Cuando la Iglesia se opuso a la higiene, la vacunación y la anestesia
Extracto de la obra 'El sueño de Sancho', de Manuel Lozano Leyva
13 ABR 2019 - 18:14 CEST
Extracto de la obra 'El sueño de Sancho', de Manuel Lozano Leyva
13 ABR 2019 - 18:14 CEST
Tras escudriñar con paciencia la Santopedia, los únicos santos que se puede encontrar que lo fueron por hacer algún bien social u obra de utilidad pública han sido san Cosme y san Damián. De la madre Teresa de Calcuta quizá mejor no hablar, porque ha acumulado hasta acusaciones de crímenes contra la humanidad por su apego al sufrimiento y al dolor. De sus pacientes, claro. El desprecio eclesiástico por los medicamentos paliativos aún es algo actual.
Y ya que estamos hablando de medicina, cons ideremos tres asuntos médicos fundamentales para la sanidad: la higiene, la vacunación y la anestesia general. A los tres se opuso la Iglesia. Con la higiene fue más allá y traspasó todos los límites de humanidad. Cuando se declaraba una epidemia a lo largo del siglo XVIII, lo primero que los médicos prescribían era someter a cuarentena las barriadas afectadas, aislándolas incluso por la fuerza sí fuera menester. Lo primero que hacía la Iglesia era, como siempre, convocar rogativas en catedrales e iglesias, así como un vía crucis en procesiones multitudinarias, para pedir al Señor que intercediera para lograr el cese del castigo divino. El clamor de los médicos ante la locura de juntar a la gente era como mínimo desoído. Como máximo, eran amenazados tan seriamente que muchos pagaron las consecuencias. Esto ocurría en casi toda Europa, pero de estas felonías eclesiásticas quedó constancia puntual de las muchas acontecidas en mi ciudad de Sevilla. Y, si se piensa que hablamos de tiempos muy antiguos, no hay más que recordar lo que opina la Iglesia en la actualidad sobre el uso del preservativo en África para atenuar el horror de la epidemia del sida que allí sufren. No nos indignemos y encarrilemos el siglo XIX, algo que es difícil hacer con cierto humor, porque el protagonista principal de su arranque fue Napoleón Bonaparte.
Este fue un magnífico militar, genial, quizá, y un azote para Europa. Las guerras en las que se vio involucrado (debemos expresarlo así, porque no todas las provocó él) ocasionaron otra vez millones de muertos. Además, la crueldad con la que se desenvolvió en muchas de ellas (tal vez la peor fuera la de su aciaga campaña de Egipto) lo convirtieron en un auténtico genocida. Sin embargo, a Napoleón hay que reconocerle algunas cosas positivas. Por una parte, los valores que promovía eran los de la Revolución Francesa (laicismo, libertad, igualdad y fraternidad). Acabó distorsionándolos todos mediante la imposición militar de estos. Y el máximo dislate acaso fue el hecho de transformar la república en un imperio y nombrar monarcas aquí y allá (sobre todo a sus hermanos). Como remate de la operación, aceptó la monarquía papal como una más y, para colmo, estableció que esta fuera supranacional.
Por mucho rechazo que provocaran sus métodos, esos valores fueron arraigando en Europa, aunque fuera a trancas y barrancas. Por otra parte, Napoleón entrevió con claridad el poder de la educación, de la técnica y de la ciencia. Las escuelas superiores de magisterio, politécnicas y científicas que mandó organizar fueron el canon sobre el que se organizaron muchísimas de ellas en los países europeos. La ingeniería fue así estructurada científicamente y la ciencia, a su vez, quedó incrustada de forma definitiva en las universidades, con lo que se pudo eliminar de ellas casi todo el poder eclesiástico. La intelectualidad de la Iglesia se vio reducida al derecho canónico, la teología y poco más. Aunque, eso sí, no renunciaron, donde pudieron (por ejemplo, en Italia y en España), a seguir controlando la enseñanza básica como la vía más eficaz de adoctrinamiento y de proselitismo. Los jesuitas lo hicieron con eficacia en los países de los que no habían sido expulsados, pero a ello también se dedicaron con afán todas las órdenes religiosas masculinas y muchas femeninas. Temían, con razón, que, sí no se adoctrinaba a los niños, convencer con argumentaciones a los adultos de la verdad de los dogmas y las creencias de la Iglesia resultaría imposible.
