Nota Inicial:
La presente publicación fue escrita y elaborada por un colaborador y amable lector de este Blog. Este artículo NO fue escrito por el habitual escritor y responsable de este sitio Noé Molina. (*)
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Yuri Gagarin, fue el primer hombre que penetró en los hasta entonces prohibidos e inalcanzables paraísos celestiales por seres humanos vivos; posterior e igualmente lo consiguieron otros compañeros. Ni él ni ninguno de sus seguidores han encontrado allí a Dios, Jesucristo, Espíritu Santo, Virgen María y su numerosa y nutrida corte etérea... ¿Se encontrará alguna vez? ¡La falacia no reconoce el estado de la Razón!
Por: Zerimar Ilosit
Con las verdades se pierden las amistades
La etimología griega describe el concepto ateismo con la negación total y absoluta de la existencia de un ente denominado Dios. Rotundamente aquellos que han confirmado y aún confirman su existencia imponiéndola degenerando el intelecto humano, no han tenido ni tienen pruebas simples o científicas y contundentes de que exista como tal. Todo está basado en la fe, el creer sin averiguar la verdad llana y explícita. Por lo tanto, si Dios no existe, no se puede negar una cosa inexistente... Además, en realidad, obviamente si no existe causa tampoco el motivo, con lo cual el “ateo” no llega a serlo como tal. Sí, un nombre inventado cuyo significado no dice nada por no haber causa. Es el concepto como el de interpretar el hecho de que, si no hubiese castas sacerdotales, entonces no “existiría” Dios; como sino hay Dios, tampoco los llamados ateos.
Esencialmente en la historia de la Humanidad y concretamente en términos filosóficos se ha venido aplicando el continuo rechazo en todo el mundo el concepto de adorar de una manera u otra la existencia de una o varias divinidades. Las continuas persecuciones al colectivo ateo así lo demuestran el no aceptar ellos las interpretaciones de las voluntades divinas dictadas por sus representantes.
Para poner un ejemplo. Según las ideologías de Platón, en su obra “Las Leyes”, desde entonces ya se admite y considera el materialismo como determinante forma de ateismo. El mundo debe considerarlo como una cosa natural e igualmente primaria y real; por otra parte, el concepto denominado espiritual tendría que ser algo secundario, por lo que siempre ha predominado esa falsa teoría. De ahí el rechazar la idea de que pudiera existir un Dios creador del mundo humano, animal, mineral y del universo.
El obispo anglicano Berkeley, misionero en la América inglesa, combatió el ateísmo y los libres pensadores, como muchos otros a lo largo de los días y noches de todos los tiempos. Él trató de demostrar la irrealidad de la materia, es decir, quiso borrar la única, absoluta y verdadera realidad existente de la vida para poder así probar y poner de manifiesto la existencia de un Dios.
Resulta evidente, en la actualidad el ateísmo y perteneciente a la existencia humana como tal, demuestra que el Hombre está exclusivamente encaminado hacia el fin de los fines, la muerte.
Es oportuno mencionar aquí que, si nos atenemos a las fantásticas y teóricas narraciones bíblicas y relacionadas éstas con el apartado de la Creación y formación de la Tierra y el Cosmos, habría que hacer referencias precisas debido a las atrocidades en la manera en que Jehová lo llevó a su particular término. Un no muy conocido astrónomo, Alfonso de Castilla, dijo algo así: “Si yo hubiese estado presente en los momentos en que el Dios bíblico creó el Cosmos y en particular la Tierra y todo aquello que ella manifiesta, podría haberle dado muy buenos y útiles consejos a ese Supremo Hacedor...”.
Es un hecho desagradable que las ascendencias y linajes sacerdotales de pretéritos y actuales tiempos nos hayan injuriados y perseguidos, por eso nos han puesto el sambenito del ateísmo, al ya no poder hacer uso del mandamiento divino como era el del “brazo izquierdo de Dios”. Es evidente, y por supuesto, con todo respeto, ese mismo que no nos han tenido ellos con nuestra causa, veían peligrar sus dominios. El vulgar creyente, esos mismos que no se paran jamás a reconocer que, como igualmente aquellos otros ciudadanos con algunas, pocas o muchas aproximaciones científicas, están siendo engañados desde la cuna hasta la sepultura. Los últimos mencionados se prestan voluntaria, obligatoriamente o por intereses particulares al continuo, reiterativo y secular efecto de dar a la mentira apariencias de verdad.
Se admite que para ellos Dios ha creado un orden divino y universal dentro de la armonía cósmica. Pero la ciencia, a pesar de sus errores y por otro lado las seculares persecuciones, es ella la más exacta. El cientificismo especifica teorías según las cuales se pueden conocer mediante las investigaciones hasta llegar a satisfacer las necesidades de la inteligencia humana. Por lo tanto, es mucho más necesaria, diríamos que primordial, ante cualquier religión del pasado o presente.
