Nota Inicial:
La presente publicación fue escrita y elaborada por un colaborador y amable lector de este Blog. Este artículo NO fue escrito por el habitual escritor y responsable de este sitio Noé Molina. (*)
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Me contaron, hace ya muchos años un chiste que viene a colación relacionado con el tal “misterio”, es decir, dogma o drama cristiano inaccesible a la razón humana y que por lo tanto es objeto de fe. Es obvio, solamente cuando el creyente suba a los etéreos dominios de los cielos sabrá de qué se trata, mientras tanto no. Decía así: Un señor por un compromiso ineludible tuvo que ir a confesarse. El cura va y le pregunta si estaba familiarizado con las sagradas escrituras, catecismo, etc. Él le responde que sí. A continuación y desconfiando de la respuesta le hace otra sobre si conoce el misterio de la Santísima Trinad. El aludido responde que ignora tal misterio. Ahí el sacerdote enojado como si le hubiesen dado una bofetada en la otra mejilla le dice: pero ¡hombre de Dios, ese es un misterio que todo el mundo conoce! El “pecador” no se hace de rogar y replica: Si todo el mundo ya lo conoce, ¿entonces donde coño está el misterio...?
Bromas a parte, siempre ha habido problemas con el concepto dogmático de la Santísima Trinidad. El creyente dogmatizado afirma que lo entiende... (?). Pero resulta ser muy difícil expresarlo con palabras debido al misticismo que encierra. Sin embargo, lo que los verdaderos creyentes no saben o no les interesan saber es que ese “misterio” fue todo mangoneado por hombres llenos de ambición y poder.
Cristo, conforme la doctrina de la iglesia es la segunda persona de la Santísima Trinidad, con el Padre siendo la primera y el Espíritu Santo la tercera. Cada una de esas divinas personas es Dios. Cristo es su propio padre y propio hijo. El Espíritu Santo no es ni padre ni hijo, pero sí ambos. De ahí el denominado 3 en 1...
El hijo fue engendrado por el padre, aunque ya existía antes de ser engendrado...; exactamente lo mismo antes y después. Jesucristo es tan viejo en relación con su padre y tan joven en relación con su hijo. El Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, pero ya era igual a ellos antes de proceder; o sea, antes de existir. Así mismo él tiene la misma edad que los otros dos. Todo eso relacionado con la edad, paso del tiempo, según el criterio Humano, resulta que es otro “misterio” el que ellos no hayan tenido principio ni fin...
Museo del Vaticano. El “Misterio Trinitario” es el dogma que probablemente más controver-sias ha suscitado, mismo en el seno de la cristiandad, porque nunca religión monoteísta, (que dice ser), ha tenido el concepto de un Dios divisible en 3 identidades distintas, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y aún así, continúa siendo uno sólo. Con eso nos quieren hacer creer que es un misterio que no se puede resolverse por raciocinio humano. ¡Pues que se lo pregunten a Constantino I por haber armado tremendo lio…!
De esta manera afirman que el Padre es Dios, que el Hijo es Dios y que el Espíritu Santo es Dios y que esos tres Dioses (o personas que acostumbran a denominarlos), hacen un solo Dios. Por lo tanto, de acuerdo con las particulares tablas aritméticas celestiales de multiplicar, uno y tres y tres veces uno es uno, y de acuerdo con la regla de substracción del cielo, si disminuimos dos de tres, sobran tres. La regla de dicción también es extraña: si sumamos dos a uno tenemos apenas uno. Cada uno es igual a sí mismo y los a otros dos. Por lo que podemos sacar en conclusión sobre las muchas religiones habidas en el correr de la historia de la Humanidad, y han sido muchas, nunca hubo y posiblemente nunca habrá algo más absurdo, idiota y abominable como es el dogma de la Santísima Trinidad.
Los cristianos están delante de un gran dilema que dura ya unos 1.694 años (contando desde el año 325 del concilio de Nicea), pero como le han dicho hasta la saciedad de que es un “misterio” de hace “2 mil años”, pues no se dan cuenta, ni piensan que les estén engañando. Pero así mismo lo vamos a desvelar dentro de la humana razón.
