno sobre trescientos mil, claramente inferior al de las remisiones espontáneas de las enfermedades crónicas, cáncer incluido, que es de cerca de uno sobre diez mil. Dicho de otra manera, los enfermos se curan milagrosamente treinta veces más si se quedan en casa que si van a Lourdes. Hay más probabilidad de muerte en el viaje en avión hacia Lourdes que en la cura una vez allí. Si las matemáticas y la ciencia tomasen el lugar de la religión y la superstición en las escuelas y en los medios de comunicación, el mundo se haría mucho más sensato y la vida mucho más digna de ser vivida".
Profundicemos un poco más el tema...
Los avances de la medicina han hecho mucho más difícil atribuir las curaciones "inexplicables" a causas sobrenaturales. Cada año llegan a Lourdes 80.000 inválidos, pero los milagros en el estricto sentido teológico del término, son bastante menos abundantes. Como dijimos, desde 1862 hasta hoy, sólo 69 (tal vez 70) de las casi 7000 curaciones declaradas por peregrinos han sido calificadas como milagrosas por la Iglesia Católica. El número de dichas curaciones se ha reducido en años recientes y sólo se han registrado cuatro durante las últimas cuatro décadas. La última recuperación de esclerosis múltiple fue confirmada por la Iglesia en 1999 y la última declaración de milagro se produjo en 2013. Hoy se estaría procesando como milagro 70, la curación de Bernadette Moriau, una monja francesa en silla de ruedas desde hacía 40 años, que acudió al santuario en julio de 2008. Parece extraño que aún se mantengan esas afirmaciones en una época de enormes avances de la ciencia médica. No obstante, la ciencia juega en realidad un papel de primer orden dentro del proceso que la Iglesia Católica emplea para investigar estos fenómenos. Algunos de los médicos encargados de dichos exámenes reciben con beneplácito los nuevos conocimientos para facilitar su trabajo, mientras otros sienten que los avances complican su tarea.
Los primeros enfermos comenzaron a llegar a Lourdes en cantidades significativas en 1875. Una combinación de oraciones e inmersiones en las aguas del manantial sagrado, comenzó a obrar maravillas. En cada caso, un profesional habla con el médico tratante en el país de origen del peregrino para obtener la historia clínica. Se le pide al paciente que vuelva un año después con todos los registros médicos que pueda obtener para ser examinados por el Comité Médico Internacional de Lourdes. Uno o dos doctores especializados en la enfermedad vuelven a practicarle pruebas al paciente y a reexaminar la documentación. Luego presentan el caso a sus colegas del Comité para una votación. La tarea de los médicos consiste en determinar si la curación sobrepasa las expectativas, de tal modo que no pueda ser explicada por la ciencia. En ningún caso se pronuncian sobre la validez del milagro. Ello le compete al obispo de la diócesis del paciente y a sus asesores teológicos, quienes determinan si la curación tiene una significación espiritual para el beneficiario, que refuerce su fe en Dios. Pero el avance logrado en la comprensión de los orígenes moleculares de las enfermedades hace que cada vez menos procesos resulten inexplicables desde el punto de vista médico. De allí que cada vez menos casos sean candidatos a milagro. Hace 100 años estos conocimientos no existían. La aparición de los antibióticos terminó con las legiones de tuberculosos que visitaban Lourdes. Han sido reemplazados por los que sufren de dolencias no infecciosas. Las nuevas tecnologías, como la fotografía por resonancia magnética, son muy útiles. Permitieron confirmar en los años 90 la curación de un francés que aparentemente padecía de esclerosis múltiple pero que pudo volver a moverse después de una sesión de oración en 1987 en Lourdes. Sin embargo el diagnóstico previo de la enfermedad sólo se había basado en análisis de síntomas, con todas las dificultades de verificación que éste supone. Aunque no pueda afirmarse que la oración produce milagros, pruebas clínicas realizadas en Estados Unidos demuestran que los pacientes de edad avanzada que rezan durante el primer año consecutivo a una cirugía de bypass coronario, sufren menos depresión o ansiedad. Con el aumento del conocimiento de la genética, de los procesos bioquímicos y de la biología molecular, muchos fenómenos que son inexplicables hoy pueden contar con mecanismos demostrables dentro de 10 años. ¿Significa que los milagros del pasado no serían considerados como tales si les aplicaran los métodos científicos de hoy? Es muy probable pero, obviamente, imposible de probar.
