lunes, 10 de febrero de 2025

"Si existe Auschwitz, no puede existir Dios": Frecuente argumento Ateo que tiene Respuesta Cristiana




«Si existe Auschwitz, 

no puede existir Dios»:

un manido argumento ateo que tiene réplica


¿Dónde estaba Dios mientras millones de judíos eran exterminados? La pregunta es legítima, y se ha empleado con asiduidad como arma arrojadiza contra los creyentes. Pero hay respuestas


Por: Álex Navajas

28/01/2025

Actualizada 04:30


La celebración de 80º aniversario de la liberación del campo de concentración de Auschwitz por las tropas soviéticas ha traído a colación un argumento del que suelen echar mano los ateos para justificar su increencia: «Si existe Auschwitz, no puede existir Dios». Se trata, en realidad, del título de un opúsculo de Primo Levi, escritor italiano de origen judío sefardí, que recoge las respuestas del literato a Fernando Camon poco antes de morir.

La argumentación es sencilla y tiene su lógica: si el mal se puede hacer tan presente en el mundo como ocurrió en aquella localidad polaca que se ha convertido en sinónimo del horror nazi, es por la inexistencia de un Dios que proteja a sus criaturas. ¿Qué Dios, que estuviese mínimamente interesado en sus hijos, habría podido permitir semejante barbarie, semejante crueldad y sadismo? Es evidente: si Dios no intervino para detener tamaña atrocidad es, sencillamente, porque no existe.

Esta objeción, sin embargo, no es nueva. Su origen se pierde en el origen de los tiempos. Epicuro ya se planteó esta duda, y cada era ha tenido su propio Auschwitz que ha propiciado el retorno de la duda existencial. «En el terremoto de Lisboa de 1755, en el que murieron miles de personas y que tuvo una enorme repercusión, produjo toda una sacudida intelectual sobre el tema de la Providencia divina», explica David Galcerà, Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universidad de Barcelona. «Pensemos que estamos en plena Ilustración. Ante el desastre de Lisboa, Voltaire, en un poema escrito para dicha ocasión, abandona su fe deísta en la Providencia y afirma que no se puede admitir que el mal contribuye al bien general en la gran cadena del ser».

El Doctor en Filosofía añade un detalle interesante: «Hay que tener presente que el ateísmo de Primo Levi no va vinculado exclusivamente a su experiencia en Auschwitz». «Él mismo confirma su falta de interés por lo trascendente, aunque confiesa a veces que la naturaleza le despertaba ese sentido de algo que sobrepasa lo natural mismo. Pero, días antes de morir, en lo que parece un suicidio, habló con un rabino al que le expresó su angustia y malestar. Y Primo Levi confesaba, en palabras añadidas al final de la entrevista, que seguía preguntándose por la existencia de Dios, aunque no encontraba respuesta a ese dilema. Sólo Dios sabe si lo resolvió», apunta Galcerà, que tiene varios libros publicados sobre la existencia de Dios.


«No encuentro una solución al dilema»

José Ángel Agejas, catedrático de Ética y Deontología de la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid y Doctor en Filosofía, reconoce que «no tengo ninguna duda de que, si el corazón humano es un misterio, el de un superviviente de Auschwitz debe albergar más interrogantes todavía». «Es el caso de Primo Levi, quien sin ser especialmente religioso y con una alta formación científica, sobrevivió y escribió una famosa trilogía narrando los horrores vividos. La frase que da título al libro-entrevista con el escritor católico Fernando Camon hay que enmarcarla, precisamente, en ese contexto: no es una frase escrita directamente como afirmación», puntualiza.

«Es una confesión, hacia el final de su vida, dentro de la respuesta a la pregunta de su interlocutor sobre si Auschwitz era la prueba de la no existencia de Dios. De hecho, Levi añade a esa afirmación este matiz: 'No encuentro una solución al dilema. La busco, pero no la encuentro'», aclara el catedrático. «Tampoco podemos alejarnos del contexto cultural en el que ambos escritores italianos están hablando. Yo diría que no se trata una afirmación rotunda —que es la impresión que da cuando se ha utilizado luego como título para el libro, que es con lo que se quedan muchos— como si fuera la conclusión apodíctica de un silogismo disyuntivo, sino una propuesta reflexiva acerca del abismo del mal, que sufrió de manera directa en sus carnes, unida al tremendo desconcierto de una supervivencia inexplicable (¿por qué yo sí y otros no?)», añade Agejas.

El catedrático de Ética y Deontología también recoge el ejemplo del terremoto de la capital portuguesa: «Como supuso para los ilustrados de la Modernidad el desastre provocado por el terremoto de Lisboa, las dimensiones del mal moral suponen el gran escándalo de nuestro tiempo». «Ya sabemos que, por más poderosos que nos creamos, ni la técnica ni la tecnología nos hacen imbatibles ante los desastres naturales. Pero tampoco la información y el avance de las ciencias nos hacen mejores ni más responsables en el uso de nuestra libertad», advierte.