El Antiguo Testamento dice: Y, yo soy Yahvé y fuera de mí no hay ningún Salvador. La Salvación viene de Jehová. Pues yo soy el Señor tu Dios, el Santo de Israel, tu Salvador. De acuerdo con el denominado antiguo testamento, solamente Dios puede ser el Salvador. Para que Jesucristo pueda ser el salvador, él también tiene que ser Dios.
Los defensores de la Trinidad citan lo que sigue a continuación. Hacemos un inciso de que las frases que se citan vienen acompañadas del correspondiente versículo, número, etc., pero como aquí no nos interesa ese dato ni el personaje que supuestamente lo escribió, sabemos su explícita procedencia, no será insertado, en cambio para destacarlos irá en cursiva.
Para que sean uno, como nosotros somos uno. En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Como tu, Padre, estás en mí y yo en ti. Yo y el Padre somos uno. Quien me ve, ve al Padre. Creerme: Yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Pues en él habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad.
Los evangelios tienen muchos más versículos negando la Trinidad que confirmándolos:
¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, solamente Dios. Porque mi Padre es mayor que yo. Mi doctrina no es mía, mas de aquel que me envió. Padre mío, si es posible, aparta de mí este cáliz; con todo no sea como yo quiero, pero sí como tu quieres. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me abandonaste? De aquel día y hora nadie sabe; ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, solamente el Padre. Que habiendo subido a los cielos, está sentado a la diestra de Dios. Etcéteras.
Todavía quedan otras muchísimas citaciones alegóricas, pero las que fueron insertadas bien que demuestran las contradicciones.
Es aquí el dilema. Los cristianos saben que para que Jesús sea el Salvador de la Humanidad, él tiene que ser Dios también. Son los evangelios quien lo dice. Si él no fuese Dios, entonces él no podría ser el Salvador. Su muerte no tendría sentido. Obviamente los cristianos fueron los inventores de la denominada Santísima Trinidad para que de esa manera pudiera encajar la divinidad de Cristo. Él es hombre. Él es Dios. Él es ambos. Él tiene que serlo, para poder ser el Salvador. Infelizmente él es, en el mejor de casos, un indeciso. Algunas veces dice que él es Dios, que son uno solo. Otras admiten que Dios sabe de las cosas que él ignora y hace cosas que él no puede hacer. Los cristianos apelan para las cosas más extrañas. Así creen probar el dogma de la Trinidad. Es por lo que admiten que él es un “misterio” y que nosotros (ellos) somos muy limitados para entenderlo. ¿Los evangelios es la palabra infalible y perfecta de Dios? La doctrina de la Trinidad que los cristianos crearon a su entera conveniencia y las muchísimas contradicciones que ella implica con tanta desfachatez, tenemos que gritar que ¡¡¡NO!!! es así. Pero ¿entonces cómo fue que el dogma ha llegado a existir?
Los orígenes de la Trinidad, como de todas esas otras religiones son chocantes para los libres pensadores y ateos. Ocurre lo mismo y en concreto con la mayoría de las historias cuestionadas y relacionadas con los orígenes de la cristiandad. Ha habido muchos fraudes, aún hoy día a pesar de los avances científicos que niegan todas supuestas existencias divinas. A todo eso no olvidemos los grandes derramamientos de sangres; muchas vidas fueron cegadas antes de que el Trinitamismo fuese por fin adoptado.
Como todo el clero cristiano sabe, pero no les convienen divulgarlos en los hoy “púlpitos televisivos”, la palabra “Trinidad” no aparece en la biblia-evangelios para nada. Y no se deja ver porque proviene de una doctrina que evolucionó poco después en los comienzos del actual cristianismo político-religioso. Fueron procesos manipulados, como todos los dogmas, sangrientos y mortales para los opositores, hasta que finalmente consiguió la iglesia que él fuese aceptado.
La conclusión es tajante e inapelable a la razón Humana el no creer en el “divino misterio”, te podría haber costado la vida en los muchos patíbulos ideados o copiados de otras creencias por parte del entonces cristianismo. Hoy podemos denunciar estos y otros muchos crímenes, aunque no por eso los pueblos han abierto los ojos que les cerraron herméticamente cualquiera de los dogmas.