Si aquello que no se puede explicar por los conocimientos actuales se considera milagro, éste se transforma en un concepto relativo que depende del nivel de conocimientos de la sociedad en la que vivimos. Lo que era milagroso para nuestros tatarabuelos puede que tenga una explicación natural hoy en día, y no hay por qué dudar que muchas cosas que actualmente no entendemos, serán bien comprendidas en un futuro. Las curaciones inexplicadas existen a diario en los hospitales y esto no se puede desconocer. Hay enfermedades donde se ha dado una remisión espontánea, incluso en personas que no creen en nada. En el caso del cáncer la remisión espontánea está calculada en uno por cada 10.000. De los 69 casos reconocidos como milagros solo 3 son cáncer. El grado de remisión milagrosa de esta patología es así muy inferior al de las estadísticas hospitalarias. Estas remisiones espontáneas llevan a pensar ¿cuántas enfermedades se curan solas sin necesidad de ir al médico? El creyente que reza lo puede atribuir a un milagro, pero ¿el que no es creyente y se cura igual?
El control de la mente sobre el cuerpo
Perdón si me extiendo un poco sobre este tema, pero creo que es la clave de todo. Lo que escribo a continuación fue obtenido de distintas páginas, textos y obras de científicos que han estudiado y experimentado en profundidad esta temática. Y también, en parte, de mi propia formación y experiencia.
Mente y cuerpo guardan una relación muy estrecha, que puede generar fenómenos que parecen increíbles. En una de tantas experiencias, un grupo de monjes tibetanos permitieron que físicos de la Universidad de Harvard monitorearan su actividad corporal al tiempo que ellos practicaban una técnica de meditación. Los monjes fueron cubiertos con mantas humedecidas en agua fría (9,4 °C) y llevados a una habitación con una temperatura de 4,5 °C. El objetivo era mostrar hasta qué punto la concentración de los monjes superaría las condiciones extremas, que llevarían a otras personas a la hipotermia. Pero los monjes fueron capaces de elevar su temperatura corporal al grado de que en una hora las telas que llevaban encima estaban secas. Nuestra mente es la gestora del funcionamiento de todos nuestros mecanismos internos, de nuestros órganos, incluso de los más automáticos e instintivos. En ella reside la capacidad de dirigir, gestionar, coordinar y hacer que todo nuestro organismo funcione. Nuestras mentes se van programando a sí mismas con mensajes que recibimos desde la infancia, así como los que nos vamos diciendo a nosotros mismos a lo largo de la vida. Tus creencias y expectativas impactan tus resultados. Las creencias modifican nuestra respuesta psicológica y fisiológica. Las hormonas no dependen solo de lo que comes, también de lo que crees que comes.
Lo siguiente es afirmado por Deepak Chopra, médico y neuroendocrinólogo, quien ha estado indagando desde hace años hasta qué punto inciden las actitudes y las emociones en el proceso de la curación de cualquier enfermedad. “En los años que llevo ejerciendo, he conocido a diversos enfermos de cáncer que se han recuperado por completo tras un diagnóstico terminal, personas que a priori tenían unos pocos meses de vida por delante. No creo que fueran casos milagrosos; a mi entender, estos fenómenos demuestran que la mente puede ir más allá, más hondo y cambiar los esquemas fundamentales que diseñan el cuerpo. Puede borrar los errores del programa, por decirlo de alguna forma, y acabar con cualquier enfermedad, ya sea cáncer, diabetes, enfermedades coronarias o cualquier trastorno que haya desordenado el esquema general”. Hay más expertos, sean médicos de atención primaria, endocrinólogos, neurólogos, biólogos y un largo etcétera, que se preguntan e indagan si las emociones influyen en el proceso curativo de una persona, si