El evangelismo se encamina a dominar Brasil en 2032: cuáles son las claves de su éxito y qué significa para el país
Los censos de población muestran un aumento sostenido de los fieles de distintas denominaciones protestantes, que superarán a los católicos en la próxima década si se mantiene la tendencia de los últimos años. Las razones de su penetración social, su intervención en la política y los contrastes entre las diferentes iglesias
Por Darío Mizrahi
18 de enero de 2020
dmizrahi@infobae.com
El 26 de abril se van a cumplir 520 años de la primera misa realizada en suelo brasileño. La ofició el obispo Henrique de Coimbra, cuatro días después de la llegada de la expedición portuguesa que “descubrió” esa tierra inabarcable e inició la colonización, bajo el mando de Pedro Álvares Cabral. Desde ese día, la Iglesia Católica quedó inseparablemente unida a la historia de Brasil.
Pero ese vínculo que fue tan estrecho durante medio milenio se está debilitando y cada vez más rápido. En 1940, el 95% de los brasileños eran católicos. En 1980, pasaron a ser 89%, y diez años más tarde, 83,3 por ciento. El último censo del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) reveló que en 2010 la proporción de católicos cayó a 64,6 por ciento.
En el mismo período, las iglesias evangélicas no pararon de ganar fieles. En 1940 representaban apenas el 2,7% de la población. En 1990 ya eran el 9%, en 2000 llegaron al 15,4% y en 2020 treparon al 22,2 por ciento.
La tendencia se acentuó en la última década. Según una encuesta de Datafolha difundida esta semana por Folha de S.Paulo, los católicos son ahora el 50% y los evangélicos el 31 por ciento. Una relación que hace 80 años era de 1 evangélico cada 35 católicos, pasó a ser de 1 cada 1,6.
El doctor en demografía José Eustáquio Alves, ex investigador del IBGE, estimó que los seguidores del Papa dejarán de ser mayoría en 2022 y perderán la primacía en 2032. Para entonces, si se mantiene el ritmo de los últimos años, el 39,8% de los brasileños serán evangélicos y el 38,6% serán católicos.
“Brasil está viviendo una transición religiosa con la caída de los católicos y el aumento de los evangélicos, de los no cristianos y de otras religiones. Es un proceso de pérdida del monopolio por parte del catolicismo y de un alza de la pluralidad. Creo que es positivo el avance de la diversidad religiosa, que da más opciones a la gente”, sostuvo José Eustáquio Alves en diálogo con Infobae.
Es cierto que las proyecciones tienen siempre un margen de error considerable, sobre todo aquellas que buscan anticipar cambios en el comportamiento y en las preferencias de las personas. Hay muchos factores que pueden modificar tendencias que hoy parecen muy consolidadas. Sin embargo, el avance del evangelismo en las últimas décadas es muy fuerte, y su impacto en la sociedad y en la política brasileña es indisimulable.
La religión de la década
Al igual que el catolicismo y que la Iglesia Ortodoxa, el evangelismo es una de las ramas del cristianismo. Aunque su surgimiento fue posterior, con la Reforma Protestante del siglo XVI.
Pero no hay un solo evangelismo, sino muchos. Como en su origen está la intención de romper con la institucionalización rígida y las jerarquías propias del catolicismo, de un origen común emergieron múltiples denominaciones, con prácticas muy diferentes entre sí.
“Es posible hacer una primera distinción entre los protestantes históricos y los pentecostales. Entre los primeros están las iglesias más relacionadas con los primeros momentos de la reforma: la Bautista, la Luterana y la Presbiteriana, por ejemplo. Tienden a ser más sobrios en los ritos y más reacios a la política, si bien no son reglas invariables. Los pentecostales son más recientes. Aunque se trata de un campo heterogéneo, las iglesias están más adaptadas a la realidad contemporánea y más centradas en cuestiones mundanas como la política, los medios de comunicación y la tecnología. Muchas adoptan también la glosolalia, la noción de posesión demoníaca, la curación divina y la teología de la prosperidad como fundamento y práctica ritual”, dijo a Infobae Eduardo Lopes Cabral Maia, profesor del Laboratorio de Investigación Sociológica de la Universidad Federal de Santa María.
Las iglesias evangélicas que más crecieron en Brasil en los últimos años son las pentecostales, que se destacan por la intensidad del culto, el carisma de sus pastores y una ética del progreso económico que muchas veces se nutre de donaciones. Su éxito para sumar adeptos se explica en buena medida porque tienen un mensaje y una forma de comunicar acorde a esta época, a diferencia de religiones que siguen apegadas a tradiciones de otro tiempo.