«Si existe Auschwitz, tiene que existir Dios»

«Hay que usar la misma contundencia del título del libro de Levi para rebatirlo», propone el sacerdote Roberto López Montero, profesor de la Universidad Pontificia Comillas (Madrid) y Doctor en Teología y Filología Clásica. «Al osado título, por tanto, se le puede dar la vuelta: 'Si existe Auschwitz, tiene que existir Dios', pues, en caso contrario, el hombre no sería sino un fracaso. Graves palabras para clamar por su Redención», observa. «Surge, en primer lugar, la cuestión de la libertad con la que el hombre fue dotado en su Creación por parte de Dios. Una libertad que no ha de entenderse como un escape imprevisible, sino más bien como una prerrogativa explícita que trae del haber sido creado a Su imagen. Si Dios es libre y el hombre es imagen de Dios, entonces el ser humano no puede sino hacer uso de su libertad, sea bueno o sea malo», argumenta el profesor de la Universidad Pontificia de Comillas.

«En segundo lugar, no todo lo que acaece es voluntad de Dios. Sí que entra dentro de su permisividad, pero ambos términos no son equivalentes», recalca. «La permisividad con el sufrimiento –que no deja de ser un misterio–, posibilita la consecución de bienes, materiales y espirituales. El ejemplo más claro, como nos recuerda San Juan Pablo II en Salvifici Doloris, es la salvación operada por Jesucristo a través de su sufrimiento», concluye.


La filosofía colapsa

Ángel Barahona, catedrático de Teología de la Universidad Francisco de Vitoria y Doctor en Filosofía, reconoce que «el Holocausto aparece, en estos textos, como un atentado contra la razón, como un misterio indescriptible e incomunicable; los que han escrito sobre él o han sobrevivido al confinamiento, consideran que es imposible comprender el fenómeno o explicarlo». Ante tal grado de barbarie y crueldad, «el lenguaje se queda corto, la filosofía colapsa, la ética se muestra impotente, la razón sobrepasada». «Si hay algo rescatable es lo que nos enseña la experiencia que cuenta Premio Levi y que recoge Francesco Voltaggio en su libro Nella tempesta, Dio. Sul dolore, tra Bibbia e filosofia. Se trata de la esperanza posible en un mundo sin esperanza. Entronca con la oportunidad que nos da la bula del jubileo del Papa Francisco: Spes non confundit…La esperanza contra toda esperanza no defrauda», explica el catedrático.

«Primo Levi decía que el lager (el depósito donde se depositaba a los muertos) murió cuando unos judíos, al intuir con 'esperanza' que se acercaban los rusos a liberar los campos, y que antes de ayer se mataban entre ellos por un trozo de pan, decidieron compartir sus chuscos con otros más débiles y enfermos para que resistieran hasta la llegada de los aliados (extraído del libro de Shmuel Yosef Agnon, Racconti di Gerusalemme)», observa Barahona. Por eso, «la generosidad brota de la esperanza: ya llegan los rescatadores, y queda abatido el absurdo». «Rosenzweig, Levinas, Neher, encuentran la solución al absurdo en la 'generosidad ilimitada', hacia el prójimo. Pero esta solo es posible si se da la esperanza», prosigue el catedrático de Teología.

«Ahora bien, si una esperanza tan precaria descansa en la posibilidad de resistir al mal y al absurdo gracias a un chusco de pan, imaginemos qué tipo de esperanza no sería aquella en la que unos testigos nos asegurasen que un hombre ha vencido la muerte», señala Barahona. «La resurrección de Cristo transciende la filosofía, la ética, el compromiso o las expectativas de aliados de cualquier tipo. Obviamente aquí hay algo más que generosidad, que ética, que compromiso solidario. El amor en la dimensión de la cruz es lo que inaugura la esperanza contra toda esperanza en un mundo sombrío», concluye.

Fuente:

https://www.eldebate.com/religion/20250128/existe-auschwitz-no-puede-existir-dios-manido-argumento-ateo-tiene-replica_264608.html

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Primo Levi: Sobre Auschwitz

y la existencia de Dios


Posted on 12/04/2024 by David Galcerá

Recientemente se ha publicado en castellano un librito de Primo Levi titulado Si Auschwitz existe, Dios no existe. En realidad, esta es una frase pronunciada por el malogrado superviviente de Auschwitz en una entrevista con Fernando Camon, Conversazione con Primo Levi, poco antes de morir. En la reedición de la obra se añadió este subtítulo, “Si Auschwitz é, Dio no é”, que también se ha conservado en la traducción. Levi, en la entrevista realizada poco antes de morir, expresaba, casi como en un silogismo que, si existió Auschwitz, no podía existir Dios.

Primo Levi no había crecido en una familia estrictamente religiosa en el judaísmo, aunque hizo su ceremonia de Mitzvah. También tuvo contacto con la atmósfera valdense del Piamonte. Así, él mismo destaca las canciones que escuchaba por la radio; y en el relato “Oro”, de El sistema periódico, recuerda como otro judío, Silvio Ortona, cantaba canciones de sus amigos valdenses a Levi y otros amigos turinenses, los cuales, a su vez, las cantaban también con alegría. Se escondió en las montañas habitadas por aquellos en la etapa de militancia en la Resistencia en el grupo “Justicia y Libertad”. Y escribió para la revista, La luce, de los seguidores de Valdo, sobre sus experiencias concentracionarias.

