lunes, 11 de noviembre de 2024

Agustín Squella: Un Ateo que muestra el camino a la Iglesia




Un Ateo que muestra el camino a la Iglesia


Desafiando críticas malsanas, Agustín Squella irrumpe en el debate sobre la crisis que sacude a la Iglesia Católica con un mensaje que se asemeja al de un profeta


2018/06/19 AT 2:11 AM

Por Raúl Gutiérrez V., periodista retirado

(Aunque Gutiérrez es miembro de la Iglesia Luterana en Valparaíso sus opiniones revisten un carácter estrictamente personal)


Dice el antiguo refrán que “de todo hay en la viña del señor”. ¿Y también en el campo de los ateos y agnósticos, que al menos en Occidente exhiben un sostenido incremento?

Aunque suene políticamente incorrecto porque ahora abundan las razones para emprenderlas contra tanto clérigo hipócrita y abusador, la verdad que también hay de todo en las filas de los no creyentes. Junto a gente admirable y querible, hay individuos poco recomendables: farsantes, flojos, sinvergüenzas y hasta acosadores y, ¡también!, pedófilos. Entre los más desagradables figuran quienes asumen cómicos aires de superioridad intelectual o ética ante los creyentes. Se dicen tolerantes porque en verdad sería impresentable que expresaran en voz alta su desprecio por quienes creen en seres superiores, en el poder de la oración o en la vida eterna. Pero esa tolerancia disimula apenas un profundo desprecio por las personas de fe.

En general estos individuos exhiben una extrema pobreza en materia de cultura religiosa. Se quedaron, si es que, con la lecciones básicas de un catecismo obsoleto, y piensan que los creyentes en general disponen de ese mismo raquítico patrimonio intelectual. Así el diálogo con ellos, en el caso de que se dignen a entablarlo, es de un nivel deprimente. Esa ausencia de interacción ahonda en tales individuos la percepción de que la creencia religiosa es propia de retardados mentales, cuando no de inescrupulosos que explotan la estupidez de ciudadanos de pocas luces.


UN ATEO EJEMPLAR

No es el caso, claro, de Agustín Squella, uno de los intelectuales más respetables de nuestro país. Su curriculum es elocuente: ex Rector de la Universidad de Valparaíso, ex Ministro de la Cultura, Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales, columnista periodístico. Habría que agregar que es un hombre que revela un constante interés por el fenómeno religioso y sus exponentes, al tiempo que un profundo respeto por las personas con las que polemiza.

Se diría que Squella pertenece a la estirpe del escritor italiano Humberto Eco, otro ateo de fuste, cuyos intercambios epistolares con el cardenal de Milán, el jesuita Carlo Martini, fueron recogidos hace algún tiempo bajo el título de “En qué creen los que no creen”, una joya de la literatura de ideas. El famoso autor de “El nombre de la rosa” incursiona en terreno ajeno al manifestar su rechazo a la exclusión del sacerdocio de que son objeto las mujeres dentro la Iglesia Católica, precipitando una de las diversas polémicas que lo enfrentan con rigor y respeto a la vez con el cardenal Martini.

En la misma línea, Agustín Squella “se ha dado autorización” para, desde su condición de “orgulloso ateo”, como él se ha proclamado, opinar acerca de la grave crisis que vive la Iglesia Católica a causa de la seguidilla interminable de abusos sexuales de muchos de los miembros de su jerarquía, léase sacerdotes y obispos.

Tengo conciencia de que a los católicos suele no gustarles que personas ajenas opinen sobre los problemas que les afectan” señaló en carta a El Mercurio. Y tras esa prevención, una interrogante crucial: “¿No dependerá la recuperación de esa iglesia de un pronto y genuino retorno a la religión de la que ella proviene, a saber el cristianismo?” La osadía de Squella llega al punto de proponer una estrategia pastoral sintetizada en la consigna: “Menos catolicismo y más cristianismo, menos estructuras y más evangelios”.