La mayor denominación pentecostal en el mundo y en Brasil es la Asamblea de Dios, que agrupa al 29,1% de los 42 millones de evangélicos brasileños, según el último censo. La vertiente brasileña se fundó en 1911 en la ciudad de Belém. Se caracteriza por tener un discurso fuertemente moralista y prescriptivo, que busca orientar la conducta. En un mundo con instituciones e identidades colectivas en crisis, puede ser un poder ordenador de la vida, que a muchas personas les sirve.
“La Iglesia Católica fue hegemónica durante los 450 años de historia de Brasil porque le predicaba a una población rural pobre, con bajos niveles de educación y baja movilidad social y espacial —dijo Alves—. Pero después de la Segunda Guerra Mundial, Brasil inició un rápido proceso de urbanización, industrialización y avance en la educación y en la movilidad social y cultural. Los dogmas católicos quedaron obsoletos para la nueva configuración sociodemográfica. La Iglesia está muy afectada por el clericalismo y los sacerdotes están alejados de los fieles. Los templos evangélicos están más cerca, tienen un proceso muy rápido de formación de pastores y tienen un discurso más acorde con el ‘espíritu del capitalismo’”.
La segunda denominación más popular en Brasil es la Iglesia Bautista, que representa al 8,8% de los evangélicos. No es pentecostal, sino que es más antigua y tradicional. Las tres denominaciones que le siguen sí son pentecostales o neopentecostales: la Congregación Cristiana de Brasil (5,4%), la Iglesia Universal del Reino de Dios (4,4%) y la Iglesia del Evangelio Cuadrangular (4,3%).
“El evangelismo ofrece una mejor respuesta a las cuestiones de la vida cotidiana y de la modernidad. La ‘teología de la prosperidad’ es un hermoso ejemplo de esta practicidad. Por ser una religión más inmanente que trascendente, como es el catolicismo, se comunica mejor con la sociedad y el sistema económico actual. Pero pertenece a la misma matriz cristiana, conservadora y tradicional. Por lo tanto, si la mayoría es católica o evangélica no representa mucha diferencia en términos de cambios sociales”, explicó Marcelo Tadvald, investigador del Núcleo de Estudios de Religión de la Universidad Federal de Río Grande do Sul, consultado por Infobae.
La más llamativa de todas estas expresiones religiosas es, sin dudas, la Iglesia Universal del Reino de Dios. Es conocida en toda América Latina por sus transmisiones televisivas y tiene su sede central en San Pablo, en el imponente Templo de Salomón, que pretende ser una réplica del que erigió el rey Salomón en Jerusalén.
Fue fundada en 1977 por Edir Macedo, que con los años se convirtió en un pródigo empresario, dueño de RecordTV, una de las mayores cadenas televisivas del país. En 1992 estuvo algunos días preso, acusado de curanderismo tras un escandaloso culto en una vieja iglesia, pero fue liberado por falta de pruebas. En los últimos años le iniciaron varios procesos judiciales por lavado de dinero.
“Es importante destacar la fragmentación del campo evangélico —dijo Cabral Maia—. Desde la década de los 90 ha habido un cierto ‘pánico moral’ por parte de sectores de la sociedad reacios a los valores y prácticas de los evangélicos, que no perciben todas las distinciones, conflictos y divergencias entre ellos. En este sentido, la tendencia apunta mucho más a la reducción de la imposición de los principios católicos, reafirmando la laicidad del Estado, que a la imposición de los principios evangélicos a la sociedad en su conjunto”.
Evangelismo y política en Brasil
Uno de los rasgos distintivos del evangelismo respecto del catolicismo es una participación mucho más activa y abierta en política. Si bien la Iglesia Católica tuvo durante muchos años una influencia decisiva —y en gran medida la mantiene—, la ejercía a través de intercambios entre obispos y dirigentes políticos que muchas veces se mantenían en privado.
En cambio, muchos pastores evangélicos se vuelven activistas políticos, participan de elecciones y ocupan cargos públicos. Desde esas posiciones de poder, buscan promover políticas afines a sus iglesias y a los valores que estas defienden.
“Contrariamente a lo que solemos pensar, sus principales pretensiones políticas no son la acción conservadora en cuestiones morales como el matrimonio gay, el aborto y la legalización de psicoactivos, sino la búsqueda de incentivos y concesiones fiscales y tributarias, de canales de televisión y de radios para sus iglesias”, afirmó Tadvald.