Pero el superviviente de Auschwitz partía de un argumento similar al que ya formuló Epicuro. Si el mal existe, no puede existir un Dios compatible con los atributos como el de omnipotencia y el de bondad. Y, para Levi, como deja entrever en la entrevista, la idea de Dios no puede separarse de esos atributos. Primo Levi ejercía el pensamiento sobre este tema desde una posición agnóstica clásica, y ligaba el mal de Auschwitz con todas las atrocidades de la historia del hombre. Por ello, Levi, inaugura su antología de textos de otros autores, titulada La búsqueda de las raíces, con una selección de pasajes del libro de Job, porque “este libro encierra las preguntas de todos los tiempos,  cuyas respuestas el ser humano necesita para vivir, para entenderse a sí mismo y al mundo”.

En los debates filosóficos sobre el mal, hay dos momentos estelares en los que predominan dos formas de mal: el natural y el moral. El primero es el del terremoto de Lisboa de 1755, en el que murieron miles de personas, y que tuvo una enorme repercusión (sería lo que hoy catalogaríamos como “fenómeno global”); produjo toda una sacudida intelectual sobre el tema de la Providencia divina. Pensemos que estamos en plena Ilustración. Ante el desastre de Lisboa, Voltaire, en un poema escrito para dicha ocasión, abandona su fe deísta en la Providencia y afirma que no se puede admitir que el mal contribuye al bien general en la gran cadena del ser.

El ser humano europeo piensa entonces que, ya que no podemos controlar el mal natural, al menos en lo moral hemos de ser legisladores de nuestro destino. Esto es a lo que aspira una Ilustración como la de Kant, para quien el hombre ya ha llegado a su mayoría de edad. El objetivo es que sepamos crear un mundo con leyes morales que tengan la misma fuerza que la que tienen las leyes naturales en el mundo físico. Pero lo que trae a colación el segundo gran momento en la reflexión sobre el mal, Auschwitz, es el fin de ese sueño. Puede que sea difícil creer en un Dios que no se ha visto, como dicen los ateos, pero lo que ya no es sostenible, después de Auschwitz, es creer en el hombre a quien sí hemos visto con sus hechos. De hecho, Levi no se escuda en Dios para someter a juicio a quienes perpetraron Auschwitz.

Pero en lo que respeta a Dios, Levi rechazaba apelar a la Providencia. Le parecía que ello sería olvidar quienes no habían sido acogidos por ella. En Si esto es un hombre, contaba el autor que se indignó por la oración de Kuhn, quien agradecía a Dios el haber sido salvado y no haber sido seleccionado para morir; aunque, como él mismo Levi afirma, también él tuvo ese impulso de rogar a Dios en las mismas circunstancias. Y cuando los prisioneros fueron liberados, sintió que la Providencia estaba actuando.

Levi cuenta en la entrevista que un amigo le dijo que si había sobrevivido es porque había sido salvado para testimoniar de cuánto había sucedido. Era Nicolò Dallaporta, renombrado científico en Italia, quien le ayudó en su tesis doctoral, cuando el fascismo perseguía a los judíos. Este comentario indignó a Primo Levi. Dallaporta, en una entrevista, bastantes años después de muerto Primo Levi, comenta el sentido de su afirmación. Él, alguien criado en el catolicismo, aunque con derivas posteriores al hinduismo, creía en la bondad de Dios y que era el ser humano el responsable de lo que hacía con su libertad.  Pero Levi rechaza ese privilegio de ser escogido para testimoniar porque, aparte de considerar que eso es injusto (la salvación de unos y el hundimiento de otros), el superviviente no es el testigo verdadero, en el sentido de que no es un testigo completo, porque la historia de los supervivientes no es la verdadera historia del Lager. Los que se hundieron, los que no volvieron, son los únicos que pueden contar toda la historia de la destrucción que el nazismo ejerció sobre los cuerpos y las almas de sus víctimas.

Primo Levi establece la suerte, la Fortuna, no la Providencia, como uno de los caminos de salvación principales de quienes no han sido hundidos.  Aunque en esa categoría entran factores tan diversos como el saber alemán (lo que le permitió entrar a trabajar en el laboratorio del campo y ser eximido de condiciones más duras), el haber podido salvarse de las famosas marchas de la muerte en el derrumbe de los campos por haber contraído una enfermedad que lo dejó allí, la pura suerte de librarse de las selecciones para las cámaras de gas o tener un número de calzado que te permitiera no llagarte los pies y no ser considerado inútil para trabajar y ser liquidado. En definitiva, la categoría de los hundidos/salvados, que da título a su última gran obra, puede entenderse como afortunados/desafortunados. A diferencia de quienes, como Bruno  Bettelheim o Victor Frankl, pensaban que los que resistieron lo hicieron porque eran mejores moralmente, muchos sobrevivieron porque colaboraron con el enemigo, se embrutecieron, en lo que Levi denominó “zona gris”. Los mejores moralmente, en su mayoría, no volvieron. Y quienes sí lo hicieron, aunque no se hubieran manchado moralmente, muchas veces no podían quitarse de sus conciencias la  carga, injustificada, pero vivida como real, de que estaban viviendo en lugar de otros, porque en un mundo totalitario muchas veces la vida de unos es al precio de la muerte de otros: el único mendrugo de pan para uno es la muerte por hambre de otro.

