lunes, 30 de marzo de 2020

La Virgen de Guadalupe y el indiecito Juan Diego





Nota Inicial:
La presente publicación fue escrita y elaborada por un colaborador y amable lector de este Blog. Este artículo NO fue escrito por el habitual escritor y responsable de este sitio Noé Molina. (*)

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En sucesivas contribuciones iremos presentando los argumentos que, a nuestro juicio, desenmascaran pretendidos hechos, aseveraciones y creencias impuestos por la Iglesia Católica (y también otras Iglesias cristianas y otras religiones) para convencer a sus fieles de la realidad de su Dios, su infinita bondad y la prometida salvación de su rebaño. Amigo creyente, le invito a meditar estas líneas y, si tiene argumentos para rebatirlas, le pido por favor que me los haga llegar. Será un placer intercambiar con usted nuestras diferentes opiniones.

Las contribuciones están en el siguiente orden:



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Desmitificando mitos
(XI)

La Virgen de Guadalupe 
y el indiecito Juan Diego



La historia oficial

Entre las apariciones de María, la tradición católica destaca en América Latina la de la Virgen de Guadalupe, aparecida en México en 1531 al indio Juan Diego, en el cerro de Tepeyac, y devenida patrona de ese país. La aparecida le pidió al indio que fuera donde el obispo y le pidiera construir una iglesia en ese lugar con el fin de que desde allí ella protegiera a los indígenas. Para convencer al prelado, la Virgen mandó a Juan Diego a cortar rosas y otras flores (todas fuera de estación ya que era invierno) para llevárselas al obispo y cuando se las entregó, María plasmó milagrosamente su imagen en la tilma (o poncho) del muchacho, que él desplegó frente a los presentes. Es una María morena, con rasgos mestizos. A finales del año de la aparición, la tilma fue guardada en una capilla, llamada Hermitage, construida al pié de la colina de Tepeyac. La imagen quedó allí hasta 1622, cuando comenzó en el lugar la construcción de una gran Basílica, y fue trasladada provisoriamente a otra iglesia. En 1709, cuando se terminó la obra, la tilma fue ubicada sobre su gran altar. Con el tiempo hubo que reformar la histórica Basílica, y en 1976 el nuevo santuario, la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, recibió finalmente la tilma con la imagen, que hoy puede verse en lo alto detrás del altar principal, bajo vidrio.

El fenómeno fue investigado en 1980 por Jody Brant Smith (Profesor Asistente de filosofía y religión en el Pensacola Junior College, Florida) y Philip Serna Callahan (entomólogo y biofísico de la Universidad de Florida), asociados a un centro católico de estudios marianos y miembros de uno de los muchos equipos de la NASA (el primero también investigador de la Sábana Santa). Los resultados aparecieron publicados en por lo menos dos obras: Callahan P.S. and J. Brant Smith, The Virgin of Guadalupe: An Infrared Study, Washington D.C., Center for Applied Research in the Apostolate (CARA), 1981, y Callahan P.S., The Tilma Under Infra-Red Radiation: An Infrared and Artistic Analysis of the Image of the Virgin Mary in the Basilica of Guadalupe, CARA Studies on Popular Devotion, Vol. II: Guadalupan Studies, No. 3, Washington, D.C., CARA, 1981. En una comunicación posterior, Henderson y Gordon (The Apparition of Our Lady of Guadalupe: The Image, The Origin of the Pilgrimage, Marian Studies Vol 34, Article 13 1983) resumen los resultados presentados en la segunda de las obras (que es ilocalizable actualmente), cuya síntesis transcribo aquí.

Dr. Callahan sumariza las conclusiones de su estudio de las fotografías infrarrojas:

1. La figura original, incluyendo la túnica rosada, el manto azul, las manos y la cara, es inexplicable. A partir de un estudio infrarrojo no hay forma de explicar el tipo de pigmentos de color utilizados ni la permanencia de la luminosidad y el brillo de los colores a lo largo de los siglos. Es remarcable que el tiempo no haya deslucido o craquelado la figura original en ningún punto de la tilma

2. Tiempo después de la formación de la figura original, tal vez en el mismo siglo 16, la luna y los flecos fueron agregados por manos humanas, probablemente por alguna razón simbólica.

3. Tiempo después las líneas decorativas doradas y negras, el ángel, los pliegues aztecas de la túnica, los rayos del sol, las estrellas y el fondo fueron pintados, probablemente en el siglo 17. La tilma fue por primera vez enteramente cubierta con pintura.

En definitiva los resultados de Smith y Callahan apuntan a que la imagen de la virgen procede de un milagro y todos los demás elementos son pinturas humanas posteriores. A partir de ese momento, los devotos de Guadalupe afirman que lo que quedó impreso en la tela es una “foto” de María. Pero el prodigio sería aún mayor: en la pupila de la virgen habría quedado a su vez impresa la “imagen” del propio Juan Diego. Algunos hasta afirman que el dibujo de la tela tiene temperatura corporal, que ha sido medida con termómetro, y que te sigue con la mirada, lo que indicaría que es la propia María la que permanece viva en esa tela. Todo lo relacionado con esta aparición ha creado un verdadero fanatismo en México, aunque nunca ha dejado de ser objeto de debate. La veneración de esta Virgen es uno de los pilares de la "mexicanidad" y su culto, un ejemplo de fusión de religiosidad y nacionalismo. Se podría decir irónicamente que en México "hasta los ateos son guadalupanos". Se estima que actualmente más de veinte millones de personas entran cada año en la Basílica de Santa María de Guadalupe, con lo que sería el santuario más visitado de la cristiandad. Juan Diego fue beatificado en 1990 y canonizado en 2002, en ambos casos por Juan Pablo II.


La existencia histórica de Juan Diego y la realidad del milagro

Existen muchos críticos cuyos argumentos apuntan a la falsedad de este mito. No sólo cuestionan las apariciones, sino que ponen en duda la existencia histórica del indio Juan Diego. Desde un comienzo, incluso sacerdotes católicos intentaron desenmascarar este fraude. Ya en 1556 el fraile franciscano Francisco de Bustamante desacreditó los orígenes sagrados de la imagen, diciendo en un sermón que "esa devoción es gravemente perjudicial para los nativos porque les hace creer que la imagen hace milagros", y asegurando públicamente que la pintura había sido realizada por el indio Marcos Aquino, lo que le valió muy severos cuestionamientos. Y en pleno siglo XIX, el dominico mexicano Servando Teresa de Mier (1765-1827) fue excomulgado, casi linchado, encarcelado, despojado de sus libros y exiliado en España, por haber calificado a la aparición como leyenda. Incluso hoy hay controversia entre los propios eclesiásticos y dos libros (compilaciones documentales sobre los últimos años de este ríspido proceso) reflejan esta oposición que se planteó en 1996: “Juan Diego: el águila que habla”, del Cardenal Norberto Rivera (principal promotor de la canonización del indio), y “La búsqueda de Juan Diego”, del sacerdote y profesor de la Universidad Pontificia de México Manuel Olimón Nolasco (opuesto a la canonización, por carecerse de pruebas suficientes de la existencia histórica de Juan Diego, que considera "un cuento, como el de la Cenicienta"). Ambos libros fueron publicados por la editorial Plaza & Janés en 2002. El sacerdote católico historiador estadounidense Stafford Poole publicó en 2006 Las controversias guadalupanas en México donde, junto con otros expertos en la materia, desacreditó la historicidad de Juan Diego: “Es una ficción pía. De los más de cuarenta documentos que se dice que apoyan la existencia de Juan Diego, ninguno soporta una crítica histórica seria”. Un ensayo del historiador investigador mexicano Edmundo O’Gorman (1906-1995), Destierro de sombras. Luz en el origen de la imagen y culto de Nuestra Señora de Guadalupe del Tepeyac. Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1986, 306 pp., desmonta este culto mariano inventado por sacerdotes españoles unos 30 años después de terminada la conquista. O’Gorman analiza la documentación producto de estos hechos, y llega a las siguientes conclusiones:

El culto a la imagen de una Virgen (anterior a la Guadalupana) aparecida en la ermita de Tepeyac comenzó hacia 1555 ó 1556 y no en 1531 como hasta hoy se admite. Existen documentos que así lo dicen explícitamente. Es de suponer que esta veneración fue promovida por el dominico español Alonso de Montúfar (1489-1572, segundo Arzobispo de México, continuador de la tarea de su predecesor, Fray Juan de Zumárraga, en la organización de la naciente iglesia), para impulsar una forma de catolicismo tradicional y contrarreformista que tenía uno de sus pilares en el culto mariano. Casi inmediatamente, los vecinos españoles de México impusieron a esa imagen el nombre de Guadalupe, con el objeto de exorcizarla de su pasado pagano y apropiársela. La justificación tradicional la encontraron en el supuesto parecido de la imagen con la Virgen de Guadalupe de Extremadura. El relato de las apariciones de la Virgen a Juan Diego lo redactó en aquel tiempo el indio Antonio Valeriano (cf. infra). Es de considerar la conclusión de Fray Servando Teresa de Mier (cf. supra), que aunque partiendo de premisas dudosas, hizo notar que la historia de Juan Diego parecía un auto sacramental más que una narración histórica. Aquí reside la clave que permite ver el relato de Valeriano en su justa dimensión: se trata de una obra alegórica escrita para la explicación de la fe, como tantas otras que produjo la empresa franciscana.

