Friedrich von Spee (1591 - 1635) fue un jesuita y poeta alemán más conocido como un acérrimo enemigo de los juicios por brujería. Spee fue la primera persona en su tiempo que habló con fuerza y con argumentos en contra de la tortura en general. Fue el primero en considerar que la tortura no es una manera de obtener la verdad de alguien. Fue el confesor de muchas de las mujeres acusadas por brujería y se angustió ante el asesinato y tortura masiva de estas mujeres. Debido a sus protestas y acciones en contra de tan primitivo método logró que su voz fuese escuchada y se comenzó la abolición de los infames juicios. Antes de recibir su castigo, murió víctima de una epidemia de peste... atendiendo a los afligidos como cura de la parroquia(*)
En 1631 publicó Cautio Criminalis (Precauciones para los acusadores), un libro bastante pequeño donde explicaba y condenaba los brutales métodos de tortura utilizados por la Santa Iglesia Católica en los juicios de brujas. Transcribiremos aquí un extracto de 38 puntos que Spee expuso en su libro. Debido a lo extenso del articulo se dividirá en dos partes.
1. Por increíble que parezca, entre nosotros, alemanes, y especialmente (me avergüenza decirlo) entre católicos, hay supersticiones populares, envidia, calumnias, maledicencias, insinuaciones y similares que, al no ser castigadas ni refutadas, levantan la sospecha de brujería. Ya no Dios o la naturaleza, sino las brujas son las responsables de todo.
2. Así, todo el mundo clama para que los magistrados investiguen a las brujas… a quienes sólo el chisme popular ha hecho tan numerosas.
3. Los príncipes, en consecuencia, piden a sus jueces y consejeros que abran los procesos contra las brujas.
4. Los jueces apenas saben por dónde empezar, ya que no tienen evidencias [indicia] ni pruebas.
5. Mientras tanto, la gente considera sospechoso este retraso; y un informador u otro convence a los príncipes a tal efecto.
6. En Alemania, ofender a estos príncipes es un serio delito; hasta los sacerdotes aprueban lo que pueda complacerles sin preocuparse de quién ha instigado a los príncipes (por muy bien intencionados que sean).
7. Al final, por tanto, los jueces ceden a sus deseos y consiguen empezar los juicios.
8. Los jueces que se retrasan, temerosos de verse involucrados en asunto tan espinoso, reciben un investigador especial. En este campo de investigación, toda la inexperiencia o arrogancia que se aplique a la tarea se considera celo de la justicia. Este celo también se ve estimulado por la expectativa de beneficio, especialmente para un agente pobre y avaricioso con una familia numerosa, cuando recibe como estipendio tantos dólares por cabeza de bruja quemada, además de las tasas incidentales y gratificaciones que los agentes instigadores tienen licencia para arrancar a placer de aquellos a los que convocan.
9. Si los desvaríos de un demente o algún rumor malicioso y ocioso (porque no se necesita nunca una prueba del escándalo) señalan a una pobre mujer inofensiva, ella es la primera en sufrir.
10. Sin embargo, para evitar la apariencia de que se la acusa únicamente sobre la base de un rumor, sin otras pruebas, se obtiene una cierta presunción de culpabilidad al plantear el siguiente dilema: o bien ha llevado una vida mala e impropia, o bien ha llevado una vida buena y propia. Si es mala, debe de ser culpable. Por otro lado, si su vida ha sido buena, es igual de condenable; porque las brujas siempre simulan con el fin de aparecer especialmente virtuosas.
11. En consecuencia, se encarcela a la vieja. Se encuentra una nueva prueba mediante un segundo dilema: tiene miedo o no lo tiene. Si lo tiene (cuando escucha las horribles torturas que se utilizan contra las brujas), es una prueba segura; porque su conciencia la acusa. Si no muestra temor (confiando en su inocencia), también es una prueba; porque es característico de las brujas simular inocencia y llevar la frente alta.
12. En caso de que éstas fueran las únicas pruebas, el investigador hace que sus detectives, a menudo depravados e infames, hurguen en su vida anterior. Esto, desde luego, no puede hacerse sin que aparezca alguna frase o acto de la mujer que hombres tan bien dispuestos puedan torcer o distorsionar para convertirlo en prueba de brujería.
13. Todo aquel que le desee mal tiene ahora grandes oportunidades de hacer contra ella las acusaciones que desee; y todo el mundo dice que las pruebas contra ella son consistentes.
14. Y así se la conduce a tortura, a no ser, como sucede a menudo, que sea torturada el mismo día de su arresto.
15. En esos juicios no se permite a nadie tener abogado ni cualquier medio de defensa justa porque la brujería se considera un delito excepcional [de tal enormidad que se pueden suspender todas las normas legales de procedimiento], y quien se atreve a defender a la prisionera cae bajo sospecha de brujería personalmente… así como los que osan expresar una protesta en estos casos y apremian a los jueces a ejercitar la prudencia, porque a partir de entonces reciben el calificativo de defensores de la brujería. Así que todo el mundo guarda silencio por miedo.
16. A fin de que pueda parecer que la mujer tiene una oportunidad de defenderse a sí misma, la llevan ante el tribunal y se procede a leer y examinar -si se puede llamar así- los indicios de su culpabilidad.
17. Aun en el caso que niegue esas acusaciones y responda adecuadamente a cada una de ellas, no se le presta atención y ni siquiera se recogen sus respuestas; todas las acusaciones retienen su fuerza y validez, por muy perfectas que sean las respuestas. Se le ordena regresar a la prisión para pensar más detenidamente si persistirá en su obstinación… porque, como ha negado su culpabilidad, es obstinada.