Algún feligrés amoscado por esta intrusión respondió de manera destemplada, recordando, como si el intelectual lo ignorare, que la iglesia católica es cristiana. En rigor, puntualizó el aludido, es una de las tantas iglesias que tienen su origen y fundamento en las enseñanzas de Jesús hace 2000 años. Pero los dardos más filudos del feligrés apuntaron a la supuesta intención de “separar tajante y absolutamente al cristianismo del catolicismo”.

Squella replicó que él ha sostenido algo muy diferente. “Como es visible para cualquiera, el catolicismo, muy especialmente en sus cúpulas cardenalicias y obispales, se ha ido alejando del mensaje cristiano. De manera que no soy yo quien separa, sino esos personajes los que se han ido separando del mensaje del fundador de su religión y defraudando gravemente a la base social de su iglesia”.

El intelectual ateo asevera que muchos de sus amigos católicos reprueban el desempeño de los jerarcas eclesiales. “Creen ellos que si su iglesia quiere recuperarse del mal momento que vive, no tiene más que volver a ser fiel al mensaje de su fundador, es decir a los evangelios”.

Es como si hubiésemos retrocedido 500 años y escucháramos a Martín Lutero, rebelándose contra la corrupción de la corte papal y el negocio de las indulgencias. Pero al fin y al cabo el teólogo alemán era un hombre que había abrazado la vida monacal y que, violentado ante la incongruencia de su Iglesia con las enseñanzas del Evangelio, había decidido reaccionar. Mayor es el mérito de Squella, pues impelido solo por su amor a la verdad y sin vacilar ante incomprensiones y ataques descalificadores ha decidido expresar su pensamiento frente a una iglesia que le es ajena.

La postura de Squella interpreta seguramente el sentir de otras iglesias cristianas, cuyos representantes, sin embargo, han preferido por cálculo o comodidad guardar silencio ante la crisis que agobia al catolicismo.

Jesús enseñó que igual que el viento el Espíritu de Dios sopla por donde quiere. A veces habla por boca de los ateos.

Fuente:

https://www.granvalparaiso.cl/pulpito-luterano/un-ateo-que-muestra-el-camino-a-la-iglesia/

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Profesor Agustín Squella asegura que Dios no existe


¿Cree usted en Dios? Yo no, pero…” se titula su última obra, que no ha estado exenta de polémica y debate público.


07 Julio 2011

Como un testimonio, personal y subjetivo, que da cuenta de su paso por al menos cuatro estados acerca de la cuestión de la existencia de Dios, calificó Agustín Squella, profesor de la Escuela de Derecho de la Universidad de Valparaíso, su último libro, “¿Cree usted en Dios? Yo no, pero…”, recientemente presentado en Santiago y que próximamente se lanzará en Valparaíso.

En la obra, se declara abiertamente ateo, explicando que actualmente “instalado no en la duda, sino en la negación de la existencia de Dios, no veo la falta de fe como un empobrecimiento, sino como expresión y precio de la lucidez”.

Asimismo, el profesor Squella explica en su libro que la pregunta ¿cree usted en Dios? no solamente admite dos respuestas —las clásicas sí o no—, sino que al menos abarca unas seis posturas diferentes y válidas, que es lo que quiere graficar el “pero…” del título del texto. Agrega que esta parte final del título está allí “no porque se pretenda debilitar el carácter negativo de la respuesta, sino para indicar al lector que siempre hay algo que agregar cuando alguien responde sí o no a la pregunta de la existencia de Dios”.

A continuación, reproducimos la entrevista efectuada a Agustín Squella por Cristián Guerra, de editorial Lolita, a cargo de la edición de esta obra del académico de la Escuela de Derecho UV.


Desde su perspectiva como no creyente y con el derecho de hacerse cargo de una idea tan importante como lo es Dios, ¿cree usted que en Chile —un país conservador y autodefinido como católico— los ateos se han atrevido a “salir del clóset” para hacerse cargo públicamente de esta gran idea llamada Dios?