El relato en que se basa la aparición mariana dándole el estatus de divino a la pintura de la Virgen de Guadalupe, se recoge por primera vez más de un siglo después de la supuesta aparición, en un libro en español y otro en náhuatl publicados casi simultáneamente: Imagen de la Virgen María Madre de Dios de Guadalupe, en 1648, del jesuita criollo Miguel Sánchez, y Huey tlamahuiçoltica ("El gran suceso"), en 1649, del sacerdote también criollo Luis Lasso de la Vega, que incorpora el texto hagiográfico del Nican mopohua, atribuido por la tradición al indígena Antonio Valeriano (1522-1605). Este documento es aceptado y respaldado por la Iglesia católica. Algunos autores sostienen que el libro de Lasso de la Vega es simplemente la traducción al náhuatl del de Sánchez. Por otra parte, este último autor afirma en su prólogo que "busqué papeles y escritos tocantes a la santa imagen y su milagro: no los hallé". El Nican mopohua es el relato de lo que Juan Diego contó a Valeriano, un indio educado y convertido al cristianismo. Está escrito en lengua azteca, el náhuatl, y su título son simplemente las primeras dos palabras del cuento. No existe ningún relato de la Virgen de Guadalupe o Señora del Tepeyac  entre 1531 y esa fecha: 118 años de vacío durante los cuales a la pintura no se la consideró como una prueba divina, sino como una simple pintura. El Nican mopohua informa de la aparición y empieza a dar forma a la leyenda tal como hoy se conoce, diciendo entre otras cosas, que la Virgen ordenó a Juan Diego que se presentara ante el primer obispo de México, Juan de Zumárraga, para decirle que le erigieran un templo. Pero según Joaquín García Icazbalceta, el más reconocido historiador mexicano del siglo XIX (católico por añadidura!), autor del más célebre de los alegatos anti-aparicionistas, este obispo nunca documentó este hecho ni la aparición, en sus epístolas no hace ninguna alusión al milagro guadalupano. Es más, años después su propia orden desautorizaba la devoción a esta virgen por idólatra. Icazbalceta concluye negando la historia de la aparición e indicó, en un informe confidencial al Arzobispo Labastida en 1883, que nunca existió la persona llamada Juan Diego Cuauhtlatoatzin. En ese informe demostraba que la historia de la Virgen de Guadalupe surgió en 1648 de la mano del libro, citado arriba, del jesuita Miguel Sánchez, recopilando todo lo que se sabía en la época sobre este fenómeno y dándole el envión inicial a la creación del mito. En 1895 el obispo de Tamaulipas, Eduardo Sánchez Camacho, fue forzado a renunciar a su cargo por considerar que el culto guadalupano “era una mentira de la que se servía el clero para abusar de un pueblo crédulo y en su mayoría ignorante”.

 Se podría alegar que la misma imagen es prueba del milagro. Pero según dice O’Gorman, es una pintura mestiza en estilos, de técnica torpe y retocada muchas veces, que además sufre los embates del tiempo. En 1995 Guillermo Schulenburg, Abad-director de la Basílica de Guadalupe, conjuntamente con un grupo de canónigos de la Basílica, cuestionó públicamente la aparición de la Virgen, en declaraciones para la revista católica mexicana Ixtus. Aseguró que el indio Juan Diego es "un símbolo, no una realidad", indicando que nunca hubo pruebas de su existencia (lo cual le valió ser acusado de "hereje" y "anticatólico"). Esta declaración la hizo justo cuando el Vaticano estudiaba la canonización de Juan Diego, que Schulenburg calificó de "hecho gravísimo" por comprometer al Papa. Después de estos hechos Schulenburg renunció "espontáneamente" a su cargo, que había ejercido por más de treinta años. Según publicó el diario El País de Madrid en mayo de 1996, "las palabras del Abad se inscriben en una polémica que existe ya desde el siglo XVI entre los antiaparicionistas (fundamentalmente franciscanos, que tachaban el culto guadalupano de idolatría) y los aparicionistas, encabezados por los jesuitas, abiertos a un sincretismo religioso que nace en el fervor del pueblo y se entremezcla con el nacionalismo criollo, que haría finalmente de la Virgen de Guadalupe el símbolo de la lucha de México por independizarse de España". Cabe señalar que, ante la postura de Schulenburg, el Vaticano ordenó una investigación, de resultas de la cual consideró "probada" la existencia real de Juan Diego1.


La imagen y la tela

Del estudio de la imagen y de la tela en que está impresa surgen las mayores críticas a la veracidad de la aparición. En dos ocasiones, 1947 y 1973, la pintura de la Virgen fue restaurada por José Antonio Flores Gómez. No le quedó duda: se trataba de la obra de un artista, no el producto de un milagro. A sus 78 años de edad, rompe un silencio de décadas en las que no quiso dar a conocer su trabajo. En una entrevista periodística (“Un restaurador de la guadalupana expone detalles técnicos que desmitifican la imagen”, del periodista Rodrigo Vera, publicada en el semanario mexicano El Proceso, nº 1343) el restaurador cuenta que en 1947 el entonces Abad de la Basílica de Guadalupe lo contactó discretamente para que restaurara la imagen:

Una restauración implica pintar las partes dañadas, no toda la imagen, porque eso es ya una repintada, que es otra cosa. De manera que le metí mano a una parte de la túnica. Pero no a las estrellas estampadas en ella porque ya estaban repintadas... Usé pinturas de agua. Era obligado. Tenía que ser de las disueltas en agua y no en aceite porque son de las que se usaron originalmente. De ahí que se hayan desprendido tan fácilmente... Con las estrellas pasa una cosa curiosa: si uno observa estas fotos tomadas en distinta época, el número de picos en algunas estrellas no coincide. De pronto, por ejemplo, esta estrella aquí tiene cinco picos, pero acá ya aparece con seis. ¿Qué significa esto? Pues que les han quitado o agregado picos durante las distintas restauraciones... Antes de mí, otros restauradores ya le habían dado retoques a la imagen. Eso lo noté desde la primera vez que intervine. Y estoy seguro de que otros intervinieron después de mí... También tomé fotografías a la imagen, pero las personas de la Basílica me pidieron los rollos... y tuve que entregarlos".

En 1973 fue solicitado nuevamente, esta vez por el Abad Schulenburg:

"De entrada, Schulenburg me sorprendió cuando me dijo con naturalidad que la pintura era ‘una obra humana’ y quería que no sufriera más ‘alteraciones’, así llamaba él a los retoques. No creía en el milagro. Eso sí, era muy respetuoso de la devoción popular. Y me contrató solo para que reentelara y le diera una limpieza al lienzo... Descubrí que la tela no es de ixtle, como se dice, pues el ixtle tiene una trama muy tosca, muy rústica, con un cordel muy grueso. En cambio, la imagen Guadalupana está pintada sobre una trama muy fina, como la que se saca del algodón... Los restauradores que han intervenido lo han hecho con exagerada discreción. Nunca lo han querido confesar. Yo mismo me obligué a callar, por seguridad... Se siente temor pues nacimos en un medio en el que todas las familias son guadalupanas y la mayoría cree en el milagro, entre ellas la mía".

Nueve años después, en 1982, el mismo Abad Schulenburg pidió otro estudio al restaurador de arte José Sol Rosales, ex-director del Centro Nacional de Registro y Conservación para Obra Mueble, del INBA (Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura). El experto examinó la imagen con estereomicroscopía e informó:

 "La imagen está pintada sobre una tela de lino y cáñamo... Tradicionalmente se ha dicho que esta obra está ejecutada sobre el lienzo desnudo; esto es totalmente falso, pues es evidente al examen ocular la presencia de una preparación de color blanco, de un grosor que podría considerarse medio y aplicada irregularmente... La pintura es ejecutada usando diversas variantes de la técnica modernamente conocida como temple; una de ellas, la usada en manto y ropaje, fue empleada en el siglo XVI con el nombre de aguazo, deriva de las técnicas en la pintura de las llamadas sargas y presupone el realizar la pintura sobre el lienzo humedecido ligeramente para facilitar la fijación del color... El negro seguramente es un negro de humo usado tradicionalmente en todas las épocas... El blanco es, con toda seguridad, sulfato de calcio... Los pigmentos azul y verde son, con mucha probabilidad, óxidos básicos de cobre... Las tierras son óxidos de hierro... Como pigmentos rojos, además del óxido de hierro rojo, se usaba el bermellón, compuesto de azufre y mercurio, y el carmín de la cochinilla mexicana... Con un examen ocular, auxiliado de luz rasante y con luces ultravioletas, se detectan diversas áreas de repintes en zonas importantes... También se detectan repintes en el fondo, manto y a lo largo de la unión de los lienzos” (“Manos humanas pintaron la guadalupana”, Rodrigo Vera, El Proceso, nº 1332).

En conclusión, la imagen había sido realizada con materiales y métodos coincidentes con los de un trabajo humano del siglo XVI. El contenido de este informe fue enviado al Vaticano, pero según relata en una de sus cartas el propio Schulenburg:

... y nos dimos perfecta cuenta de que reunía todas las características de una pintura hecha por mano humana, con el deterioro propio de la antigüedad de la imagen misma. Dicho examen crítico lo enviamos a esa sede apostólica como un signo de honestidad y de amor a la verdad. El consultor histórico del Vaticano ni siquiera mandó analizar la imagen de la guadalupana para comprobar que, efectivamente, fue hecha por un pintor del siglo XVI y no producto de un milagro” (“El análisis que ocultó el Vaticano”, Rodrigo Vera, El Proceso nº 1333).

El mencionado Cardenal Rivera, Arzobispo de México y, por supuesto, pro-aparicionista, encargó en 1999 a Leoncio Garza-Valdés, especialista en arqueomicrobiología, Profesor e investigador de la Universidad de San Antonio, Texas (que había trabajado previamente en el Sudario de Turín), un estudio acerca de la factura de la tilma donde está impresa la imagen de la virgen. El experto publicó los resultados en su libro Tepeyac, 5 siglos de engaño, Ed. Plaza & Janés, México 2002. Inspeccionando las fotografías que tomó de la toga con filtros especiales que sólo dejan pasar radiaciones electromagnéticas de entre 250 y 400 milimicras, que es el espectro del ultravioleta, el técnico encontró tres imágenes superpuestas. La primera, la más antigua, aparenta ser copia del altorrelieve de madera, de 1498, de la Virgen de Guadalupe que se encuentra en el coro del Monasterio de Nuestra Señora, en Extremadura (España), con un bebe en sus brazos. Existen documentos del siglo XVI, cuando esta virgen aún no se había cubierto con la segunda, que hablan sobre las similitudes entre las dos vírgenes. El franciscano Domingo Guadalupe Díaz y Díaz también indica que en esa Virgen de Extremadura se inspiró Aquino para pintar la primer Guadalupana. La imagen antigua es muy distinta de la actual: se observa la presencia de un niño desnudo en sus brazos y no tiene manto sobre su cabello. La segunda sería la misma Virgen de Extremadura pero con rasgos indígenas, encontrándose desplazada 15 centímetros hacia la derecha de la imagen actual. La tercera es la Virgen de Guadalupe del Tepeyac tal como se conoce hoy día. Junto con la primera, encontró las iniciales M.A. (seguramente del pintor indígena Marcos Aquino quien, según el libro "Pintura colonial en México" del maestro Manuel Toussaint, había pintado esa Guadalupana a instancias del Arzobispo Alonso de Montúfar) y la fecha de 1556. La segunda imagen, fue datada en el siglo XVII, al igual que la actual. Estas dos últimas fueron probablemente pintadas por el artista Juan de Arrue. En el Archivo General de la Nación, un documento de 1625 testifica que se le pagó a este artista por haber pintado la segunda imagen. Se cree que también pintó la actual. Al igual que la primera, la segunda imagen se cubrió con una capa de pintura blanca para poder después hacer la tercera. Las referencias completas y detalladas de todos estos descubrimientos figuran en la entrevista “La guadalupana: tres imágenes en una”, de Rodrigo Vera, en El Proceso, nº 1334. Al final de esa entrevista, Garza-Valdés expresó:

 "Realmente Juan Diego no existió. Lo prueban las tres Vírgenes pintadas que encontré... La mayoría de los aparicionistas son gente muy noble y muy honesta. Ellos dicen lo que creen, de modo que no están mintiendo. Pero, a lo largo de generaciones, han estado viviendo en el autoengaño... El problema surgió al querer canonizar a una persona que no existió".

