Mitos del Nuevo Testamento
y los dogmas
El Nuevo Testamento se compone de los cuatro Evangelios canónicos, los Hechos de los Apóstoles, las Epístolas de Pablo, las Epístolas universales, y el libro del Apocalipsis. Los autores de los Evangelios escribieron sus textos muchos años después de muerto Jesús, a partir de la tradición oral o de pequeñas composiciones más antiguas. No hay consenso sobre las fechas exactas, pero según la mayoría de los expertos las fechas más aceptadas son: Marcos, 70-80; Mateo, 70-100; Lucas, 80-100 y Juan, 100-120 d.C.. Los tres primeros son llamados sinópticos, es decir, que pueden compararse entre sí. La finalidad era la de sustanciar la verdad del cristianismo mitificando la figura del Jesús histórico a instancias de Pablo de Tarso. Interesantes detalles sobre cómo se generaron los Evangelios se encuentran en el libro El Grupo de Jerusalén y los Evangelios que generó, citado más arriba.
8. La virginidad de María(3) y la concepción divina
El mito de María, virgen y madre de Dios Hijo, es un total plagio de la mitología pagana. En casi todos los pueblos, los dioses, semidioses y algunos héroes, eran siempre concebidos por una virgen fecundada por un dios, condición imprescindible para ellos. De la misma forma, la mayoría de los pueblos adoraban a una Diosa-Madre, y el cristianismo corrigió esa ausencia, psicológicamente necesaria, con el mito María. Antes de profundizar en estos conceptos, debemos aclarar dos situaciones diferentes:
a. de una mujer que se ha mantenido virgen (sin ningún contacto sexual con hombres) y que queda fecundada sin tener esa relación sexual, se puede decir que tuvo una concepción virginal de origen divino;
b. de una mujer casada (por tanto habiendo tenido relaciones sexuales por lo menos con su marido) y que queda fecundada sin eyaculación intravaginal de su esposo (cosa bastante difícil de determinar en aquella época), solo se puede decir que ha tenido una concepción divina.
¿En cual de las dos categorías ubicamos a María? ¿Tenía relaciones con José? Aparentemente sí, porque muchos historiadores creen que Jesús tenía hermanos (cf. infra). Si aceptamos esto, entonces no necesitamos nada más para comprender que Jesús no nació de una virgen. La discusión se centra entonces en si su nacimiento fue a consecuencia de una concepción divina o no. Esta cuestión no es baladí, ya que es preciso conocer la situación de María si queremos remontarnos a las religiones que originaron su mito. Pero esto no es fácil, ya que en el caso de muchos nacimientos de dioses paganos, no queda claro esta dualidad en su concepción. Cuando se dice "nació de una virgen", ¿a cual de las dos situaciones se está haciendo referencia? Trataremos (no sé si lo lograré) de aclarar lo más posible este punto.
En primer lugar es necesario recordar lo que determinan los dogmas cristianos. La Perpetua Virginidad de María es el segundo dogma mariano de la Iglesia católica (definido en el Concilio de Letrán, año 649), según el cual María fue virgen antes, durante y después del parto y no tuvo otros hijos. El antecedente pagano más conocido de esta condición es el de Semíramis, que continuó siendo virgen después de dar a luz al dios babilónico Tammuz. Santo Tomás de Aquino enseñó que María parió sin apertura del útero y sin perjuicio para el himen (o sea, nunca tuvo relaciones con José). Que María concibió a Jesús sin intervención de varón se afirma en los evangelios de Mateo y Lucas: “lo concebido en ella viene del Espíritu santo”, dice el ángel a José (Mt1, 18-20); y a María que pregunta “¿Cómo será eso pues no conozco varón?” el ángel responde: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra...” (Lucas1, 26-35). Dicho sea de paso, las versiones de Mateo y Lucas sobre la Anunciación no coinciden en absoluto, basta con leer los versículos indicados. Con respecto a José, la Iglesia dice: "su amor a María era tan grande que no echaba en falta manifestaciones sexuales". El Concilio Vaticano II ha refrendado esas afirmaciones, destacando que María "no conoció varón", o sea que la Iglesia consideró siempre como “verdad de fe” la virginidad de María y la castidad total de su esposo José. A éste sólo se le invita a aceptar su papel de esposo y su misión paterna con respecto al niño (catequesis de Juan Pablo II, 10/7/1996). O sea, la Iglesia enseña que José, esposo de María, jamás la tocó. Difícil de creer, ¿no? Sin embargo, esta aseveración "oficial" de la Iglesia está muy cuestionada. La Biblia menciona a cuatro hermanos varones: Santiago (Jacobo?), José, Simón y Judas, e indica que tuvo al menos dos hermanas (Mateo 13:54-56; Marcos 6:3). Todos eran hijos biológicos de José y María (Mateo 1:25). Y lo que es más, la Biblia dice que Jesús era “el primogénito” de María, es decir, su primer hijo, expresión que indica que ella tuvo más de un hijo (Lucas 2:7). Muchos exégetas católicos creen actualmente sin problema que Jesús tuvo hermanos y hermanas de sangre y que la virginidad de María, más allá de algo físico, es su total transparencia y disponibilidad al plan de Dios. Por tanto, es muy difícil catalogar a María dentro de uno de los dos grupos mencionados.
Entre las concepciones virginales completas paganas (tipo a), se encuentra la madre de Perseo, semidiós de la mitología griega, hijo de Zeus y de la mortal Dánae, hija de Acrisio, rey de Argos. Un oráculo había anunciado a éste que moriría a manos de su propio nieto. Para evitarlo, Acrisio hizo encerrar a su hija en una cámara subterránea de bronce con una guardia permanente, para impedir que tuviera trato con ningún varón. Sin embargo Zeus se transformó en una lluvia de oro que cayó sobre Dánae desde el techo y la dejó embarazada. Perseo es un ejemplo reconocido incluso por los primeros cristianos como “nacido de una virgen”. Las "gotas de oro que caen del techo a la vagina de Dánae" es un hecho muy similar a la "sombra del Espíritu Santo" que fecundó a María.
Neith (cf.supra) se creó a sí misma a partir de su propio ser y dio a luz a Ra/Atum, sin jamás haber sido tocada por una contraparte masculina. Es la Diosa eternamente virgen que no necesita de una pareja para procrear. Ra era el Dios del cielo, Dios del sol y del origen de la vida y responsable del ciclo de la muerte y la resurrección. También en este grupo entraría Isis, según el famoso mito de Osiris, esculpido en las mismas pirámides (asesinado y resucitado como inmortal del vientre de Isis con el nombre de Horus), que describe a Dios fecundando a su madre en su noche de bodas (por tanto se presupone virginidad previa), disfrazado de su esposo, antes que llegue su verdadero marido. En la misma categoría entrarían Tanit (mitología cartaginesa, consorte de Baal y patrona de Cartago), Cibeles (diosa griega invocada desde el neolítico) y Naná (madre del dios frigio Attis a partir de una almendra colocada en su regazo), todas diosas madre que conciben a Dios.
Las
concepciones divinas no virginales pero sin unión sexual (grupo b)
son las más abundantes en la mitología pagana, por lo que el
nacimiento de Jesús no fue nada nuevo en la historia de las
religiones del mundo. Los nacimientos de una virgen eran tan
conocidos en la antigüedad que los principales Padres de la Iglesia
adoptaron el concepto para el nacimiento de Jesús. Sirvan de ejemplo
los casos de Hefesto, creado directamente en el útero de Hera, de
Dionisio, a quien su madre Sémele concibe del Dios Zeus, de Krishna,
el Dios hindú que no nació de la conexión sexual entre su madre
Devakî y su padre Vasudeva (¡que era carpintero!), sino que una luz
divina atravesó el corazón de Vasudeva y luego penetró en el útero
de Devakî haciéndola concebir al Dios. Indra nació del seno de su
madre en el Tibet 700 años antes de Cristo. Asclepio, Dios griego de
la medicina (Esculapio para los romanos) era hijo del Dios Apolo y de
la mortal Coronis o Corónide. El dios egipcio Serapis (dios
sincrético fusión de Osiris y Apis) nació de una virgen. Según
algunos eruditos, el dios babilónico Tammuz era hijo de la mortal
Semíramis, fecundada por los rayos del sol. El semidiós Hércules
(nombre romano del griego Heracles) era hijo del dios Zeus y la
mortal Alcmena. También habría héroes y figuras históricas como
los gemelos Rómulo y Remo (fundadores de Roma(4), hijos del Dios
Marte con la virgen Rea Silvia) y Alejandro Magno (hijo del Dios Amón
que sedujo a su madre Olimpia bajo forma de serpiente, según una de
las versiones legendarias sobre su nacimiento), cuyos mitos dicen que
fueron concebidos por dioses con mujeres terrenales. El teólogo
evangélico alemán Wilhelm Bousset (1865-1920), miembro de la
Escuela de la Historia de las Religiones, especializado en la
búsqueda del Jesús histórico,
dice
que esto es tan claro y evidente que no se necesita acumular citas ni
referencias de los hijos de dioses nacidos milagrosamente de una
mujer no fecundada. Incluso los discípulos egipcios de Platón
pensaban que su madre Perictione había sido fecundada por el dios
Apolo. Es que la concepción inmaculada y la genealogía divina eran
ideas tan corrientes y bien recibidas en aquellos tiempos, que
cualquiera que destacaba sobre los demás hombres era considerado
como de un linaje sobrenatural. Pero la jerarquía cristiana y
millones de cristianos dicen que, de todas estas historias, la única
cierta es la del nacimiento de Jesucristo, porque está en el Nuevo
Testamento y las otras no. Y esto, para ellos, es un innegable sello
de veracidad. Por suerte, cada vez son más los eminentes
historiadores actuales que tienen la valentía de indicar que
nuestras modernas ideas de dios proceden de esas creencias primitivas
y salvajes en las que ya nadie cree. Y que cualquier religión hoy
aceptada, tiene sus raíces en las falsedades que dominaron el
pensamiento humano en sus estadios más primitivos.
Si
nos concentramos solamente en el Antiguo Testamento la concepción
por intervención divina no era ninguna novedad. Veamos lo que nos
dice al respecto el periodista e investigador español Pepe Rodríguez
(Mentiras
fundamentales de la Iglesia católica,
Ed. B.S.A., Barcelona, España, 1997,
http://oceanodeteosofia.com/uploads/ mentiras_ fundamentales_
de_la_iglesia_cat _lica.pdf):
En
el libro de Jueces, al relatar el nacimiento de Sansón de una madre
que era estéril, se lee: "Fue la mujer y dijo a su marido: Ha
venido a mí un hombre de Dios. Tenía el aspecto de un ángel muy
temible. Me dijo: Vas a concebir y a parir un hijo. El niño será
nazareo de Dios (dedicado,
separado para Jehová, algunos
nazareos
se ofrecían voluntariamente y otros eran nombrados por Dios)
desde
el vientre de su madre hasta el día de su muerte". Con algunas
diferencias, las circunstancias básicas de este relato se repiten
también en el nacimiento de Samuel, el último juez de Israel, hijo
de Ana, la esposa estéril del efraimita Elcana. Y antes Dios había
intervenido también en la concepción de Isaac, hijo de Abraham. La
madre de Sansón (como Ana, la madre de Samuel, e Isabel, la de Juan
el Bautista) dejaron de ser estériles por la gracia de Dios, la
misma que se «derramó» sobre María para fecundarla. Resulta obvio
que los evangelistas se inspiraron en estos relatos —y en otros
similares de origen pagano— para apoyar la grandeza que debía
tener la figura de Jesús, ya que éste, como todos los personajes
muy relevantes de la historia antigua, debía llevar el sello
diferencial e inconfundible de un nacimiento prodigioso. Sin embargo,
tal como ya observó con agudeza el erudito Alfred Loisy,
especialista en estudios bíblicos e historiador de la religiones,
«para descartar los relatos del nacimiento milagroso y de la
concepción virginal, basta con comprobar que fueron ignorados por
Marcos y Pablo, y que el de Mateo y el de Lucas no concuerdan entre
sí, presentando ambos todos los caracteres de una pura invención».