son determinantes o no. Manuel Moreno, licenciado en Medicina y Farmacología de la Universidad de Pekín, añade que la propia intención también entra en el proceso de curación. “Funcionamos dentro de un sistema de creencias que ayudan en unos casos a mejorar la salud y en otros a deteriorarla. Esto afirman estudios que se están realizando en USA y Alemania”. Carolina Pérez, médico de familia en Málaga, asegura que la actitud de una persona es fundamental ante cualquier situación de la vida. “En el caso de un enfermo, la forma de actuar frente a su estado de enfermedad va a determinar su forma de participar en su curación. Si tiene una actitud positiva colaborará con su médico para modificar hábitos de vida y cambiar determinadas pautas mentales que inciden en su estado emocional y en su inmunidad. Dependiendo de la confianza en su médico, el paciente puede luchar, huir o paralizarse. Si reina el miedo y la sensación de invalidez, se dispara el mecanismo del distrés (respuesta insana al estrés) que provoca la liberación en sangre de una serie de sustancias que, si se perpetúa esa situación, originan un estado de toxemia química donde la acidez sanguínea, la tristeza, la desesperanza y la depresión imperan”. Carolina Pérez expone el caso de una paciente suya a la que se le diagnosticó “un cáncer de tiroides con muy mal pronóstico. Ella confió en todo el equipo médico y en que era posible hacerle frente a esa enfermedad. Decidió seguir el tratamiento oncológico y todas mis indicaciones para mejorar sus hábitos de vida, alimentación y formas de interpretar la vida. Aprendió a disfrutar cada momento como si fuera el último, aprendió a expresar sus emociones y, sobre todo, siempre confió en que era posible sobrevivir a ese cáncer. Hoy en día es una mujer muy feliz y que se ha curado”.
El creyente deposita toda su fe en algo superior a él para que le proteja y ayude a lo largo de sus desgracias, y lo cure. Sus creencias y convicciones son como un chaleco salvavidas que le mantiene a flote en momentos de dificultad. Bruce Lipton es un biólogo celular estadounidense, conocido por su teoría de que los genes y el ADN pueden ser manipulados por las creencias de una persona. Tiene sus seguidores y también sus detractores. El dice: "Los pensamientos curan más que los medicamentos. La mente es energía y los pensamientos son más poderosos que la química. Así es como funcionaba la sanación antes del desarrollo de la medicina. La gente sanaba con los chamanes, con las manos... pero eso no puede vender y por eso la medicina no quiere ir por ese camino. Se sabe que el pensamiento positivo, el placebo, pueden sanar, y también que el pensamiento negativo puede matar. Si el médico te dice que tienes cáncer, aunque no tengas cáncer, si lo crees crearás la química que generará cáncer. Por tanto, el problema no es tanto el entorno real sino el que tú interpretas. Estos fenómenos no son milagros. Todavía quedan algunos misterios en cuanto a la influencia del pensamiento en la salud del resto del cuerpo, pero su existencia es un hecho científicamente comprobado por múltiples experimentos de todo tipo que se han realizado en el último medio siglo. Algunos son muy recientes, como uno de la Universidad de Cincinnati publicado el pasado enero en la revista American Academy of Neurology: los enfermos de párkinson obtenían mejores resultados con un fármaco si pagaban más por él, aun siendo idéntico al más barato. Otra publicación en Medicine & Science in Sport & Exercise, indica que se inyectó una solución salina inocua a atletas haciéndoles creer que se trataba de EPO (hormona que potencia el rendimiento aeróbico). Subjetivamente, manifestaron menor sensación de esfuerzo, aumento de la motivación y mejora de la recuperación. Objetivamente, su rendimiento se elevó 1,2%".