En Chile, y probablemente no sólo aquí, hay resistencia de parte de algunos ateos a reconocerse como tales, prefiriendo declararse agnósticos, un término este último que no suena tan políticamente incorrecto. No digo que no haya agnósticos que vivan sinceramente ese estado que, distinto del ateísmo, no niega la existencia de Dios y considera que se trata de un asunto que no se puede saber, pero también hay personas que no creen en Dios y que temen usar la palabra “ateo”. Se trata de un acto de insinceridad, sin duda, aunque provocado también por cierta incomprensión e incluso beligerancia que muestran algunos creyentes ante las personas que se declaran ateas.


En ese sentido, y tomando en cuenta su experiencia atea frente a sus amigos creyentes, ¿cómo vislumbra la integración de los “no creyentes en Dios” en la sociedad chilena de los próximos años? ¿O seguirá prevaleciendo ese mandamiento que dice que sólo son buenas personas las que creen en Dios?

Hace rato que las cosas empezaron a cambiar y, salvo los creyentes más duros, los “no creyentes en Dios” —y subrayo esto porque los ateos sólo no creemos en Dios, aunque creemos en muchas otras cosas— estamos perfectamente integrados, aunque a menudo se nos someta a la prueba de tener que dar explicaciones al respecto. El mayor abuso de parte de algunos creyentes, sin embargo, consiste en considerar que basta creer en Dios para ser una buena persona, o para tener más probabilidades de serlo, mientras que los ateos seríamos sospechosos de ser malas personas o de hallarnos más cerca de convertirnos en tales.


Después de ponerle punto final a este libro, en ese café de Apoquindo, ¿ese punto final podría entenderse como el cierre de una etapa, o aún existirán, según pasen los años, nuevas inquietudes, preguntas o dudas frente a su estado actual de ateísmo?

Yo he pasado por cuatro estados acerca de la cuestión de la existencia de Dios —fe, duda, agnosticismo y ateísmo—, y, atendida la edad que ya tengo, veo altamente improbable un nuevo estado o la vuelta a la fe que tuve alguna vez. Con todo, el tema seguirá interesándome siempre, según creo, porque algo pasa en ti cuando nueve de cada diez de los seres con quienes compartes la condición humana creen en algo que tú no puedes creer y que incluso te parece supersticioso creer.


En la misma línea, ¿qué representa para usted, luego de los diversos estados frente a la existencia de Dios, el haber publicado un libro como “¿Cree usted en Dios? Yo no, pero…”?

Representa una suerte de sinceramiento, y es por eso que digo que el libro es antes un testimonio que un ensayo.


—“¿Cree usted en Dios? Yo no, pero…” ¿es su propia manera de “salir del clóset”? O como bien lo dice usted, ¿es la forma metafórica de “mirar las cosas a la cara y no emplear la palabra ‘misterio’ para lo que es tan sólo nuestra ignorancia”?

Yo salí del clóset hace rato. Hoy, y desde hace bastante tiempo, advierto que cuando crees en Dios hipotecas tu lucidez y dejas de mirar la realidad a la cara. Nadie se pone muy contento cuando lo descubre y asume, pero la verdad es que estamos completamente solos en el universo. Como decía Heidegger, somos seres arrojados al mundo y destinados a la muerte, o, mejor, destinados a morir, porque la muerte —a la manera de un estado en que puedas encontrarte luego de haber vivido— tampoco existe. De quienes murieron no debería decirse que están muertos, sino que murieron, o sea, que pasaron ya por el acto de morir.

Fuente:

https://uv.cl/archivo-noticias-uv/3712-profesor-agustin-squella-asegura-que-dios-no-existe-3712

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Agustín Squella: “He pasado por la fe, la duda y el agnosticismo, para rematar en un ateísmo firme”


El intelectual chileno publica a sus 80 años un libro-ensayo sobre la vejez y sus más diversas aristas, guiado por su propia biografía