Nacer de una virgen fertilizada por Dios fue un mito pagano habitual
en todo el mundo antiguo anterior a Jesús. Para completar la
escenificación de la «señal divina» se elaboraron los episodios
de la «anunciación» en los que un ser celestial, en sueños o en
vivo, anunciaba la concepción milagrosa. Los relatos sobre
anunciaciones a las madres de grandes personajes aparecen en todas
las culturas antiguas del mundo. Así, por ejemplo, en China, son
prototípicas las leyendas acerca de la anunciación a la madre del
emperador Chin-Nung o a la de Siuen-Wuti; a la de Sotoktaïs en
Japón; a la de Stanta (encarnación del Dios Lug) en Irlanda; a la
del Dios Quetzalcoatl en México; a la del Dios Vishnú (encarnado en
el hijo de Nabhi) en India; a la de Apolonio de Tiana (encarnación
del Dios Proteo) en Grecia; a la de Zoroastro o Zaratustra,
reformador religioso del mazdeísmo, en Persia; a la de las madres de
los faraones egipcios. La lista podría ser interminable. Por regla
general, desde muy antiguo, cuando el personaje anunciado era de
primer orden, la madre siempre era fecundada directamente por Dios
mediante algún procedimiento milagroso. Otro ejemplo es el caso de
los jeroglíficos tebanos, que relatan la concepción del faraón
Amenofis III (1402-1364 a.C.): el Dios Thot, como mensajero de los
dioses (en un rol equivalente al que realizaba Mercurio entre los
griegos o el arcángel Gabriel en los Evangelios), anuncia a la reina
virgen Mutemuia —esposa del faraón Tutmés IV— que dará a luz
un hijo que será el futuro faraón Amenofis III; luego, el Dios Knef
(una representación del Dios Amón actuando como Espíritu de Dios,
equivalente al Espíritu Santo cristiano) y la Diosa Hator toman a la
reina de las manos y depositan dentro de su boca el signo de la vida,
una cruz, que animará al futuro niño; finalmente, el Dios Nouf
(otra representación del Dios-carnero Amón, el Señor de los
Cielos, en su papel de ángel que penetra en la carne de la virgen),
adoptando el rostro de Tutmés IV fecundará a Mutemuia y, aún bajo
el aspecto de Nouf, modelará al futuro faraón y su ka (cuerpo
astral) en su torno de alfarero. Este relato mítico egipcio, como el
resto de sus equivalentes paganos, es más barroco que el cristiano,
pero todo lo esencial de éste ya aparece perfectamente dibujado en
aquél. El exponente escrito más antiguo que se conoce de los
embarazos virginales aparece en la leyenda caldea de la concepción
del gran rey de Babilonia Gilgamesh (2650 a.C.), nacido de la hija
virgen del rey Sakharos, encerrada por éste en una torre, para
evitar el oráculo amenazador, pero fecundada por el Dios supremo
Shamash que llegó hasta ella en forma de rayos del sol (muy
similar al rito de Perseo y a la concepción de Krishna, los paganos
también se copiaban entre sí).
Así, casi todos los fundadores de dinastías de Asia oriental fueron
presentados como nacidos de virgen que, a fin de cuentas, era la
forma más gráfica de hacerse reconocer como verdaderos hijos de
Dios. Según refiere la tradición del pueblo tártaro, Ulano, su
primer rey, nació de una virgen; y al famoso fundador del imperio
mogol Gengis Khan se le hizo descendiente de uno de los tres hijos
habidos por la virgen Alankava, embarazada de trillizos por un
resplandor que después de envolverla le penetró por la boca. El
emperador Wang-Ting fue concebido cuando una gran luminaria celeste
se detuvo sobre el vientre de su madre y dos hombres celestes se
aparecieron a su lado portando sendas cazoletas de incienso. Muchos
grandes personajes, ya fueran reyes o sabios como, por ejemplo, los
griegos Pitágoras o Platón, o aquellos que devinieron el centro de
alguna religión y que acabaron siendo adorados como «hijos de
Dios», Buda, Krishna, Confucio o Lao-Tsé, fueron mitificados para
la posteridad como hijos de una virgen. Jesús, aparecido mucho
después que ellos, no iba a ser menos. De esta forma, budismo,
confucianismo, taoísmo y cristianismo quedaron impregnados con el
sello indeleble de haber sido resultado de la obra de un «hijo del
Cielo», encarnado a través del acceso directo y sobrenatural de
Dios al vientre de una virgen especialmente apropiada y escogida. El
parecido de las leyendas entre unos y otros es tan profundo como lo
resalta la anécdota referida, en el siglo XVIII, por el padre
agustino Giorgi, un notable experto en orientalismo: «Cuando observé
que este pueblo ya poseía un dios bajado del cielo, nacido de una
virgen de familia real, y muerto para redimir el género humano, mi
alma se turbó y permanecí muy confuso. Puedo añadir que los
tibetanos contestaron los ofrecimientos de los misioneros, diciendo:
¿para qué nos vamos a convertir al cristianismo? Si ya tenemos unas
creencias idénticas a las vuestras, y que además son mucho más
antiguas». En cualquier caso, la Iglesia hacía ya muchos siglos que
conocía bien el paralelismo de Cristo con Buda: San Jerónimo, por
ejemplo, que identificaba a los budistas bajo la denominación de
samaneos, sabía que Buda había nacido de una virgen. (Gautama
Siddharta, Buda, nació en Nepal en el 560 a. C. Su madre, Maha Maya,
lo habría engendrado en su vientre bajo la forma de un pequeño
elefante, dándolo a luz de pie apoyada en una rama de higuera. Un
dios habría recogido al niño en pañales).
Otros
puntales de la Iglesia primitiva, como Clemente de Alejandría,
Crisóstomo o San Epifanio, conocían también estas creencias.
¿Hace
falta decir algo más?
9.
El
nacimiento y la adoración del Niño Jesús
¡Feliz
Navidad a todos los dioses nacidos el 25
de diciembre!
Attis, Krishna, Osiris/Horus, Hermes, Heracles, Adonis, Tammuz,
Mitra, Zaratustra, Dionisio…! Todos seres legendarios que
personificaban el mito solar. Jesús también, no podía ser menos.
Esa fecha corresponde al fin del solsticio de invierno del hemisferio
norte, día en que el sol renace. La importancia de esto para las
religiones paganas radica en que el sol, al ir aumentando
paulatinamente su fuerza, renovaba su influencia sobre la naturaleza
con el consecuente renacimiento de un nuevo ciclo vital. Los
primitivos cultos agrícolas de esas remotas épocas divinizaron
todas las manifestaciones de la naturaleza de las que dependía su
supervivencia sobre la tierra. Y todos esos dioses estaban
identificados por las mismas cualidades: la luz, la vida, la palabra
o el hijo del Dios Sol. Más detalles sobre las influencias cósmicas
en la elaboración de todas estas mitologías primitivas los presento
más abajo (cf. infra, Algunos significados astronómicos). Dudo
mucho que estas consideraciones fueran la verdadera motivación
cuando el cristianismo decretó la misma fecha para el nacimiento de
su Dios hecho hombre. Permítaseme compartir al respecto, lo que dice
Pepe Rodríguez (Ritos
y Mitos de la Navidad,
Ed. B, Barcelona,1997):
En
el solsticio de invierno todos los pueblos antiguos, adoradores del
sol, celebraban el nacimiento del astro rey mediante grandes
festejos. Los pueblos prerromanos, durante los tres días anteriores
al 24 y 25 de diciembre, así como en los seis posteriores que
llevaban hasta el Año Nuevo, festejaban el retorno del Nuevo Sol y
las fuerzas vegetativas de la Naturaleza. Con el inicio de la
expansión de la Iglesia católica por todo el continente europeo,
los papas no siempre pudieron imponer su fe por la fuerza y a menudo
tuvieron que obrar con astucia fingiendo tolerar determinados ritos
paganos aunque en realidad los minaban y transformaban
progresivamente al entremezclarlos con elementos cristianos añadidos.
Desde hace miles de años, y para las culturas y sociedades más
diversas, la época de Navidad ha representado el advenimiento del
acontecimiento cósmico por excelencia, del hecho más fundamental de
cuantos podían garantizar la supervivencia del hombre pagano o
campesino -pagus significa aldea y paganus aldeano o rústico-, del
nacimiento -o, mejor dicho, renacimiento anual- de la principal
divinidad salvadora. No es ninguna casualidad, por tanto, que el
natalicio de los principales dioses solares jóvenes de las culturas
agrarias precristianas -como Osiris, Horus, Apolo, Mitra,
Dionisos/Baco, etc.- fuese situado durante el solsticio de invierno.
Y es menos casual aún que el natalicio de Jesús-Cristo, el Salvador
cristiano, se haya concretado en el 25 de diciembre, fecha en la que
hasta finales del siglo IV de nuestra era se conmemoró el nacimiento
del Sol Invictus en el Imperio Romano.
Los
indicios del origen pagano de las fechas de la Navidad y de la
adoración de los Reyes Magos son clarísimos. La elección del 25 de
diciembre fue hecha por la Iglesia en el siglo IV (entre los años
352 y 355), de la mano del Papa Liberio, y su finalidad fue la de
adaptar y cristianizar el culto al Sol, estableciendo oficialmente la
conexión entre Cristo y ese astro.
Numerosos
estudiosos cristianos han dado por buena esta teoría.
Por
otra parte el mitólogo Joseph Campbell, refiriéndose a las fechas
de Navidad y Reyes, afirma que fueron adoptadas tardíamente
"posiblemente
para absorber el festival del nacimiento de Mitra"
(cada primer minuto de todos los 25 de diciembre en el Templo de
Mitra los sacerdotes, con atuendos blancos, encendían velas e
inciensos celebrando el nacimiento del Hijo del Dios).
El
nacimiento en una cueva o gruta era un mito pagano muy común. En una
cueva nacieron, entre otros, Heracles, Hermes, Apolo, Cibeles,
Poseidón, Dionisio, Mitra.
En
su obra The
Story of Religious Controversy (1929),
Joseph McCabe cuenta: "...todos
los años los templos de Horus presentaban a los feligreses,
alrededor del 25 de diciembre, la escenificación del nacimiento de
Horus. Era representado como un bebé nacido en un establo, con su
madre Isis parada al costado. El escritor romano Macrobious hace la
misma afirmación acerca de la representación del nacimiento de
Horus en los templos. En todo el mundo eran conocidas las estatuas o
pinturas de Isis con el bebé Horus en sus brazos".
El
decorado habitual que rodea el nacimiento del niño-Dios (pesebre,
señales celestes, magos, pastores, ángeles cantores, animales
amables) es también de origen pagano.
En
la mayoría de los relatos acerca del nacimiento de dioses o de
héroes se indica la aparición de estrellas u otras señales
celestes que anuncian la calidad sobrenatural del recién nacido.