El nazismo creó un mundo de dolor, en el que la vida y la muerte, incluso la condición moral, no podían ser regidas por ninguna ley, sólo por la arbitrariedad; un mundo en que la moral y la ética dependen de la suerte de la diosa Fortuna que reparte como quiere. En definitiva, hay un componente religioso pagano en el nazismo que es lo opuesto a un mundo con sentido y justicia. ¿Acaso no es esto también el capitalismo? Un sistema en que las víctimas no tienen a quien pedir responsabilidades, en que la injustica es explicada como mala suerte, como inadaptación, y en donde el bienestar de unos es el malestar de otros. Además, el capitalismo se presenta con carácter de dios con el que siempre estamos endeudados, real y metafóricamente. El nazismo es una deriva que, sin duda, tiene estrecha relación con este sistema económico explotador.


Hay que reconocer que es difícil responder satisfactoriamente a alguien que ha sufrido tanto. Levi parece entender la Providencia en términos de todo o nada, de todos salvados o todos condenados, como Ivan Karamazov en la novela de Dostoievski o Albert Camus en La peste. Es decir, si hay Providencia ha de intervenir en todo momento. En todo caso, acontecimientos como Auschwitz ponen en cuestión la simplicidad de muchas teodiceas que vuelven a tomar protagonismo hoy en día, como la del “bien mayor” respecto al mal, o la basada en la libertad del ser humano que es también un bien. El problema de las teodiceas es que parecen sugerir que el mal es necesario para tales bienes, de modo que el mal deja de ser mal y se convierte en un bien.

En los últimos años, ha surgido una tendencia (que considero positiva,  aunque hay muchos matices y posturas dentro de ella) que se llama anti-teodicea: el rechazo de esas explicaciones tradicionales para optar, en cambio, por una actitud de súplica a Dios y de lucha y esperanza por un mundo mejor, aunque no tengamos las respuestas a los porqués de muchos acontecimientos. Dentro de esos matices está la mirada a la resurrección como la única solución válida y como motivo propulsor de cambio ahora. Como señala Dan Cohn-Sherbok, especialista en el tema del pensamiento teológico tras Auschwitz, muchos judíos, incluso judíos en el sentido religioso, carecieron de lo único que abre esperanzas: la creencia en la resurrección, que la última palabra no esté escrita. Como decía Max Horkheimer, el filósofo de la Escuela de Frankfurt, esto es lo único que puede llenar el anhelo de justicia de las víctimas.

De hecho, para el superviviente italiano, quienes tenían una esperanza tendían a  afrontar mejor la vida en los campos. No por ser mejores moralmente, sino por la perspectiva futura puesta en sus mentes. Es cierto que aquí no sólo incluye a cristianos, sino también a quienes, como los comunistas, soñaban con un mundo mejor. Ambos grupos compartían el anhelo de un paraíso futuro; unos en la tierra y otros en el cielo. En el caso de los primeros, muchos descubrieron después que el paraíso que esperaban era un infierno, y que Auschwitz no acababa allí, sino que también había el Gulag o el capitalismo explotador como alternativa. Entre los segundos, muchos aprendieron a vivir con más realismo en lo que toca al ser humano y a entender que, a pesar de eso, había que colaborar con la Providencia para que los horrores del siglo XX no se volvieran a repetir.

Para terminar, y volviendo al título de la obra, hay que tener presente que el ateísmo de Primo Levi no va vinculado exclusivamente a su experiencia en Auschwitz. El mismo confirma su falta de interés por lo trascendente, aunque confiesa a veces que la naturaleza le despertaba ese sentido de algo que sobrepasa lo natural mismo. Pero días antes de morir, en lo que parece un suicidio, habló con un rabino, donde le expresaba su angustia y malestar. Y Primo Levi confesaba, en palabras añadidas al final de la entrevista, que seguía preguntándose por la existencia de Dios, aunque no encontraba respuesta a ese dilema. Sólo Dios sabe si lo resolvió.

Fuente:

https://www.lupaprotestante.com/primo-levi-sobre-auschwitz-y-la-existencia-de-dios-david-galcera/

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lunes, 3 de febrero de 2025

El TOC Religioso. Un peligro para el Creyente.



El TOC Religioso.

Un peligro para el Creyente.



¿Qué es el TOC religioso?


El Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) religioso es un trastorno psicológico caracterizado por miedo intenso a pecar o blasfemar, generando profunda ansiedad. Junto con el propio trastorno, puede coexistir falta de estructura familiar, entornos extremadamente religiosos o experiencias traumáticas/abusivas. La fe saludable se diferencia del TOC religioso por su efecto en la vida cotidiana, pues el segundo suele requerir de tratamiento terapéutico y apoyo emocional para su superación.


Significado del TOC religioso

El Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) religioso es un trastorno psicológico que se caracteriza por un miedo intenso a pecar o cometer errores religiosos, generando una profunda ansiedad en quienes lo padecen. Este miedo exacerbado a ofender a Dios o no cumplir con las normas religiosas puede manifestarse en obsesiones y compulsiones relacionadas con la religión…


Síntomas del TOC religioso

- Intenso miedo a pecar o cometer blasfemia.

- Obsesiones sobre la condenación divina.

- Ansiedad relacionada con la religión.


Factores potenciadores del TOC religioso

- Falta de estructura familiar sólida.

- Experiencias traumáticas o abusivas.

- Entornos extremadamente religiosos.