Ahí radica su importante diferencia, la de hacer diligencias para descubrir lo que se esconde detrás de la mentira, lo desconocido de las distintas mitologías. Las grandes desigualdades existentes entre los conocimientos de las cosas por su causa y el mito, la fábula, etc. Por otro lado, lo relativo y extraordinario es el crítico pensamiento de las dudosas creencias proféticas, esas mis-mas que no lo han admitido nunca jamás en el pasado. Ahora, aunque con cautela, sí lo hacen al no poder poner obstáculos medievales como lo hicieron con Copérnico, Galileo y entre ellos muchos otros anteriores y posteriores de los citados.
No existe un movimiento ateo como ocurre con la envergadura y poder que conlleva y ha venido ocurriendo a lo largo de los milenios con la denominada teología, y de igual manera con las restantes creencias relativas a la supuesta existencia de un Dios. Para los monoteístas y sus oponentes, aquellas otras doctrinas que admiten la pluralidad de dioses, los politeístas, ellos también han basado sus miedos imponiendo toda clase de obstáculos e inquisiciones para que sus pueblos continuasen ciegos en su fe.
Esas ansias de imponer los conceptos teológicos de toda índole no han sido precisamente ideas de los movimientos relacionados con el ateísmo. Es ingenuo predicar en púlpitos o por medios de la TV que el ateísmo es un peligro como acostumbra a pregonar algunas religiones, unas más otras menos.
Éstas lo han calificado, y siguen haciendo desde que ellas mismas fueron inventadas, es un hecho irreversible. El aquí injuriado libre pensador o ateo, ante el conjunto de los creyentes es pues una consecuencia que siempre ha existido y se han visto perseguidos por los poderes religiosos, sin olvidar, ya que son uña y carne, el político.
Como ocurre en todo negocio, para el sistema clerical donde además suele darse una excesiva y gran influencia en los principales asuntos políticos, es desagradable perder una clientela como son los que profesan la fe, la misma que jamás negocio alguno ha podido reunir y beneficiarse de tan tremendos engaños y durante tantos milenios.
En realidad, la actitud del ateo consiste en no dejarse engañar ni implantar la odiosa venda de la fe, esa misma que a pesar de representar un acto metafóricamente cubre los ojos de la cara y el intelecto cerebral. Indudablemente, el negar teórica y prácticamente la falta de existencia de un supuesto ser denominado como Dios, no es delito ni mucho menos llamarlo “pecado” bajo ningún concepto dentro de las leyes inmutables de la Naturaleza y la Razón. No ha de extrañar que hubiéramos de esperar la llegada del siglo XIX para una configuración del ateísmo moderno occidental en libertad donde el materialismo y naturalismo son factores primordiales.
Es bien sabido, aunque ya hoy día va teniendo menos repercusión, que una buena parte de la población terrestre por el solo hecho de pronunciar o señalar a una persona que es atea, produce un gran rechazo incomprensible en un mundo que presume y se denominada civilizado. ¿Qué comportará esa palabra tan odiosa para el poder de poderes terrenales y jamás espirituales? ¿Podría ser la propia palabra en sí, cosa que no creemos, o en cambio son las consecuencias del poderío religioso basado en la fe que desde tiempos inmemorables está llenando y empapando la vida de casi todos los humanos? Este concepto es él más positivo y juicioso a nuestro humilde entender.
Sin embargo, a pesar de encontrarnos en el siglo XXI, el libre pensador o ateo, persiste y sigue siendo mal visto e incorrecto para todos aquellos ciudadanos que así lo piensan. Tenemos el ejemplo del político con la ausencia de engañifa que, a pesar de disfrutar de sus derechos civiles, estos son reales hasta el momento de que si el pretendiente a cargos públicos es gay y reconocido por la mayoría de su electorado no podría tener mucha importancia. Pero si el candidato admite, pone de manifiesto que es ateo y entre sus consignas y propósitos es conseguir hacer caer la venda que representa la ignorancia de la fe, él se puede considerar, tiene garantizado una rotunda derrota ante un oponente y oportunista militante de las filas “demócratas cristianas”.
Indudablemente, a pesar de las conquistas científicas, de haber penetrado en los espacios siderales, etc., la vieja contraseña que dice: “sin Dios ni patria”, continúa siendo un dictamen inconfesable en público. Obviamente, si éstas son manifestadas en tertulias de amigos y aún con un par de copas demás, pueden no tomarse muy en serio.