Así, por ejemplo, en la leyenda china de Buda se habla de un astro
luninoso que anunció su nacimiento y se le llamó "Estrella
Mesiánica"; en el Bhâgavata-Purâna se cuenta como un meteoro
luminoso anunció el nacimiento de Krishna; el historiador Justino
refiere cómo la grandeza futura del rey Mitríades ya había sido
anunciada por la aparición de un cometa en el momento de su
nacimiento; el día que Julio César nació apareció la estrella Ira
en el firmamento. Bárbara G. Walker (Man
Made God,
Stellar House Pub., Seattle, 2010) manifiesta que el nacimiento de
Horus
(renacimiento de Osiris) el 25 de diciembre, fue anunciado por
ángeles y pastores y por la estrella más brillante del cielo
(Sirio, según los astrónomos), y asistido por tres hombres sabios o
"Tres Magos" (¿habrá mayores similitudes con el
nacimiento del niño Jesús?).
La
presencia de los "magos" venidos de Oriente en el relato de
Mateo (no aparecen en ningún otro texto del Nuevo Testamento) y la
adoración por los pastores con presencia de ángeles y seres
celestiales descrita por Lucas, aportan también pistas para buscar
el contexto pagano que pervivía aún en muchas leyendas dadas por
ciertas en esa época. En rituales como los efectuados en Persia,
desde tiempos del rey Darío I (521-486 a.C.) y probablemente desde
cientos de años antes, los magos/sacerdotes ya solían ofrecer a
Ahura
Mazda
(el
Dios solar principal del mazdeísmo) los presentes de oro, incienso y
mirra. Está bien documentado que Mitra fue adorado por pastores y
magos, que trajeron presentes a su gruta sagrada. Cuando nació Buda
la tierra tembló, oleadas de lluvias perfumadas y de flores de loto
cayeron de un cielo sin nubes, mientras que los devas
("divinidades
resplandecientes"), equivalentes a los ángeles y arcángeles
católicos, cantaban en los aires: "Hoy
ha nacido Bodhisattva sobre la tierra para dar paz y alegría a los
hombres, para expandir la luz por los rincones oscuros y para
devolver la vista a los ciegos".
El niño fue visitado por sabios que le trajeron joyas y sustancias
preciosas. En el momento del nacimiento de Krishna todos los devas
dejaron sus carros en el cielo y, haciéndose invisibles, fueron
hasta la casa de Mathura en la que estaba por nacer el niño divino y
se pusieron a cantar alabanzas en su honor. Aunque nadie los vio,
según la leyenda todo el mundo pudo oír sus cantos. Además le
regalaron oro, incienso y mirra, y también estaban presentes los
pastores.
Durante
el nacimiento de Confucio (551 a.C.) aparecieron dos dragones en el
aire por encima de su casa y cinco venerables ancianos, que
representaban a los cinco planetas conocidos entonces, entraron en la
habitación del parto a honrar al recién nacido; una música
armoniosa llenó los aires y una voz proveniente del cielo exclamó:
"Éste es el hijo del cielo, el divino infante, y es por él que
la tierra vibra en melodioso acorde".
De
un contexto pagano se originó la bella estampa, popularizada por los
pesebres navideños, del buey y el asno adorando y calentando al niño
Jesús acostado en su cunita de paja. La tradición de los animales
adoradores y/o auxiliadores de personajes extraordinarios la
encontramos también en culturas anteriores al cristianismo. Se
observa desde la cercana leyenda romana de Rómulo y Remo,
amamantados por una loba, hasta las leyendas esparcidas por toda Asia
que reproducen tradiciones antiquísimas como las de Tchu-Mong
(Corea), Tong-Ming (Manchuria) o Heu-tsi (China). De este último,
por ejemplo, se cuenta que "su dulce madre lo trajo al mundo en
un pequeño establo al lado del camino; los bueyes y corderos lo
calentaron con su aliento. Acudieron a él los habitantes de los
bosques, a pesar del rigor del frío, y las aves volaron hacia el
niño como para cubrirlo con sus alas".
Una
de las representaciones más antiguas, que abarca desde la
anunciación hasta la adoración del niño-Dios, se encuentra en los
grabados del Templo de Luxor, construido 1400 años antes de nuestra
era. Al respecto, extraigo (y reorganizo en aras de simplificar)
fragmentos de "The
historical Jesus and mythical Christ",
del especialista inglés en religión egipcia Gerald Massey
(1828-1907):
En
una primera escena el mensajero de los dioses Taht (Thoth) (¿el
ángel Gabriel?)
saluda
a la virgen reina Mut-em-Ua (Mutemwiya) (¿María?),
anunciándole que tendrá un hijo. En la siguiente escena, el dios
Kneph (Amun) (¿el
Espíritu Santo?)
le transmite vida. [...] La cuarta escena es la adoración. Aquí el
niño está entronado recibiendo homenajes de los dioses y regalos de
los hombres. Detrás de la deidad Kneph, tres hombres están
arrodillándose y ofreciendo regalos con la mano derecha y vida con
la izquierda (¿los
tres Reyes Magos?).
El
niño así concebido es el Faraón Amenofis III, que adquiere de esta
forma una naturaleza semi-divina.
Las
escenas son una readaptación de la historia original del anuncio del
dios
Thoth
a la virgen Isis, sobre el nacimiento de su hijo Horus, donde además
el niño recibe la adoración y los regalos de tres reyes o magos.
10.
La matanza de niños por Herodes
De
los evangelistas canónicos, el único que relata este episodio es
Mateo (Mt 2, 16-18). Ningún otro escrito, ni religioso ni
profano, lo menciona. Incluso
este hecho (históricamente falso) tiene origen pagano. De Pepe
Rodríguez (cf. supra) transcribimos:
Herodes
mandó matar a todos los niños que había en Belén y sus aledaños,
de dos años para abajo. Esta leyenda, como el resto del mito
evangélico sobre Jesús, es falsa y también está tomada de
antiguas tradiciones paganas. Sirva de ejemplo la descripción de una
parte de la leyenda del nacimiento de Krishna, octava encarnación de
Vishnú, segunda persona de la trinidad brahamánica. Los astrólogos
—o un diablo, según otra versión del mito— habían pronosticado
a Kamsa, el tirano de Mathurá, que un hijo de su hermana Devakî le
arrebataría la corona y le quitaría la vida, por lo que el soberano
ordenó la muerte de su sobrino Krishna tan pronto naciese. Pero
éste, gracias a la protección de Mahádeva (el Gran Dios o Shiva),
pudo ser puesto a salvo por sus padres con la colaboración de la
familia de su fiel servidor Nanda, un pastor de vacas. Cuando se
enteró de la desaparición del recién nacido, el rey Kansa ordenó
la matanza general de cuantos niños varones habitasen en su reino,
siendo asesinados todos menos el divino Krishna. El origen de la
historia cristiana también pudo proceder de oriente —lugar donde
fue redactado el Evangelio de Mateo hacia el año 90 d.C.—, y la
encontramos en leyendas tan dispares como la de Moisés, salvado de
la matanza de niños hebreos ordenada por el faraón para impedir «la
llegada de un niño hebreo destinado a humillar a los egipcios y
glorificar a los israelitas»; la de Abraham, muy similar a la de
Moisés, o la del emperador romano Augusto (62 a.C.-14 d.C.), que se
libró de la muerte a la que el Senado condenó a todos los varones
nacidos en un mismo año para evitar la aparición de un monarca
profetizado.
Esta
leyenda bíblica también tiene antecedentes en la mitología griega.
Antes de Zeus, Cronos era el rey de los dioses. Oyó que un día
tendría un hijo que lo derrocaría. Cronos decidió impedir esto
tragándose a todos sus hijos después que nacieron. Su esposa Rea
escondió uno de los bebés, que por supuesto era Zeus, que más
adelante mataría a Cronos para tomar el control de los dioses del
Olimpo. También se relata esta matanza en las historias de Buda y
Horus.
11.
Los milagros
La
vida de Jesús es un calco, con ligeras variaciones, de la de
Krishna, y coincide en lo fundamental con las de Tammuz, Osiris,
Dionisio, Buda, Mitra, entre otros. Por supuesto, los milagros no
escapan a esta apropiación. No hay ningún milagro en los Evangelios
que no se hubiera realizado ya antes, como hemos avanzado líneas
atrás. La historia de las religiones está plagada de milagros.
Todos los que aparecen en el Nuevo Testamento son plagios de la época
pre-cristiana, siendo la similitud más exacta con los realizados por
Buda, Pitágoras, Heracles, Dionisio y los mitos egipcios. Otros
fueron efectuados por Orfeo, Epiménides, Esculapio, Asclepio,
Empédocles, Plotino y paro de enumerar sin agotar las
referencias(5). También Mahoma realizó milagros.
Algunos
ejemplos:
-
la curación de un leproso: fue uno de los primeros milagros
realizados por Krishna;
-
la resurrección de Lázaro: Krishna resucita a dos hijos de un
Bramán, Hércules y Apolonio resucitan mujeres, Horus resucitaba a
los muertos, Asclepio resucitó a seis muertos;
-
transferencia de los demonios de Gadara a los cerdos que se tiran y
ahogan en un lago: en los Misterios
de Eleusis
(antigua
Grecia) los iniciados se bañaban con cerdos pasándoles los demonios
y luego los sacrificaban; en los juicios egipcios los espíritus
condenados son obligados a regresar al abismo, lago de materia
primordial, bajo forma de cerdos;
-
la multiplicación de los panes alimentando a más de 5000 personas y
sobrando doce canastos llenos: Buda multiplica los panes para
alimentar a más de 500 personas... y sobran ¡doce canastas!; en la
mitología egipcia multitud de almas son alimentadas en Annu, llamado
el lugar donde se multiplican los panes, sobrando ¡doce canastas!
que representan las doce casas del zodíaco;
-
Jesús camina sobre las aguas: los libros budistas más antiguos
indican que una de las habilidades mágicas de Buda era caminar sobre
las aguas, incluso cruzó el Ganges de esa forma, y en el Mahavagga
se
relata un episodio idéntico al de Jesús; en el ritual egipcio el
alma del muerto pide poder
caminar sobre las aguas como caminó Nun sin hacer ninguna parada;
-
la conversión del agua en vino en las Bodas de Caná: Dionisio, el
dios griego del vino, hacía que en su templo en Elis, en el día de
su fiesta, tinajas vacías se llenaran de vino y de una fuente en su
templo en la isla de Andros fluía vino en vez de agua;
-
la pesca milagrosa (Juan 21, 4-11): es bastante similar al episodio
atribuido a Pitágoras, pero lo más significativo y prueba flagrante
del plagio, es que Pitágoras contó 153 peces y en Juan se lee
"...sacó
(Pedro)
la
red llena con ciento cincuenta y tres pescados grandes".
-
la transfiguración de Jesús frente a tres de sus discípulos
(Mateo17, 1-3): la escena se inspira en el ascenso de Osiris en la
montaña de la luna y es similar a la transfiguración de Buda en la
montaña de Ceilán.
Para
más detalles me permito citar y reproducir a Karlheinz Deschner en
su obra "El
credo falsificado" (211
pp, 2005), por considerarlo absolutamente demostrativo.
Buda
sanó enfermos, hizo ver a ciegos, oír a sordos y andar a impedidos.