Diagnóstico y tratamiento del TOC religioso

El diagnóstico del TOC religioso implica una evaluación detallada de los síntomas y su impacto en la vida diaria. A través de diversas técnicas y pruebas, los profesionales de la salud mental pueden identificar el trastorno y diseñar un plan de tratamiento personalizado, donde habitualemente nos encontramos con la terpapia cognitivo conductual, la EPR, la terapia de aceptación y compromiso y el mindfulness para el TOC.


Terapias cognitivo-conductuales para el TOC religioso

Las terapias cognitivo-conductuales son fundamentales en el tratamiento del TOC religioso. A través de la identificación y modificación de pensamientos distorsionados, se busca cambiar patrones de comportamiento compulsivo y reducir la ansiedad asociada.


Terapia de Exposición y Prevención de Respuesta (EPR) en el TOC religioso

La terapia de Exposición y Prevención de Respuesta (EPR) es una técnica eficaz para enfrentar los miedos relacionados con la religión. Mediante la exposición gradual a las situaciones temidas y la prevención de respuestas compulsivas, se busca reducir la ansiedad y mejorar el bienestar emocional del paciente.


Importancia del apoyo familiar y comunitario en el TOC religioso

El apoyo familiar y comunitario juega un papel crucial en el proceso de recuperación del TOC religioso. El entendimiento y la comprensión de los seres queridos pueden brindar un entorno de apoyo vital para el paciente, fomentando su motivación y bienestar emocional.


Recomendaciones para convivir con el TOC religioso


Manejo de la ansiedad relacionada con la religión en el TOC religioso

Para gestionar la ansiedad relacionada con el TOC religioso, es fundamental buscar el acompañamiento de profesionales de la salud mental especializados en este trastorno. Realizar actividades de relajación como meditación, mindfulness y yoga puede también ser de gran ayuda para reducir los niveles de estrés y ansiedad.


Estrategias para mejorar la calidad de vida en el TOC religioso

Es importante establecer rutinas diarias que incluyan momentos de relajación y recreación. Mantener una alimentación equilibrada y realizar ejercicio físico moderado de forma regular pueden contribuir a mejorar el bienestar emocional y la calidad de vida en general. Igualmente, es crucial rodearse de un entorno de apoyo compuesto por familiares y amigos comprensivos, que brinden el respaldo necesario durante el proceso de convivencia con el TOC religioso y por supuesto buscar el diagnostico y tratamiento adecuado para este tipo de trastorno obsesivo compulsivo.

Fuente:

https://tocgranada.com/toc-religioso/#:~:text=El%20Trastorno%20Obsesivo%20Compulsivo%20(TOC,religiosos%20o%20experiencias%20traum%C3%A1ticas%2Fabusivas.

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Entender el TOC religioso


Cuando la motivación es ansiedad, y no fe.

- Autor: Rachel Ehmke

- Clinical Expert: Jerry Bubrick, PhD


Lectura rápida

Los niños con TOC (trastorno obsesivo-compulsivo) experimentan pensamientos, preocupaciones o impulsos no deseados que se denominan obsesiones. Algunos niños con TOC desarrollan obsesiones sobre la religión o sobre Dios. Pueden llegar a estar extremadamente ansiosos ante la posibilidad de romper las reglas religiosas u ofender a Dios, y obsesionarse por evitar o corregir sus errores. Se preocupan tanto que su temor se interpone en la vida cotidiana.

La fe en una religión en sí misma tiene poco que ver con el TOC religioso. Por ejemplo, un niño que reza todos los días puede estar expresando su fe. Pero un niño que se siente demasiado ansioso como para quedarse dormido, a menos que rece la misma oración 10 veces perfectamente, podría tener un TOC religioso. Pueden estar obsesionados con la idea de que Dios está enojado con ellos o de que el diablo está detrás de sus acciones.

El tratamiento para el TOC religioso funciona de la misma manera que el tratamiento para otros tipos de TOC. En primer lugar, el terapeuta ayudará al niño a entender qué es el TOC y cómo afecta sus pensamientos. Después, el terapeuta expondrá lentamente al niño a sus temores. Esta técnica se llama “exposición y prevención de respuesta”. El niño aprende a tolerar la ansiedad a medida que se enfrenta a miedos cada vez mayores, y su ansiedad disminuye con el tiempo. El tratamiento también implica enseñar a los padres a apoyar al niño para que practique estas nuevas habilidades en casa.


Artículo completo


En las familias con creencias religiosas, que un niño exprese su fe y sus fuertes principios morales es, por lo general, un desarrollo bienvenido. Pero a veces, la fe de un niño puede convertirse en una obsesión y, en lugar de consuelo, el niño experimenta ansiedad extrema al pensar que él está violando las normas religiosas y siente desesperación por corregir lo que cree que son sus errores. Esto es lo que sucede cuando los niños desarrollan un trastorno obsesivo-compulsivo oTOC (OCD, por sus siglas en inglés) que se manifiesta en su religión.

No todas las personas con TOC desarrollarán obsesiones o compulsiones religiosas, pero es un tema bastante común. Otros temas comunes incluyen obsesión por la limpieza, la simetría y los “malos pensamientos”, incluidas las obsesiones sexuales.

