Pablo en Corinto; Problemas Históricos. (Jesús no Existió)

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Pablo llega a Corinto, luego de una breve parada en Atenas. Corinto es para ese momento el eje comercial central de la Acaya y probablemente de toda Grecia. Aquí Pablo funda iglesias, predica, hace conversiones y logra un magistral avance en la difusión de su doctrina cristiana particular.

Pero… ¿Es históricamente cierto todo esto? ¿Pudo Pablo hacer lo que dicen las santas escrituras en Corinto? ¿Hay alguna evidencia extra bíblica que apoye estos acontecimientos?

Según la trama del Nuevo Testamento Pablo visitó Corinto en su segundo viaje misionero, permaneció dieciocho meses y fundó la iglesia de Corinto. Supuestamente regresó a Grecia (se asume que a la ciudad de Corinto) por tres meses en su tercera misión. Dos cartas evidentemente escritas a los cristianos de Corinto forman parte del núcleo de las epístolas “auténticas” Paulinas y consolidan las aseveraciones la Cristiandad.

En Corinto, por encima de todos los demás sitios de los varios itinerarios del apóstol, los defensores de la fe insisten que hay numerosos “marcadores históricos” para corroborar la versión de supuestos relatos de evangelismo temprano y de desacuerdos iniciales en la Iglesia de Dios.

Pero si uno no está cegado por la convicción de que el episodio de Corinto es real, de que es una verdad obvia que no requiere prueba, podemos reconocer la probabilidad de que la estadía del apóstol en esa ciudad es materia fabulosa, y que la verdadera autoría de las epístolas de Corinto son más problemáticas de lo que generalmente se supone.

Templo de Apolo en Corinto

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Corinto: Colonia romana.

Recordemos amigos lectores que el Corinto de los tiempos de Pablo no era una ciudad griega, sino una colonia romana y solo escasos vestigios de su pasado griego han sido hallados.

Strabo, antiguo historiador y geógrafo del Siglo 1 a.C, testimonia la destrucción del antiguo Corinto a manos del general romano Leucius Mummius. Era el año 146 a.C. Los corintios habían imprudentemente opuesto resistencia a sus dominadores, y la ciudad había recibido el castigo supremo. Pero el lugar tenía ventajas naturales bien conocidas por Julio César. Luego de la derrota de Pompeyo en Farsalus, Julio Cesar escoge a Corinto para establecer a sus veteranos. En 44 a.C los arquitectos imperiales trazaron una red de calles centradas alrededor del aún existente arcaico templo de Apolo.

"Ahora que Corinto había permanecido abandonada por largo tiempo, fue restaurada de nuevo, por su favorable localización, por el deificado César, quien la colonizó con gentes pertenecientes en su mayor parte a liberados."

– Strabo, Geography, 8.6.23.   23 d.C.

"Corinto ya no está habitada por ninguno de sus antiguos habitantes, sino por colonos enviados por los romanos."

– Pausanias, Periegesis Hellados, 2.1.2., 150 d.C.

El heredero de César, Octaviano fue también obligado a pelear guerras civiles en territorio griego, primero contra los asesinos de César y luego de Marco Antonio. Con el triunfo en Actio, Octaviano volvió su atención a sus últimamente adquiridas provincias orientales, donde estableció a un gran número de veteranos. En 27 a.C el sur de Grecia fue separado de Macedonia y reorganizado como la provincial de Acaia. (Acaya)

Como parte del proceso de la romanización las ciudades menores fueron abandonadas y su población concentrada en ciudades estratégicamente localizadas. Corinto fue una de ellas, y obviamente se convirtió en la capital de Acaia. La ciudad controlaba los movimientos entre el Peloponeso y Ática y poseía dos puertos claves, Lechaeum y Cenchreae, que controlaban el tráfico marítimo entre Roma y el Imperio Oriental. El corto trecho terrestre a través del istmo acortaba el viaje por mar en más de 200 millas. Una atracción adicional eran los Juegos del Istmo, que atraían a miles de visitantes cada dos años, patrocinados por Corinto. Nerón mismo asistió a los juegos en el año 66 d.C .

La nueva capital creció con rapidez, llegando a más de medio millón de habitantes a finales del Siglo 2. A mediados del Siglo 1, su población era la mitad, una mezcla de empleados oficiales, veteranos militares, comerciantes y marinos de oriente y occidente, pequeños comerciantes, prostitutas y charlatanes religiosos de toda clase. Todos atraídos por la creciente riqueza de la nueva ciudad fronteriza romana.