Caminó sobre el Ganges, al igual que más tarde lo haría Jesús
sobre el lago. E igual que los discípulos de Jesús, también los de
Buda hicieron milagros. De la misma manera que Pedro camina sobre las
aguas, antes lo había hecho un discípulo de Buda. Y de igual manera
que Pedro comenzó a hundirse cuando flaqueó su fe, lo mismo le
sucedió al discípulo de Buda cuando dudó de Buda. Y de la misma
manera que el Señor salva a Pedro, de la misma manera se salva el
discípulo de Buda por el fortalecimiento de su creencia en el
maestro. E igual que Jesús en Lucas, también Pitágoras comienza su
actividad misionera con un milagro de peces. Pitágoras curó a
enfermos, calmó tempestades, algo que Empédocles hacía tan a
menudo que lo apodaban “dominador del viento”. También
Empédocles curó apestados y resucitó muertos. El milagro de la
boda de Caná (donde Cristo transformó agua en vino), fue realizado
antes por Dionisio. El semidios griego de la medicina Asclepio (cf.
supra)
realizó
milagros en el siglo V antes de Cristo en Epidauro. Y para ver cómo
numerosos milagros de Jesús nos retrotraen a los de Asclepio,
Carl Schneider (teólogo
evangélico austríaco, 1801-1882)
ha
resumido sus investigaciones de manera gráfica diciendo: “Jesús,
como Asclepio, sana extendiendo la mano, o colocando un dedo en el
miembro del cuerpo enfermo, o simplemente rozando al enfermo".
Ambos curan a paralíticos, mudos, enfermos a distancia, tullidos.
Asclepio resucitó a seis muertos. (El
milagro más grande atribuido a Jesús, la propia resurrección, lo
trato en el punto 12). Los
historiadores de la Religión han demostrado, ya desde hace tiempo,
que en la literatura antigua hay numerosos equivalentes con las
historias milagrosas evangélicas; que éstas concuerdan en estilo y
contenido con las narraciones profanas y que, en su mayor
parte, es muy posible el origen pagano de las leyendas
neotestamentarias de milagros. Según el teólogo Bousset (cf.
supra)
se
transfirió a Jesús todo tipo de historias vigentes en el lenguaje
popular. “Narradores cristiano-judíos”, escribe el teólogo
Martín Dibelius (1883-1947,
alemán, participante del movimiento de la búsqueda del Jesús
histórico, junto con Bousset)
“convirtieron
a Jesús en el héroe de las leyendas de profetas o maestros
conocidos, novelistas cristiano-paganos continuaron con historias de
dioses, salvadores y taumaturgos aplicándolas al salvador
cristiano”. Así aparecen otra vez, en el Nuevo Testamento, los
milagros estándar de muchas “religiones sublimes.” Curaciones
inexplicables, sobre todo expulsión de demonios, caminar sobre las
aguas, pacificación de tormentas, multiplicaciones maravillosas de
pan y alimentos..., todo esto era conocido y habitual en el mundo
antiguo. Los católicos consideran los milagros bíblicos como
“hechos incuestionables” y están obligados a “creer todos los
milagros contenidos en la Sagrada Escritura, porque Dios nos los ha
revelado".

12.
Muerte en la cruz y resurrección... al tercer día
La
mitología sumeria, la del antiguo Egipto, las creencias hindúes,
los misterios grecorromanos y otras fuentes mitológicas, presentan
patrones culturales compartidos de dioses que mueren y resucitan. Los
eruditos ubican el origen de esta leyenda en los sumerios: la diosa
Innana
desea
reinar en el infierno y desciende a él, pero su hermana Ereskigal,
reina del infierno, temerosa que le arrebate el poder, la mata. Pero
como la Tierra no puede subsistir sin Innana, el dios Enki
la
resucita.
Bastante
antes de Jesús de Nazaret había dioses solares y héroes
mitológicos crucificados. La muerte de Jesús narrada por los
evangelistas se rodea de no pocos detalles coincidentes con los
acaecidos durante la muerte de las deidades paganas. Horus,
que inició su prédica a los 30 años y fue muerto a los 33, fue
crucificado entre dos ladrones. Sansón
murió
con los brazos en cruz para salvar a su pueblo de los filisteos.
Mercurio,
a quien 500 años antes de nuestra era se veneraba ya como intercesor
de los hombres y que en tiempos de Jesús era honrado como salvador
del mundo, encomendó su espíritu a su padre expresándose además
casi en los mismos términos que, si creemos al evangelio de Lucas,
se habría pronunciado Jesús. El lanzazo del soldado Longinos, que
abre el costado de Jesús en la cruz y de donde "mana sangre y
agua", fue tomado de otros dioses también lanceados en el
costado, como el escandinavo Odín, el indio Vishnú, el filipino
Marsias y el griego Adonis. Dionisio,
de adulto, muere crucificado, desciende a los infiernos y vuelve de
entre los muertos para sentarse a la diestra de su padre Zeus. Sus
fieles lo adoraron en la cruz sobre un altar con vasos de vino. Según
el teólogo Hermann Raschke (1887-1970, pastor protestante alemán
de
la Comunidad
Protestante Unida
de
Bremerhaven, ciudad del Estado de Bremen,
suspendido
por el comité eclesiástico de la Iglesia de Bremen), la crucifixión
de Jesús es una forma desarrollada de la crucifixión de Dionisio.
Krishna murió clavado a un árbol (en la antigüedad a esta muerte
también se la llamaba crucifixión). El castigo que recibe Prometeo
por
parte de Zeus se asemeja, en sus representaciones, al que se produce
en el calvario y la crucifixión de Jesús. La conexión entre la
pasión y el sacrificio del Nazareno por la humanidad y lo que sufre
Prometeo, benefactor de la humanidad, parece inspirar a los artistas
cristianos un modelo a seguir. Prometeo parece jugar un papel de
vínculo entre los dioses y los hombres, entre el cielo y la tierra,
similar al jugado por Jesús en el Cristianismo. Ambos conocen su
destino y lo aceptan en pro de la salvación de los humanos. Ambos
corren suerte similar, pasan calvario, tortura y cruz.
Luciano
de Samósata (125-181), escritor sirio en lengua griega, califica el
castigo de Prometeo como crucifixión:
Hefesto.-
Echemos un vistazo, Hermes, porque no conviene crucificarlo cerca del
suelo, para que no le rescaten esas creaciones suyas, los hombres.
Pero tampoco en la cima de la montaña que no lo verían los de
abajo. Si te parece lo crucificamos en el medio, al borde del abismo,
con los brazos sujetos a las rocas…
Prometeo.-
Me parece Hermes que culpas a un inocente... Si tienes tiempo me
gustaría demostrar que Zeus ha dictado una sentencia injusta contra
mí y ... Hermes defiende su causa, manteniendo que su decisión de
crucificarme en el Cáucaso es justa.
Hermes.-
No hay más que hablar, una cruz perfecta. No te resistas, anda y
sube y prepárate para que te clavemos a la montaña.
Fue
en el siglo IV cuando la cruz se convirtió, poco a poco, en el
símbolo predilecto para representar a Cristo y su calvario de
salvación. Desde el sueño del emperador Constantino hacia el 312
("con esta señal, la cruz, vencerás"), que precedió a su
victoria guerrera contra su cuñado Majencio, y el descubrimiento de
la "verdadera" cruz de Cristo en Jerusalén en el 326 por
Elena, la madre del mismo emperador, la atención de los cristianos
hacia la cruz fue creciendo hasta transformarse en el símbolo de la
Iglesia. Sin embargo, la cruz como símbolo sagrado, en sus
diferentes formas, tiene su origen en los cultos solares. Fue adorada
en la India desde tiempos inmemoriales y los historiadores la ubican
en los cultos de Shiva, Brahma, Visnú y Krishna. Los antiguos
babilonios honraban la cruz como símbolo religioso de algunos de sus
dioses, como Anu y Bal. Varios siglos antes de la era cristiana, la
cruz era venerada entre los budistas y los seguidores del Lama en el
Tibet. Es interesante saber que el cristianismo primitivo rechazaba
la veneración de la cruz como referencia religiosa, y sobre todo si
tenía la imagen de un hombre colgado de ella.
Toda
la parafernalia cósmica descrita en los Evangelios en el momento de
la muerte de Jesús, sol que se oculta tres horas, tierra que
tiembla, rocas que se parten, muertos que salen de sus tumbas
(Lucas23, 44-45; Mateo27, 51-52), tiene sus antecedentes en el campo
mitológico: al morir el dios azteca Quetzalcoatl el sol se
oscureció; al momento de la muerte de Krishna hubo tinieblas durante
tres horas, llovió fuego y cenizas, miles de figuras y espíritus se
veían por todos lados; al morir Buda hubo oscuridad, cayeron
millares de meteoritos, hubo violentos terremotos, el océano se
elevó, rocas de las montañas se desmoronaron, espíritus sin cabeza
llenaron el aire. Copia casi idéntica la de los evangelistas ¿no?
El
"descenso de Jesús a los infiernos" después de muerto
merece un comentario aparte. Ninguno de los evangelios canónicos lo
menciona... pero aparece en el Credo
apostólico actualmente
vigente en la liturgia católica (considerado el resumen de la fe de
los apóstoles, originado
probablemente
en la Galia del siglo V
como
desarrollo de un viejo credo romano del siglo IV
inspirado
en la Carta
a los Efesios
(4:9)
de Pablo de Tarso).
No
figura ni en el Credo
niceno (Concilio
de Nicea I, 325 d.C.) ni en el Credo niceno-constantinopolitano
o
Credo
largo (Concilio
de Constantinopla, 381 d.C.). Era tal vez un detalle pagano que se
había olvidado en la creación del nuevo mito y se decidió
incorporarlo. Porque muchos dioses anteriores habían bajado a los
infiernos: Krishna, Zoroastro, Osiris/Horus, Adonis, Baco, Hércules,
Mercurio, Baldur (escandinavo), Quetzalcoatl (azteca) (según T. W.
Doane, Bible
myths and Their parallels in other religions).
La
resurrección de Jesús es el elemento determinante de la fe
cristiana, elaborado por Pablo de Tarso. No solo es la resurrección
en sí una obra divina, también lo es el hecho que alguien, Jesús,
anuncie en vida que va a ser resucitado. El milagro de los milagros,
la propia resurrección, era una proeza que los "hombres
divinos", tanto los mitológicos como los históricos, superaron
repetidamente con éxito. Los dioses que mueren y resucitan eran un
fenómeno frecuente en esos tiempos en las religiones occidentales y
del Asia Menor, pero no en otras como las de la antigua China.
Tan
comunes eran que el autor eclesiástico Orígenes afirma en el siglo
III que "el milagro de la resurrección no aporta nada nuevo a
los gentiles y no puede, por ello, resultarles escandaloso".
Entre los dioses más conocidos que resucitaron están Dionisio,
Heracles, el babilonio Tammuz (Adonis para fenicios y griegos),
Attis, Marduk, Mitra y, en cierta forma, Osiris.
Muchos
dioses resucitaron "al tercer día": Horus (Egipto,
cf.supra), Mitra (Persia, cf. supra), Krishna (India), Attis
(Frigia), Marduk (Babilonia). También es notable la tradición
budista (siglo VI a.C.) que dice que una fuerza misteriosa abrió la
tumba de Sidharta (Buda) y éste fue ascendido al Nirvana. Según los
expertos en Religiones Comparadas este mito influyó decisivamente en
el Judaísmo (Cautiverio de Babilonia, 586 a.C.) y, por su
intermedio, en el Cristianismo y el Islamismo. Ausonius, una forma de
Baco (y equivalente a Osiris), era muerto en el equinoccio de
primavera (21 de marzo) y resucitaba a los tres días. La "ascensión
a los cielos" después de la resurrección es un fenómeno
comúnmente descrito en la mitología pagana. Las leyendas de
Krishna, Rama (una de las encarnaciones de Visnú), Osiris,
Zoroastro, Buda, Adonis, Tammuz, Baco, Hércules, Quetzalcoatl, entre
otros, indican explícitamente la subida a los cielos en cuerpo y
alma.