Por lo tanto, en la actualidad, aunque no siempre puedas manifestarte, tu puede creer y adoptar el aquí “misterio”, él resulta ser el principal dogma central de la fe y vida del cristianismo, de no ser así, con certeza no existiría... Solamente Dios nos lo puede dar a conocer (una ves llegues al paraíso, pero ¿y si eres ateo?), revelándose como Padre, Hijo y Espíritu Santo. La Encarnación del Hijo de Dios revela que Dios es el Padre eterno, y que el Hijo es consubstancial del Padre, es decir, que él es el Padre y como Padre el mismo Dios único. ¡¡¡Pero qué lío tan grande!!! Todo es inconcebible a la Razón Humana, la única que prevalece pues todo lo demás es un montaje teatral como veremos mas abajo.
¿Cómo empezó a crearse la Trinidad?
Flavius Valerius Constantinus, (285-337 de n. e.). Constantino I, el Grande era hijo del emperador Constancio I. Cuando su padre murió en el 306 de n. e., él se convirtió en el emperador de la Bretaña, Galias y España. Poco a poco fue asumiendo el control de todo el Imperio Romano.
Divergencias teológicas relativas a Jesucristo comenzaron a manifestarse en el Imperio de Constantino cuando dos fracciones principales se destacaron de las que ya había y discutieron sobre si Cristo era un ser criado (doctrina de Arrío), o creado, y así igual y eterno como Dios, su padre, (doctrina de Atanasio).
La guerra teológica entre los adeptos de Arrío y Atanasio se volvió insoportable. Constantino empezó a presionar a la iglesia para que las dos partes llegasen a un acuerdo antes que la unidad de su imperio quedase amenazada. Finalmente el emperador convocó un concilio en Nicea, año 325 de n. e. Para así resolver las dis-putas.
Apenas comparecieron 318 obispos, un 18% de todo el imperio. De esos 318 solamente un 10% correspondía a la parte occidental del reino de Constantino, poniendo así la votación sediciosa, eso como mínimo. Aquí el emperador manipuló, presionó y amenazó el concilio para garantizar que votarían en lo que él quería y no en algún consenso a que los obispos pudiesen llegar.
Fueron muchas las astucias y manejos que la iglesia llegó a realizar, pero aún hoy día insiste en que Constantino fue el primer emperador romano cristiano. Sin embargo, lo que no interesa divulgar es que aquel “imperial cristianismo” estaba motivado por cuestiones políticas. Es altamente dudoso que él verdaderamente hubiese aceptado la doctrina cristiana. Como ambicioso político mandó matar a uno de sus hijos, además de un sobrino, su cuñado y posiblemente una de sus esposas. Él mantuvo el alto título de sacerdote de su religión pagana hasta el fin de su existencia, y solamente fue bautizado en el lecho de muerte precisamente por un obispo arriano.
Constantino a pesar de haber dado su apoyo incondicional al cristianismo, tal vez su gran error, se sabe que él nunca llegó a declararse cristiano. Sin embargo, la que sí tuvo gran éxito con la secta cristiana fue su madre Elena, una auténtica devota, posiblemente hasta el fanatismo, puesto que la declararon Santa. Sin ella no hubiese habido los tan llamativos viajes, ya en aquellos tiempos, a los Santos Lugares por donde supues-tamente Jesús vivió. Más aún, las Cruzadas, que entre otros menesteres era liberar esos santos lugares del infiel Islam, no habrían existido. Ella envió una comisión de expertos a excavar lo que vendría a ser la “Tierra Santa”, en busca de “reliquias”, o sea, restos relacionados con el dudoso pasaje del Nazareno por aquellos lugares. Como era de suponer y ocurre en las novelas, fueron apareciendo y hallados casi todos los elementos que se relacionan con Jesús, como la Vera Cruz en la cual él fue ejecutado y sin haber ninguna duda de su autenticidad debido a los muchos milagros que dicho objeto realizó. Posteriormente Elena, muy emocionada fue recibiendo los clavos de la crucifixión, la corona de espinas, la lanza y hasta la esponja que le dieron de beber vinagre. A todo eso desde las grandes catedrales posteriores hasta las más humildes de las iglesias fue-ron recibiendo reliquias y huesos de santos dotados de singulares milagros. Hoy aún existe esa mala costum-bre de dar a besar esos u otros despojos del pasado a los creyentes del presente.