Antonia Laborde

Santiago de Chile

09 NOV 2024 - 01:00 ART

El intelectual chileno Agustín Squella celebró el pasado abril sus 80 años volcado en un tema que lo atañe hace un tiempo: la vejez. El Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales nacido en Santiago, pero moldeado en la ciudad portuaria de Valparaíso, se zambulló en textos, películas y sus propios recuerdos para escribir el libro-ensayo La vejez. Tiempo contra el tiempo (Universidad Diego Portales). El escrito aborda desde sus orígenes de “niño malo” hasta sus reflexiones sobre los cuidados paliativos o la inteligencia artificial. El proceso del envejecimiento, sobre todo en su parte final, plantea el abogado y filósofo del Derecho entre las páginas, se parece a ir en un tren sentado de espaldas a la dirección que este lleva: “Ante nuestros ojos va apareciendo el paisaje que dejamos atrás y no el que va pasando a nuestro lado y menos el que se avecina más adelante”.


Pregunta. ¿Cuántos años tendría si no supiera el día en que nació?, como preguntaba el cantante estadounidense Toby Keith.

Respuesta. Tendría muchos menos años, desde luego. La edad cronológica de toda persona es implacable. Basta con mirar la cédula de identidad. Pero la edad fisiológica —aquella que calculan los gerontólogos— suele ser menor, y ni qué decir de la psicológica, que es la que uno siente tener y que, a menudo, se confunde con la que se querría tener. Está también la burocrática, aquella en que nos jubilan. E imagino también una edad existencial, que vendría siendo el promedio de las anteriores.


P. ¿Recuerda cuando se sintió identificado con el término viejo?

R. La verdad, hace solo un par de años. Aunque mientras fui bien joven, solía vitrinear en las farmacias, y un par de amigos me apodaron la Vieja. Entraba y salía de las farmacias preguntando qué novedad tenían.


P. Dice que abandonar todos los trabajos a la vez no es lo más recomendable. ¿Qué le pasó a usted con eso?

R. Pasó que me cansé de dar clases —que fue el trabajo por lejos más exclusivo y permanente que tuve durante más de medio siglo—, y desde que cumplí 80 voy algo perjudicado de salud. Pero ahora hago lo que más me gusta: leer, escribir, ver cine, caminar, y pasar algún tiempo cada mañana en un café.


P. ¿Cómo ha sido envejecer en pareja? En el libro habla de la diferencia entre la relación y la convivencia.

R. No estando en pareja —concretamente con mi mujer—, la vejez sería muy aburrida y por momentos insoportable. Las parejas mayores terminan poniéndose muy nerviosas entre sí y los ripios de la vida en común pueden llegar a ser muy frecuentes. Algo así afecta la convivencia, pero no tiene por qué dañar la relación. Lo que importa en una pareja es la relación y no tanto la convivencia. Si has pensado en dejar alguna vez a tu pareja, piensa bien qué es lo que anda mal: la relación o solo la convivencia.


P. ¿Ha cambiado su relación con la religión?

R. Reconozco haber pasado por cuatro estados: fe, duda y agnosticismo, para rematar en un ateísmo firme, pero no beligerante. Así de complicadas pueden llegar a ser las cosas. Ha sido algo extraño pasar por esos cuatro estados, y no faltan los que se detienen en el agnosticismo solo para no utilizar una palabra estigmatizada por la historia: ateísmo.


P. Sobre los recuerdos… ¿Cuáles son los que más lo visitan estos días?

R. Los de mis padres, ambos muertos, lo mismo que los de dos hermanos mayores que ya no están en este mundo y seguramente en ningún otro. Recuerdo también el fútbol de mi niñez y las memorables y muy frecuentes jornadas hípicas en el hipódromo de Viña del Mar. Lo mismo digo de bañarse en el mar. Estando ellas y ellos vivos y muy cercanos, me gusta recordar también a mis tres hijas y a los nueve nietos que circulan por allí.


P. ¿Cómo califica el rol solidario de las instituciones públicas para garantizar una vejez libre y digna?

R. Mal andamos en eso. La vejez nos cae ahora encima a casi todos, y suele prolongarse por varios años. ¿Vejez libre, dice usted? Difícil. ¿Digna? Esto sí, a como dé lugar, porque lo que llamamos dignidad es el igual valor que damos a cada persona, cualquiera su edad o la condición en que se encuentre. Schopenhauer decía que la vejez en la pobreza era una desgracia, y son muchos los que la viven en medio de condiciones materiales de existencia muy deplorables para sí y sus familias. Tiene que haber cuidados, y el Estado no puede desentenderse de esto.