Hace 2.500 años los griegos ya advertían que la relación del médico con el paciente podía tener ciertos efectos. Lo llamaban el arte de las palabras. Pero no fue hasta la Segunda Guerra Mundial cuando se comenzó a experimentar aplicando el método científico. Sucedió casi por casualidad. El anestesista Henry Beecher iba a operar a un soldado, pero se había acabado la morfina. A una enfermera se le ocurrió inyectarle una solución salina haciéndole creer que se trataba de un calmante. El paciente se tranquilizó, soportó la operación y no se produjo un shock cardiovascular, algo que podría haber ocurrido dado el tremendo dolor que suponía la intervención. A partir de ese momento comenzaron los experimentos con sustancias terapéuticamente inertes. La expectativa que tiene un paciente de ser curado suele influir en la curación. Dando por sentado que la mente puede influir en las enfermedades del cuerpo, ¿se sabe realmente cómo lo hace y por qué? En ciencia, se hallan hechos que se admiten como reales por la evidencia empírica, pero cuyos mecanismos son desconocidos. Esto le ha sucedido al placebo durante mucho tiempo. El efecto placebo es probablemente uno de los ejemplos más populares de la relación existente entre el cuerpo y la mente. El placebo es una sustancia que carece de acción curativa, pero produce un efecto terapéutico si el enfermo la toma convencido de que es un medicamento realmente eficaz. El efecto placebo, confirmado por multitud de experiencias, es el fenómeno por el cual los síntomas de un paciente pueden mejorar mediante un tratamiento con una sustancia inocua: una persona toma una sustancia que cree que la curará y en realidad se cura, aunque la sustancia en sí sea incapaz de generar tal efecto. Pero la mente sí tiene esa capacidad. Todavía hoy restan lagunas, pero ya hay despejadas muchas incógnitas. Uno de los más amplios estudios que aborda el funcionamiento del placebo se publicó en la revista The Lancet en 2011. Concluye que no hay un solo efecto placebo, sino muchos que actúan de diferentes formas. Explica que los placebos "psicológicos" contribuyen a la curación por medio del cerebro: el hecho de creer que algo nos puede curar tiene efectos reales. El estudio asegura que cuanto más alta es la expectativa, más fuerte es el efecto placebo.
La doctora estadounidense Lissa Rankin publicó el libro Mind Over Medicine: scientific proof that you can heal yourself (La mente sobre la medicina: la prueba científica de que usted puede autocurarse, Ed. Hay House Inc, NY, 2013), donde afirma que la mente puede sanar al cuerpo, ya que éste posee un asombroso mecanismo de auto-reparación incluso contra las enfermedades más graves. ¿Cómo llegó esta doctora a su convencimiento? A partir del siguiente caso paradigmático.
En 1957 el doctor Philip West estaba tratando a un paciente de apellido Wright con un linfosarcoma en fase avanzada. Todos los tratamientos habían fallado. El cuello, el tórax, el abdomen, las axilas y las ingles presentaban tumores del tamaño de una ciruela. El bazo y el hígado estaban agrandados y cada día las dos cuartas partes de su tórax se llenaban de un líquido lechoso que tenía que ser drenado para permitirle respirar. Pero el señor Wright se aferraba con todo a la vida y puso su esperanza en un nuevo y prometedor fármaco llamado Krebiozen. Así que le suplicó a su médico que se lo administrara. El doctor West le aplicó la inyección un día viernes y el lunes siguiente el paciente estaba paseando fuera de la cama. Según el médico, las masas tumorales del señor Wright se habían reducido a la mitad. A los diez días el hombre abandonó el hospital, aparentemente sin tumor maligno alguno. Pero diversas publicaciones científicas empezaron a informar de que el Krebiozen parecía no ser eficaz. El señor Wright, que creía todo lo que decían los medios escritos de divulgación científica, cayó en una depresión profunda y el cáncer reapareció. El doctor West, que sinceramente deseaba salvar a su paciente, le explicó que alguno de los primeros lotes del fármaco se había deteriorado durante el envío, provocando una pérdida de su eficacia, pero que había conseguido un nuevo lote de Krebiozen, muy concentrado y ultra puro. Por supuesto, todo falso. El médico le inyectó suero fisiológico y nuevamente se produjo el supuesto milagro. Los tumores volvieron a derretirse, desapareció el líquido que inundaba su tórax y el señor Wright se sintió perfectamente durante otros dos meses. Sin embargo, cuando la Asociación Médica Estadounidense anunció que un ensayo de alcance nacional con Krebiozen había demostrado que era totalmente ineficaz para tratar el cáncer, el señor Wright perdió toda fe en su tratamiento. El cáncer reapareció enseguida y murió pocos días después.