Constantino y su madre, Santa Elena
llevada a los altares por haber “descu-bierto” los Santos Lugares”.
En el Concilio de Nicea surge por fin la Trinidad
Como ya se ha comentado, la mayoría de los obispos presionados por Constantino votaron a favor de la doctrina de Atanasio adoptándose de esa manera el credo que le favorecía. Por otro lado Arrío fue condenado y exiliado. Varios obispos abandonaron el concilio antes de la votación para evitar controversias. De esa manera allí Jesucristo fue aprobado y declarado que era “una única sustancia” como el Dios Padre. Es significativo que después de tantos siglos las iglesias ortodoxas discrepen de esa doctrina cuando ellas no tuvieron ninguna influencia ni libertad en la polémica “votación”.
Los obispos que votaron a favor del arrianismo también fueron exiliados y los escritos de Arrío destruidos. Constantino decretó que cualquier persona que tuviese documentos perniciosos estaba sujetos a la pena de muerte.
El credo de Nicea quedó así decretado y constituido”: Creo en un solo Dios, Padre omnipotente, creador del cielo y de la tierra y de las cosas visibles e invisibles. En un solo Señor, Jesucristo, el Hijo unigénito de Dios, engendrado por el Padre ante de todas las cosas. Dios de Dios, Luz de la Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado en el credo, consustancial al Padre, por quien todas las cosas fueron creadas”.
A pesar de la adopción del Credo de Nicea, los problemas religiosos continuaron y en pocos años la facción arriana comenzó a recuperar el prestigio y control. Se volvieron tan poderosos que Constantino los rehabilitó y denunció el grupo de Atanasio. Arrío y los obispos que les apoyaron volvieron del exilio. Ahora fue Atanasio el excomulgado. Cuando Constantino murió, después del bautizo arrianita, su hijo restauró esa teología arriana y sus obispos aprovecharon la oportunidad para condenar el grupo de Atanasio. Nada nuevo bajo el Sol, sea la época que fuere.
En los años sucesivos, las disputas teológicas continuaron, hasta que los propios arrianitas abusando tanto del poder fueron derribados. Lo que no ha ocurrido con los abusos protagonizados durante muchos siglos por el propio catolicismo. Sí, hasta que surgió el protestantismo, pero eso, a pesar de las innumerables persecuciones, guerras e inquisiciones cometidas por ambas creencias cristianas, equivale a decir que era “salir de lunes para entrar en martes...”.
Siguiendo con Constantino, pues al igual que en el protestantismo, las controversias político-religiosa causaron violencias y muertes generalizadas. En el 381 el entonces ya emperador Teodosio (un trinitario), convocó un concilio en Constantinopla. Ahí apenas los obispos trinitarios fueron convocados a participar. Los 150 comparecientes votaron una alteración en el Credo de Nicea para incluir al Espíritu Santo como parte de la divinidad. La doctrina de la Trinidad desde entonces formaba parte de la iglesia y también del estado, la misma que sigue actuando desde entonces. Es obvio, sabemos que ha habido algunos cambios durante su largo recorrido por la historia del mundo basándose en concilios adaptando los dogmas según las necesidades de cada momento; el último conocido, a parte de las muchas encíclicas papales que no han mejorado a la Humanidad, es el llamado Vaticano II. Pero en el fondo son los mismos y eternos engaños que llevan a los embrutecimientos de los pueblos, y no digamos cuando usan la cruz y la espada... Aquellos obispos arrianos disidentes de esta vez fueron expulsados de la iglesia y excomulgados empezando así su decadencia hasta que desaparecieron totalmente perseguidos por los católicos.
El credo de Atanasio completó la Divinidad Trina
Así pues, el credo trinitario de Atanasio fue finalmente establecido y probablemente en el siglo V. En realidad ya no fue escrito por el propio Atanasio pero sí recibió su nombre. Éste es un trecho: Adoramos a un solo Dios en Trinidad... El Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios; y con todos ellos no son tres Dioses, pero sí un solo Dios.