Es comprensible que esas palabras y los resultados de la investigación no hayan sido del gusto de las autoridades eclesiásticas por lo que, según relató el experto, el Cardenal Rivera no le permitió nuevos análisis del lienzo de Tepeyac. Interrogado sobre por qué el restaurador Sol Rosales (cf. supra) no había descrito las tres imágenes, respondió que era imposible que lo hiciese ya que no disponía todavía de los filtros adecuados para las fotografías. Pero comprobó, como Rosales, que el lienzo pintado es de cáñamo y no de fibras de maguey. Incluso los estudios de Smith y Callahan (cf. supra), pro-aparicionistas, mostraron que la tilma había sido repintada y retocada en varias ocasiones reportando, como vimos, que se añadieron el ángel, la luna, los bordes dorados del manto, los rayos solares, los adornos de la túnica, las estrellas... y se suprimió una corona dorada.


El tema de la corona desaparecida de la guadalupana

En el propio Nican Mopohua se dice, describiendo la imagen: Su cabeza se inclina hacia la derecha; y encima sobre su velo, está una corona de oro, de figuras ahusadas hacia arriba y anchas hacia abajo. Basta con observar copias antiguas de la imagen y compararlas con el original actual para ver que, efectivamente, la Virgen aparecía coronada y hoy no. Si el lector observa en la web cualquier imagen de la actual Virgen, notará que la parte superior de la cabeza termina anormalmente en forma casi plana, lo cual marca el límite de la corona que fue eliminada. ¿Por qué la Virgen de Guadalupe tenía inicialmente una corona? Según los entendidos, la razón es que está inspirada en la Virgen de Extremadura, España, donde está la estatua en la que se inspiraría la pintura, muy anterior a 1531, y está coronada (aunque no hay datos históricos lo bastante fidedignos como para afirmar o negar la influencia de la virgen tallada). La supresión de la corona se produjo aparentemente en 1887. Leemos en 
https://www.escepticos. es/webanterior/articulos/guadalupe.html:


En enero de 1887 se comenzó a hablar de la coronación de la Guadalupana. Parte del clero de la Basílica se opuso a esta pretensión porque si la imagen “divina” ya lo estaba ¿qué necesidad había de que fuera coronada por los hombres? En junio de este mismo año cuando se procedía a efectuar unas fotografías de la imagen se descubrió que la corona había desaparecido. Según confesó en su lecho de muerte el pintor Rafael Aguirre, el autor de la eliminación fue su maestro, José Salomé Pina por encargo del clero que deseaba se celebrara la coronación de la Virgen. Una vez suprimido el obstáculo, el 12 de octubre de 1895 se procedió a la ceremonia con el visto bueno del Papa León XIII.

El promotor de la adulteración de la imagen y de su posterior coronación fue Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos, Arzobispo de la Ciudad de México, en un intento de asociar a la Virgen de Guadalupe con el movimiento clerical y conservador, por oposición a los movimientos políticos liberales de la época. Así, la principal causa de estos hechos fue una cuestión política entre el clero y los diferentes gobiernos que atentaban contra los intereses de la Iglesia en el siglo XIX. También se piensa, entre otras razones para su supresión, que una corona a la usanza europea en una aparición a indígenas no parecía muy creíble. Para explicar al pueblo la desaparición de la corona el Arzobispo aseguró que "milagrosamente había desaparecido la corona de la virgen", lo que demostraba que ella pedía una nueva coronación. La ceremonia consistió en la colocación de una corona de plata de 62 centímetros de alto por 59 de circunferencia, sobre el cuadro que contiene la tilma, suspendiéndola de un soporte especial. Sean cuales sean los entretelones de esta historia, lo que quedó bien claro es que la corona inicial no era una impronta milagrosa, sino que estaba pintada y se la pudo eliminar raspando, para luego retocar el área con técnicas convencionales.


El tema de la tela donde está impresa la imagen de la guadalupana

Una primera crítica muy atendible es la del tamaño de la tilma. La manta mide 1,7 metros de alto por 1 metro de ancho. Considerando que se coloca sobre los hombros, Juan Diego debería medir más de 2 metros para que no la pisara al caminar, cosa absolutamente inverosímil para un indígena mexicano. Los fieles guadalupanos creen que la tilma milagrosa está hecha de maguey (planta empleada en la fabricación de fibras textiles). El primer estudio de la tela se remonta al año 1666, por algunos pintores de aquel tiempo. Comunicaron que la pintura no tenía una preparación de fondo y por lo tanto era imposible que la imagen hubiera sido pintada al óleo o al temple. Además, el maguey es un material extremadamente deteriorable y no hubiera durado casi intacto 135 años hasta ese momento y menos 500 años hasta hoy. Pero según hemos visto más arriba, los restauradores Rosales y Flores Gómez y el microbiólogo Garza-Valdés comprobaron que la tela sobre la que fue pintada la imagen es de cáñamo y lino, no de fibras de maguey, a pesar que en 1946 el Instituto de Biología de la Universidad Nacional de México afirmaba que las fibras de la tilma pertenecían a un maguey.


El tema de las estrellas del manto

Según sostienen los pro-aparicionistas, las estrellas pintadas en el manto reproducirían las constelaciones en el cielo la mañana del solsticio de invierno de 1931, día de la aparición, representando las 46 estrellas más brillantes del Valle de México. Esta idea fue difundida por la obra La Virgen de Guadalupe y las Estrellas (Dr. Juan Homero Hernández, Pbro. Mario Rojas, Mons. Enrique Salazar, Centro de Estudios Guadalupanos, 1995), reproducida actualmente en forma parcial por la página Radio Cristiandad: La Voz de la Tradición Católica (https://radiocristiandad.wordpress.com/ 007/07/14/verdadero-y-diario-milagro-las-estrellas-del-manto-de-la-santisima-virgen-de-guadalupe/). Nótese la filiación ultra-católica de los autores, del Centro que publicó la obra y de la página web actual, cosa que ya nos pone sobreaviso. Pero esta fantasía se desmonta muy fácilmente. En primer lugar, muchos estudios previos, incluso el de Callahan (cf. supra), tanto a favor como en contra del milagro, coinciden en que las estrellas son una adición humana. Han sido pintadas, repintadas y modificadas por manos de restauradores y pintores. En segundo lugar, el argumento escéptico más lógico en contra de este fenómeno es la posibilidad de ajustar virtualmente la disposición de las estrellas en el manto a cualquier grupo de estrellas en el cielo. Hago mías las palabras que leí en algún blog: "Esto es descabellado. Una persona con mucho tiempo, imaginación, un modelo a encontrar y un marcador, puede unir los puntos de un cuadro hasta reproducir lo que busca".


El tema de las imágenes humanas en los ojos de la guadalupana

En un primer momento se habló de la imagen de un hombre con barba reflejada en el ojo derecho de la Virgen. Alfonso Marcué, quien era el fotógrafo oficial de la antigua Basílica de Guadalupe, fue el primero en observarlo en 1929, examinando fotografías. Pero esta observación fue hecha luego de una restauración poco afortunada del rostro y los ojos de la imagen, ya que esa figura no existe en las fotografías tomadas en 1923 por Manuel Ramos. Más recientemente, y aprovechando nuevas tecnologías, se habla de "trece figuras en los ojos de la virgen". A los efectos de respetar la secuencia lógica de este escrito, profundizo en este punto más adelante, cuando trate de las argumentaciones pro-aparicionistas.


El atentado de 1921

El 14 de noviembre de 1921, como prolegómeno de la llamada guerra cristera (conflicto armado de México entre 1926 y 1929, oponiendo al Gobierno contra milicias de laicos, presbíteros y religiosos católicos que resistían la aplicación de la llamada Ley de Calles, que proponía limitar y controlar el culto católico en la nación), ocurrió un atentado en la Antigua Basílica de Guadalupe, con la finalidad de destruir la imagen de la Virgen. Una bomba oculta dentro de un arreglo floral estalló en el altar mayor, pero al cuadro no le pasó nada. Un crucifijo de latón (que se conserva y es venerado) se dobló, por lo que muchos indicaron que fue un "milagro" que evitó que le pasara algo a la imagen. No se ha aportado ninguna explicación del fenómeno aunque nadie se ha molestado hasta hoy en estudiarlo. Ceslao Front, periodista y convencido católico, dice en su blog:

Sin tratar de restar un solo gramo de fe a cuantos creen en la Señora de Guadalupe pienso, no obstante, que es preciso afinar mucho en este tipo de acontecimientos antes de echar al vuelo las campanas del milagro. Para ello habría que haber efectuado un minucioso estudio de la explosión: dirección de la onda expansiva, naturaleza y tipo del explosivo, posibles obstáculos que encontró la dinamita en su estallido y que quizá preservaron el cristal y a la imagen, etc. Todo ello, insisto, con un desapasionado análisis, nos proporcionaría una idea más precisa de lo que sucedió en el interior de la basílica en 1921. Durante mi vida profesional, como reportero en cuatro periódicos españoles, he asistido a infinidad de explosiones, atentados, accidentes en fábricas de explosivos, etcétera, y puedo dar fe de que, en ocasiones, tanto personas como objetos que se encontraban muy cerca de las detonaciones apenas si han sufrido daños e, incluso, salido totalmente ilesos. Quiero decir con esto que en una explosión, por muy potente que ésta sea, a veces coinciden o confluyen circunstancias que le dan al suceso un aparente carácter «milagroso» pero que, desde el punto vista técnico y científico, tiene una explicación lógica y racional.


Sobre la prelación cronológica de la Virgen de Guadalupe de Extremadura

Sobre este punto reproduzco aquí las ideas presentadas en la tesis doctoral de Sergio Asunción Salmeán2:

Si bien no es segura la influencia pictórica de la virgen extremeña, numerosos autores concuerdan en que el relato de la aparición de la guadalupana tiene muchos puntos en común con el de la aparición de aquélla. La devoción a la Virgen de Extremadura, que profesaban buena parte de los conquistadores, puede haber servido como canal histórico de transmisión. Las narrativas de origen europeo asociadas a imágenes sagradas eran apropiadas para un caso como el de Tepeyac, donde existía un centro de peregrinación previo. La prelación cronológica de las apariciones españolas y sus características generales, sumada a las semejanzas de las narrativas observadas y a la hegemonía comunicativa católica en la época de la conquista, demuestran una clara influencia de los relatos de las apariciones peninsulares en la construcción de la narrativa guadalupana. La mayoría de los análisis históricos y antropológicos reconocen la relación causal entre ambas devociones. La revista Proceso publicó en 2003 un artículo de Martínez y Vera "Las Guadalupanas: la mexicana, hija de la española", en el que defendía la subordinación causal de la advocación mexicana, al tiempo que insinuaba su carácter profano: "La Guadalupe de México se inspiró en la de España, y las apariciones al indio Juan Diego solo son una preciosa narración a la que la Iglesia católica mexicana habría concedido carácter histórico".