A veces puede parecer que la fe de una persona está causando sus síntomas, pero la religión es más como un transeúnte desafortunado a lo largo del viaje. Si piensa en una persona con TOC que se preocupa por los gérmenes y se lava las manos compulsivamente, está claro que los gérmenes no están causando su comportamiento, es el TOC el responsable de ello. El TOC religioso funciona de la misma manera.

Puede pasar en cualquier religión, pero no se trata de la religión, se trata del trastorno obsesivo-compulsivo, explica Jerry Bubrick, PhD, psicólogo clínico en el Child Mind Institute. “No tratamos a personas con TOC religioso como si fueran fanáticos religiosos, tratamos la afección”.


¿Qué es el trastorno obsesivo-compulsivo religioso?

El TOC religioso (obsesión religiosa) a veces también se denomina “escrupulosidad”. Ya no usamos la palabra escrúpulo, pero significa un temor moral o una punzada de conciencia. La palabra de la que proviene en latín significa literalmente una roca afilada o gravilla, y Cicerón la usó figurativamente para describir una sensación incómoda o ansiosa, como lo que sentiría una persona si tuviera una piedrecita en su zapato.

En el caso del TOC religioso, o escrupulosidad, en lugar de una piedrecita en el zapato, una persona tiene problemas religiosos, pero son igual de persistentes e inquietantes.

Por ejemplo, alguien con escrupulosidad podría preocuparse de no haber hecho una oración correctamente, tal vez algunas de las palabras estaban fuera de orden, o no lo dijo con la debida reverencia. Puede que tema algunas consecuencias religiosas de esto, por lo que vuelve a repetir la oración, y posiblemente una tercera y cuarta vez, como una corrección. Podría preocuparse de no hacer suficientes buenas obras o de solo hacer buenas obras por razones egoístas. Podría preocuparse por tener pensamientos blasfemos y ofender a Dios.


¿Hice eso para Dios o para el diablo?

El Dr. Bubrick describe haber tratado a un niño de 12 años llamado Matt que tenía TOC religioso. La familia de Matt era religiosa, pero no demasiado religiosa. La escrupulosidad de Matt era debilitante.

Le preocupaba literalmente todo lo que hacía: ‘¿Hice eso porque Dios quería que lo hiciera o lo hice por el diablo?’. Abrir puertas, sentarse, ponerse de pie o hacer su tarea. Cada acción individual le preocupaba si era por la razón correcta o por la incorrecta”.

Agonizar por todo lo que hacía era agotador, por lo que Matt comenzó a evitar hacer las cosas porque, razonó, era más seguro. Una de las cosas que dejó de hacer fue comer y perdió tanto peso que tuvo que ser hospitalizado.

Matt también tenía compulsiones o cosas que hacía para tratar de aliviar su ansiedad. Tenía una oración particular que repetía, llevaba una biblia con él durante el día, y por la noche, se acostaba con una biblia debajo de su almohada y una a cada lado de su cabeza. Les pedía a sus abuelos repetidamente que lo tranquilizaran cuando se sentía preocupado.


Buscar ayuda para la escrupulosidad

El tratamiento para el TOC siempre comienza con ayudar a los jóvenes y a sus familias a entender cómo sus síntomas son causados por el TOC. Las obsesiones y compulsiones que experimentan las personas son poderosas. En el caso de Matt, lo suficientemente poderosas como para llevarlo al hospital, pero entender cómo funciona el trastorno comienza a devolverle a las personas parte de ese poder.

Las personas con TOC realizan compulsiones para defenderse o neutralizar la ansiedad que sienten, que es causada por cosas como pensamientos, imágenes o impulsos no deseados. Estas son conocidas como obsesiones. Pero las personas con TOC no siempre se dan cuenta de que un trastorno de salud mental está detrás de estos pensamientos y comportamientos. En el caso de la escrupulosidad, podrían confundir la oración compulsiva como una respuesta apropiada a un pensamiento blasfemo. No se dan cuenta de que su TOC está detrás del pensamiento.

Ayudar a las personas a entender lo que viene del TOC y lo que viene de la religión es esencial. “Si quieres orar porque te trae paz y te sientes conectado, eso es maravilloso. Pero si estás orando porque temes que si no lo haces serás castigado, entonces tal vez eso sea más TOC”, explica el Dr. Bubrick.



Exposición y prevención de respuesta

El tratamiento para el TOC es algo llamado exposición y prevención de respuesta (EPR, por sus siglas en inglés). Este tratamiento funciona al exponer a las personas a las cosas que les causan ansiedad gradualmente y en un entorno seguro.

El niño que hace la exposición aprende a tolerar la ansiedad que siente y, con el tiempo, descubre que su ansiedad realmente ha disminuido. Entonces, él está preparado para asumir exposiciones más desafiantes.

Para asegurarse de que las exposiciones no sean demasiado difíciles, el niño trabajará con su médico al inicio del tratamiento para clasificar las cosas que le causan ansiedad, desde un estrés menor hasta una gran preocupación. Luego abordarán juntos los síntomas, uno por uno.

En el caso de Matt, muchas de sus exposiciones involucraron su ansiedad acerca del diablo. “Hacíamos cosas como escuchar canciones que incluían la palabra ‘diablo’ porque desde que escuchaba la palabra diablo en una canción, la apagaba”, dice el Dr. Bubrick. También escucharon música con la palabra “infierno”, comieron pastelitos “devil dogs” (perros del diablo) e hicieron una camiseta para que Matt la usara con el número 666. Estos fueron grandes avances para un niño que había sido efectivamente inmovilizado por su ansiedad, pero los pasos fueron tomados gradualmente y con gran cuidado. “Estábamos rompiendo la asociación entre Dios y el miedo”, explica el Dr. Bubrick.