Allá por el siglo IX, el credo ya estaba establecido en España, Francia, Alemania, etc. Habían pasado algunos siglos desde el tiempo en que supuestamente Cristo ando por las tierras de Palestina para que así pudiera la doctrina de la Trinidad “agarrase” en gran parte de Europa. Las políticas expansionistas de los gobiernos y la iglesia fueron las razones principales que llevaron a ser aceptada y que existiera la “Trinidad” convirtiéndose esa doctrina en oficial por parte de la propia iglesia católica.
Como se ha podido ver y llegar a la conclusión, por supuesto no para el clero y sus creyentes, los adoctrinamientos trinitarios resultaron ser originarios de las mezclas de fraudes, políticas; un emperador pagano y fracciones de guerras y persecuciones que causaron muertes, sufrimientos y grandes derramamientos de sangres.
La Trinidad del Cristianismo, una más de entre las trinidades
¿Por qué surgió ese clamor y el desmesurado interés en elevar a Jesús y el Espíritu Santo a posiciones iguales a la del Dios judío-cristiano? Simplemente porque el mundo pagano y otras religiones más antiguas estaban habituadas a tener “tres dioses’ o “trinidades” como divinidades devotas a adorar. La Trinidad satisfacía a la mayoría cristiana que había surgido de culturas paganas, griegas y cercano oriente. Por lo tanto, aquellos comienzos del cristianismo no pudieron librarse de las antiguas tradiciones muy arraigadas en aquellos pueblos; ellos las adoptaron así mismo como anteriormente ya tenían adoptado otras tantas tradiciones iguales o similares.
Pudo influir el hinduismo que abrazaban las divinidades trinas de Brama, dios de la creación, Visnhu, dios de la manutención y Shiva, dios de la destrucción. Unas de las muchas trinidades del antiguo Egipto eran Horus, Isis y Osiris.
Los fundadores de las primeras iglesias cristianas no tuvieron la mínima idea de que el concepto de la Trinidad pudiera surgir, ser votada por intereses políticos-religiosos, impuesta por emperadores y un día llegar a formar parte integrante del cristianismo moderno concluyendo con el concilio Vaticano II y habiendo tenido sus orígenes en el de Nicea. No hay ninguna sorpresa que el tal concepto sea “difícil y misterioso” de explicar hoy día ante tanta tecnología sin persecuciones inquisitoriales por parte del catolicismo como ocurrían no hace mucho tiempo...
¿Hay un Dios cristiano o tres en uno? Nuestra contundente respuesta: ¡¡¡NINGUNO!!! Pero la mayoría de las iglesias cristianas apoyan la doctrina de la Trinidad, aunque quedan otras que las rechazan. En la actualidad, como se ha hecho referencias, tenemos la libertad de creer en una u otra posibilidad, pero corremos el riesgo de llegar a ser ridiculizadas si negamos la creencia en la dichosa Trinidad. Obviamente, cosa que no nos quita el sueño...
Después de estos razonamientos, que no nos vengan diciendo que las religiones cristianas, empezando por la católica, ellos son monoteístas, eso es lo que presumen desde hace siglos. Pensamos que no saben sumar o se hacen los tontos, bueno, en realidad son sus asiduos creyentes que están ciegos por la fe. Para terminar decir que por mucho “misterio” que quieran insistir y no poder demostrar, no deja de ser todo un tremendo engaño a los ojos de la suprema Razón Natural y Humana.
El cristianismo no deja de ser una religión politeísta, para los que de esa manera la quieran reconocer. En la actualidad tenemos libertades afines de así decirlo y reconocerla, mientras no resucite el Santo Tribunal de la Inquisición...
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(*) Nota Final:
El autor de esta publicación es "Zerimar Ilosit", fiel seguidor y colaborador de este Blog; quien amablemente me solicitó el compartir este artículo con el resto de los lectores; y al no estar en contra de la filosofía del Blog, es un honor para mí el poder publicarlo.
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Ateísmo… ¿Eso qué es?
(Colaboración)
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Quien es Dios?
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¿Existió Jesús?
¡Claro, existieron muchos!
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"Yo no creo en nada. Para mí la fe es algo tan odioso como lo es pecado para los creyentes. El que sabe, no puede creer. El que cree, no puede saber. El término "fe ciega" es una redundancia, pues la fe es siempre ciega"
Ernest Bornemann