Por eso los ateos han sido perseguidos y aún en día mal vistos. En la actualidad se continúa intentando demostrar que no somos los malos, de que no estamos al servicio del Demonio, éste fue inventado justamente el mismo instante que lo fue Dios. Veamos un ejemplo. No hay dudas, para el clero dominante y dictatorial, de todas las confesiones, el concepto y manipulado personaje de Dios es algo así como un pozo de petróleo infinito por lo que la iglesia, la que nos obligaron a aceptar, como sociedad anónima es la compañía petrolera encargada de su exclusiva explotación. ¿Éstos son los hombres que representan y predican el amor de un Dios infinitamente justo, sabio...? ¡Piadosas mentiras, abominables engaños!
La incógnita persiste y persistirá hasta que el Hombre deje de existir. ¿Dónde está Dios? En los imaginarios y calenturientos cerebros tapados por la fe. Nos enseñaron, en la época que el catecismo era una asignatura obligatoria, de que Dios estaba en todas partes, en el cielo y tierra.
Es obvio, la respuesta del creyente será la legítima, no importa que lleve la oscuridad secular. Sin embargo, para aquel otro sector, más minoritario, pero no engañado, por el contrario, los razonamientos que corroboran de que Dios es nada más que una falta de la verdad suplantada está en los cotidianos y forzosos deseos de los hombres por ser inmortales.
Resulta que la cuestión circunstancial de Dios y sus diferentes representantes en los tiempos presentes tienden a enfrentarse con dramáticas y objetivas circunstancias dentro del actual concepto histórico. Hoy y cada vez lo van pudiendo ocultar menos. ¿Dónde estaba Dios cuando las cruzadas, las inquisiciones, los exterminios con de la cruz y la espada en nombre de Jesucristo? Recordemos los campos de concentración nazis y posteriores. Los millones de refugiados de todo el mundo. Ahí Dios no ve nada desde sus refugios celestiales las potentes bombas nucleares, químicas, bacteriológicas tipo sida, etc. Dios no percibe el absolutismo desdén de aquellos sistemas manipuladores precisamente por sus creados y representados hombres contra muchos hombres más por tener éstos unas creencias y colores de pieles diferentes, negándoles la facultad de la dignidad como humanos que son. ¡No es posible! Aún son calificados como enemigos que hay que exterminar...
Dios es ajeno, (si existiera) desde hace unos 6 mil años, según algunos libros denominados sagrados, de las miserias que han azotado y azotan el mundo y ahora también la explotación de las dos terceras partes de sus habitantes, todo eso en nombre del mercantil Jehová.
Obviamente es de razón el no creer, es por lo que nos denominan ateos. Consignas salidas de las bocas de sacerdote y similares y de políticos que los amparan de continuo. Insistimos: ¿Dónde está Dios?
El hombre ha tenido y tiene una muy mala conciencia hacia sus semejantes. Dios no pudo hacer algo tan abominable como es el propio hombre y más aún aquellos que se dicen sus representantes. De existir un mínimo, no podría ser de la manera que nos lo representan. Pero es obvio, no existe nada más que en las fanáticas y atrofiadas mentes dominadas por el poder de poderes para perpetuar el engaño. No cabe en nuestros lúcidos cerebros que pudiera estar Dios incomprensiblemente mirándonos desde su privilegiada atalaya la destrucción de su magna obra.
¡Por eso somos ateos! No nos postramos ante ninguna supuesta divinidad ni tampoco humana. No adoramos a nada echo por las manos de los hombres para ser objeto de engaños. Aún más, aquí tendríamos lo agravante de que, si no seguimos sus mandamientos, recibiríamos los castigo de su gloriosa, divina e infinita cólera.
Ateniéndonos al mundo en que vivimos, el occidental, como aquellos otros libres pensadores que, por encontrarse en otros paralelos, no se pueden manifestar libremente, para ellos un cordial homenaje. Así pues, el auténtico Dios es el inquilino del Vaticano y todos los que desde sus confortables despachos dictan las voluntades de ese infalible Dios..., mejor dicho, en realidad son sus propias voluntades hacia el mundo.
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(*) Nota Final:
El autor de esta publicación es "Zerimar Ilosit", fiel seguidor y colaborador de este Blog; quien amablemente me solicitó el compartir este artículo con el resto de los lectores; y al no estar en contra de la filosofía del Blog, es un honor para mí el poder publicarlo. El mismo "Zerimar" se encargará de responder las dudas de los lectores a través de los comentarios.
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¡Claro, existieron muchos!
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Top 10 “Metidas de Pata” de la Biblia.
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Top 10 Características Indeseables de Dios.
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"Yo no creo en nada. Para mí la fe es algo tan odioso como lo es pecado para los creyentes. El que sabe, no puede creer. El que cree, no puede saber. El término "fe ciega" es una redundancia, pues la fe es siempre ciega"
Ernest Bornemann