Décadas más tarde Lissa Rankin, que había leído los pormenores de este caso y los de otros tantos semejantes que se produjeron posteriormente, tenía, al igual que la mayoría de sus colegas, ciertos prejuicios con respecto a los placebos. Pero investigando encontró estudios científicos que habían mostrado que casi todo el mundo podía ser inducido a responder a un placebo si se daban las condiciones adecuadas. Esto la llevó finalmente formular su conclusión de que las creencias positivas de la mente pueden sanar el cuerpo Esta teoría fue condensada en el mencionado libro, aportando muchas pruebas científicas de que el enfermo puede curarse a sí mismo. Hay cientos de casos que así lo demuestran: verrugas que desaparecen, bronquios que se dilatan, inflamaciones que desaparecen, cabello que crece en algunos calvos, úlceras que sanan y otros fenómenos fisiológicos medibles. La científica agrega que “el cuerpo humano dispone de mecanismos de auto-reparación que pueden corregir proteínas dañadas, reparar el ADN y desequilibrios hormonales, destruir las células cancerosas, los agentes infecciosos y cuerpos extraños a los que nuestros cuerpos están expuestos a diario, todo lo cual explica las remisiones espontáneas de enfermedades aparentemente incurables que se reportan en la literatura médica". Aplicando esto al tema que nos ocupa, no importa si crees en cristo, en buda, en un hechicero o en una virgen, lo importante es que te auto sugestiones de que el poder de estas divinidades te va a curar.
El negocio eclesiástico de la fe... ¿y del Estado?
¿A quién le interesa que el fenómeno social de Lourdes, Fátima y otros se desactive? La fe mueve montañas, pero también millones de euros. O dólares, o las monedas que quieran. Pero millones o miles de millones, según la moneda. ¿Dónde van esos recursos?
En Lourdes viven 15.000 personas cuya principal fuente de ingresos es el turismo religioso, la gran "industria". Aquí todo está pensado por y para el turista. Cuenta con 220 tiendas de recuerdos, unos 100 restaurantes y, para dar cabida a los 6 millones que invaden la ciudad cada año, cuenta con 32.117 camas distribuidas, la mayoría de ellas, en 169 hoteles (más datos en https://www.lourdes-infotourisme.com/automne_mod-ules_files/pmedia/public/r612_9_dossier_de_prensa_lourdes_2015.pdf). Sólo París tiene más hoteles en Francia. El santuario ingresa al año unos 18 millones de euros de los turistas, además de donativos millonarios que "mantienen viva la fe". Huelga decir que el negocio es muy bueno. Y para aquellos que no pueden hacer el viaje, muchas personas emprendedoras les acercan Lourdes vendiéndoles agua del manantial, la que tiene "propiedades curativas". Sobre esta temática recomiendo ver el video realizado por periodistas que interrogan a los habitantes, los turistas y los peregrinos de Lourdes: https://www.sinfiltros.com/sin-filtros-doc/negocio-la-fe-2-20171020.html. He aquí un resumen.
"Cuanto más crisis hay, más fe hay. Al día de hoy Lourdes continua viviendo del milagro. El turista religioso cuando llega a Lourdes lo primero que hace es comprar. Cada noche se reúnen 10.000 personas portando velas, compradas allí por supuesto, para la "Procesión de las Velas". Solo con este evento se recaudan 150.000 euros por mes. Incluso los descendientes de Bernadette han hecho gran negocio, con tienda y hotel que han vendido hace 10 años. Hoy, el nuevo dueño estima que a la tienda entran mil personas por día, de las cuales casi la mitad hacen alguna compra (si cada uno compra por una media de 20 euros, el negocio podría facturar 450.000 euros diarios, en temporada alta). Hay 142 (hoy 169) hoteles. Hay uno que en su interior cuenta con una capilla consagrada por el Obispo. El año pasado pasaron 70.000 peregrinos por ese hotel (7 millones de euros al año). Pero cada persona que pasa por los hoteles paga una tasa que va directamente a las arcas del Ayuntamiento (la Mairie), casi 2 millones por año. Además cada profesional del turismo paga una tasa al Ayuntamiento, que por añadidura cuenta con un parking propio (10 euros por día). El representante del Ayuntamiento contesta muy pocas de las preguntas, el resto no lo sabe (a los periodistas preguntando por precios en general se les cierran las puertas o las respuestas son evasivas). Según la Organización Mundial del Turismo, el turismo religioso aumenta cada año, aunque en Europa esté bajando, sube en Africa y en América. En el sector alimentación, hasta los vendedores de kebab utilizan a la Virgen de Lourdes como anzuelo. Pero el tema tabú siguen siendo los precios. Dentro del Santuario, los donativos son la principal fuente de ingresos. En las zonas de las velas y de las fuentes de agua milagrosa, muchos hacen negocio. Se venden botellas hasta por internet (por supuesto la espiritualidad no está en contra de la tecnología). Una de las consejeras del santuario reconoce que el agua no es milagrosa. Una voluntaria confiesa que el voluntariado compromete de por vida: cada una paga 18 euros y las cifras alcanzan a 1,8 millones de euros anuales solo como contribución de los voluntarios. ¿En qué se emplea tanto dinero? Para que un producto funcione hay que saber venderlo. La comunicación es esencial. Las donaciones, aparte del dinero, se documentan en un lugar que no es visitable, ni siquiera excepcionalmente para un periodista. Hay alrededor de 18 millones de euros de donaciones cada año para el Santuario, que afirman se destina mayoritariamente para el mantenimiento y pagar los salarios".