De los cuatro pilares en que se sustentaban las Iglesias cristianas, el teológico había sido resquebrajado por los científicos del XVII y los filósofos del XVIII y el político lo había dañado, en gran medida, Napoleón, por eso no iban a renunciar al cultural y al psicológico. La manera más eficaz de apoyarse en esas dos columnas era impregnar a los menores de sentimientos religiosos y a los pobres de ayuda, esperanza y compasión. A ello se dedicó la Iglesia con tesón sin desistir, en absoluto, de acaparar todo el poder político que le permitieran las circunstancias de cada país, que, en muchos, fueron extraordinariamente propicias para ello.
¿De verdad el conflicto entre la ciencia y el cristianismo estaba carcomiendo la compleja teología que este había desarrollado? Sin duda, pero, además, esta carcoma no había hecho más que empezar. Adelantemos ya lo que ocurrió con el conflicto: la biología hirió de muerte a las creencias cristianas en el siglo XIX; la teoría de la relatividad y la mecánica cuántica certificaron su finiquito en el siglo XX; y en el XXI puede que estemos asistiendo a un nuevo deísmo infinitamente más humano, profundo y alegre que todo el misticismo y la trascendencia anteriores. Sin embargo, esto es solo desde el punto de vista teológico o, si se quiere, filosófico, porque, desde los otros tres no se vislumbra la derrota con tanta claridad. De hecho, si desde la política no logramos defendernos de los ataques de las religiones, aún podemos sucumbir a ellas y todo el avance intelectual conseguido puede venirse abajo.
Y ya que estamos hablando de medicina, cons ideremos tres asuntos médicos fundamentales para la sanidad: la higiene, la vacunación y la anestesia general. A los tres se opuso la Iglesia. Con la higiene fue más allá y traspasó todos los límites de humanidad. Cuando se declaraba una epidemia a lo largo del siglo XVIII, lo primero que los médicos prescribían era someter a cuarentena las barriadas afectadas, aislándolas incluso por la fuerza sí fuera menester. Lo primero que hacía la Iglesia era, como siempre, convocar rogativas en catedrales e iglesias, así como un vía crucis en procesiones multitudinarias, para pedir al Señor que intercediera para lograr el cese del castigo divino. El clamor de los médicos ante la locura de juntar a la gente era como mínimo desoído. Como máximo, eran amenazados tan seriamente que muchos pagaron las consecuencias. Esto ocurría en casi toda Europa, pero de estas felonías eclesiásticas quedó constancia puntual de las muchas acontecidas en mi ciudad de Sevilla. Y, si se piensa que hablamos de tiempos muy antiguos, no hay más que recordar lo que opina la Iglesia en la actualidad sobre el uso del preservativo en África para atenuar el horror de la epidemia del sida que allí sufren. No nos indignemos y encarrilemos el siglo XIX, algo que es difícil hacer con cierto humor, porque el protagonista principal de su arranque fue Napoleón Bonaparte.
Este fue un magnífico militar, genial, quizá, y un azote para Europa. Las guerras en las que se vio involucrado (debemos expresarlo así, porque no todas las provocó él) ocasionaron otra vez millones de muertos. Además, la crueldad con la que se desenvolvió en muchas de ellas (tal vez la peor fuera la de su aciaga campaña de Egipto) lo convirtieron en un auténtico genocida. Sin embargo, a Napoleón hay que reconocerle algunas cosas positivas. Por una parte, los valores que promovía eran los de la Revolución Francesa (laicismo, libertad, igualdad y fraternidad). Acabó distorsionándolos todos mediante la imposición militar de estos. Y el máximo dislate acaso fue el hecho de transformar la república en un imperio y nombrar monarcas aquí y allá (sobre todo a sus hermanos). Como remate de la operación, aceptó la monarquía papal como una más y, para colmo, estableció que esta fuera supranacional.