P. En su libro advierte los recientes guiños de la economía a los de mayor edad. “Lo que se quiere y se respeta es el mercado”.

R. El incremento de la vejez y el mayor tiempo de permanencia en ella, ha ensanchado un cada vez más amplio y lucrativo mercado: nuevos fármacos de precios muchas veces inalcanzables, alimentación especial, gimnasios, dientes de reemplazo, entrenadores y paramédicos. En una de estas, ese cada vez más poblado mercado está siendo visto como una tabla de salvación para el capitalismo y los inversionistas. Pero vuelvo a que la mayoría no tiene acceso regular a esos bienes.


P. ¿Por qué cree que la filosofía ha tratado poco el tema de la vejez?

R. Porque se le ha quitado el cuerpo al problema del envejecimiento como proceso y a la vejez como resultado de ese proceso. Por mucho tiempo se creyó, erróneamente, que era solo un asunto médico. Muchos filósofos de la antigüedad, la mayoría de ellos ricos, poderosos, prestigiosos e influyentes, cantan loas a la vejez como si se tratara de la edad dorada de la plenitud y la sabiduría. La vejez es siempre biográfica, de manera que lo que hay son vejeces —así, en plural—, y desconocer eso puede resultar muy penoso y agraviante para quienes envejecen en malas o incluso pésimas condiciones materiales de existencia. Independientemente de que se tenga en tal sentido una mala, tolerable o buena vejez, una constante de esta es la soledad.

Fuente:

https://elpais.com/chile/2024-11-09/agustin-squella-he-pasado-por-la-fe-la-duda-y-el-agnosticismo-para-rematar-en-un-ateismo-firme.html

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Agustín Squella: 
"No hay nada que podamos llamar con propiedad Dios"

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Laicismo y pensamiento Libre - 
Charla de Agustín Squella

(Espectacular charla que vale la pena escuchar 
completa y desde el inicio)



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lunes, 4 de noviembre de 2024

¿Está el Universo creado con un “Ajuste fino” de Dios?




¿Está el Universo creado con un

“Ajuste fino” de Dios?


Recientemente ha habido un resurgimiento de las noticias sobre aparentes “pruebas” científicas de la existencia de un dios. Estos informes son, como mínimo, muy exagerados.


Por Jarred Cinman

02 de febrero de 2015

Una serie de artículos (como el que está más abajo) ha provocado un resurgimiento de la idea religiosa de que el universo está demasiado “finamente ajustado” como para ser el resultado de un accidente o un fenómeno natural. Estos artículos afirman además que la “ciencia” “ahora respalda” que esto sea así.

He puesto entre comillas las palabras ambiguas de la frase anterior. ¿Qué científicos? ¿Cuántos? ¿Qué respaldan? ¿Han llegado todos exactamente a las mismas conclusiones?

Esto sin mencionar la ironía de que las personas religiosas invoquen a los “científicos” cada vez que parecen estar de acuerdo con ellos, y rechacen grandes porciones del pensamiento científico (por ejemplo, la evolución) cuando plantea un problema.

Entonces, ¿de qué se trata este “nuevo” argumento sobre la existencia de Dios?

Para empezar, no es algo nuevo. La idea de que el universo está “finamente ajustado” para la vida data en gran parte de mediados de la década de 1980 y del trabajo de Barrow y Tipler. En su trabajo, defienden el Principio Cosmológico Antrópico: en esencia, la idea de que el universo está perfectamente ajustado para la vida.

Lo nuevo es que conocemos mejor muchas de estas variables cósmicas y cómo parecen sustentar la vida tal como la conocemos. Hay muchos detalles sutiles que, si cambiaran, incluso levemente, anularían la vida y tal vez toda la materia del universo tal como lo conocemos.