Un sincretismo muy conveniente

Ni la conquista ni la evangelización españolas se plantearon desde la nada, sino que se asentaron sobre estructuras físicas y organizativas previas para establecerse. Un hecho histórico muy significativo es que, desde la época prehispánica, el Tepeyac había sido un centro de devoción religiosa para los habitantes del Valle de México. Allí se encontraba el santuario de la diosa azteca conocida como Toci o Tonantzin (el nombre en realidad engloba a varias deidades, todas femeninas con otros nombres y con distintos atributos y capacidades mitológicas). El templo de Toci fue destruido completamente como resultado de la Conquista. Los franciscanos decidieron mantener en el lugar una pequeña ermita. Esta decisión ocurrió en el marco de una intensa campaña de destrucción de las imágenes de los dioses locales, a los que se veía como una amenaza para la cristianización de los indígenas. Por añadidura, en 1555, la ermita fue remodelada y en ella empezó convenientemente a "aparecer" la imagen mariana, como testimonian los Diarios de San Juan Bautista, que sitúan esa aparición en 1555, y los Anales de México y sus alrededores, que la ubica en 1556. El objetivo era sustituir entre los indígenas el culto a la diosa Tonantzin por el de la Virgen María y Juan Diego sería el mediador ideal entre la nueva divinidad foránea y los indígenas. “Moisés baja del Sinaí con las Tablas de la Ley; Juan Diego, del Tepeyac con las flores”, apunta el historiador David Brading, ex-Director del Centro de Estudios Latinoamericanos de Cambridge. Dice el religioso franciscano Fray Bernardino de Sahagún (1499-1590), en su trabajo Historia general de las cosas de la Nueva España (1576, Libro XI):


"Cerca de los montes hay tres o cuatro lugares donde solían hacer muy solemnes sacrificios, y que venían a ellos de muy lejanas tierras. En este lugar tenían un templo dedicado a la madre de los dioses que llamaban Tonantzin. Era grande el concurso de gente en estos días; y todos decían «vamos a la fiesta de Tonantzin»; y ahora que está allí edificada la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, también la llaman Tonantzin".

La constatación de Sahagún del culto en Tepeyac parece sugerida por su preocupación por una aplicación sincretista del nombre nativo Tonantzin a la Virgen María. Y fue muy claro cuando en 1570 se refiriera a la devoción guadalupana como una “invención satánica para paliar la idolatría". Historiadores recientes (Gruzinski, 2012) reconocen este sincretismo entre la Virgen de Guadalupe y la deidad mexicana Toci, que proporcionó una forma con la que los conquistadores ganaron el apoyo de la población indígena de México. Según este autor, el lienzo de Guadalupe podría haber sido encomendado a una manufactura indígena, respondiendo a las directivas del Concilio de Trento (1545 a 1563), por las que "se debía promover y conservar el culto a las imágenes de Cristo, la Virgen y todos los santos". Sincretismo. Dicho de otra forma, el cristianismo se aprovechó de peregrinajes y adoraciones locales sustituyéndolas por las de la Virgen, de modo de no violentar mucho los hábitos místicos de la población indígena, obtener su adhesión e irles cambiando paulatinamente sus devociones. Este procedimiento ya había dado sus frutos con el Camino a Santiago de Compostela, cristianización de las antiguas peregrinaciones de origen prerromano al Ara Solis, en el Finisterre hispánico, que los nativos recorrían para adorar al sol (más detalles en mi texto "El Apóstol Santiago, la Virgen del Pilar y la peregrinación a Compostela").


¿Y que pasa con las pruebas a favor del milagro?

Se argumenta que el científico austríaco Richard Kuhn, premio Nobel de Química en 1938, a pedido del obispo de la Ciudad de México, estudió en 1936 dos hebras procedentes del tejido original de la tilma, provistas por el Abad de la basílica, que llegaron al químico luego de varios pasamanos. Su conclusión fue que en los dos hilos entregados no había restos de colorantes vegetales, animales ni minerales, es decir, que no habían sido pintados por ninguna técnica existente en el siglo XVI. Por desgracia, no existe ningún estudio disponible actualmente que constate que Kuhn haya participado en una investigación sobre la Virgen de Guadalupe. Por tanto, no se conoce ningún protocolo que controlara la recogida de las muestras y solo se citan las conclusiones pero no la metodología del experimento: ¿se usaron reactivos químicos? ¿cuales? ¿hubo microscopía o espectrografía? Hoy se sabe que los restos de determinados pigmentos sólo aparecen con el uso de técnicas muy avanzadas. La Iglesia católica no permitió estudios posteriores de las fibras con moderna tecnología.

Y comprobemos hasta donde pueden llegar las tergiversaciones de los fanáticos fundamentalistas. Dice la página ultracatólica "asociaciónfatima.org.ar" (integrante del núcleo más "duro" de los aparicionistas), como argumento para apoyar la veracidad de las opiniones de Kuhn, que "él no era católico, sino de origen judío, lo que excluye cualquier predisposición religiosa". Sin embargo, cuando vamos a su biografía presentada en Wikipedia y otras páginas web leemos: "Químico alemán de origen austríaco, Kuhn colaboró con oficiales nazis de alto rango, representando a los químicos alemanes y denunciando a sus colegas judíos en 1936". Y si hubiera sido judío no hubiera recibido el Premio Goethe en 1943, ni sería miembro de la Sociedad Química Alemana ni Director y miembro de la Sociedad Max Planck para el Avance de la Ciencia.

Con respecto a los estudios de Callahan y Smith, se dice que están representando a la NASA, pero no es la NASA la que estudió la tilma, fueron Callahan y Smith. De Jody Brant Smith, cuyo único libro publicado fue The Image of Guadalupe: Myth Or Miracle?, Ed. Doubleday, 1983, 173 pp, digitalizado en 2008, no se puede decir que sea un investigador sin una clara influencia religiosa, pues no es un físico, ni un químico, es profesor de filosofía y religión. Es uno de los miembros fundadores del Image of Guadalupe Research Project, que fue "involuntariamente disuelto" en 1985. Una búsqueda reciente por internet no da más detalles sobre él ni sobre su vinculación con el Pensacola State College. Este autor no tiene créditos ni profesionales ni académicos que lo califiquen como investigador, ya sea en antropología o en historia del arte, ni en ninguna otra ciencia más allá de la filosofía. Pero sí está vinculado a centros de estudios guadalupanos. Leemos en una crítica literaria publicada 2018 en amazon.com (no tengo referencias del autor, pero la empresa es seria y cuida su negocio):

El libro es una exasperante mescolanza de fechas y eventos históricos; selección antojadiza de citaciones y datos históricos (frecuentemente sin indicar la fuente) que lo llevan a suposiciones en las que una "probable" hipótesis es colocada por encima de otra; contradicciones; interpretaciones equivocadas; ilusiones y deseos; falacias lógicas, errores y simples conjeturas sin fundamento. La obra apunta a lectores acríticos para convencerlos de justificar el esfuerzo de la colonización española para borrar el verdadero significado de Tepeyac, el lugar de veneración milenaria del principio femenino.

En el Journal of Anthropological Research (Vol 39, N° 3, 1983), en la sección Book Reviews and Notes, Ethnology, la recientemente fallecida antropóloga Dra. Marta Weigle, especializada en Arte Colonial Español, analizó el texto de Smith opinando concretamente: "Este libro es un racconto popular abreviado que no presenta ni evidencia histórica ni científica, ni los procedimientos realizados, en una forma sistemática y comprensible. Los antropólogos lo encuentran insatisfactorio". También en la mencionada página http://asociacionfatima.org.ar/la-virgen-de-guadalupe-desafio-a-la-ciencia-moderna/ leemos:

El día 7 de mayo de 1979 el Prof. Philip Serna Callahan, biofísico de la Universidad de Florida, junto con especialistas de la NASA, analizó la imagen. Deseaban verificar si la imagen es una fotografía. Resultó que no es fotografía, pues no hay impresión en el tejido. Ellos tomaron más de 40 fotografías con infrarrojos para verificar cómo es la pintura. Y constataron que la imagen no está pegada al manto, sino que está 3 décimas de milímetro separada de la tilma. Para los escépticos, otra complicación: verificaron que, al aproximar los ojos a menos de 10 cm. de la tilma, no se ve la imagen o colores de ella, sino sólo las fibras del manto.

Si nos remitimos a los resultados de Callahan presentados al comienzo de este texto, vemos que el autor no dice nada de esto. Es un invento de esa página. Si será disparate, que el propio Instituto Superior de Estudios Guadalupanos de México (cuyo objetivo es profundizar y difundir el Acontecimiento Guadalupano, en estrecha colaboración con el Vaticano y la Pontificia Academia Mariana), y del que no se puede dudar de su misión pro-milagro, lo ha desmentido afirmando que la imagen no flota, está “impresa” en la tela. También hay quienes afirman que los ojos de la María de la tilma se mueven y se dilatan. Ante esto el Padre Eduardo Chávez, Director del mencionado Instituto, dijo que tal afirmación no es verdad. Con respecto a la desaparición de los colores a menos de 10 cm, es una grotesca y pérfida mentira: no solo pueden verse los colores a menos de esa distancia, sino que pasan claramente a través del tejido de la tilma y pueden observarse en el reverso.

Permaneciendo en la misma página, se nos presenta un texto cuya autoría se atribuye Valdis Grinsteins, de cuya identidad y credenciales informo luego del texto (http://asociacionfatima.org.ar/la-virgen-de-guadalupe-desafio-a-la-ciencia-moderna/):

Para el ateo moderno, acostumbrado a dar valor sólo a lo que considera probado por la ciencia, el milagro de Guadalupe, en México, lo deja por lo menos en aprietos. ¡Pues la ciencia prueba que hubo un milagro! Los problemas para ellos comienzan con el hecho de haberse conservado el manto de Juan Diego, en el cual está impresa hasta hoy la imagen. Este tipo de manto, conocido en México como tilma, es hecho de un tejido tosco, y debería haberse deshecho hace mucho tiempo. En el siglo XVII, personas piadosas decidieron hacer una copia de la imagen, la más fidedigna posible. Tejieron una tilma idéntica, con las mismas fibras de maguey de la original. A pesar de todo el cuidado, la tilma se deshizo en quince años. El manto de Guadalupe tiene hoy 475 años, por tanto nada debería quedar de él.