Si
la Pascua se correspondiese con una celebración onomástica, la de
la supuesta resurrección de Jesús, que debió acontecer en un día
determinado, la fiesta tendría una fecha fija, pero no es así ya
que ésta varía de acuerdo con la distribución del año
astronómico. Con esto se reafirma el origen pagano de este
fundamental mito cristiano. La denominación de "Cordero
Pascual", empleada por la Iglesia para designar al Jesús de la
Pasión, no es ajena al mito pagano. En los escritos
neotestamentarios, particularmente en el Apocalipsis de San Juan, se
identifica repetidamente a Jesús con el Agnus Dei (Cordero de Dios)
que "quita los pecados del mundo". Esta responsabilidad fue
adjudicada a casi todos los dioses que precedieron al cristianismo.
Pero si queremos remontarnos aún más en el tiempo, encontraremos
también la costumbre mesopotámica de contarle los pecados del
pueblo a un carnero o cordero, que luego era obligado a internarse en
el desierto para que con su muerte expiara las culpas humanas.
13.
Las apariciones póstumas
También
las apariciones póstumas del dios resucitado, tan numerosas y
diversas en los Evangelios y otros textos del Nuevo Testamento,
existen en leyendas anteriores: Apolo, Osiris, Aristeo (dios menor de
la mitología griega), Rómulo, Cleómanes (rey de Esparta). Es
curioso que el Jesús resucitado solo se aparece a sus discípulos y
seguidores más cercanos, nunca a sus enemigos judíos o romanos u
otra persona o grupo independientes, cosa que hubiera tenido un
impacto colosal. Sospechoso ¿no?
14.
La Santísima Trinidad, una más de entre las trinidades
El
cristianismo original, una secta judía herética, copió ceremonias,
ritos y creencias de las religiones paganas con las que competía. Su
origen judío lo obligaba a proclamar un Dios único, pero la
influencia del paganismo, habituado a tener tres dioses o trinidades
como divinidades a adorar, lo impulsaba implantar un trío de dioses,
Padre, Hijo y Espíritu Santo, pero que a la vez son uno. De esta
forma atraía al inmenso sector pagano y politeísta de la población.
La trinidad cristiana, impuesta por emperadores y papas por intereses
políticos-religiosos, se comenzó a definir en el Concilio de
Constantinopla en el 381, aunque ya se venía discutiendo desde el
Concilio de Nicea en el 325, y fue definitivamente dogmatizada en el
Concilio de Calcedonia en el 451. Esta incongruencia, una "verdad
revelada" según la Iglesia, es declarada misterio y un dogma
que deberá creerse para salvarse del infierno. Es importante señalar
que ni en el Antiguo ni en el Nuevo Testamento (con excepción de 1
Juan5, 7-8 que, según los eruditos bíblicos, fue interpolado
tardíamente con el fin de justificar el dogma de la trinidad),
existe la más remota idea de una trinidad. En ambos se enfatiza el
concepto de un dios único: la trinidad es un concepto totalmente
ajeno a la Biblia, al judaísmo y al cristianismo original.
La
trinidad de dioses es una idea ya desarrollada en casi todas las
religiones paganas, desde miles de años antes del cristianismo. Dice
Deschner:
Y
como en el cristianismo nada es original, tampoco lo es la doctrina
de la trinidad. Hubo trinidades en el hinduismo, en el budismo...,
así como en las grandes religiones helénicas. Hubo una teoría
trinitaria de Apis y Sarapis; hubo una trinidad en la religión
dionisíaca: Zagreus, Fanes y Dionisio; hubo una trinidad romana:
Júpiter, Juno y Minerva.
Ya
en el hinduismo y el budismo, la divinidad de tres cabezas era
símbolo de la trinidad, al igual que en el paganismo pre-cristiano.
Manifestaciones que, por supuesto, han sido combatidas. Para el
cristianismo primigenio las ideas trinitarias eran totalmente
extrañas.
Sobre
este punto, a riesgo de repetirme y cansar al lector, me permito
extractar nuevamente algunos conceptos de Pepe Rodríguez en el
capítulo 15 de su obra ya indicada (cf. supra).
Las
doctrinas trinitarias abundan en épocas pre-cristianas. Si repasamos
la historia de las religiones veremos que en casi todas ellas era
corriente la idea de una trinidad divina. Los panteones trinitarios
fueron una de las características de la religión del Antiguo Egipto
desde unos tres mil años antes de la aparición del cristianismo
(por
esto cuando el cristianismo post Jesucristo llevó a Egipto su
propuesta de tres formas de un Dios único, la idea cuajó con
facilidad, agregado mío).
El
sistema cosmogónico menfita se componía de la tríada Pta (creador
de dioses y hombres), Sejmet (esposa) y Nefertem (hijo); la tríada
tebana era Amón, Mut (esposa, Diosa del cielo) y Jonsu (hijo); la
tríada osiríaca era Osiris, Isis (esposa) y Horus (hijo). Los
babilonios y caldeos (2100 a.C.) veneraban los cuatro grandes dioses
o Arbail, formados por tres divinidades masculinas y una femenina que
era virgen, aunque reproductora. Esta primitiva trinidad masculina
estaba integrada por Bel (Señor del Mundo, Padre de los Dioses,
Creador), Hea (forjador del Destino, Señor del Abismo, Dios de la
Sabiduría y del Conocimiento) y Anu (Rey de Angeles y Espíritus,
Gobernador de los cielos y la tierra). Según la Teogonia de Hesíodo
(siglo VIII a.C.), la primitiva trinidad helénica estaba compuesta
por Ouranos (Urano), Gaea y Eros. La Trimürti o trinidad hindú está
compuesta por Brahma, Visnú y Shiva; Una tríada más antigua, de
origen persa, fue la de Varuna, Indra y Naatya. Estas trinidades
tuvieron una influencia decisiva a la hora de construir un misterio
central para la joven religión cristiana.
Y
yo agrego de otras fuentes. La tríada principal de los sumerios,
anteriores a los babilónicos, estaba formada por Anú
(señor
del cielo y el que reina), Enlil
(señor
del aire y de la tierra) y Ea
(señor
de las aguas). Había otra tríada compuesta por Sin
(dios
de la luna), Samás
(dios
de la justicia) e Ishtar
(diosa
del amor y de la vida). De esta última se derivan las diosas
Astarté,
fenicia, Afrodita,
griega y Venus,
romana. El Taoismo chino tenía la trinidad Jade, Lao Tzu y Ling Pao.
Lógicamente, las mitologías van evolucionando con el tiempo, se
transforman, se mantienen algunos dioses, se cambian algunos nombres
manteniendo sus funciones (por ejemplo, se sustituye a Enlil por
Marduk) y aparecen otros que reemplazan a los anteriores. Los celtas,
tribus que descendieron del norte de Europa desde mil años antes de
nuestra era, representaban a sus grandes dioses en forma triple, para
reforzar la idea de su poder. Tenían varias tríadas, la mayoría
femeninas, como las tres Brigits,
las tres Machas
o
las tres Morrigan.
Es muy conocida es la trinidad griega formada por Zeus (dios del
cielo), Poseidón (dios de mares y océanos) y Hades (dios del
inframundo). Otra trinidad persa era la compuesta por los dioses
Ahura Mazda, Mitra y la Diosa Anahita, esposa de Ahura Mazda y madre
de Mitra. Incas, Aztecas y Mayas adoraban trinidades. Los ejemplos de
trinidades paganas son interminables, no creo necesario hacer aquí
un inventario exhaustivo.
15.
El aura de Jesús y los santos
Otro
resto de la simbología pagana presente en el cristianismo es la
aureola que rodea la cabeza de Cristo, de sus apóstoles y de los
santos cristianos más destacados. El aura aparece ya en las
representaciones iconográficas de los fundadores y/o figuras
relevantes de las religiones pre-cristianas: adornaba la cabeza de
los dioses en Egipto (Isis, Ra, Dios del sol), Persia (Mitra), Grecia
(Apolo), Roma (Venus, Neptuno), China (Tai Yang Shen, deidad solar),
Tíbet, Japón, India (Buda y sus principales discípulos). Aún hoy
día, en los templos rupestres de las cuevas de Ellora, en el estado
indio de Maharashtra Norte, puede verse la figura de Indrani (la
esposa de Indra, el principal Dios de la India en la antigüedad)
sosteniendo en sus brazos al niño Dios-Sol y llevando ambos
alrededor de sus cabezas un halo similar al de la Virgen y el Niño
cristianos. También con la cabeza aureolada se representa, en
antiguas pinturas, al niño Krishna siendo amamantado por su madre
Devakî. En las culturas antiguas, además de un reflejo de la gloria
celeste representada por el Sol, el nimbo era un símbolo de realeza.
Y así lo tomaron también los primitivos artistas cristianos, que
representaron con halo áureo no sólo a Cristo y los santos sino,
también, a los llamados emperadores cristianos (Trajano, Antonino
Pío, Constantino, Justiniano), tal como puede verse en las monedas y
medallas de la época.

16.
Tres sacramentos: el bautismo, la eucaristía y la confesión
El
bautismo
cristiano
surgió a imitación de los bautismos paganos, sostienen los
estudiosos Wilhelm Bousset (cf. supra) y Martin P. Nilsson (Profesor
de Historia Antigua de la Universidad de Lund, especializado en
religiones, y miembro de la Real Academia Sueca de Letras, Historia y
Antigüedades, 1874-1967). El bautismo con agua es un rito común muy
antiguo, presente en muchas religiones como en los Misterios Órficos
y en los de Eleusis, en las religiones de Asur, de Babilonia, de
Egipto, de Creta, de China. Los brahmanistas de la India tenían una
ceremonia similar al bautismo cristiano, realizada en un río. Los
seguidores de Zoroastro no solo practicaban el bautismo sino que
además marcaban la frente del iniciado con el "signo sagrado",
que no era otro que el signo de la cruz. Buda también fue bautizado
con agua, en presencia del "Espíritu de Dios". Horus fue
bautizado por Anup (Juan) el Bautista, posteriormente decapitado. El
culto a Mitra tenía en su liturgia la purificación mediante el agua
para ingresar a esa religión y la confirmación posterior. El
bautismo cristiano, incorporado e instituido por Pablo de Tarso en su
Epístola a los Romanos, es a todas luces inspirado principalmente
por su predecesor mitraico. También hay antecedentes en el Antiguo
Testamento: la narración bautismal más antigua proviene de Isaías.
Incluso el Padre de la Iglesia Tertuliano reconoce que "...el
lavado con agua es el canal por el cual los paganos son iniciados en
algunos ritos sagrados de algunos dioses...",
adjudicándolo por supuesto a las malas artes del demonio que lo
copió del posterior cristianismo. En sus libros Y
de nuevo cantó el gallo (544
pp, 1998) y El
credo falsificado
(211
pp, 2005), Deschner hace una descripción muy detallada del bautismo
en los cultos mistéricos y en la Iglesia antigua.
Casi
todos los cultos conocían la idea básica del bautismo como
"renacimiento". "Renacido a la vida eterna" (in
eternum renatus) se autodenominaba el creyente de Attis, "renacido"
el salvado por Isis, "los nacidos de Dios" en la religión
de Dionisio. En el bautismo del cristianismo primitivo, al igual que
en el culto de Isis, el dispensador del bautismo debía ayunar y el
lugar del bautismo podía ser un río, una fuente o la playa. Y, como
en la religión de Mitra, se bautizaba preferentemente al inicio de
primavera (en Pascua) y, como en el bautismo eleusíaco o de Orfeo,
muchas veces la inmersión se hacía desnudo. Más tarde se llevó a
cabo en una casa bautismal, el baptisterio, que también tiene sus
antecedentes en las fuentes e instalaciones de las religiones de
misterios, sobre todo del culto a Mitra, levantadas para bautizar.