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¿Había judíos en Corinto? ¿Existió una sinagoga?

Pausanias, visitante del Siglo 2, describía la plaza de mercado de Corinto como repleta de estatuas de Artemisa, Dionisio, Poseidón, Apolo, Afrodita y Atenea. Nombra los templos de Tyco, Hermes, y Zeus y el santuario de “Todos los Dioses”. Encima de la monumental portada que lleva del foro al puerto de Lechaeum describe los carruajes dorados del dios Helios y su hijo Faetón, y los cercanos bronces de Hércules y Hermes. Por el teatro, describe la estatua de Zeus Capitolino y cercano, un templo dedicado a Asclepio. Por el Acrocorinto se notan los santuarios de los dioses egipcios Isis y Serapis, y más allá, los altares de Fates, Demeter, y Her Bunaea. En la cumbre del Acrocorinto, describe el templo de Afrodita.

No obstante, Pausanias, en todo su puntilloso catálogo de piedad, no menciona ni siquiera sugiere nada semejante a una “casa de reuniones cristianas” o una sinagoga de judíos. Y esto es a mediados del Siglo 2, cuando la iglesia Cristiana de Corinto debiera ya ser un negocio organizado.

Esto indica que los cristianos del tiempo de Pausanias eran tan absolutamente marginales como para pasar totalmente ignorados, y que los judíos de Corinto eran ya totalmente helenizados y honraban los dioses de Grecia y Roma, o demasiado empobrecidos para tener una sinagoga. Después de todo, los judíos de épocas posteriores, por ejemplo del Siglo 4, construyeron magníficas sinagogas.

El descubrimiento de un dintel crudamente grabado, del Siglo 5, supuestamente ilustrando la “sinagoga de los Hebreos” pero en un uso secundario, sugiere que judíos ortodoxos aún en esa época tan tardía, no eran una comunidad rica. Por otra parte, siglos antes, los altamente helenizados judíos que habían huído luego de la revuelta macabea, y estos emigrantes se habían establecido en enclaves en las costas de Asia Menor, y en el Egeo. (1 Macabeos 15.23). Atraídos por la sofisticación de la cultura Greco-romana, habían sido asimilados y convertidos en griegos. Pero no puede haber existido una comunidad judía en Corinto. A lo largo de la era Hasmoneana (gracias a Leucius Mummius) la ciudad había permanecido en ruinas.

Excavaciones en el teatro de Corinto revelan una representación labrada del menorah judío.
Pero éste fragmento data del Siglo 5 d.C.

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Interesante evidencia de una temprana presencia judía en la ciudad greco-romana ha sido halla da en Hierapolis en Asia Romana. De 360 inscripciones funerarias identificadas, 23 eran epitafios indicativos del enterramiento de judíos, (un 6 %). Ninguno es anterior a la segunda mitad del Siglo 2, hasta el Siglo 4. Todas las tumbas muestran signos de culturización greco-romana. La sola referencia a una sinagoga es una inscripción de los siglos 3 o 4; anteriores epitafios hacen referencia ya sea a gremios laborales o archivos cívicos.

La probabilidad, por lo tanto, de que un evangelizador proselitista de mediados del Siglo 1 hallara una comunidad judía establecida con sinagoga en Corinto, y que luego se inclinaran exitosamente por un nuevo mensaje contra ambos poderes, el judío y el romano, con su fe ancestral y los cultos oficiales patrocinados por el estado, es ínfima y totalmente ilusa.

Es posible que el atrevido evangelista (o al menos el autor de las llamadas Cartas a los Corintios) nunca haya pisado ésta ciudad.