En respuesta a esto remito a los testimonios presentados líneas atrás: la tilma no es de maguey, es de cáñamo y lino. El texto continúa, centrándose en los ojos de la imagen:

Alfonso Marcué, fotógrafo oficial de la antigua Basílica de Guadalupe en la ciudad de México, descubrió en 1929 lo que parecía la imagen de un hombre barbado reflejada en el ojo derecho de la Virgen.

Y para corroborar todo esto, la página nos muestra la foto de abajo a la derecha.



¿Puede concebirse algo más grotesco? Observen primero el contorno del ojo, su luminosidad y sus tonalidades, comparen luego con el ojo (cualquiera de los dos) de la imagen sobre la tela, a la izquierda. No hay ninguna similitud. ¿Será un ojo inventado? Pero lo más burdo es esa imagen de un tipo con barba y bigote (¡prolijamente recortados, como seguramente acostumbraban los indios del 1500!), que pintaron a un costado del iris. No se condice ni remotamente con las trece imágenes propuestas por Aste Tonsmann (cf. infra), y este ojo apenas tiene una pequeña aproximación y no los 2500 aumentos que necesitó Tonsmann para imaginarse las figuras. Pero además, una cuestión de lógica: ¿cómo puede el indio reflejarse en el ojo de la Virgen, cuando se encontraba detrás de ella mostrando su poncho? Y continuamos leyendo:

El científico peruano José Aste Tönsmann, ingeniero de sistemas de la Universidad de Cornell y especialista de IBM en el procesamiento digital de imágenes, enumera tres motivos por los cuales esas imágenes no pueden ser obra humana:

• primero, porque ellas no son visibles para el ojo humano, salvo la figura mayor, de un español. Nadie podría pintar siluetas tan pequeñas;
• en segundo lugar, no se consigue averiguar qué materiales fueron utilizados para formar las figuras. La imagen entera de la Virgen no está pintada, y nadie sabe cómo fue estampada en el manto de Juan Diego;
• en tercer lugar, las trece figuras se repiten en los dos ojos. Y el tamaño de cada una de ellas depende de la distancia del personaje en relación al ojo izquierdo o derecho.

Este ingeniero quedó seriamente conmovido al descubrir que, así como los ojos de la Virgen reflejan las personas delante de ella, los ojos de una de las figuras reflejadas, la del obispo Zumárraga, reflejan a su vez la figura del indio Juan Diego abriendo su tilma y mostrando la imagen de la Virgen. ¿Cuál es el tamaño de esta imagen? Un cuarto de micrón, o sea, un milímetro dividido cuatro mil veces. ¿Quién podría pintar una figura de tamaño tan microscópico? Y además, en el siglo XVI…

Hasta aquí un fragmento de lo que podemos leer en esa página. Particularmente descabellada y desacreditadora, y que ya provoca hilaridad, es la aseveración "...los ojos del obispo Zumárraga reflejan a su vez la figura del indio Juan Diego...".

¿Quién es Valdis Grinsteins? Es un activista internacional que trabaja para Tradición, Familia y Propiedad, movimiento católico tradicionalista, cuyo ideólogo y fundador fue Plinio Corrêa de Oliveira (1908-1995), político y periodista brasileño. Luego de su muerte, sus seguidores fundaron en 2006 el Instituto Plinio Corrêa de Oliveira, del que Grinsteins es colaborador ideológico y epistolar. En la página web de ese Instituto (https://ipco.org.br/) se puede leer su misión, de la que transcribo los párrafos que me parecen más ilustrativos:

O IPCO é uma associação civil criada com o intuito de mobilizar a sociedade com vistas a preservar os pilares básicos da Civilização Cristã que estão ameaçados pela Revolução anti-cristã. Pelo teor de seus estatutos, as seguintes são as finalidades do Instituto:
- Fazer conhecer, no Brasil e no Exterior, a figura ímpar de Plinio Corrêa de Oliveira e sua vida de dedicação abnegada em defesa da Civilização Cristã;
- Analisar a realidade brasileira e internacional à luz de seus ensinamentos e tomar posição pública ante os principais problemas religiosos, políticos, culturais, sociais e econômicos, em nome das concepções histórico-doutrinárias e diretrizes de ação delineadas na sua obra-mestra Revolução e Contra-Revolução;
- Dar formação à juventude em nome das verdades da Fé católica e dos princípios defendidos por Plinio Corrêa de Oliveira.

Grinsteins también colabora con la página ultracatólica https://www.tesorosdelafe.com/ y ha tenido una estrecha relación de trabajo con el Sydney Traditionalist Forum (https://sydneytrads.com/) y grupos fundamentalistas en la región de Sydney. ¿Qué imparcialidad y método científico puede tener?

Cambiemos de página. Vayamos al periódico mexicano El Debate, publicación sinaloense con más de siete décadas de historia y actualmente uno de los portales digitales más vistos de México, con su sitio web Debate.com.mx. Refiriéndose específicamente al tema que nos ocupa (https://www.debate.com.mx/mexico/El-misterio-de-las-figuras-en-los-ojos-de-la-Virgen-de-Guadalupe--20161212-0034.html) dice:

Los ojos de Guadalupe constituyen uno de los grandes enigmas para la ciencia en estos momentos. Alfonso Marcué, fotógrafo oficial de la antigua Basílica de Guadalupe en la ciudad de México, descubrió en 1929 lo que parecía la imagen de un hombre barbado reflejada en el ojo derecho de la Virgen. Luego, en 1951, José Carlos Salinas Chávez, dibujante, descubrió la misma imagen mientras observaba con una lupa una fotografía de la Virgen de Guadalupe. La vio reflejada también en el ojo izquierdo, en la misma ubicación en donde se proyectaría en un ojo vivo. En 1956 el doctor mexicano Javier Torroella Bueno hizo el primer reporte médico de los ojos de la Virgen Morena. El resultado: se cumplían, como en cualquier ojo vivo, las leyes Purkinje-Samson, es decir, hay un triple reflejo de los objetos localizados enfrente de los ojos de la Virgen y las imágenes se distorsionan por la forma curva de sus córneas. El mismo año, el oftalmólogo Rafael Torija Lavoignet, examinó los ojos de la Santa Imagen y confirmó la existencia de la silueta en los dos ojos de la Virgen, que había descrito el dibujante Salinas Chávez. A partir de 1979, el doctor en sistemas computacionales y licenciado en ingeniería civil José Aste Tönsmann, fue descubriendo el misterio que encierran los ojos de la Guadalupana. Mediante el proceso de digitalización de imágenes por computadora descubrió el reflejo de 13 personas en los ojos de la Virgen Morena, de acuerdo a las leyes de Purkinje-Samson. El pequeñísimo diámetro de las córneas (7 y 8 mm) descarta la posibilidad de pintar las figuras en sus ojos, sobre todo, si se tiene en cuenta el material tan burdo sobre el que está estampada la imagen. En el centro de ambos ojos aparece lo que se ha denominado “grupo familiar indígena”: una mujer joven de rasgos muy finos que parece mirar hacia abajo, tiene sobre su cabello una especie de tocado de trenzas o cabello entretejido con flores y sujeto a su espalda se distingue la cabeza de un bebé en un rebozo; a un nivel más bajo y a la derecha de la joven madre está un hombre con sombrero y, entre ambos, se observa una pareja de niños, hombre y mujer; otro par de figuras, esta vez de hombre y mujer maduros, se encuentra de pie atrás de la mujer joven. De acuerdo con la hipótesis del autor, las 13 figuras en conjunto nos revelan un mensaje de la Virgen María dirigido a la humanidad: ante Dios, los hombres y mujeres de todas las razas son iguales. El grupo familiar, en opinión del doctor Aste, es la figura más importantes pues está ubicada en las pupilas, lo que quiere decir que María de Guadalupe tiene a la familia en el centro de su mirada compasiva. Pudiera ser una invitación a buscar la unidad familiar para acercarse a Dios, especialmente ahora que la sociedad moderna ha devaluado tanto a la familia.

¡Vaya mensajes objetivos de este científico! ¡Vaya "lujo de detalles" para la descripción del grupo familiar, a partir de una imagen del tamaño de 4 a 5 micras, más chica que un glóbulo rojo que mide 7 micras! El artículo reproducido por este periódico, como allí mismo se dice, fue publicado originalmente en virgendeguadalupe.org.mx, una de las tantas páginas ultracatólicas (cosa que no habla muy bien de la imparcialidad y objetividad del periódico), lo cual explica el tenor claramente pro-milagro de la nota.

Otra página "imparcial" es Zenit, el mundo visto desde Roma, que se autodefine como "una agencia de información internacional sin ánimo de lucro, formada por un equipo de profesionales y voluntarios, convencidos de que la extraordinaria sabiduría del Pontífice y de la Iglesia católica, pueda alimentar la esperanza y ayudar a toda la humanidad a encontrar verdad, justicia y belleza". El 11 de enero del 2001 publicó una nota dedicada a difundir los resultados de Tonsmann (https://es.zenit.org/articles/la-ciencia-ante-el-misterio-de-los-ojos-de-guadalupe/):

La tecnología digital arroja nuevas claves de comprensión de uno de los fenómenos que la ciencia sigue sin explicar: el misterio de los ojos de la Virgen de Guadalupe. Los resultados de esta investigación fueron revelados hoy en una conferencia dictada en el Ateneo Pontificio «Regina Apostolorum» de Roma por el ingeniero peruano José Aste Tönsmann, del Centro de Estudios Guadalupanos de México. Si bien sus dimensiones son microscópicas, el iris y las pupilas de los ojos tienen impresa al menos la imagen sumamente detallada de trece personajes. Las mismas personas están presentes tanto en el ojo izquierdo como en el derecho, con diferentes proporciones. El reflejo transmitido por los ojos de la Virgen de Guadalupe es la escena en la que Juan Diego mostraba al obispo Fray Juan de Zumárraga y a los presentes en la estancia el manto con la misteriosa imagen. La técnica que ha utilizado para su estudio el ingeniero Aste Tönsmann es la del proceso digital de imágenes... mediante modernas técnicas de computación y fórmulas matemáticas, trabajando sobre fotografías. Ante todo, el científico recordó en la conferencia que nos encontramos ante una imagen «que no ha sido pintada con mano de hombre». El investigador comenzó su estudio en 1979. Agrandó los iris de los ojos de la Virgen hasta 2.500 veces superior al tamaño real y logró identificar todos los personajes impresos en los ojos. En definitiva... está impresa una especie de instantánea de lo que sucedió en el momento en que tuvo lugar el milagro. En el centro de las pupilas, además, a escala mucho más reducida, se puede ver otra «escena», totalmente independiente a la primera. Se trata de una familia indígena compuesta por una mujer, un hombre, y algunos niños. Hasta aquí llega la ciencia, fue la conclusión de Aste Tönsmann.

