Seis razones por
las que la religión está en declive y será minoritaria en 2041.
Según el nuevo
libro del psicólogo Nigel Barber
A día de hoy, tal
como mostró el último Índice Global sobre Religión y Ateísmo
elaborado por Gallup International, aproximadamente tres cuartas
partes de los habitantes del mundo son personas religiosas. Para
ellos, la religión sigue siendo algo importante en sus vidas. Pero,
tal como han mostrado todas las encuestas al respecto, el ateísmo
avanza imparable. Un dato que ha llevado al psicólogo Nigel Barber,
un conocido experto en estudios transculturales, a pronosticar que en
menos de 30 años las personas religiosas serán minoría en el
mundo.
En sus estudios
Barber deja fuera a los países comunistas –pues la práctica de la
religión tiene importantes restricciones– y a los países con
regímenes islámicos –donde lo que está restringido es el
ateísmo–, para poder medir con certeza los factores que influyen
en la elección libre de abrazar la religión. Una vez hecho esto,
basta con observar cómo los países más desarrollados lideran el
'ranking' mundial con las poblaciones menos religiosas y África y
América Latina son, por el contrario, las regiones con menos ateos.
Barber ha recibido
innumerables críticas por afirmar que el secularismo está avanzando
al mismo ritmo que el desarrollo económico pero, en su opinión,
“dada la solidez de los datos”, pensar que la población
religiosa podría aumentar sin que el desarrollo económico se
estanque es un disparate. “La afirmación de que las creencias
religiosas se incrementarán con el desarrollo económico es tan
lógico como afirmar que aunque la gente bajita pese menos que las
personas altas, por arte de magia pesarán más en el futuro
cercano”.
A lo largo de
diversos artículos científicos y periodísticos Barber ha planteado
varias razones por las que cree en 2041 la gente religiosa será
minoría en el mundo.
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1.
La práctica
religiosa disminuye cuando aumenta la calidad de vida
Barber cree que
hasta hace muy poco –no en vano el ateísmo es un fenómeno
eminentemente moderno– la religión resolvía un problema básico
de la humanidad para el que ninguna otra institución tenía
solución: permitía a las personas lidiar con el estrés que
provocaba la incertidumbre de nuestro día a día. “Ya fueran los
desastres naturales, el hambre, la guerra, las enfermedades, la
pérdida de los seres a los que amamos, o cualquier otra amenaza
psicológica, la religión ofrecía una alfombra de seguridad”,
asegura Barber.
A medida que las
sociedades se han ido desarrollando han surgido nuevos mecanismos
para lidiar con esta incertidumbre, pero, además, los avances
tecnológicos han hecho que ésta sea mucho menor. Por supuesto,
sigue habiendo terremotos, y sigue muriendo gente, pero en los países
más desarrollados las casas se construyen a prueba de estos. Sigue
habiendo enfermedades, pero cada vez las combatimos mejor. Y sigue
habiendo hambre, pero sólo en los países menos desarrollados donde,
precisamente, apenas hay ateos. Si los problemas de nuestro día a
día están solucionados, asegura Barber, nuestra necesidad de
religión es mucho menor.
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2.
El deporte de
masas ofrece los mismos beneficios
“Las similitudes
entre la afición deportiva y la religión organizada son
sorprendentes”, aseguraba el psicólogo deportivo Daniel Wann en un
estudio citado por Barber. “Basta considerar el vocabulario
asociado a ambas: fe, devoción, culto, ritual, dedicación,
sacrificio, compromiso, espíritu, oración, sufrimiento, festival,
celebración…”.
Aunque Barber
reconoce que parece un poco raro comparar la religión con el deporte
de masas, cree que es necesario recordar que, “antes de que
aparecieran los medios de masas, las ceremonias religiosas eran una
fuente de entretenimiento para la gente ordinaria, que no podía ir
al teatro ni viajar a un evento deportivo”. En el terreno
psicológico, además, la asistencia a una celebración religiosa o
una competición deportiva tiene efectos similares.
“Cantar un himno
deportivo en el estadio tiene los mismos efectos que cantar un himno
religioso en misa”, asegura Barber. La función de la religión de
la que hablaba Marx, servir como opio del pueblo, la realiza ahora
los deportes de masas, que distraen a la población de sus problemas
cotidianos.
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3.
Los estados
fuertes ofrecen más seguridad que la Iglesia
La ratio de ateos
no sólo aumenta en los países con mayor calidad de vida, lo hace
también en los países con un mayor peso estatal, si medimos éste a
través de la carga impositiva. Para Barber la ecuación es clara: a
más impuestos, mayor estado del bienestar y mayor porcentaje de
ateos. “La religión disminuye en los países con un buen estado
del bienestar, donde la gente ordinaria está protegida de las
incertidumbres económicas. La práctica de la religión disminuye en
los países con un mejor sistema sanitario, educativo y donde los
ingresos se distribuyen de manera más equitativa”, concluye el
psicólogo. Esto explicaría, además, porque Estados Unidos, pese a
ser uno de los países más desarrollados, sigue teniendo un gran
porcentaje de gente religiosa.
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4.
La
espiritualidad moderna es ajena a la religión organizada
“La
espiritualidad es un aspecto básico de la condición humana que
puede no desaparecer”, asegura Barber. “Pero parece que las
religiones organizadas son cada vez más irrelevantes para la
espiritualidad moderna”. En su opinión, la gente en los países
desarrollados está más interesada que nunca en el origen y el
sentido de la vida, así como en el conocimiento de las religiones
del mundo. Lo sobrenatural, de hecho, sigue atrayendo, pero las
iglesias, el clero y los dogmas no resultan tan atractivos.
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5.
Ya no
necesitamos tener tantos hijos
Barber cree que una
de las principales funciones de todas las religiones era promover la
fertilidad y la seguridad familiar a través del matrimonio. Las
familias grandes son una garantía de supervivencia en las economías
agrícolas, pues cuentan con una mayor fuerza de trabajo, pero no
sirven de gran cosa en las economías desarrolladas.
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6.
La religión no
nos hace más felices
Diversos estudios,
el más reciente publicado justo hace un año, han asegurado que las
personas creyentes son más felices que los ateos u agnósticos. Para
Barber, no obstante, contienen un enorme error de base: “La mayoría
de las investigaciones que asocian religión y felicidad se han
realizado en Estados Unidos donde, en efecto, la gente más religiosa
es más feliz. Los investigadores creen que esta es una evidencia de
los beneficios universales de la religión, pero la realidad es que
en países como Dinamarca u Holanda no se ha encontrado ninguna
relación entre felicidad y religión”.
Para el psicólogo
no cabe duda de que lo que produce felicidad es formar parte de la
corriente mayoritaria, pues formar parte de una minoría es
potencialmente estresante. Si la religión provocara felicidad,
entonces los países más religiosos serían los más felices, pero
lo que ocurre es justo lo contrario. Según un estudio de Gallup de
2010 los países más felices del mundo son Dinamarca, Noruega,
Suecia y Holanda, que están entre los países menos religiosos.
Fuente: http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2013-08-19/seis-razones-por-las-que-la-religion-esta-en-declive-y-sera-minoritaria-en-2041_16429/
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