Por mucho rechazo que provocaran sus métodos, esos valores fueron arraigando en Europa, aunque fuera a trancas y barrancas. Por otra parte, Napoleón entrevió con claridad el poder de la educación, de la técnica y de la ciencia. Las escuelas superiores de magisterio, politécnicas y científicas que mandó organizar fueron el canon sobre el que se organizaron muchísimas de ellas en los países europeos. La ingeniería fue así estructurada científicamente y la ciencia, a su vez, quedó incrustada de forma definitiva en las universidades, con lo que se pudo eliminar de ellas casi todo el poder eclesiástico. La intelectualidad de la Iglesia se vio reducida al derecho canónico, la teología y poco más. Aunque, eso sí, no renunciaron, donde pudieron (por ejemplo, en Italia y en España), a seguir controlando la enseñanza básica como la vía más eficaz de adoctrinamiento y de proselitismo. Los jesuitas lo hicieron con eficacia en los países de los que no habían sido expulsados, pero a ello también se dedicaron con afán todas las órdenes religiosas masculinas y muchas femeninas. Temían, con razón, que, sí no se adoctrinaba a los niños, convencer con argumentaciones a los adultos de la verdad de los dogmas y las creencias de la Iglesia resultaría imposible.
De los cuatro pilares en que se sustentaban las Iglesias cristianas, el teológico había sido resquebrajado por los científicos del XVII y los filósofos del XVIII y el político lo había dañado, en gran medida, Napoleón, por eso no iban a renunciar al cultural y al psicológico. La manera más eficaz de apoyarse en esas dos columnas era impregnar a los menores de sentimientos religiosos y a los pobres de ayuda, esperanza y compasión. A ello se dedicó la Iglesia con tesón sin desistir, en absoluto, de acaparar todo el poder político que le permitieran las circunstancias de cada país, que, en muchos, fueron extraordinariamente propicias para ello.
¿De verdad el conflicto entre la ciencia y el cristianismo estaba carcomiendo la compleja teología que este había desarrollado? Sin duda, pero, además, esta carcoma no había hecho más que empezar. Adelantemos ya lo que ocurrió con el conflicto: la biología hirió de muerte a las creencias cristianas en el siglo XIX; la teoría de la relatividad y la mecánica cuántica certificaron su finiquito en el siglo XX; y en el XXI puede que estemos asistiendo a un nuevo deísmo infinitamente más humano, profundo y alegre que todo el misticismo y la trascendencia anteriores. Sin embargo, esto es solo desde el punto de vista teológico o, si se quiere, filosófico, porque, desde los otros tres no se vislumbra la derrota con tanta claridad. De hecho, si desde la política no logramos defendernos de los ataques de las religiones, aún podemos sucumbir a ellas y todo el avance intelectual conseguido puede venirse abajo.
Fuente:
https://elpais.com/elpais/2019/04/11/ciencia/1554980129_977019.html
https://elpais.com/elpais/2019/04/11/ciencia/1554980129_977019.html
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Ver:
Antony Flew y la Farsa de su conversión al Cristianismo.
Ver:
Los 10 Secretos más Sucios de la Iglesia Católica.
Ver:
Curas católicos abusaron de casi 4.500 niños en Australia (Actualidad y Noticias)
Antony Flew y la Farsa de su conversión al Cristianismo.
Ver:
Los 10 Secretos más Sucios de la Iglesia Católica.
Ver:
Curas católicos abusaron de casi 4.500 niños en Australia (Actualidad y Noticias)
Ver: "Niños sin Dios"
Ver:
Ver Articulo: Países con más Ateos
Ver Articulo: Los Países Ateos son más Pacíficos
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"La vida es sólo un vistazo momentáneo de las maravillas de este asombroso universo. Es triste que tantos estén malgastando su vida soñando con fantasías espirituales"
Carl Sagan
Mierda,..sabia de sus hogueras,cruzadas,torturas,
ResponderEliminaroposición a la ciencia,aprobación y beneficio con la esclavitud,etc.pero con la higiene y las medidas sanitarias también???bueno, no me puedo asombrar,han hecho más daño del que se pueda uno imaginar,buena información.Marcelo.