Como reflejo, esto puede parecer que sugiere un creador. ¿Cómo, se preguntarán, pudieron todas estas fuerzas y parámetros minúsculos terminar así? Seguramente las probabilidades de que eso suceda son asombrosamente altas. El hecho de que estemos aquí nos compromete a aceptar que alguien, alguien inteligente, nos puso aquí.

Hay tres razones por las que este argumento aparentemente racional es en realidad basura irracional. Las explicaré a continuación.

Antes de terminar, quiero hacer una última observación sobre los científicos que aparecen entre comillas. El hecho de que algunas personas de la comunidad científica tengan creencias religiosas no significa, en sí mismo, que esas opiniones sean creíbles. Su trabajo no es más relevante para la veracidad de sus creencias que el de un sacerdote para las suyas. No tienen un acceso especial a la verdad.

Lo que sí pueden hacer es presentar pruebas científicas que respalden sus creencias, en cuyo caso podemos ponerlas a prueba e intentar demostrar que son correctas (o no). Si no hay pruebas, sean científicos o no, simplemente están expresando una cuestión de creencia personal que es irrelevante para esta discusión.


Razón 1: Lo no aleatorio no es Dios

Imaginemos por un momento que el universo fue ajustado de la manera que les gusta argumentar a los defensores del diseño inteligente: se establecieron las fuerzas atómicas, se inventó la gravedad, etcétera. ¿Qué permite eso que entre en el mundo?

Algún tipo de fuerza, ser, entidad u otro proceso inimaginable que puso en movimiento el universo. Eso es todo. Se llama “deísmo” y es el tipo de “creencia en Dios” que muchos intelectuales sostenían en los siglos XVII y XVIII . No tiene nada que ver con los dioses cristianos, judíos, hindúes u otros que los religiosos intentan introducir con este argumento.

Es, si existe alguna, la única clase de creencia que tenía el pobre Einstein, y la que le permite ser continuamente malversada por personas religiosas.

Incluso si esto fuera cierto –y, como argumentaré, no hay razón para pensar que lo sea–, no debería brindar ningún consuelo a los fundamentalistas. De hecho, no debería brindar ningún consuelo a nadie. Este pionero que puso en movimiento el universo podría estar, y estaría, tan desinteresado en tu vida y tan inaccesible para ti como la fuerza de la gravedad o la Vía Láctea.

Hasta aquí llega Dios.


Razón 2: Antrópico, sí; diseñado, no

El argumento más ampliamente aceptado contra la vinculación del principio antrópico a un creador es simplemente señalar que cualesquiera que fueran las probabilidades en contra de que el universo se creara, este universo claramente las superó. Porque aquí estamos.

Si alguien gana la lotería, podemos argumentar que sus probabilidades de ganar eran ínfimas. Lo cual es cierto. En términos de probabilidades, participar en la lotería es irracional. Pero cuando tienes el boleto ganador, eso ya no te importa. Desde el punto de vista del vencedor, todo es posible.

De la misma manera, todo lo que necesitamos decir es que sí, que estamos de acuerdo. El universo parece particularmente hospitalario para que nuestra forma de vida viva en planetas hechos del tipo de materia que consideramos tan propicio. Menos mal que así es, de lo contrario no estaríamos aquí para tener esta discusión.

¿Necesitamos explicar cómo superamos las probabilidades? Sería bueno. ¿El hecho de que no podamos explicarlo exactamente significa que tuvo que haber un diseñador –un contacto en la compañía Lotto– que lo hizo posible? Por supuesto que no. La única conclusión que podemos sacar de nuestra existencia es que el universo, de hecho, cumple las condiciones necesarias para que estemos aquí.

El deísmo puede ser cierto, pero, de hecho, no lo requerimos y ciertamente no se desprende de los hechos de la naturaleza.


Razón 3: El Multiverso

A pesar de que creo que la segunda razón es suficiente para derribar el argumento del “ajuste fino”, ofreceré una tercera razón por si acaso. En cierto sentido, es un refinamiento de la segunda razón, uno de los intentos científicos actuales de averiguar qué podría haber sucedido.