Incluso en sus templos había una especie de pila de agua consagrada.
En el siglo IV el bautismo cristiano se convierte en una fiesta de
dimensión social con cartas de felicitación"... "Tras la
praxis bautismal cristiana no se esconde otra cosa que la vieja
visión pagana de la fuerza misteriosamente salvadora y purificadora
del agua, sobre todo del “agua fluyente” y “viva”,
proveniente de la divinidad y vivificada por ella. De ahí que se
atribuyera fuerza curativa a manantiales y ríos, y los cristianos
aplicaron y trasladaron al bautismo casi todo lo que judíos y
helenos conocían y enseñaron sobre la importancia del fluido.
La
perplejidad y la incomodidad que reflejan los testimonios evangélicos
sobre el bautismo de Jesús son patentes. ¿Por qué se bautizó
Jesús? ¿Quién era San Juan Bautista? ¿Primo de Jesús?
Supongamos, por unos minutos, que este personaje existió. En Marcos
8, 27-28 se menciona a Elías y a Juan Bautista como posibles
precursores del "Mesías", la irrupción del Cristo judío
que había de liberar al pueblo de Israel. Existía una "cofradía
del Bautista" que no solo incitaba a los judíos a practicar la
virtud, la justicia y la piedad, sino que también los enardecía y
exaltaba con su fogosa palabra. Herodes, temiendo una revuelta, lo
mandó matar. El descenso del Espíritu Santo en forma de paloma
sobre el bautizado Jesús también tiene su origen en cultos
anteriores, en los que la paloma es símbolo de divinidad y desciende
o revolotea sobre los "elegidos": ya era parte de los
cultos de India, Siria, Egipto, Persia, Grecia, Roma, incluso de
México.
El
ritual de comerse a un dios es muy antiguo, y la creencia en la unión
con él mediante su comida y bebida es muy conocida en la historia de
las religiones. Casi todos los cultos pre-cristianos tenían una
comida de celebración como parte de sus rituales, que permitía a
los participantes unirse con el dios que adoraban. La eucaristía es
uno de los ritos más antiguos de la humanidad, desde miles de años
antes del cristianismo. Como hemos indicado más arriba, el
origen primigenio de este rito es sumerio: había ceremonias de
"comunión" en las que el devoto recibía el cuerpo de la
divinidad. "Quienes
mejor conocieron la relación de la cena del Señor con los cultos
antiguos de misterios fueron los padres de la Iglesia"
(Friedrich
Heiler, obispo y teólogo alemán, 1892-1967). El evangelista Marcos
toma prestado de Pablo de Tarso, su mentor, el mito de la cena
eucarística
y
la inserta en la historia de un galileo que nada sabía de
encarnaciones divinas en cuerpos humanos por ingestión de carne y
sangre de Dios. Pablo, no Jesús, fue quien introdujo la eucaristía
cristiana, y esta no es un rito judío sino que está esencialmente
inspirado en la comida ritual de las religiones paganas.
En
efecto, los mitos y ritos del Antiguo Egipto en general, conocidos a
partir de los Textos
de las Pirámides,
practicaban la eucaristía, muy especialmente la eucaristía sagrada
del Dios Osiris/Horus (Isis, antes de la muerte del Dios, bebió su
sangre en una copa de vino). Dijo Osiris: "Mi
cuerpo es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come
mi cuerpo y bebe mi sangre vive unido a mí y yo a él",
y Jesús lo plagió casi textualmente. Los antiguos egipcios
conmemoraban anualmente la muerte de Osiris a través de la
eucaristía, comiendo una sagrada torta u oblea después que había
sido consagrada por el sacerdote, convirtiéndola en verdadera carne
del dios. Y el "jugo de la uva" era la sangre de
Osiris/Horus. Era la incorporación personal del salvador divino en
el devoto, mediante la ingestión de su cuerpo y de su sangre, como
sucede en la misa cristiana. Este mito era perfectamente conocido en
el siglo I de nuestra era y fue trasladado desde las regiones del
Nilo hasta el Asia Menor.
El
mitraísmo celebraba la
eucaristía
en forma casi idéntica a la adoptada posteriormente por el
cristianismo (cf. supra), incluso se utilizaban los mismos objetos
litúrgicos como cáliz y patena y los fieles se inclinaban ante
ellos. Este rito era central en el culto a Mitra, con forma y
fórmulas verbales iguales a las que acabaría adoptando la Iglesia
cristiana, y se realizaba en recuerdo de su última comida con sus
doce discípulos, que representaban los signos del zodíaco. Se
conoce un pasaje muy significativo de la eucaristía mitraica que
dice: "Aquél
que no coma de mi cuerpo y no beba de mi sangre, de manera que pueda
ser uno conmigo y yo con él, no será salvado".
En la religión de Dionisio, en la que se lo veneraba sobre una
mesa-altar con vasos de vino portando una cruz, el Dios se introduce
en el cuerpo de sus fieles identificado en la carne de un toro o de
un cabrito, y en el Evangelio de Juan se hace decir a Jesús en la
última cena una frase similar a "quien
no mastica mi carne y bebe mi sangre...",
utilizada por Dionisio. En muchas religiones paganas se comía y
bebía realmente el cuerpo y la sangre de un dios, representado por
un hombre o un animal sacrificado.
El
sacramento de la confesión
también
tiene fuentes precristianas. "La
confesión, frecuentemente pública, ya se practicaba en los cultos
de Samotracia, Lidia, Frigia, Siria y Egipto"
(Los
laberintos de la identidad política, Gloria M. Morán, Ed. Dykinson,
España, 2015). Es una práctica muy importante en el budismo (nacido
alrededor de 500 años anterior al cristianismo) y en la doctrina
jainista hindú (anterior incluso al budismo). En ambos cultos se
cree que quien reconoce sus faltas frente a sus semejantes, se
purifica espiritualmente pues expresa su deseo de mejorar. También
está documentada la confesión en el culto de la diosa Anaitis
(también conocida como Artemisa o Afrodita), adorada por los lidios,
los armenios y los persas. Y, en forma bastante violenta, se
desarrollaban la confesión y la penitencia correspondiente en el
culto a Isis. Como dato interesante, es necesario recordar que,
aceptando por un fugaz momento lo que se cuenta en el Nuevo
Testamento, el supuesto Jesús histórico nunca habló de
"confesión", como reconoce la casi totalidad de los
teólogos e historiadores bíblicos. La confesión conlleva los
conceptos de perdón
de los pecados
y
de penitencia.
El poder de perdonar los pecados es una autoatribución muy
ventajosamente explotada por la Iglesia, ya que no fue establecido
por Jesús ni es una facultad concedida por Dios al clero católico.
La penitencia no es original de la doctrina cristiana, ya la
practicaban el budismo, el jainismo, la religión egipcia y otras
creencias paganas.
17.
Las enseñanzas y parábolas de Jesús
En
líneas generales, los buenos preceptos y las predicaciones de Jesús
no tienen nada de originales. Casi todo ya había sido dicho en el
Código de Hammurabi y en las religiones de Egipto (principalmente
por Horus), India y Grecia. No solo los mesopotámicos, los egipcios,
el taoísta Lao-Tsé, los griegos y Buda los predicaban centenares de
años antes del cristianismo, sino que cualquier religión o secta
incorpora siempre algunos principios humanísticos básicos. Los
preceptos acerca de la caridad, el amor, la humildad y el perdón se
encuentran en todas las culturas paganas, siglos antes del
cristianismo, incluso en las que los cristianos calificaban de
"primitivas o salvajes" y que se dedicaron a eliminar. Para
ilustrar y hacer comprensibles sus enseñanzas, Jesús utilizaba
frecuentemente las parábolas, siguiendo una costumbre muy
mediterránea. Muchas de sus enseñanzas se pueden encontrar en los
Veda
y
el Bhagavad
Gita
hindúes,
en el Tao
Te King
de
China, y en Sócrates. En los Diálogos
de Platón
se
exponen conceptos que posteriormente incorporaría el cristianismo.
Incluso el famoso Sermón
de la Montaña(6)
es
una colección de discursos de escritos pre-cristianos. Según
algunas versiones de eruditos, Horus habría pronunciado enseñanzas
similares a este Sermón, recopiladas por sus seguidores en "Los
dichos de Iusa".
Buda pronunció su propio Sermón en la Montaña
Cabeza de Elefante,
cerca de Budha Gayá, en la India. Así, los Evangelios hacen repetir
a Jesús viejos discursos con un aire de autoridad sobrenatural.
La
"regla de oro" es un principio moral general que puede
expresarse como "trata a los demás como querrías que te
trataran a ti" o "no hagas a los demás lo que no quieras
que te hagan a ti". Hermoso principio atribuido a Jesús en la
Biblia: "Amarás
a tu prójimo como a ti mismo"
(Lev19,
18) y "Cuanto
quisiereis que os hagan a vosotros los hombres, hacédselo vosotros a
ellos"
(Mateo
7, 12). Pero veamos.
-
"Esta naturaleza solo es buena si impide hacer a otros lo que no
es bueno para uno mismo" (Zoroastrismo, Dadistan-i-Dinik 94:5,
1500 años a.C.)
-
"No hagas a los otros lo que no quisieras que te hagan a ti"
(Confucionismo, Analects XV:24, 500 años a.C.)
-
"Toda la sabiduría consiste en perfeccionarse y en amar al
prójimo como a sí mismo" (Confucio, 500 años a.C.)
-
"No hieras a los otros por medios que tú mismo encontrarías
hirientes" (Budismo, Udanavarga 5:18, 500 años a.C.)
-
"Esta es la suma del deber: no hagas a los otros lo que a ti te
causaría pena" (Hinduismo (o Brahmanismo), Mahabharata 5,
15-17, 300 años a.C.)
-
"Lo que es detestable a tus ojos no lo hagas a otro"
(Talmud, Shabbat 31a, Rabbi Hillel, 10 d.C.)
¿Hacen
falta comentarios?
Otras
enseñanzas como devuelve bien por mal, nadie puede servir a dos
señores, perdonar para ser perdonados, la limosna, la oración y el
ayuno han de hacerse en privado, no solo de pan vive el hombre, ama a
tus enemigos, jamás pagues la injusticia con injusticia ni el mal
con el mal (y la lista es larga), fueron tomadas de los filósofos
precristianos y de las religiones paganas. Como muestra, para no
cansar, según la Somadeva (un libro sagrado budista) Buda dijo: "Si
el ojo ofende al asceta Budista, arráncalo y échalo fuera".
Jesús dijo: "Si tu ojo derecho te hace pecar, sácatelo y
tíralo lejos." (Mateo 5:29). Y, perdón si insisto pero me
parece contundente, Mateo24, 35 hace decir a Jesús "El
cielo y la tierra pasarán pero mis palabras no pasarán",
y Buda dijo "...el
firmamento podrá caer sobre la tierra, pero al final mis palabras se
cumplirán."
18.
Los doce discípulos
La
cifra doce es un número sagrado en toda la mitología de la
antigüedad. Representa los signos del Zodíaco. Los pueblos
primitivos dividieron el cielo en doce secciones, cada una
representando las constelaciones del Zodíaco. Por esta razón hay
doce signos astrológicos, doce "moradas" por las que
discurre el sol en su desplazamiento diario, doce horas del día y
doce de la noche, doce ayudantes de Horus, doce discípulos de Ahura
Mazda, doce dioses del Olimpo, doce trabajos de Hércules, doce los
meses del año, doce hijos de Jacob, doce tribus de Israel, doce
patriarcas, doce discípulos de Mitra, doce discípulos de Jesús. La
Biblia está repleta de signos astrológicos, pues estaban tan unidos
a las religiones que era imposible separarlos. Casi ningún personaje
bíblico existió realmente, son alegorías de cuerpos celestes.