Recuerdo aquello de que un cuerpo limpio indicaba un alma sucia, y cosas como esas. Incluso hoy en día subsisten las supersticiones religiosas, hay algunos grupos que se oponen a las transfusiones de sangre. Grupos evangélicos hacen ruedas de oraciones y sus pastores imponen sus manos sobre los enfermos.
ResponderEliminarEl daño a la humanidad por las supersticiones hebreas, ha sido sistemático en el pasado, pero no ha desaparecido. Conviene denunciar la ignorancia.
RUBÉN
Si seré pelotudo, si yo mismo los vi pidiendo que no usen preservativos en África!!,nada menos.Marcelo.
ResponderEliminarA través de la historia de las religiones, hemos visto que estas, se preocupan más de la “higiene” y “salud” moral, que complazca a los dioses, que la higiene y salud personal; cuando en determinado momento llegan a estar en conflicto, según las creencias y dogmas religiosos, la religión opta por lo que dictan sus llamados libros sagrados, aunque se atente contra la vida humana.
ResponderEliminarDesde tiempos pretéritos, por ejemplo el caso conocido de la llamada Peste Negra en el medioevo europeo, gracias a la religión y sus reglas morales, dicha peste cobraría miles de vidas, por considerar los baños públicos, -únicos lugares en donde se podía llevar a cabo la higiene corporal- faltos a la moral, por ejemplo.
Porque tanto amó dios al mundo que envió a su hijo Jesucristo a morir por nosotros y tengamos dos gloriosas semanas de vacaciones.. XD
ResponderEliminarDos?? que suerte,donde vives?,acá en Uruguay son tres dias, aunque muchos tienen toda la semana.Marcelo.
EliminarDos, es que a los ateos puros de corazón, jesusito nos concede dos., o tal vez sea solo mi empresa que no tiene ventas jajaja.
EliminarSaludos desde el norte de México.
Anatemo
Saludos para ti también,y que mejoren las ventas.Marcelo.
EliminarHola Marcelo acá Alejandro...
EliminarRecuerdo bien el " debate" con nuestro estimado DA cuando tú en tus primeras opiniones por acá en el blog compartías tus experiencias con los religiosos católicos , África y los condones ,...
De este lado se le propuso entre algunas preguntas muy simples ( viniendo de un no militar como yo ) : en un país africano devastado por la guerra con gran atraso sociocultural , con alta prevalencia / incidencia de HIV donde las medidas del tipo monogamia y otros métodos anticonceptivos como el ritmo , educación sobre sexualidad responsable etc etc .. .son a corto plazo imposibles ... Qué tendría de " malo " los anticonceptivos del tipo preservativos ? Hasta ahora quién sabe dónde quedó esa respuesta (como que con preguntas simples y concretas de un problema concreto los brillantes teólogos católicos se hacen pelotas y confunden a sus pobres ovejas )
Y las pobres ovejas no tienen la culpa !.. hace unos decenios Juanito Pablo segundo muy contento por el aniversario de la encíclica humanae vitae afirmaba que el aceptar el uso de los anticonceptivos , SIN excepciones personales , era oponerse a la idea de la santidad de Dios 🙄🙄 ( o sea que si fuiste por esos años al africa por eso te decian lo que te decian ) . Unos añitos después don benedicto declaraba que en algunos casos muy especiales podria llegar a considerarse su uso , y tbien declaraba que podía ser como el primer paso hacia una sexualidad más segura y humana ( claro que no lo promulgó en alguna encíclica , pero si hubieras estado en tus misiones por esos años a lo lo mejor les podías haber dicho: su papa acaba de decir que tal vez ... )
En fin , vaya con los dueños de la " verdad absoluta " ...
Anatemo ojalá que las ventas mejoren, acá en donde yo estoy no me molestan estos días porque muchos se van de la ciudad hacia las playas cercanas y la ciudad está muy tranquila ..
https://www.las2orillas.co/razones-para-dudar-de-la-existencia-del-jesus-de-los-evangelios/
ResponderEliminarAmigo Excalibur
EliminarFacil de refutar su articulo.