Además de la conferencia dictada, para la difusión de estos resultados se publicaron un libro, Los ojos de la Virgen de Guadalupe. Un estudio por computadora electrónica  (J. A. Tonsmann, Ed. Diana, 1981), y un video (que se puede ver en https://www.youtube.com/watch?v=gOVyb_DoRts). Según Amazon, el libro no es actualmente accesible. Sobre él Rodríguez Estrada dice que es "uno de los best-sellers de paja que muchos se empeñaron en hacer aparecer como profundísimo y definitivo estudio científico" (El miedo a la verdad. El poder del Estado y la Iglesia sobre el individuo, Ed. Pax, México, 1999). En cuanto al video, más allá que el lector pueda ilustrarse mirándolo, vale la pena mostrar aquí lo que allí se dice que se puede ver en los ojos de la Virgen de Guadalupe. 


La imagen A muestra lo que propone Tonsmann que se ve en la imagen digitalizada ampliada de la fotografía del ojo izquierdo y en la B (tomada de J.J. Benítez, El misterio de Guadalupe. Sensacionales descubrimientos en los ojos de la virgen mexicana. Ed. Planeta, 1982) se ven las figuras resaltadas e identificadas por el científico. De izquierda a derecha:

Indígena sentado, de cuerpo entero, mirando hacia arriba en señal de atención y reverencia. Anciano español calvo, nariz prominente y recta, barba blanca, mirando hacia abajo, cuyos rasgos coinciden con los de la cara del obispo Zumárraga, tal como aparece en las pinturas de Miguel Cabrera del siglo XVIII. Junto al anciano hay un hombre joven con facciones que denotan asombro y, por la posición de sus labios, parecería dirigir la palabra al presunto obispo, haciendo pensar que se trata de su traductor, Juan González, pues el obispo no hablaba náhuatl. Sobre la izquierda, rostro de un hombre maduro, con aspecto indígena, con barba rala, nariz aguileña y labios entreabiertos, con una tilma anudada al cuello, que extiende el brazo derecho y la despliega en dirección a donde se encuentra el anciano, suponiéndose que se trata de Juan Diego enseñando su ayate. A su lado dos figuras: una mujer con rasgos de raza negra, que sería la esclava del obispo, y otro hombre español, con barba. En el centro abajo, un grupo familiar indígena.

Una precisión me parece obvia y desacredita lo expuesto: como escribí más arriba ¿cómo puede el indio y su tilma desplegada reflejarse en el ojo de la Virgen, cuando se encontraba detrás de la imagen mostrando su poncho? Por otra parte, dice Tonsmann en el video que "utilizando las imágenes con distinta deformación en los dos ojos y empleando fórmulas de trigonometría y geometría analítica, se va a poder lograr una reconstrucción tridimensional de las escenas". Pues parece que ni él ni ningún otro especialista han podido hacerlo. El "grupo familiar" fue desglosado con "lujo de detalles", como ya expliqué más arriba, junto con la explicación de Tonsmann. ¡Qué puesta en escena! Las imágenes descubiertas por el científico, "casualmente" coinciden con los relatos de los pseudo-documentos históricos que relatan los hechos acaecidos en 1531. Salvo la familia central, las otras personas serían quienes presenciaron el milagro de la aparición cuando Juan Diego desplegó su ayate. ¡La "ciencia" al servicio de la religión!

La pareidolia es un fenómeno psicológico en el que un estímulo vago y aleatorio, generalmente una imagen, es percibido erróneamente como una forma reconocible. Todos la hemos practicado cuando miramos un cielo con nubes y buscamos en ellas formas conocidas. Con un poco de imaginación, se puede atribuir formas humanas a manchones amorfos producidos por la acumulación de pintura. Quien observe las pequeñas manchas en el ojo de la Virgen de Guadalupe sin idea preconcebida, notará que realmente no se ve nada, salvo que alguien lo vaya guiando y le diga lo que debe ver. ¡Cuánta imaginación! ¡Cuánto invento! ¡Cuánto desparpajo! ¡Cuánta indecencia! ¡Cuánta mentira!
  
Parece que el ingeniero Tonsmann es, desde hace 40 años, la pieza fundamental para confirmar "científicamente" el milagro guadalupano. ¿Por qué no hay estudios más recientes realizados por investigadores independientes con la tecnología de hoy en día? Sencillamente porque las jerarquías eclesiásticas no lo permiten. Pero sí se lo han permitido a Tonsmann, tal como se informa en la entrevista que el periodista Pablo Villarrubia Mauso tuvo con él en octubre 2017 y que se puede leer en https://www. espaciomisterio.com/hechos-paranormales/enigmas-y-anomalia/el-gran-secreto-de-la-virgen-de-guadalupe_37614. Allí el científico informa que en 1989 obtuvo nuevas imágenes, cuyos análisis culminaron con la publicación El secreto de sus ojos (Ed. El Arca, 2004), en las que, por supuesto, descubrió nuevos personajes. ¿Cuál es la filiación de Tonsmann? Más allá de sus títulos, es muy significativa su pertenencia al Centro de Estudios Guadalupanos, dependiente de la UPAEP de México, cuyos objetivos presentamos a continuación (http://www.cegupaep.org/):

"Con el objeto de difundir el mensaje de Santa María de Guadalupe mediante eventos e investigación histórica y científica se crea el Centro de Estudios Guadalupanos UPAEP, para que principalmente los estudiantes universitarios y el público en general se formen dentro del culto a la Virgen. La Virgen de Guadalupe, desde su milagrosa aparición en el Tepeyac en 1531, ha estado presente como el símbolo más importante de la identidad de nuestro pueblo. Consideramos nuestro deber como mexicanos el aprecio y la vivencia del mensaje guadalupano para así contribuir a la unidad y crecimiento espiritual de México. Le pedimos a Dios que este Centro pueda contribuir de alguna manera a hacer de nuestro México un mejor país".

¿Se puede pretender imparcialidad de un Centro que, desde su creación y previo a cualquier estudio científico, declara que el milagro de Guadalupe es cierto y que su cometido es demostrarlo? Se lee claramente: "La Virgen de Guadalupe, desde su milagrosa aparición en el Tepeyac en 1531...". Estudios guadalupanos... flechados. ¿Quién puede encontrar dentro de sus páginas algún estudio que tan siquiera dude, sin negarla, de la realidad del milagro? ¿Y qué significa UPAEP? Es la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla. Lean su consagración (fragmento):

Consagración de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla a la Inmaculada Madre de Dios, la siempre Virgen María en su advocación de Santa María de Guadalupe.
Venimos hoy ante Ti, María, Madre de Dios y de la Iglesia, impulsados por las Palabras de Cristo en la Cruz: «Mujer he aquí a tu hijo»... «He aquí a tu Madre» (Cfr. Jn.19, 26-27) y confiados en que tú misma, en cumplimiento de estas palabras, nos interpelas con energía pero cariñosamente al decirnos como al bienaventurado Juan Diego: «¿No estoy yo aquí que soy tu Madre?, ¿No estás bajo mi sombra?, ¿No soy yo tu salud?, ¿No estás por ventura en mi regazo?, ¿Qué más has de menester?» (Nican Mopohua). Hoy... queremos consagrarnos totalmente a Ti, diciendo con la lengua y el corazón: soy todo tuyo María y todo lo mío es tuyo. Te entregamos nuestras personas... nuestros pensamientos, estudios, trabajos, descansos y proyectos... todos los que estamos aquí: maestros, autoridades, alumnos, miembros de la Junta de Gobierno, empleados, trabajadores y colaboradores de esta universidad queremos consagrarte esta institución confiándola a tu maternal protección y poniéndola a tu servicio. Virgen Prudentísima, condúcela según los designios de la Voluntad de tu Hijo y no según nuestros planes y débil voluntad. A Ti, María de Nazareth, confiamos la formación de todos los alumnos de esta universidad; modela su corazón y sus mentes a semejanza de tu Hijo Jesús... Reina de la Paz, da a nuestra comunidad universitaria la unidad en la Verdad y en el Amor para que, reinando en ella la Justicia y la Caridad, pueda dar testimonio de Jesucristo que es Camino, Verdad... queremos ofrecernos como instrumento que en tus manos sirva para la Evangelización de la Cultura... AMEN".

¿Qué esperaría usted de esta presentación de una Universidad? ¿Qué clase de Universidad es? ¿Investigación y docencia independiente, buscando el desarrollo del pensamiento crítico, en aras de contribuir al avance científico? ¿Una Institución terciaria que se pone "al servicio de la Virgen Prudentísima"?¿Es necesario decir algo más?

Dejé para el final de esta revisión de argumentos pro-milagro, a la "perla" de la web. Catholic.net, la página católica más influyente y respetada después de la del Vaticano, forma parte del  "núcleo duro" de los aparicionistas. En https://es.catholic.net/ op/articulos/1162/los-ojos-de-la-virgen-de-guadalupe.html#modal, se puede leer lo más insólito que se haya escrito para embaucar a la gente con este tema. Además de convalidar, por supuesto, la mayoría de las aseveraciones de páginas similares, que ya he presentado arriba y no habré de repetir, transcribo algunos fragmentos de lo más disparatado que allí se lee:

- Estudios oftalmológicos realizados a los ojos de María han detectado que al acercarles luz, la pupila se contrae, y al retirar la luz, se vuelve a dilatar, tal cual como ocurre en un ojo vivo. ¡Los ojos de María están vivos en la tilma!.

- Al tomarse la temperatura de la fibra de maguey con que está construida la tilma, se descubre que milagrosamente la misma mantiene una temperatura constante de 36.6 grados, la misma que el cuerpo de una persona viva.
- Uno de los médicos que analizó la tilma colocó su estetoscopio debajo de la cinta que María posee (señal de que está encinta) y encontró latidos que rítmicamente se repiten a 115 pulsaciones por minuto, igual que un bebé que está en el vientre materno. Es el Niño Jesús que está en el Santo Vientre de la Madre de Dios.
- No se ha descubierto ningún rastro de pintura en la tela. De hecho, al acercarse uno a menos de 10 centímetros de la imagen, sólo se ve la tela de maguey en crudo. Los colores desaparecen. No se detectan rastros de pinceladas ni de otra técnica de pintura conocida.
- Se ha hecho pasar un rayo láser en forma lateral sobre la tela, detectándose que la coloración de la misma no está ni en el anverso ni en el reverso, sino que los colores flotan a una distancia de tres décimas de milímetro sobre el tejido, sin tocarlo. Los colores flotan en el aire, sobre la superficie de la tilma.
- Varias veces, a lo largo de los siglos, los hombres han pintado agregados a la tela. Milagrosamente estos agregados han desaparecido, quedando nuevamente el diseño original, con sus colores vivos.
- Las estrellas visibles en el Manto de María responden a la exacta configuración y posición que el cielo de México presentaba en el día en que se produjo el milagro, según revelan estudios astronómicos realizados sobre la imagen.