Los
evangelistas no se ponen de acuerdo con los nombres y las genealogías
de los discípulos, aunque coinciden en su mayoría. Pero en lo que
están completamente de acuerdo es que son doce. El plagio de la
mitología egipcia es incluso evidente en el parentesco entre los
discípulos: cuatro son hermanos de Jesús, Santiago, José, Simón y
Judas, y cuatro son los hermanos hijos de Horus, Amset, Hapy,
Duamutef y Kabeshenuef.
19.
El fin del mundo y la llegada del "reino de Dios"
Friedrich
Heiler (cf. supra) dijo: "La
convicción segura de Jesús de la pronta llegada del juicio final no
la discute hoy ningún investigador serio e imparcial".
Jesús se consideraba el profeta de los últimos tiempos y predicaba
constantemente (según los Evangelios sinópticos) la cristalización
terrenal del reino de los cielos. Los primeros cristianos (siglo I y
II) estaban convencidos del inminente fin del mundo, del descenso de
Dios para establecer su reino, como anunciara su Mesías, y del
comienzo de una nueva era para la tierra y el hombre. Ese era el
dogma fundamental del cristianismo primigenio. Pero esta idea también
fue importada de religiones paganas anteriores. En las civilizaciones
babilónica, egipcia y oriental era común la creencia del muy
próximo nuevo mundo a partir de la llegada de una entidad celestial.
Los papiros egipcios (algunos de los papiros bíblicos hallados
alrededor del Mar Muerto, datados alrededor del siglo II o I a.C., se
han conservado hasta hoy) hablaban del "salvador" a punto
de llegar para cambiar el mundo. Asurbanipal, rey de Asiria en el
siglo VI a.C., fue considerado hijo de Dios estableciendo una nueva
era de felicidad absoluta. Varios siglos antes de Cristo, ya
Zaratustra anunciaba la proximidad del reino de Dios. Los esenios,
secta judía de alrededor del siglo II a.C., se consideraban como
"las últimas generaciones antes del final de los días".
Por supuesto, nada de eso sucedió, pero la impronta pagana es
clarísima, y las Iglesias cristianas se las ven en figurillas para
explicar este "retardo" de un hecho apocalíptico que tan
claramente está explicitado en sus Evangelios. Y claro, con "para
Dios mil años son como un día" lo arreglan todo.

20.
Otros varios
Casi
todas las historias y hechos de la vida pública de Jesús, relatados
en los Evangelios, son copia casi textuales de religiones anteriores.
Aparte de lo ya presentado hasta aquí, la tentación y los 40 días
de ayuno de Jesús en el desierto tienen su símil en la leyenda de
Buda y en el mito persa con Zoroastro. El episodio de Jesús y la
Samaritana (Juan4, 3-10) es idéntico al que protagonizó Buda
descrito en el Divyavadana.
El relato de la ofrenda de la viuda (Marcos12, 41-44) es copia exacta
de lo descrito en el libro budista Kalapanamandinaka
(4:22).
Con
respecto a ceremonias, ritos y dogmas, la influencia pagana es
innegable. La mitra papal que el pontífice lleva en su cabeza en las
ceremonias litúrgicas, con forma de pez con la boca abierta, ya era
utilizada por el sumo sacerdote del culto a Semíramis, en Babilonia,
como símbolo del dios pez Dagon. Como semejanza menor y curiosa,
pero significativa, entre los rituales del mitraísmo y del
cristianismo, figura el toque de unas campanillas en determinado
momento del servicio religioso. El dogma de la asunción a los cielos
de la madre de dios, hecho que no figura en la Biblia, fue inventado
por el Papa Pío XII en 1950. Muchísimos siglos antes del
cristianismo, el día de la asunción de Isis se celebraba el 15 de
agosto, por razones astroteológicas, y más tarde las vírgenes
grecorromanas también lo hacían ese día. La Iglesia católica
celebra en esa fecha la asunción de su virgen, ejemplo irrefutable
de su origen pagano. En la iconografía piadosa, es muy común la
representación de la Virgen María dando de mamar a su hijo o con
éste en sus brazos. Esta imagen tuvo como modelo esculturas y
representaciones anteriores de diosas paganas, que ya eran muy
populares miles de años antes de Jesús: Devakî amamantando a
Krishna, Isis a Horus, Semíramis a Tammuz, Nammu a Enki (Sumeria),
entre otras. Cuando a partir del siglo III, la figura de María madre
virgen de Jesús comienza a perfilarse, la devoción del pueblo hacia
Isis era tal que para conquistar al pueblo pagano, al cristianismo no
le quedó otra alternativa que cambiar el nombre de Isis por el de
María. También con este objetivo, se le otorgó a María el título
de "Madre de Dios", que pertenecía a Isis, así como a
Sémele y Artemisa.
Los
Santos,
personas a las que la Iglesia católica atribuye hechos
extraordinarios y milagros (de autenticidad fácilmente rebatible),
siguiendo protocolos muy precisamente establecidos con apariencia de
serios, son cada vez más numerosos, y parece que se multiplican
casualmente en tiempos aciagos para la Iglesia. En realidad son
parte de las estrategias (digamos "marketing")
desarrolladas por el Vaticano, ya que cada uno de ellos o ellas
aglomera un gran número de fieles creyentes, que producen muy
bienvenidas limosnas luego de haber satisfecho algún pedido
especial, a la vez que refuerzan la presencia de Cristo en la
comunidad. Los distintos componentes de la población tienen su
"santo/a patrono/a" que los protege y a quién puede acudir
en caso de necesidad. Pero todo esto parece inspirado por el mundo
pagano pre-cristiano. En Babilonia se adoraban varios miles de dioses
y diosas, que en un comienzo fueron personas, héroes vivientes, que
pasaban a ser objetos de culto luego de muertos. Cada día estaba
dedicado a un dios particular que les protegía. La Iglesia, en su
estrategia de sincretismo religioso, se inspiró en esta práctica
del mundo pagano, como parte de su política de "ampliación de
mercado".
Muchos
dioses paganos tenían ascendencia real, entre ellos Krishna y Horus,
y por tanto Jesús, para no ser menos, también debía tenerla. Así,
según las profecías del Antiguo Testamento, el Mesías prometido de
Israel sería descendiente del Rey David de la tribu de Judá, cosa
que "se cumple" en el Nuevo Testamento. Solo dos de los
Evangelios traen la genealogía de Jesús, Mateo y Lucas, con
llamativas diferencias entre ambos pero coincidiendo en David y
terminando en José. Incluso un texto budista narra los orígenes de
Buda en forma muy similar a los de Jesús, pero casi 600 años antes.
En el caso del dogma cristiano, esta ascendencia real de Jesús es un
absoluto despropósito y sin sentido, ya que él es hijo de Dios y no
de José, por lo tanto no desciende de David. Pero hasta bien
avanzado el medioevo esta "pequeña incongruencia" no
importaba, ya que el pueblo mayoritariamente analfabeto no se
enteraba porque no podía (¡ni debía!) acceder a la Biblia,
publicada en latín y solo interpretada por los curas.
Para
no extender demasiado este texto, simplemente menciono otras
creencias, leyendas y rituales provenientes del paganismo (con su
correspondiente link
para
que el lector acceda directamente a la información), adoptados por
las religiones hebrea, cristiana e islámica: la circuncisión,
rito de fertilidad practicado por los egipcios
(https://ancientneareast.org/2014/10/31/nip-tuck-circumcision-in-ancient-egypt/),
el tabú de la carne
porcina,
también heredado de la religión egipcia (https://en.wikipedia.
org/wiki/Religious_restrictions_on_the_consumption_of_pork), el
monoteísmo
(https://es.
wikipedia.org/wiki/Monote%C3%ADsmo), el apocalipsis
(https://en.wikipedia.org/wiki/
Zoroastrianism).
A
riesgo de repetirme, me parece interesante el resumen a vuelo de
pájaro que hace el químico e historiador estadounidense Juan
Guillermo Draper (Historia
de los conflictos entre la religión y la ciencia,
Est. Tipográfico de Ricardo Fé, Madrid, 1885; Ed. Maxtor,
Valladolid, 2010), libro que, dicho sea de paso, sólo
un año después de su publicación la Santa
Sede lo
incluyó en el Index
librorum prohibitorum, el
4 de septiembre de 1876. Me
permito transcribir aquí algunas frases:
Veamos
a qué profunda degradación intelectual condujo esta política de
paganización. Se adoptaron los ritos gentilicios de pompa y
esplendor, los vistosos trajes, las mitras, las tiaras, los vasos de
oro y plata, los oficios procesionales. El lituo romano, insignia
principal de los augures, se convirtió en báculo pastoral. Se
introdujeron en las iglesias imágenes y reliquias que eran adoradas
a usanza de los dioses gentiles, y se operaban milagros y prodigios
como en el tiempo de los paganos. La apoteosis de los antiguos
tiempos de Roma fue sustituida por la canonización, y santos
tutelares ocuparon el lugar de las divinidades mitológicas locales.
La transustanciación, o transformación del pan y el vino en cuerpo
y sangre de Cristo, formó parte de la paganización más completa.
El
mismo Draper cita en su obra las observaciones hechas por el Obispo
inglés de Bristol, Thomas Newton (1704-1782),
escritor y experto en la Biblia:
Los
hombres deificados por los cristianos sustituyeron a los deificados
por los gentiles. Que la adoración es la misma se prueba por la
similitud de las ceremonias: en uno y otro caso se quema incienso en
los altares, se usan aspersiones de agua bendita, se encienden
lámpara y ciriales en pleno día frente a altares y estatuas, se
deifica o canoniza a los justos muertos, se tapizan los muros de
ofrendas y ricos presentes como testimonios de otras tantas curas
maravillosas y de peligros salvados, se erige en patronos de tal
reino o provincia a los héroes o santos difuntos, se reverencian las
imágenes y se atribuye a los ídolos poderes y virtudes milagrosas,
se transportan las imágenes en pomposas procesiones, se practica la
flagelación por vía de penitencia. Todos estos y otros muchos ritos
y ceremonias se hallan igualmente repartidos entre la superstición
pagana y la cristiana. Los mismos templos e imágenes que en un
tiempo estuvieron consagradas a Júpiter y otros dioses, pasaron a la
advocación de la Virgen María y otros santos. Los mismos prodigios
y milagros paganos se reproducen en el cristianismo. En suma, casi el
paganismo completo se ha convertido en papismo, y uno y otro se
hallan evidentemente basados sobre un mismo plan y principio.
Creo
también interesante que el lector conozca la obra Los
Misterios de Jesús. El Origen Oculto de la Religión Cristiana,
2004, de Timothy Freke y Peter Gandy, a la que se accede fácil y
gratis por la web de Internet
Archive
(https://archive.org/details/los-misterios-de-jesus-freke-gandy).
Aparte de que es recomendable la lectura de toda la obra (273
páginas), en las páginas 59 a 61 de esa versión web, los autores
elaboran una lista sucinta, pero impactante, de muchos hechos
evangélicos tomados de las religiones mistéricas.
Antecedente
bíblico
Para
quienes desconfían de las influencias paganas aquí presentadas,
adjunto una curiosidad de la propia Biblia, del Antiguo Testamento.