La gestión del negocio está siendo investigada por las autoridades francesas. El padre Raymond Zambelli, de 65 años, Rector de los Santuarios de Lourdes desde 2003, tiene más de 400.000 euros en una de sus cuentas corrientes. Tiene un sueldo anual de 8.700 euros, vivienda y manutención aparte. El asunto ha salido a la luz a través del semanario francés Le Canard Enchaîné. A finales del pasado mayo, los inspectores de Tracfin -el servicio del Ministerio de Finanzas dedicado a combatir el blanqueo de dinero y las transferencias sospechosas- pusieron en conocimiento de la fiscalía que Zambelli podría haber desviado donaciones hechas por los peregrinos. En el Ministerio de Justicia saltaron todas las alarmas. Ante la difusión de estas noticias, el padre Zambelli convocó a la prensa para explicar la procedencia del dinero encontrado en su cuenta corriente. Una parte, dijo, proviene de la venta de una casa donada en 1980 al santuario de Lourdes por una persona "piadosa", cuyo alquiler ha generado mensualmente "una suma equivalente a 760 euros durante 23 años". Además, el Rector aseguró que desde que llegó a Lourdes, hace cinco años, ha recibido "gratificaciones" procedentes de los fieles, así como ingresos por pronunciar conferencias por un monto de 20.000 euros al año.
¿A quién le interesa matar a la gallina de los huevos de oro? Antes que opinen nuestros detractores creyentes reconocemos que, por supuesto, el negocio no es una prueba en contra de la realidad del milagro, solo muestra la idiosincrasia humana de aprovecharse de las oportunidades para hacer dinero. Pero conociendo los procederes de la "empresa Iglesia" a lo largo del tiempo, tiendo a pensar que este es un aspecto "sospechoso" del tema.
Consideraciones finales
El poder de la mente sobre el cuerpo, el efecto placebo, la sugestión, la creencia y fe ciegas en un ser sanador superior... Usted decide amigo lector. Lo que es yo, ya no tengo dudas.
Resulta sobremanera extraño que cuando un Papa cae enfermo no acude a Fátima o a Lourdes, sino que se rodea de los mejores médicos especialistas sin salir del Vaticano, como ocurrió con Pío XII, Juan XXIII y Juan Pablo II. Tampoco nos hemos enterado de Cardenales o de Obispos que hayan peregrinado a los santuarios en demanda de salud. ¿Por qué? ¿Acaso ellos no creen en las “curaciones milagrosas” de las vírgenes?
Fuera de este contexto, me permito recordarles el genial dibujo de Quino sobre la peregrinación a "la milagrosa".
Alberto Cirio
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(*) Nota Final:
El autor de esta publicación es "Alberto Cirio", fiel seguidor y colaborador de este Blog; quien amablemente me solicitó el compartir este artículo con el resto de los lectores; y al no estar en contra de la filosofía del Blog, es un honor para mí el poder publicarlo. El mismo "Alberto" se encargará de responder las dudas de los lectores a través de los comentarios.
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"Los seres humanos nunca hacen el mal de manera tan completa y feliz como cuando lo hacen por una convicción religiosa"
Blaise Pascal