Reconsiderar las acciones para tranquilizar a los niños

Otra parte muy importante del tratamiento es enseñar a otras personas en la vida del niño cómo reaccionar ante el TOC. Una gran parte del trastorno incluye pedirle a otras personas que los tranquilicen. Esto se puede manifestar de diferentes formas, que incluyen:

- Hacer preguntas, como “¿acabo de cometer un pecado?” y sentir la necesidad de una respuesta definitiva.

- Querer que las personas participen en rituales, como la oración compulsiva.

- Exigir que otros eviten aquello que les provoca ansiedad, como no decir ciertas palabras o realizar ciertas actividades en su presencia.

Recibir consuelo hace que el niño se sienta mejor en el momento, así que las familias lo proporcionan porque piensan que están ayudando. Pero la búsqueda de tranquilidad es solo otracompulsión, y cuando las personas proveen esa tranquilidad, están participando en la compulsión e, inadvertidamente, alimentando el TOC.

Eso se debe a que recibir consuelo una vez nunca es suficiente para una persona con TOC. Las solicitudes vendrán una y otra vez en un ciclo interminable que no aborda la raíz de la ansiedad de una persona, y realmente hace que la ansiedad sea más fuerte. También hace que las personas con TOC se sientan dependientes de quienes los rodean para sentirse (temporalmente) mejor. Los psicólogos llaman a este proceso de consuelo “adaptación”.

Como parte del tratamiento, el Dr. Bubrick explica a los miembros de la familia cómo reconocer los síntomas del TOC y cómo evitar la adaptación, y en vez de eso alentar a los niños a usar las habilidades que están aprendiendo en terapia para lidiar con sus sentimientos de ansiedad de una manera más saludable y productiva.


Incluir a los líderes religiosos

En el caso de la escrupulosidad, a menudo tiene sentido que los líderes religiosos también conozcan el TOC. Esto se debe a que a menudo las personas con TOC se acercan a ellos en búsqueda de consuelo y, naturalmente, creen que es su función proporcionar orientación y responder preguntas.

El Dr. Bubrick da un ejemplo de haber tratado a un niño que estaba preocupado por ofender a Dios, por lo que buscaba mucho consuelo por parte de su pastor.

Hablé con su pastor y le expliqué la diferencia entre el TOC y la escrupulosidad versus ser religioso. El pastor lo entendió muy fácilmente porque le había pedido consuelo miles de veces. Entonces lo enseñé a darle el mismo tipo de apoyo que le enseñaría a la familia”.

Eso incluye negarles a los niños las respuestas definitivas a las preguntas religiosas que a menudo buscan. Como dice el Dr. Bubrick: “No puedes responder todas las preguntas. En algún momento solo debes tener fe”.


¿Cómo se trata el TOC religioso?

El TOC religioso se trata conterapia de exposición y prevención de respuesta, del mismo modo que se tratan otros tipos de TOC. En primer lugar, el terapeuta ayuda al niño a entender qué es el TOC y, a continuación, lo expone lentamente a aquello que teme. Esto enseña al niño a tolerar la ansiedad sin recurrir a las compulsiones, y su ansiedad disminuye con el tiempo.


Rachel Ehmke es escritora independiente y exredactora jefe del Child Mind Institute. Obtuvo su licenciatura en la University of Chicago.

Fuente:

https://childmind.org/es/articulo/comprendiendo-el-trastorno-obsesivo-compulsivo-religioso/

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Vivir con TOC religioso

(Escrupulosidad)


¿Qué sucede?

El TOC religioso, también conocido como escrupulosidad, es una condición observada que se remonta en los 1600, en la iglesia católica. Se notaba que algunos monjes estaban participando en oración excesiva. Su comportamiento y constante oración no se alineaba con lo que ellos creían era una expresión del amor de Dios. En realidad estaban intentando alcanzar un nivel de santidad poco realista. De aquí nació el término escrupulosidad.

Como un subtipo del TOC, escrupulosidad quiere decir que estás constantemente preocupado con hacer lo correcto. Religiosamente. Moralmente. Éticamente.


Obsesiones comunes de la Escrupulosidad:

- Miedo de vivir un vida en pecado o una que Dios no aprobaría.

- Miedo de hacer algo que no se alinee con tus estándares morales o éticos.

- Constantemente cuestionando si estás rezando lo suficiente o de la manera correcta.


Compulsiones comunes de la Escrupulosidad:

- Oración excesiva

Repetir la misma oración una y otra vez hasta que hayas alcanzado un nivel de certeza. Sientes que Dios aprobaría de la cantidad.

- Consuelo

Constantemente buscando el consuelo de Dios.

- Reflexión excesiva

Asegurar que no hayas dicho algo que Dios consideraría blasfemo.

- Ir a la iglesia o templo

Visitas constantes a lugares de adoración.

- Confesión

Confesarte constantemente a un cura, rabino u otro clérigo o hasta a tu pareja.

- Pensamientos de impiedad

Tener asociaciones que sientes son impías u ofensivas para Dios.