La máxima expresión de este fenómeno es la “bancada evangélica”, como se conoce al frente parlamentario compuesto por 84 diputados federales y siete senadores. Pertenecen a distintas iglesias y a diferentes partidos políticos, pero se unen en defensa de ciertas causas comunes como el rechazo a la “ideología de género” y a la ampliación de derechos civiles para la comunidad LGBTI.
Marcos Pereira, primer vicepresidente de la Cámara de Diputados de Brasil, es pastor de la Iglesia Universal. Fue uno de los impulsores del homenaje que le realizó el cuerpo a esa congregación en julio del año pasado, por los 42 años de su fundación.
“La participación de los evangélicos en la política brasileña ha venido en aumento desde la Constitución de 1988 —dijo Alves—. Estuvieron activamente en la administración de Lula da Silva, cuyo vicepresidente, José Alencar, era evangélico. También participaron del gobierno de Dilma Rousseff, pero se fueron alejando y saltaron del barco después de la crisis económica de 2015 y 2016. En las últimas elecciones apoyaron masivamente a Bolsonaro y tienen presencia en su gobierno, pero si fracasa probablemente volverán a saltar y apoyarán a otro. Son muy pragmáticos y piensan en los intereses estratégicos de largo plazo de sus iglesias”.
La llegada de Jair Bolsonaro a la presidencia fue un punto de inflexión para la historia de la relación entre evangelismo y política en Brasil. Si bien es de formación católica, desarrolló un intenso vínculo con estos sectores religiosos, que se intensificó en mayo de 2016, cuando se convirtió y fue bautizado en las aguas del río Jordán por Everaldo Pereira, presidente del Partido Social Cristiano y pastor de la Asamblea de Dios.
Su cercanía con distintos referentes del espacio evangélico, como el propio Edir Macedo, y su discurso ultraconservador en materia de familia y diversidad sexual, lo convirtieron en el candidato pentecostal. Una encuesta realizada por Datafolha a semanas de las elecciones presidenciales de octubre de 2018 reveló que el 69% de los evangélicos iba a votar por Bolsoarno y apenas 31% por Fernando Haddad, postulante del PT. En cambio, entre los católicos apenas se imponía por 51% a 49%, y entre los ateos o agnósticos perdía por 36 a 64 por ciento.
El ex capitán del Ejército honró muchas de sus promesas con su público cristiano tras asumir la presidencia. Por ejemplo, se convirtió en el primer mandatario brasileño en asistir a la “Marcha por Jesús”, que los evangélicos celebran cada año para agradecer por lo que tienen. En diciembre, acogió el primer culto evangélico celebrado en el Palacio del Planalto.
Además, promovió políticas coherentes con su discurso de campaña. Su principal espada en este campo es Damares Alves, ministra de la Mujer, Familia y Derechos Humanos. Pastora de la Iglesia Bautista de Lagoinha, se convirtió en una de las funcionarias más controversiales del gabinete por algunas de sus declaraciones.
Poco después de asumir, se viralizó un video en el que celebraba el comienzo de una nueva era, en la que “los niños visten de celeste y las niñas de rosa”. Luego cuestionó que la teoría de la evolución se dicte en las escuelas y se mostró a favor de que regrese la enseñanza religiosa. El último escándalo se produjo la semana pasada, cuando propuso la abstinencia sexual como política contra los embarazos adolescentes.
Bolsonaro es plenamente consciente de la importancia que tuvo este sector en su triunfo y apuesta a fortalecer la relación. En los últimos días trascendió que el Gobierno evalúa nombrar a la Asociación Nacional de Juristas Evangélicos como entidad consejera en temas de política exterior. Al mismo tiempo, gestiona con pastores que tienen mucha presencia territorial la posibilidad de que lo ayuden a juntar firmas para el reconocimiento legal de su nuevo partido, Alianza por Brasil, donde se espera que tengan un lugar muy importante.
“En el ámbito político, por más que la bancada evangélica se ha fortalecido en las últimas legislaturas, no creo que puedan establecer una hegemonía parlamentaria, aunque se conviertan en la mayor religión del país. El diseño institucional brasileño tiene contrapesos, como la división de poderes, las acciones de control de la legislación con el Poder Judicial y los medios de comunicación, que inhiben los movimientos hegemónicos. Además, la fragmentación del campo evangélico reduce la posibilidad de una acción más contundente”, concluyó Cabral Maia.
Fuente:
https://www.infobae.com/america/america-latina/2020/01/18/el-evangelismo-se-encamina-a-dominar-brasil-en-2032-cuales-son-las-claves-de-su-exito-y-que-significa-para-el-pais/
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