A los religiosos les encanta crear un argumento falso contra los ateos y los naturalistas: o bien el universo fue diseñado y creado por Dios, o bien fue un accidente fortuito. Si pueden demostrar, según imaginan, que no es casualidad, entonces tienen a su creador.

Para romper el dilema, veamos algo un poco más cercano: la forma en que la vida inteligente surgió en la Tierra mediante el mecanismo de evolución a través de la selección natural.

Para formular la teoría de la selección natural en su forma más simple: la vida evolucionó en respuesta a las condiciones en las que se encontraba después de millones de ensayos y errores llamados mutaciones. Las mutaciones exitosas sobrevivieron porque permitieron que el organismo tuviera un mayor éxito en su entorno.

En esta idea simple pero devastadora, Darwin y generaciones de biólogos evolucionistas explicaron cómo cuerpos y órganos aparentemente “diseñados” pudieron surgir sin diseñadores que los guiaran.

Lo único que se necesita para que funcione esta teoría es demostrar que un organismo pasa por muchos “intentos” antes de tener éxito. A partir del registro fósil de la Tierra podemos afirmar como un hecho probado que esto ha sucedido a lo largo de millones de años. Tenemos los restos de criaturas que no pudieron adaptarse y se extinguieron. Y tenemos ejemplos de las etapas intermedias, por ejemplo, del ojo, que demuestran claramente que el progreso incremental por selección natural puede ocurrir y ocurrió.

Expandirnos hasta el tamaño del universo entero y permitir que ocurra algo similar. Muchos “intentos” para que surja un universo con los parámetros adecuados. Habrá muchos fracasos, en los que el universo colapsará inmediatamente o se expandirá demasiado rápido para formar materia. Pero de vez en cuando resultará un universo estable. Esos universos, por definición, tendrán las variables “ajustadas” del título del artículo.

No pretendo comprender esta “selección natural” cósmica, y nadie más debería hacerlo por el momento. Algún día podremos hacerlo. O tal vez supere para siempre nuestra comprensión intelectual. Pero en este “multiverso”, en el que coexisten muchos universos diferentes con diferentes leyes y fuerzas científicas, nuestro universo no es inesperado, es inevitable.

No requiere ningún diseño, solo muchos intentos y un "éxito".

El argumento del ajuste fino no es más que una reformulación del antiguo “argumento del diseño”, que era atractivo hasta que Darwin demostró su puerilidad e irrelevancia. Todos podemos estar de acuerdo en que el universo es increíblemente complejo, hermoso y al menos parcialmente hospitalario. Todos podemos expresar nuestra gratitud por las leyes de la naturaleza que nos permiten existir, pero no queda ningún argumento válido para sugerir que un creador sea la explicación más razonable de cómo llegó a existir. DM

Jarred Cinman es el director ejecutivo de la agencia de marketing VMLY&R Sudáfrica.

Traducido del original:

https://www.dailymaverick.co.za/opinionista/2015-02-02-is-the-universe-fine-tuned-by-god/

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Eric Metaxas – Cómo la ciencia respalda la existencia de Dios


31 de diciembre de 2014

Por Alec Hogg

A mediados de diciembre, la primera ministra de Cabo Occidental, Helen Zille, se vio envuelta en un vibrante debate en Twitter con ateos. Su delito fue opinar que el peor tipo de fundamentalistas son los ateos que no aceptan que otros puedan creer en Dios. Es una lástima que no haya podido señalar a los críticos el artículo del autor Eric Metaxas en el Wall Street Journal publicado, apropiadamente, el día de Navidad. Porque, como escribe Metaxas, los científicos que han reelaborado la información más reciente dicen que cualquier mente racional debe concluir que simplemente tuvo que haber un diseño inteligente detrás de la creación de la Tierra. Metaxas dice que, en contraste con el pensamiento antiguo, la ciencia ahora apoya el concepto de Dios: las probabilidades de que el universo haya surgido por accidente son demasiado altas. Con el amable permiso del autor, aquí está el artículo que sacude el ateísmo hasta sus mismas raíces. Y apoya a todos aquellos que intuitivamente, o a través de su fe, creen en la existencia de un Poder Superior. – AH