Le contesto con este video https://www.youtube.com/watch?v=1O9aeP5xdbw
Esta protagonizado por la cocinera de Tama Starr
GLORIA!!
Hola, Hugo.
EliminarHe visto este video varias veces en el pasado y me gusta mucho! Muchas gracias por ponerlo!
Todas las religiones son, en última instancia, optimistas respecto al futuro de la raza humana. Todas hablan de un periodo en el futuro donde habrá paz, fraternidad, seguridad. Es decir, de un paraíso. Y de que este paraíso será de alguna manera traído por un Mesías, Mensajero o Enviado divino.
El problema es que muchos han interpretado estas profecías como consecuencia de un cambio mágico, sobrenatural e instantáneo.
Cada Mesías trae un Mensaje de Dios a la humanidad, pero ese Mensaje es solo el fundamento, cimiento o piedra angular para construir una mejor civilización. La construcción de tal Paraíso, sin embargo, es una labor de todos. Es un proceso gradual realizado por manos humanas, no por ángeles ni duendes. Cuando el hombre aplica en su vida el Mensaje o Palabra del Enviado Divino, está ayudando a consturir el Reino de Dios sobre la Tierra.
Feliz"viernes santo",acá pagándoles a los curas podes comer carnes rojas,cuanta hipocresía.Marcelo.
ResponderEliminarComo ya señaló Arnol Lunn hace 60 años la mayoría de los logros científicos están relacionados con devotos católicos: la astronomía moderna es copernicana; el calendario, gregoriano; el hierro se galvaniza; la electricidad se mide en amperios, voltios y culombios; la mejora animal es mendeliana; la leche se pasteuriza; los médicos aplican los rayos Röntgen y Marconi aportó la posibilidad de poner en comunicación a los que afirman que la Iglesia es enemiga de la ciencia.
ResponderEliminarMientras que romanos y árabes rechazaban las autopsias, retrasando los avances anatómicos, los médicos cristianos las practicaban con la bendición de la Iglesia. Así Inocencio III ordenó realizar la autopsia de un conde para aclarar si el aristócrata había sido víctima de un envenenamiento. Por si fuera poco, el doctor Henri Bon nos dice: ”a mediados del siglo XIII, Tadeo, médico del Papa Honorio IV, alude a las disecciones. Guillermo de Saliceto compuso sobre cadáveres un tratado de anatomía hacia 1275, y Mondino de Luzzi, profesor en la Universidad pontificia de Bolonia, publicó en el año 1316 su Anatomía Mundini con ilustraciones tomadas del natural. Desde el año anterior, la disección había sido autorizada en la Universidad de Montpellier y en 1407 lo fue en la de París. En esa fecha, los maestros de la Facultad hicieron la autopsia completa de un obispo de Arras, fallecido de calculosis.”
ResponderEliminar¿Prohibió la inquisición española la disección de cadáveres?
ResponderEliminarNo. Carlos I preguntó en 1556 a los teólogos de la universidad de Salamanca , sobre si podía permitirse la disección de cadáveres a lo cual respondieron: “puesto que esto era útil, debía ser lícito”. Ya anteriormente el rey Fernando el Católico había autorizado en 1488 la disección de cadáveres por los médicos de Zaragoza. Sin embargo, parece evidente que los estudios anatómicos en España son muy anteriores. Las noticias más antiguas que poseemos relativas a la disección de cadáveres humanos proceden del monasterio de Guadalupe desde 1322, en que los monjes consiguieron una dispensa papal para realizar autopsias a los cadáveres humanos procedentes de los peregrinos allí fallecidos e investigar la causa de la muerte. Algunos años después el rey Juan II de Aragón dictó en 1391 un Privilegio a la Universidad de Lérida ordenando a los Tribunales de Justicia enviar a la Universidad los cadáveres de los ajusticiados para que en estos se “hiciera Anatomía”.