Sin comentarios. Simplemente acotar que las propias autoridades católicas afirman que ninguno de los estudios citados tuvo lugar (declaraciones del Rvdo. P.D. Eduardo Chávez, postulador de la causa de canonización de San Juan Diego y canónigo honorario de la Basílica de Guadalupe, que se pueden leer en http://principioscatolicos. blogspot.com/2009/02/novedades-sobre-el-caso-de-la-virgen-de.html). El lado bueno de esto es que la página Catholic.net, al publicar estos embustes pierde credibilidad, por lo menos para aquellos creyentes no fanáticos capaces de razonar. Y hay muchos de ellos.


La descalificación de los resultados de Aste Tonsmann

En Humor Vítreo, un blog científico sobre óptica y optometría, un artículo de abril de 2009 deja en claro la falsedad de las imágenes en los ojos de la figura de la tilma (https://humorvitreo-optica.blogspot.com/2009/04/el-misterio-de-los-ojos-de-la-virgen-de. html):

Hay estudios, algunos científicos y otros muy antiguos, que rozan la leyenda. Es evidente que hasta que no se haga un estudio totalmente independiente no se sabrá la verdad, y esto es algo que veo muy complicado, aunque mi opinión es que ya se ha hecho ese estudio pero no ha visto la luz o se ha querido tapar, sea por la razón que sea. Por la posición de ambas imágenes (la de la cabeza del hombre calvo y la central de la familia) en teoría la imagen de la cabeza debería de ser más pequeña, menor que la de la familia. No corresponderían a imágenes de Purkinje-Sanson si se analiza de esta manera, pero que me perdonen los que aún creen en este fenómeno. Desde mi punto de vista es un caso de pareidolia.

El científico francés Georges Roque, del CNRS (Centre National de la Recherche Scientifique), en una conferencia leída en junio de 1992 en el Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México, "Reflexiones en el ojo de la Virgen" y publicada en la revista Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, 17(68), pp. 91-112, 1996 (http:// dx.doi.org/10.22201/iie.18703062e.1996.68.1770), expuso las razones que desacreditan las conclusiones de Tonsmann y del fotógrafo, el dibujante y los oftalmólogos que primero hablaron de la figura humana en el ojo de la Virgen (cf. supra, texto de El Debate). Aunque resulte un poco extenso, vale la pena detenerse en esta argumentación.

Me propongo examinar la cuestión de saber de dónde viene esta propensión que nos impulsa a descifrar en una imagen otra imagen que, a menudo, no es más que el fruto de nuestra imaginación. Sorprende, en efecto, hasta qué punto uno se puede engañar en esta materia. Regularmente leemos en la prensa artículos acerca de tales engañifas, en las cuales caen científicos de renombre. Las religiones, en particular las religiones reveladas, proporcionan un cúmulo inagotable de ocasiones propicias para tales análisis, porque su estructura misma estimula la búsqueda de lo invisible a lo cual remite su imaginería. En 1929, el fotógrafo oficial de la vieja basílica de Guadalupe, Alfonso Marcué, descubrió en una fotografía de la cabeza de la Virgen la imagen de "un hombre barbudo" en el interior de uno de los ojos. El rumor persistente de esa imagen llegó a los oídos de un dibujante, Carlos Salinas Chávez, quien, en 1951, de nuevo en una fotografía y con la ayuda de una lupa, redescubrió "algo" en los ojos de la Virgen, que identificó como un hombre barbudo. Desde entonces, un batallón de oftalmólogos desfiló frente a la santa reliquia para confirmar la presencia de ese "busto humano". Señalemos que los dos primeros descubrimientos del hombre barbudo fueron hechos a partir de fotografías y no del original, y que fue en un negativo donde se hizo el primer descubrimiento. Tenemos entonces una doble deformación, causada primero por el paso de la imagen de la Virgen a su fotografía y, después, por el cambio de escala que implica la ampliación de un detalle que en el original mide de siete a ocho milímetros. La ampliación a la que se abocó más tarde el especialista en informática José Aste Tonsmann toma aquí proporciones vertiginosas: el ojo de la Virgen fue ampliado de forma tal que se obtuvieron cuadros de 25 micras de lado (es decir que cada milímetro cuadrado del original fue transformado en 1600 cuadros) o cuadros de 6 micras de lado, y en este caso cada milímetro cuadrado se convirtió en 27.778 cuadros. Tales ampliaciones -que ya no tienen sentido si se toma en cuenta el grado de precisión de la fotografía- nos hacen caer en un mundo caótico y abstracto, el de la imagen digital, mundo surrealista en el cual es posible "ver" cualquier cantidad de cosas. Notemos, en primer lugar, que Tonsmann obtuvo esta imagen por una manipulación que no tiene nada que ver con la supuesta "objetividad" de la computadora: el fondo fue eliminado y reemplazado por un fondo negro, y las imágenes que él creía o quería ver fueron descubiertas de la manera que él mismo explica: "utilizando el cursor (pequeña cruz blanca) se dibujaron contornos blancos alrededor de los personajes presentes en el iris izquierdo". Y al comentar la imagen obtenida, añade: "Esta fotografía muestra el recorte efectuado por la computadora de las imágenes presentes en el iris izquierdo. Adicionalmente, la máquina coloreó las figuras con objeto de obtener una mejor interpretación visual". Es interesante observar cómo procede el fenómeno de identificación: una vez reconocido el personaje, se le hace parecer a su retrato. He aquí lo que explica Tonsmann a propósito de la cabeza que identifica con la del obispo: "La primera vez que vi esta imagen pensé que correspondía a una calavera, debido a todas sus facciones. Sin embargo, después de algún tiempo recordé haber visto anteriormente unas facciones parecidas, y así fue como, después de buscarlas con mucho interés, encontré la copia del cuadro de la aparición milagrosa del pintor Miguel Cabrera". Las fotografías ampliadas del ojo de la Virgen nos "hacen ver" al hombre barbudo gracias solamente al trazo que delimita la silueta, procedimiento que utilizó Tonsmann. Se ha dicho que a continuación del entusiasmo y de la obstinación de Salinas, numerosos oftalmólogos, mexicanos y extranjeros, vinieron a inspeccionar los ojos sagrados, armados de sus oftalmoscopios, para extasiarse tanto con la extraordinaria curva de la córnea, que nunca se encuentra en las pinturas -planas por esencia-, como con el brillo del ojo que no se encuentra más que en las personas. No sólo todos confirmaron que hay una silueta humana en el ojo derecho, y más debilitada en el izquierdo, sino que, equipados con sus perfeccionados instrumentos, estas eminencias descubrieron que no hay en el ojo derecho una sola imagen sino que ésta está triplicada, apareciendo una segunda vez más pequeña y una tercera vez invertida... lo que correspondería muy exactamente a un fenómeno óptico conocido con el nombre de imagen de Purkinje-Samson. Nueva confirmación del milagro de la imagen porque, como lo explican los oftalmólogos, "¿qué pintor podía conocer en 1531 el fenómeno óptico de la triple imagen de Purkinje-Samson?". Nueva confirmación para nosotros de la autorreferencialidad ya señalada: el dibujante Salinas buscaba y encontraba, en el ojo, trazos del origen misterioso de la imagen viendo dibujarse en ella la escena primitiva de la aparición virginal. ¿Y qué encuentran en su turno los oftalmólogos titulados?: el reflejo de un fenómeno óptico. Lo que demuestra que efectivamente cada uno forma una imagen a su propia imagen. Así lo dijo Salinas en una conferencia, dirigiéndose directamente a la Virgen: "Madre mía: si quieres que descubra 'algo digno de ti', que sea en donde todos nosotros los humanos lo aceptemos como cierto y verdadero, es decir, en la pupila o iris de tus ojitos, única parte de tu cuerpo que emite reflejos". Esperando la autorización para verificar de cerca y con mis propios ojos, podría avanzar otra hipótesis sobre el origen del busto, si es que está verdaderamente presente en el ojo de la Virgen.
Según el excelente análisis de Edmundo O'Gorman, la imagen fue encargada por el arzobispo Alonso de Montúfar y ejecutada por un pintor indígena llamado Marcos, alrededor de 1555, con el fin de introducirla en la iglesia del Tepeyac, donde antes de la Conquista se veneraba a Tonantzin. El papel de la sustitución habría sido, explica O'Gorman, el de hacer de esta imagen una "flor de la contrarreforma" acompañada de un milagro. Esta operación fue precisamente denunciada por los franciscanos. Como lo dijera el provincial Fray Francisco de Bustamante, en su famoso sermón en respuesta al del Arzobispo: "...y venir ahora a decirles a los naturales que una imagen pintada ayer por un indio llamado Marcos hace milagros, es sembrar gran confusión y deshacer lo bueno que se había plantado". La hipótesis que podría proponerse, entonces, en el caso de que se confirme que hay, en efecto, un busto humano en el ojo de la Virgen, es que se trataría simplemente... de un autorretrato de Marcos, valiendo como firma, puesto que, dado el carácter supuestamente sagrado de la imagen, el pintor no podía dejar huella de su actuación ni, con mayor razón, firmar directamente la obra. Desde el punto de vista puramente histórico, esta hipótesis se puede sostener, ya que existen en la historia del arte casos anteriores que ofrecen algunas similitudes.