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Veamos lo siguiente con calma:

En el verano del 67 d.C Vespasiano reunió sus legiones en Scythopolis y avanzó sobre el fuerte judío rebelde de Tiberias. Los dirigente cívicos ansiosamente capitularon, y los rebeldes (dirigidos por Jesus ben Shaphat) retrocedieron a Tarichaeae, hacia el norte. Cuando Tarichaeae estaba a punto de ser dominada, los rebeldes improvisaron una flotilla y se refugiaron temporalmente en el mar de Galilea. Pero los romanos no se iban a quedar con eso. Apresuradamente organizaron su flotilla y se enfrentaron a los rebeldes en una batalla naval en la cual varios miles de judíos perecieron. Cuando el polvo se asentó, 1200 cautivos “viejos e inútiles” fueron ejecutados en el estadio de Tiberias, y más de 30.000 vendidos como esclavos. Pero 6.000 o más de los más robustos rebeldes fueron embarcados por Vespasiano en barcos de prisioneros y enviados a Nerón en Grecia para su más reciente megalomanía: excavar un canal a través del istmo de Corinto. Era un ofrecimiento prudente a un emperador impredecible. Aunque le habían dado el comando del ejército en Judea, Vespasiano estaba aún cuestionado en la corte imperial. Su falla en haber mostrado suficiente entusiasmo por los logros teatrales de Nerón, podían todavía ser fatales:

"Durante el viaje a Grecia, entre los acompañantes de Nerón estaba Vespasiano, quien ofendió amargamente al emperador al volarse frecuentemente, o quedarse dormido mientras aquel cantaba, si no se iba. Por esto fue eliminado, no solo de la amistad cercana del emperador, sino de las recepciones públicas. Optó por retirarse a una pequeña población cercana, hasta que una provincia y ejército le fueron ofrecidos mientras estaba escondido y temeroso por su vida."

– Suetonio, Vespasiano, 4.

Era claro entonces que para fines de 67 d.C un considerable número de judíos (principalmente galileos) estaban laborando forzados en Corinto. A principios del siguiente año se la oposición a Nerón se tornó en abierta revuelta, y para junio el emperador estaba muerto. Su sucesor Galba no tena interés en continuar el canal, y no existe duda que lo que quedaba de la fuerza de trabajo judía fue vendida a compradores locales. Muchos judíos deben haber sido puestos a halar barcos o sus carga a través del istmo o en los puertos gemelos de Lechaeum y Cenchreae. Estos esclavos y sus descendientes serían los constituyentes naturales de una nueva secta variante del judaísmo, llamada Cristianismo que se desarrolló en Grecia durante el siguiente medio siglo.

"Luego de que éste disgusto pasó, Vespasiano se sentó en su tribunal en Taricheae ... Dela gente joven escogió seis mil de los más fuertes, y se los envió a Nerón para excavar a través del istmo .."

– Josefo, Guerra de los Judios, 3.10.10.

En cualquier caso, pese a alegatos en contra, la evidencia de judíos en Corinto a comienzos del Siglo 1 es inexistente.

Actual “Canal de Corinto”
Fotografía privada del autor de este Blog

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La prueba Cristiana de Suetonio. ¿Refugiados de Roma?

Retomemos a los dos esposos amigos de Pablo: Aquila y Priscila que, supuestamente según Hechos, son refugiados expulsados de Roma y que (según los Cristianos) son evidencia de que habían “Judíos” en Corinto producto de esta expulsión.

Hechos 18,2-3

2Y halló a un judío llamado Aquila, natural del Ponto, recién venido de Italia con Priscila su mujer, por cuanto Claudio había mandado que todos los judíos saliesen de Roma. Fue a ellos,

3y como era del mismo oficio, se quedó con ellos, y trabajaban juntos, pues el oficio de ellos era hacer tiendas.

Los defensores cristianos gustan mucho de la referencia hecha por Suetonio a la expulsión de los judíos de Roma. El breve comentario encaja muy bien en la trama de Hechos de que una pareja judía, “llegada hacía poco de Italia”, estuviera en Corinto para dar empleo a Pablo. Implícitamente, estos emigrantes son también cristianos y seguramente en un momento defensores de Pablo y su iglesia.

Es realmente asombroso lo que era el cristianismo anterior a los evangelios y a Pablo: ¿un vago rumor de un hombre visto después de morir? Presupone credulidad de proporciones gigantescas.

En su biografía de los Doce césares escrita por el año 112 d.C el historiador romano Suetonio escribe a Claudio:

"Como los judíos solían causar disturbios constantes instigados por Chrestus, los expulsó de Roma."

– Suetonio, Claudio, 25.5.

Los apologistas Cristianos están menos interesados en el reporte de Dio Cassius que directamente contradice a Suetonio:

"En cuanto a los judíos, que habían aumentado tanto, que por razón de su número habría sido difícil prohibirles permanecer en la ciudad, se les orden aunque continuando su modo de vida tradicional, abstenerse de reuniones."