Conceptos erróneos sobre la Escrupulosidad:

- Hay sólo un tipo de TOC, en general. Subtipos como la Escrupulosidad no existen.

- Eres más devoto que aquellos que no padecen de Escrupulosidad.

- Te importa más tu carácter, morales o ética que a aquellos que no padecen de Escrupulosidad.


¿Cómo sé que es TOC?

Todos tenemos pensamientos intrusos, pero el tenerlos no quiere decir que tienes un TOC. Para las personas que sí padecen TOC, estos pensamientos pueden ser debilitantes, causando una ansiedad extrema e incomodidad. Da igual cuanto intentes deshacerte de ellos, no se irán. Si padeces de Escrupulosidad, participas en rituales como manera de asegurar de que estás cumpliendo con los estándares adecuados para Dios o la sociedad.


El tener pensamientos intrusos no quiere decir que eres una mala persona. Son un fallo en el cerebro, no un reflejo de tu carácter.”


No existe una satisfacción en participar en estos rituales. A diferencia de personas que no padecen Escrupulosidad, no sientes satisfacción haciendo bien en los ojos de Dios. Cuando se trata de estándares éticos, personas sin este subtipo de TOC se sienten exitosos. Pacientes, en cambio, no.



Ejemplos cotidianos de Escrupulosidad:

- Tienes pensamientos intrusos y estimulantes sobre Jesús. Rezas todos los días y noches pidiendo perdón. Puede que hasta busques confesarte.

- Eres un abogado en un bufete y constantemente miras tu maletín para asegurar que no te hayas robado una pluma u hoja de papel sin querer.

- Dijiste que llegaste a casa a las 4:30 p.m. pero en realidad eran las 4:31 p.m. En este caso, temes que has mentido sobre tu llegada y lo vuelves a decir para estar seguro.


¿Cómo puede ayudar mi familia con mi Escrupulosidad?

Está bien si se involucra tu familia y amigos. Si se dan cuenta de tus tendencias cuidadosas y devotas, lo mejor que pueden hacer es dejarte saber que es una condición tratable. No deben participar en consolarte diciéndote cosas como, “Por supuesto que no has pecado, tu no eres así.” o “A Dios no le importaría eso.” Mientras que puede ser confortante en el momento, a la larga estos consuelos pueden empeorar tu TOC. Puede que quieran involucrarse en tu tratamiento para aprender qué hacer y no hacer cuando de tu recuperación se trata.


¿Es posible la recuperación para mí?

¡Si! Personas con Escrupulosidad pueden mejorar bastante con la terapia de exposición y prevención de la respuesta (EPR). La EPR es cuando te expones voluntariamente a la fuente de tu miedo una y otra vez, sin practicar ninguna compulsión para neutralizar o frenar el miedo. El enfrentamiento repetido a la cosa que te da miedo le obliga a tu cerebro a reconocer cuán irracional es.


Ejemplos del tratamiento EPR:

- Puede que te expongas a diferente niveles de riesgo empezando con algo pequeño como probar un pedazo de queso del mercado e irte. Esto estimula la idea de robar, aunque no lo hayas hecho.

- Puede que te pidan te tirar un pedazo de papel en la calle.

- Los riesgos serán aumentados gradualmente hasta el punto donde te pedirán que te repitas a ti mismo que la Virgen María tal vez no fue virgen.

También hay otras opciones de tratamiento. Una basada en la concienciación: la terapia cognitivo-conductual, también conocida como la TCC, que les enseña a las personas a identificar, entender y cambiar el patrón y comportamientos del pensamiento negativo. A los pacientes se les enseña las habilidades para resolver problemas durante las lecciones de terapia y después son instruidos a practicarlos a solas para crear hábitos positivos.


¿Puede ayudar la medicación?

La medicación, junto a la EPR puede ayudar, pero no debe reemplazarla. Debes siempre consultar con los médicos antes de considerar opciones medicinales.

El grupo principal de medicinas usadas para tratar el TOC son conocidas como inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina, o ISRS. Los ISRS mejoran la actividad natural de serotonina y son utilizadas para tratar graves trastornos depresivos y condiciones de ansiedad. Algunos ejemplos incluyen Lexapro, Prozac, Paxil y Zoloft.


¿Cuál es el objetivo de la terapia?

Algunas personas con Escrupulosidad se recuperan del todo con la EPR. Pero para muchos, sus obsesiones no desaparecen del todo. Avances llegan en la forma del distanciamiento de tu carácter de los pensamiento intrusos. Te das cuenta de que no te definen. La recuperación de TOC tiene más que ver con la gestión de la condición que con su eliminación. Pero esto no significa que no puedes llevar una vida sana y feliz. Haciendo del tratamiento una prioridad y emplear hábitos positivos de estilo de vida hace que muchas veces los pacientes se sientan seguros y libres. Aunque alguna ansiedad siga presente al final de la terapia, ya no te sentirás debilitado por la condición.


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Fuente:

https://www.madeofmillions.com/es/toc/toc-religioso

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ATENCION

Si padeces TOC, tienes un trastorno severo de ansiedad. Pero puede ser tratado. Empieza por informarte y por hacer elecciones para una vida sana. Luego, busca un psicólogo en tu área que se especialice en TOC y la terapia de exposición y prevención de la respuesta.



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