Al patrón de Burgos, san Adelelmo o Lesmes, se le recordó porque había construido un sistema de alcantarillado para la ciudad, sistema sanitario posteriormente copiado en otras ciudades castellanas. Vemos así a pontífices como San Hilario (464), Símaco (514), Gregorio IV (844) dar el ejemplo de construir baños cerca de las basílicas. La mayor parte de los monasterios contienen un lugar especial para los baños, a menudo amplio y bien organizado, y sobre el argumento nos han llegado muchas reglamentaciones: la Regla de San Benito, el Concilio de Aix-le-Chapelle (803), los Estatutos de Lanfranco (siglo XII). Y hay también lavatorio, a menudo fuentes que manan en múltiples chorros, para las abluciones antes y después de las comidas (Abadía de Saint-Denis, de Pontivy, de Fontenay, etcétera).La limpieza misma es un verdadero acto de devoción: "Es costumbre de los cristianos (Acta Sanctorum, enero 1, 334) —reza la vida de San Melán, obispo de Rennes y contemporáneo de Clodoveo— lavarse el sábado para honrar el domingo y cambiar de traje para entrar en la casa terrenal del Rey del Cielo, es decir, en la iglesia, con el cuerpo y el alma igualmente puros".
ResponderEliminarDe esta manera se facilitó el baño por instituciones que abrían gratis los baños a los pobres el día del aniversario de la muerte de su fundador. Esos baños, fundados como obra piadosa en beneficio espiritual de sus autores, se llamaban: baños para la salud de las almas.http://cort.as/-Gp7m
Benedicto XIV que había intentado introducir la inoculación de viruela por el antiguo método de variolación en los Estados Pontificios a principios del siglo XVIII.”16 Y por nuestra parte tenemos que añadir que ya el padre Feijoo en su Teatro crítico universal (1726-1739) defiende apasionadamente la variolizacion, asegurando además que ya se usaba desde hace siglos en Galicia. De acuerdo con Bercé y Otteni17 las fuentes no mencionan ninguna condena eclesiástica de la vacuna y de hecho han logrado documentar fehacientemente la vacunación en los estados pontificios durante los reinados de Pío VII y León XII hasta el extremo que los pontífices ordenaron a los funcionarios vacunar a los bebes cada primavera y otoño. Y similares medidas se tomaron en asilos de ancianos y orfanatos. Me limitare a poner unos pocos ejemplos: la famosa expedición del doctor Balmis en 1803 fue posible gracias al patrocinio del monarca católico Carlos IV. Pero sobre todo el éxito de la expedición se debió a la colaboración interesada de obispos y párrocos para convencer a sus feligreses de los beneficios de la vacunación. Hasta el extremo que los obispos portugueses de Goa y Macao se vacunaron para dar ejemplo. De hecho cuando la real expedición filantrópica de la vacuna llegaba a cualquier región el clero católico se ponía a colaborar inmediatamente con el doctor Balmis. El arzobispo de Santiago de Cuba, don Joaquín Oses, publicó un edicto exhortando a “los curas y ministros del Señor a que contribuyesen a propagar este feliz hallazgo”.3 Por la misma época el obispo de La Habana, Juan José Díaz de Espada y Fernández de Landa seguía la misma linea. Aparte de reformar el clero de su diócesis, también respaldó el sabio prelado la labor del ejemplar médico Tomás Romay en la introducción (en 1804) de la vacuna contra la viruela en Cuba, y en las campañas de vacunación que Romay dirigió durante décadas.n realidad podría poner tantos ejemplos de sacerdotes y obispos vacunando incansablemente a sus feligreses que la lista sería interminable. Me conformo con un ejemplo; José Reinoso párroco sevillano de principios del siglo XIX además de exhortar a sus feligreses a vacunarse llego a establecer una sala para este fin en su propia casa.8 No solo eso en muchos países fueron los sacerdotes los primeros en introducir la vacunación, incluso antes de la expedición Balmis, los sacerdotes y científicos argentinos Saturnino Segurola y Feliciano Pueyrredón, fueron los primeros en introducir la vacuna en el Rio de la Plata.
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