– Cassius, Historia Romana, 60.6.

Sin embargo, el más detallado reporte sobre estos tiempos procede de Flavio Josefo, y no figura ninguna expulsión de judíos, aunque concuerda con Suetonio por completo acerca de la expulsión de los judíos veinte años antes, en tiempos de Tiberio, junto con los cultos egipcios y los astrólogos. (Suetonio, Tiberio 36; Josefo, Antiguedades, 18.3.5.).

Josefo proporciona pistas acerca de lo que realmente puede haber ocurrido. Los eventos probablemente tienen relación con Herodes Agrippa en 41 d.D, cuando intervino en la llegada de Claudio al trono. La recompensa de Agrippa fue ser confirmado rey de los judíos ese mismo año. Con toda probabilidad, los judíos en Roma, estimulados por el nombramiento de un herodiano, llevaron a cabo ruidosas protestas; y bien sabemos que posteriores agitaciones tuvieron lugar en Alejandria en su viaje de regreso.

En 41 d.C Claudio promulgó un decreto, confirmando, no restringiendo, los derechos de los judíos:

"Los judíos, quienes están en el mundo entero bajo nuestra tutela, mantendrán sus costumbres ancestrales sin interferencia."

(Antiguedades, 19.4.1)

Este decreto fue efectivo según varias inscripciones. Josefo reporta incluso que Agrippa “ungió su cabeza con ungüento” (de ahí “chrestos” el ungido) cuando se presentó al congreso. (Referencia que puede bien haber inspirado a un escriba posterior a interpolar la absurda "Agitación Créstica")

Aún si con esto y pese al predominio de evidencia, favorecemos el reporte de Suetonio, por encima del ofrecido por Cassio y Josefo, la fecha de "expulsión" no es clara. Suetonio escribe su temática algo más que cronológicamente, y varía del 45 al 52 d.C. En cualquier caso, la inferencia de que el decreto de Claudio expulsando a los judíos de Roma causó un flujo de judíos en Corinto, no merece mérito: la expulsión de Roma no era expulsión de Italia. Suetonio en la sección precedente de su biografía claramente indica que los romanos deseosos de viajar al exterior, requerían de la aprobación personal del emperador.

Tácito en sus Anales del Imperio Romano relata una detallada historia del reinado de Claudio. Este puede haber confirmado (o contradicho) la referencia hecha en Hechos a una expulsión de los judíos de Roma por Claudio que es tan crucial a la versión de Pablo en Corinto.

Infortunadamente, los primeros seis años de la historia de Claudio por Tácito (41 - 47 d.C) se han “perdido”. ¡Que curioso y conveniente!, ¿eh?

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Luego de haber revisado las evidencias históricas podemos concluir con bastante propiedad que la existencia de Judíos (o sinagogas organizadas) en Corinto para la fecha que nos señala Hechos es totalmente falsa. Los únicos Judíos que pudieron haber existido de manera numerosa y cuantificable, son los Judíos “Regalados” por Vespasiano para ayudar a construir el Canal de Corinto, y que después se convertirían en los “Judíos-Cristianos” que se establecieron de forma permanente en Corinto. Nada que ver con las enormes sinagogas y “Lideres judíos” convertidos que nos cuenta Hechos…

Otra mentira y manipulación más para hacernos creer que Pablo llegó y evangelizó a “Gentiles-Judíos” en épocas y tierras tan lejanas como Corinto a mediados del siglo I.

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Fuentes:
– Pausanias, Periegesis Hellados
- Bart Ehrman, Peter, Paul and Mary Magdalene
- P. Themelis, Ancient Corinth 
- J. Stobart, The Glory that was Greece 
- W. Keller, The Bible as History 
- Suetonio, Vida de los doce Césares
- E. Spatharis, K Petropoulou, Ancient Corinth 
- N. H. Sitwell, Roman Roads of Europe 
- J. Murphy-O'Connor, Paul, a Critical Life 
- Flavio Josefo, La Guerra de los judíos
- J. Finegan, Light from the Ancient Past

                 Ver: Pablo; Conclusiones desde el Ateismo

                      Ver Artículos sobre: Pablo de Tarso 

                            Ver: Pablo, El Falso Apóstol 

                       Ver: Jesús no Existió. Introducción.               

                              Ver Sección: Análisis Bíblico.

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