El gran negocio guadalupano3

El imperio guadalupano está centrado en la Villa de Guadalupe, un complejo de edificios religiosos en torno al Tepeyac: la nueva Basílica, centro neurálgico donde se expone la sagrada tilma; la antigua Basílica o Templo Expiatorio a Cristo Rey, que expone en permanencia en su interior el Santísimo Sacramento para la expiación de los pecados; el Museo de la Basílica; el ex-Convento de Capuchinas; la Capilla de los Juramentos; la Parroquia de Indios, que ocupa supuestamente el lugar del santuario original; la Capilla del Pocito, que cubre el pocito o fuente donde habría surgido un manantial en el lugar donde Juan Diego entregó las flores a la Virgen; el Cerro de Tepeyac, como decorado natural; la Ofrenda, en la ladera del cerro, conjunto escultórico de bronce y piedra que representa el homenaje de los indígenas a la Virgen aparecida y, por último, el Jardín de la Ofrenda, de 15.000 metros cuadrados. Según su sitio web oficial (https://virgendeguadalupe.org.mx/), el complejo recibe cada domingo alrededor de 200.000 visitantes, cifra que lo coloca por encima de otros santuarios como Lourdes en Francia y Fátima en Portugal. Es el santuario católico más visitado del mundo y  significa una importantísima e inagotable fuente de ingresos. Cada año, el recinto guadalupano recibe cerca de 23 millones de visitantes, cifra tres veces mayor que la de la propia Basílica del Vaticano. Los fieles hacen contribuciones mediante el pago del diezmo, que se destina al Óbolo de San Pedro, la contratación de misas y otros servicios. Según datos de la Cámara de Comercio Servicios y Turismo en Pequeño de la Ciudad de México, los visitantes que acuden a la Villa el 11 y 12 de diciembre de cada año, fecha en que se conmemora la aparición de la Virgen, oscilan alrededor de 12 millones. La celebración del 2019 significó un ingreso de 1.200 millones de pesos (1000 pesos mexicanos = 40 dólares) por concepto de hospedaje, alimentación, compra de recuerdos, flores, artículos religiosos y otras menudencias, en las casi 5000 firmas comerciales y de servicios de los alrededores. Las donaciones, servicios y visitas en la Basílica y otros edificios religiosos de la Villa, generan un ingreso de cerca de 400 millones de pesos solo durante esas fechas. Los datos indicados fueron tomados de la página periodística mexicana Reporte Índigo (https://www.reporteindigo.com/indigonomics/virgen-de-guadalupe- fe-sin-fronteras-derrama-economica-feligreses/).

Guillermo Schulenburg (cf. supra), último Abad de la Basílica de Guadalupe, falleció en el 2010. Fue él quien, en medio del proceso de beatificación de Juan Diego, envió una carta a Juan Pablo II, negando la existencia del indígena. Esto generó oleadas de reacciones, impulsadas desde las oficinas de Rivera Carrera, el Arzobispo de México, no tanto por atentar contra la fe del pueblo mexicano, sino por hacer temblar las bases del gran negocio guadalupano. No es lo mismo que cualquier ciudadano cuestione la existencia de Juan Diego, a que lo haga alguien con la investidura de Abad de la Basílica. Pero la jerarquía católica no perdona y mucho menos a quienes atentan contra su principal negocio, la explotación de la fe: Schulenburg fue obligado a renunciar y condenado al ostracismo. A su entierro concurrieron solo algunos familiares y amigos.

Con su fe, millones de feligreses generan recursos multimillonarios para la Iglesia católica, sobre los cuales, recuérdese, la Institución no paga impuestos. Para los economistas, recaudadores y funcionarios del fisco es difícil realizar cálculos ciertos sobre la recaudación de esta celebración, ya que el clero esconde las cifras como si fuera un secreto de confesión. Es cada vez más común ver la imagen de la Virgen de Guadalupe caricaturizada en productos como mochilas, bolsas, ropa, tazas y todo lo imaginable, lo cual genera cuantiosos ingresos para los empresarios privados. La economía de México se ve así muy beneficiada. Como dije en otro de mis escritos, más allá de toda consideración mística ¿a quién le interesa matar a la gallina de los huevos de oro?


En definitiva

Existen centenas de páginas, notas y opiniones en la web y fuera de ella, sobre la Virgen de Guadalupe, muchas veces contradictorias aún dentro de posturas similares. Es imposible en este espacio abordarlas todas. Creo que he recopilado aquí las más representativas. Pido disculpas por algunas imprecisiones en mi texto, pero ellas reflejan las informaciones e imágenes discordantes que pululan en la web. Busquen allí y van a quedar tan desorientados como yo. Como ejemplo, en su video Tonsmann dice claramente que "aparecen doce imágenes", mientras que en otros documentos, incluso citando su propio trabajo, se dice que son trece. También se encuentran fotos del ojo de la Virgen (muchas de ellas claramente trucadas) mostrando un hombre barbudo, que no aparece en las ampliaciones de Tonsmann. Se pueden leer informaciones (y posiciones!) contradictorias sobre los resultados de Brant y Callahan, y así sucesivamente. Incluso hay disparidad en los propios textos creadores del mito: Sánchez habla de 5 apariciones mientras que Lasso de la Vega indica solo 4 (y la narrativa "oficial" incluye una aparición más en 1737, en el palacio arzobispal). Algunos análisis de la tela son mutuamente excluyentes: unos afirman que la tilma tiene pigmentos, otros que no los tiene, unos que el tinte está perfectamente conservado, otros que está algo deteriorado. Muchos otros detalles de la historia son objeto de cambios, agregados y omisiones en las distintas narraciones, lo que impide la existencia de una versión "oficial".

Es muy significativo el hecho que los "estudiosos aparicionistas" que apoyan la autenticidad de la aparición estén en su mayoría vinculados a la Iglesia, a centros católicos u organizaciones marianas o guadalupanas, en tanto que los que la niegan son independientes. Cuando se invoca a investigadores, no se encuentran sus trabajos publicados en revistas científicas serias, evaluadas por pares, y por lo general la única referencia que se da es al "Centro de Estudios Guadalupanos", actualmente denominado "Instituto Superior de Estudios Guadalupanos". Los argumentos en contra del milagro de la aparición y su impresión en la tilma son apabullantes. Los historiadores consideran en la actualidad que todo el episodio del Tepeyac es una leyenda, y tienen claro que se trató de un encargo de Alonso de Montúfar al indio Marcos Aquino. Como en muchos otros casos, la jerarquía católica ha validado este mito, mediante inventos y desinformación manipuladora, con el mismo objetivo de siempre: embaucar a los crédulos que no alcanzan ni siquiera a concebir o a sospechar que se los está engañando, para que sigan prendidos de su doctrina y sustenten el "poder religioso". Y con éste, el poder político y, en este caso especialmente, contribuyan al dominio déspota del cristianismo en el nuevo mundo. Los especialistas en conservación que han examinado la imagen de la Virgen de Guadalupe tienen claro que es una obra humana: la imagen es una pintura, realizada en un soporte de lino y cáñamo, usando las técnicas y los pigmentos conocidos en el siglo XVI. Su estado de conservación no es bueno pese a haberse realizado sucesivas restauraciones y repintes que afectaron también a la zona que supuestamente estaba libre de ellos. Diferentes restauradores indicaron que la base blanca sobre el tejido se aprecia perfectamente, lo que desmiente que la impresión haya sido sobre la tela directamente. Si realmente se hubieran coloreado las fibras mágicamente, ¿por qué los restauradores encuentran áreas blancas indicando pigmentos caídos en varias zonas de la imagen? Por otra parte, la pintura tiene zonas decoloradas, mostrando el deterioro químico natural de los componentes del pigmento con el paso del tiempo. Si la imagen fue una impresión milagrosa, no debería presentar ninguno de estos problemas. ¿El milagro de las imágenes oculares? Lo realmente milagroso sería que alguien a la busca de figuras no encontrara nada en una mancha de pintura ampliada miles de veces. Hemos presentado además el testimonio de sacerdotes católicos "disidentes", convencidos de la falsedad de la aparición y de la imagen de la tilma. Las pretensiones de "milagro" se ven así desacreditadas, cosa que no quita que podamos considerar a la imagen de la tilma como una muy buena pintura de finales del medioevo.

La Virgen de Guadalupe es un icono de la identidad de la sociedad mexicana actual y de su unidad histórica. Es necesario reconocerla como un fenómeno social, más allá de lo religioso, de indudable capacidad integradora y aglutinadora de la población, y ha tenido un relevante papel en la historia nacional mexicana. No pretendo aquí cuestionar tal impronta ni que las personas veneren imágenes, si eso es lo que creen, ni debatir sobre la idiosincrasia de la cultura mexicana. Pero sí denuncio frontalmente que la Iglesia invente falsedades para manipular a la gente.


Alberto Cirio

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1 El director de cine mexicano Gabriel Retes filmó la película "Nuevo mundo". Tal como se lee en planchas fijas al comienzo de la misma, la película "...cuestiona el mito guadalupano al presentar cómo, para someter a los indios, un sacerdote jesuita inventa la presencia de una Virgen que pide reconciliación entre conquistadores y conquistados... Es una alegoría del método utilizado por los españoles para imponer su religión y asumir con ello un completo poder político y religioso sobre los indígenas". Filmada en 1976, fue censurada por el gobierno durante 20 años. Al respecto Retes dijo:  "me invitan para Cannes con Nuevo mundo y (el gobierno) dijo que no, me invitaron a Berlín con la misma película y (el gobierno) también dijo que no". Se la puede ver, con baja calidad de imagen, en 
https://www.youtube.com/watch?v=OplC2Aekj7c

2 Para quien quiera profundizar en los aspectos devocionales, sociales, etnográficos, históricos, políticos, organizativos, bibliográficos y cualquier otro vinculado a este fenómeno, les sugiero la lectura integral de las 382 páginas de la excelente tesis doctoral de Sergio Asunción Salmeán, del Departamento de Antropolgía Social de la Universidad Complutense de Madrid, 2016, "Peregrinaciones religiosas y ciudadanía" (https://eprints.ucm.es/35534/1/T36815.pdf). La tesis trata extensamente el tema, aportando una visión neutral muy completa y documentada.

3 Eduardo Humberto del Río García fue un caricaturista y escritor mexicano que publicó, bajo el pseudónimo de Rius, más de un centenar de obras. Fuerte crítico de las doctrinas católicas, publicó una secuencia de caricaturas humorísticas titulada El gran negocio guadalupano (Ed. Grijalbo, 2000), destinada a desmitificar, con humor pero con pruebas serias, la historia de la Virgen de Guadalupe. Se puede ver en https://vdocuments.mx/rius-el-gran-negocio-guadalupano-1-de-2.html (parte 1) y en https://kupdf.net/download/el-gran-negocio-guadalupano-2_5bdd3267e2b6f53f198b8538_pdf (parte 2). El título de esta sección de mi escrito se inspiró en el de esta obra, que además de hablar del aspecto económico, abarca la totalidad de la argumentación sobre el fenómeno guadalupano. Otra obra de Rius, con excelentes comentarios de la crítica, es El mito guadalupano (Ed. Grijalba, 1996).




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(*) Nota Final:

El autor de esta publicación es "Alberto Cirio", fiel seguidor y colaborador de este Blog; quien amablemente me solicitó el compartir este artículo con el resto de los lectores; y al no estar en contra de la filosofía del Blog, es un honor para mí el poder publicarlo. El mismo "Alberto" se encargará de responder las dudas de los lectores a través de los comentarios.

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"Los seres humanos nunca hacen el mal de manera tan completa y feliz como cuando lo hacen por una convicción religiosa"

Blaise Pascal