Nos han informado de que ha habido un malentendido entre Eric Metaxas, el autor del artículo en cuestión, y el Wall Street Journal, donde se publicó su artículo la semana pasada. Aunque Eric dio permiso a Biznews para volver a publicar su artículo, el WSJ le ha informado de que conserva los derechos de autor exclusivos durante 30 días. Este artículo estaba originalmente protegido por el muro de pago del WSJ. Sin embargo, la publicación ha abierto el acceso a él para que pueda leer el artículo completo y original en el WSJ haciendo clic aquí . El artículo de Metaxas provocó un debate fascinante entre la comunidad de Biznews. Se ha sugerido que volvamos a trabajar en el artículo. Esto se ha hecho a continuación.

Por el reportero de Biznews


El artículo de Eric Mataxas publicado en el Wall Street Journal la semana pasada sugiere que la ciencia está pasando de dudar del concepto de un diseño inteligente detrás del universo a respaldarlo.

Cita al defensor de SETI Peter Schenkel , quien escribió en un artículo de 2006 para la revista Skeptical Inquirer: “A la luz de los nuevos hallazgos y perspectivas, parece apropiado poner fin a la euforia excesiva... Deberíamos admitir con calma que las primeras estimaciones... pueden ya no ser sostenibles”

Metaxas afirma: “A medida que se fueron descubriendo factores, el número de posibles planetas llegó a cero y siguió aumentando. En otras palabras, las probabilidades se volvieron en contra de cualquier planeta en el universo que albergara vida, incluido este. La probabilidad decía que ni siquiera nosotros deberíamos estar aquí. Hoy en día hay más de 200 parámetros conocidos necesarios para que un planeta albergue vida, y cada uno de ellos debe cumplirse perfectamente o todo se desmorona. Sin un planeta masivo como Júpiter cerca, cuya gravedad atraería a los asteroides, mil veces más chocarían contra la superficie de la Tierra. Las probabilidades en contra de la vida en el universo son simplemente asombrosas”.

Lo que más ha llamado la atención de su argumento es su afirmación de que las probabilidades de que el universo se haya creado de manera aleatoria son tan altas que lo hacen imposible. Metaxas explica que las cuatro fuerzas fundamentales (la gravedad, la fuerza electromagnética y las fuerzas nucleares “fuerte” y “débil”) necesarias para crear el universo “se determinaron menos de una millonésima de segundo después del Big Bang. Si se modifica cualquiera de sus valores, el universo no podría existir”. Y las probabilidades de que eso ocurra, sostiene, son las mismas que si una moneda lanzada al azar sale cara 10 trillones de veces seguidas.

En el artículo del WSJ, Metaxas cita a Fred Hoyle, el astrónomo que acuñó el término “big bang”, quien dijo que su ateísmo se vio “muy sacudido”. Hoyle es citado escribiendo “una interpretación de sentido común de los hechos sugiere que un superintelecto ha manipulado la física, así como la química y la biología… Los números que uno calcula a partir de los hechos me parecen tan abrumadores que ponen esta conclusión casi fuera de toda duda”. Apoya esto con citas similares del físico teórico Paul Davies y el profesor de Oxford Dr. John Lennox.

Metaxas concluye: “El mayor milagro de todos los tiempos, sin comparación posible, es el universo. Es el milagro de todos los milagros, el que apunta ineludiblemente con el brillo combinado de todas las estrellas hacia algo —o Alguien— más allá de sí mismo”.

* Eric Metaxas es el autor, más recientemente, de “Miracles: What They Are, Why They Happen, and How They Can Change Your Life” (Dutton Adult, 2014).

Traducido del original:

https://www.biznews.com/thought-leaders/2014/12/31/eric-metaxas-wsj-article-showing-how-science-now-supports-the-existence-of-god

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“Prácticamente cualquier cosa, por absurda, tonta o ridícula que sea, ha sido creída o afirmada como cierta en un momento u otro por alguien, en algún lugar en nombre de la fe”

James T. Houk