18. Al día siguiente la vuelven a llevar fuera y escucha el decreto de tortura, como si nunca hubiera rechazado las acusaciones.
19. Antes de la tortura, sin embargo, la registran en busca de amuletos; le afeitan todo el cuerpo y le examinan sin moderación hasta esas partes íntimas que indican el sexo femenino.
20. ¿Qué tiene eso de asombroso? A los sacerdotes se los trata del mismo modo.
(*) Fragmento del libro “El mundo y sus demonios” de Carl Sagan, pag 392
(Continua en el próximo articulo)
He leído el artículo de Spee Brujas e inquisición, y te diré lo que pienso:
ResponderEliminarLa tortura, ya sea por la escusa de la inquisición o cualquier tipo de tortura ocurrida en cualquier época de la historia de la humanidad, nunca existió como medio de socavar la verdad de un individuo. Eso es lo que el común de la gente cree.
Ponte a razonar, imagínate que te apresan por algo que hayas cometido o no, eso no importa. Si alguien agarra una tenaza para cortar alambres y trata de cortarte el dedo meñique de tu mano, puedo asegurarte, que dirás todo lo ellos quieren que digas. Y si no eres culpable, lo mismo dirás que lo eres con tal de detener el dolor.
El dolor hace que hasta el más “santo” de los hombres, confiese “crímenes” cometidos por otros.
La verdad de la existencia de la tortura, es para generar MIEDO en la población, para que “las ovejas no se descarrilen”. Y generar una especie de vallado invisible, donde cada individuo, se convierta en el dedo acusador del individuo que tiene al lado, y el control de las mazas sea más fácil para los que están en el poder. En una sociedad como la nuestra, donde el simple hecho de pensar distinto, acarrea la “discriminación” también tienes que ver a esa discriminación como una forma más de tortura, porque el ser humano es un ser social, y como tal, el no sentirse aceptado genera angustia, y no permite que ese ser llegue a sentirse completo. Por eso también se considera tortura, nada más que es más silenciosa, y difícil de ver.
Hoy por hoy, estoy seguro que tu mismo eres victima de esa tortura silenciosa de la que te hablo. Creo haber leído que eres de Venezuela, un país altamente católico, y seguramente más de una vez alguien te ha mirado con cara de pocos amigos, cuando haz dado a conocer tu no creencia en dios (si dios en minúscula ;D )
Cuando ves las torturas que los Estadounidenses cometieron (y seguirán cometiendo impunemente) en Guantánamo (créeme, el gobierno de USA produjo a propósito la salida a la luz de las fotos) Cuando se hicieron públicas estas imágenes, no era más que para decirle al mundo “somos los dueños de hacer lo que queramos, y si te opones contra nosotros, esto quizás te pueda ocurrir a ti”
Me recuerda una parte de la pelicula "los fantasmas de goya", donde el "Hermano Lorenzo", de la inquisición, es invitado a comer por la familia rica de Inés, luego de que está es acusada de ser "judía", para interceder por ella. Si no la han visto, veanla, es una buena película.
EliminarMe ha interesado mucho saber de ese buen jesuita. Admiro mucho a la Compañía de Jesús. Es terrible lo que cuenta y me alegro de que alzara su voz.
ResponderEliminarEn consecuencia, he leído un poco de la vida de Spee, y lo que me ha parecido curioso es que es un poeta, músico y autor espiritual, que tiene otros libros también muy apreciados, a pesar de su corta vida. Entre ellos, el Tratado de Oro de las Virtudes, un libro muy apreciado por Leibniz.
Como contraste, la Inquisición española, una institución que me causa gran pena por sus desmanes, en cambio no persiguió a las brujas. Consideraban que las acusaciones de brujería eran en realidad supersticiones, y que condenarlas alimentaría la superstición, algo que efectivamente ha sucedido muchas veces en la historia, hasta incluso finales del siglo XX en EEUU.
En España, como en otros sitios, la superstición popular a veces acusaba a las supuestas "brujas" y las convertían en chivos expiatorios de vaya usted a saber qué desgracias. La Inquisición no permitía juicios populares (linchamientos), investigaba y casi siempre la cosa acababa en nada. Con alguna espantosa excepción, claro, como el juicio y condena de varias brujas en Navarra en en siglo XVI. Casi las únicas en 350 años de historia de la Inquisición, y entre cerca de 4500 condenas totales a muerte, la mayoría por herejía. Por eso, a la Inquisición se la conocía en España con el despectivo apodo popular de "el partido de las brujas". No sé a qué se debe esa diferencia entre España y Alemania; probablemente, como Spee dice, tenga algo que ver la insistencia de los príncipes alemanes, que no se dio aquí en España.
Y lo dicho, me ha alegrado mucho conocer a Spee, todo un ejemplo para un buen católico. Supo ir a contracorriente, defendiendo la auténtica doctrina de Cristo y la Iglesia, costase lo que costase. Intentaré averiguar más sobre él, porque parece una figura realmente interesante, que murió además por una infección contraída a los 44 años, cuidando enfermos durante el ataque imperial a Trier.
Ah, y no he encontrado en ningún sitio que Spee fuese condenado por la Inquisición, aunque sí he leído que algunos lo pidieron. Parece difícil que un condenado a muerte estuviera por ahí ayudando a los enfermos, que era lo que hacía cuando contrajo la infección que le mató.
ResponderEliminarHola, ando buscando Cautio Criminalis (Precauciones a los acusadores) de Friedrich von Spee, y como no logro dar con él por ningún medio (ni siquiera internet) me preguntaba si habría sido traducido al español.
ResponderEliminarSi sabes algo te agradezco me lo hagas saber.
¡Gracias!