José
"el soñador"
era
uno de los doce hijos de Jacob (Gen. 35:22). En su artículo
“Similitudes
de la vida de José [El Soñador] y Jesús”,
Reyna Orozco Meraz (mexicana, católica, no pude conseguir más
datos) presenta las siguientes comparaciones:
-
José fue traicionado por sus once hermanos, que lo despojaron de su
túnica y lo arrojaron a un pozo (Gen37, 18-24), Jesús lo fue por
uno de sus doce discípulos
-
al ser vendido como esclavo José fue llevado a Egipto (Gen37, 28),
el niño Jesús fue llevado a Egipto para evitar que Herodes lo
matara (Mateo2, 14)
-
José fue vendido por su hermano Judah por 20 piezas de plata (Gen37,
28) y Jesús por Judas por 30 piezas de plata (Mateo26, 15)
-
José tenía
30 años cuando llegó a ser gobernador de Egipto
(Gen41,
46), Jesús comenzó
su prédica a los 30 años
-
Ambos fueron tentados y resistieron la prueba (Gen39, 7-12 y Mateo4,
1-11)
-
Ambos fueron ubicados entre otros dos criminales (Gen40, 1-3 y
Marcos15, 27)
-
Uno de los criminales murió y el otro vivió (Gen40, 21-22 y
Lucas23, 3).
Algunos
significados astronómicos
Completando
lo que he presentado más arriba acerca del nacimiento de los dioses,
es interesante manejar algunos datos astronómicos cuyo conocimiento
parecería aportar un nuevo significado a fechas, símbolos y
personajes de muchas de las creencias paganas y del cristianismo. En
el hemisferio norte, a partir del solsticio de verano el sol empieza
a moverse hacia el sur, los días se hacen más cortos y la luz
mengua. El 22 de diciembre, el sol llega al punto más bajo en el
cielo y deja de moverse hacia el sur. Durante tres días, 22, 23 y
24, el sol parece inmóvil: es el solsticio de invierno
(solsticio
significa "el sol está quieto"). Esta paralización en la
duración del día y la noche se debe a la forma elíptica de la
rotación de la tierra alrededor del sol. El
astro parece detenerse en la vecindad de la constelación de la Cruz
del Sur. El
día 25 el sol comienza nuevamente su trayecto hacia el norte y los
días comienzan a alargarse, por lo que los antiguos decían que el
sol había renacido. De todo esto viene lo de "nacer un 25 de
diciembre, morir en la cruz, estar muerto durante tres días y luego
renacer", mitología común a una gran cantidad de dioses.
El
paso del sol por las diferentes estaciones del año fue ilustrado por
nuestros ancestros paganos con la rueda zodiacal: doce son los signos
zodiacales o meses, doce son los discípulos con los que Jesús
viajaba.
La
estrella de oriente que anunció el nacimiento de Jesús y otras
deidades, se corresponde con la estrella Sirio. El 24 de diciembre
esta estrella se alinea con las Tres Marías del cinturón de Orión
(conocidas en la antigüedad como “Los Tres Reyes”). Esa línea
apunta directamente al lugar de la salida del sol en la mañana del
25 de diciembre. Durante
el solsticio de invierno, la constelación de Virgo ("Virgen"
en latín) se eleva sobre el horizonte dando la sensación de que el
sol (como Jesús y otros dioses solares), nace de este signo
zodiacal. Esta constelación es representada en el zodiaco por la
letra “M” (¿María, madre de Jesús, Maya, madre de Buda?
¿Coincidencias?).
Resumen
de algunos Dioses y Mesías pre-cristianos... y más similitudes
Para
facilitar al lector una visión resumida y esquemática de lo que
acabo de exponer con más o menos profundidad, y al mismo tiempo
permitirle un acceso rápido a los plagios que el cristianismo operó
sobre los dioses, mesías y héroes paganos que lo precedieron,
presento a continuación una síntesis recapitulativa de las
analogías descritas. Con algún agregado, que siempre los hay, visto
la extensión inaudita de las falsedades que esta religión obliga a
aceptar a sus crédulos fieles. Para una visión de conjunto sobre
las similitudes entre Jesús y otros dioses paganos que hemos
abordado en este texto, me permito recomendar la lectura del cuadro
comparativo presentado por Fernando de Orbaneja en la página 179 de
su libro Jesús
y María. Lo que la Biblia trató de ocultar
(Ediciones
B, S.A., Barcelona, 2006).
ATTIS
Dios
griego de Frigia de 1200 años antes de nuestra era. Nació por obra
de los dioses de la virgen Nana un 25 de diciembre. Poseía una doble
divinidad, Padre e Hijo Divino. Bautizó a sus discípulos con su
sangre, de tal modo que sus pecados fueron lavados. Crucificado en un
árbol para la redención de toda la humanidad, fue enterrado pero al
tercer día los sacerdotes encontraron su tumba vacía: resucitó un
25 de marzo, después de haber descendido a los infiernos. Sus fieles
comieron pan y comida sagrada, creyendo haber recibido su cuerpo.
Denominado como “Buen Pastor", “El Unigénito Hijo de Dios”,
“El Salvador”.
OSIRIS/HORUS
Dos
a tres mil años antes de nuestra era, Osiris, mítico hombre-dios y
rey de Egipto, fue asesinado por su hermano Seth y descuartizado. Su
esposa Isis restauró
su cuerpo y concibió póstumamente y en forma virginal (fecundada
por un relámpago o ella como pájaro copula con el cuerpo de
Osiris). El hijo es llamado Horus, considerado como Osiris
resucitado, y nace un 25 de diciembre. Una
estrella brillando en oriente ayudó a tres reyes a ubicar y adorar
al salvador recién nacido. Seth intentó asesinar al niño Horus,
pero los dioses previenen a Isis, que se esconde. A los 12 años era
un niño prodigio, enseñaba en el Templo. Al igual que Jesús, no
hay datos entre sus 12 y sus 30 años, edad en la que reaparece como
Khem-Horus. A los 30 años se convirtió en adulto según la cultura
egipcia, al ser bautizado por Anup el Bautista (Anup se traduce como
Juan), quien fue decapitado posteriormente, igual que el bautista de
Jesús. Realizó milagros como curar enfermos, devolver la vista a
los ciegos y caminar sobre el agua. Tenía doce discípulos que
viajaban con él. Era conocido con varios nombres como La Verdad, La
Luz, El Hijo elegido de Dios, el Buen Pastor Real, Dios convertido
Hombre y varios otros. Después de haber sido traicionado por Typhon,
Horus fue crucificado entre dos ladrones el 17 Athyr (período del
"ciclo de inundación", equivalente a noviembre en el
calendario del antiguo Egipto) y sepultado en una tumba de la que al
tercer día (19 Athyr) resucitó, luego de descender a los infiernos.
Sus discípulos celebraban cada año su muerte y resurrección en el
equinoccio invernal (Pascua). La tríada de Osiris, Isis y Horus es
la leyenda más importante de toda la mitología egipcia. Su
adoración comportaba, muy especialmente, una eucaristía sagrada.
MITRA
Dios
persa de por lo menos 1200 años antes de nuestra era, nació el 25
de diciembre, en una cueva oscura y los pastores fueron los primeros
que le encontraron y le adoraron. Le trajeron regalos, oro y
esencias. Era un representante del Dios Ahura Mazda en la Tierra.
Descendió del cielo como hombre enviado por el Padre, enseñó en la
Tierra junto a doce discípulos, hizo milagros, se sacrificó por la
redención del género humano y fue sepultado en una tumba. Resucitó
al tercer día y ascendió a los cielos. Fue nombrado como “El
Salvador", “El hijo de Dios", “El Redentor", “El
Cordero de Dios". Los mitraístas creían en la resurrección,
en el cielo y en el infierno. Su culto comprendía siete sacramentos,
entre ellos el bautismo con agua, la confirmación y la comunión con
pan y agua o pan y vino, hostias con un signo de cruz, misa diaria en
la que el sacerdote pronuncia las fórmulas sagradas sobre el pan y
el agua que simbolizan el cuerpo y la sangre de Mitra. El día
sagrado del mitraísmo era el domingo. Los festivales mitraicos eran
dos, uno hacia el solsticio de invierno, que simboliza su nacimiento,
y otro hacia el solsticio de primavera que simboliza su muerte y su
resurrección. Sus seguidores creían en una especie de apocalipsis,
después del cual Mitra regresaría a la Tierra para realizar el
juicio final.
BUDA
Nacido
de la virgen Maya un 25 de diciembre en el 560 a.C.; anunciado por
una estrella y adorado por hombres sabios con costosos regalos. A los
12 años enseñó en un Templo. Fue tentado por Mara, el espíritu
del mal, durante su ayuno de 47 días(7). Comenzó su prédica a la
misma edad que Jesús, 30 años. Bautizado con agua, en nombre del
Espíritu del Dios presente. Sanó a personas enfermas. Caminó sobre
las aguas. Alimentó a 500 personas con una pequeña cesta de bollos.
Predicó por el establecimiento del Reino de los Justos.
Obligó
a sus seguidores a la pobreza y a renunciar al mundo terrenal. Tuvo
12 discípulos, entre los cuales había un preferido y un traidor.
Muchos de sus dichos fueron retomados por Jesús, casi literalmente.
Muerto, fue sepultado y resucitado entre los muertos luego de que su
tumba fuera abierta por una fuerza sobrenatural. Seguidamente
ascendió hacia los cielos (Nirvana) y retornaría para juzgar a los
muertos. Denominado “El Buen Pastor", “Carpintero",
“Maestro", “La Luz del Mundo", “Redentor". Jerry
H. Bentley (profesor americano,1949-2012, editor del Journal
of World History)
plantea la posibilidad de que «el budismo influenciara el primitivo
desarrollo de la cristiandad» y sugiere prestar «atención a muchos
paralelismos referentes a nacimientos, vidas, doctrinas y muertes de
Buda y Jesús». Se ha hecho un seguimiento de las similitudes y
diferencias entre el parto virginal de Maya, al dar a luz a Buda, y
el de María al nacer Jesús.
DIONISIO
(y
su equivalente romano BACO)
En
la mitología griega, Dionisio (800 años antes de nuestra, uno de
los dioses más complejos dentro de la cosmovisión helénica) nació
un 25 de diciembre de la mujer mortal Sémele y su padre fue Zeus, el
rey de los Dioses (otra versión dice que Dionisio era el hijo de
Zeus y de Perséfones, la reina del Inframundo). Según el credo del
orfismo (corriente religiosa de la antigua Grecia relacionada con
Orfeo, maestro de los encantamientos), los antiguos Titanes matan al
pequeño Dionisio, lo descuartizan y lo devoran. Entonces, Zeus los
castiga y fulmina con su rayo, y como el corazón del niño no había
sido devorado, de ese órgano resucita su hijo. El renacimiento es el
principal motivo de la adoración de Dionisio, pues su muerte y
resurrección (muere todos los inviernos y renace en primavera)
eran
sucesos de reverencia mística. Posteriormente fue conocido por los
romanos como Baco. Dio de comer alimento sagrado a sus seguidores
(comida ritual de pan y vino) que recibieron así el cuerpo del Dios.
Es identificado con el símbolo del carnero y el cordero. A
principios del siglo XIX Friedrich Hölderlin, en su libro Brot
und Wein,
ya
sugería parecidos entre Cristo y este semidiós griego. Otros
expertos en mitología comparada afirman que Dionisio y Jesús
representan el arquetipo del dios que muere y resucita. El
investigador moderno Barry Powell (Powell, Barry B., Classical
Myth,
2.ª
ed., Upper Saddle River, Nueva Jersey, Prentice-Hall, Inc., 1998)
cree que las nociones cristianas de comer y beber la «carne» y la
«sangre» de Jesús fueron influidas por el culto a Dionisio, y
afirma que en el culto a este Dios se aprecian precursores de la
noción cristiana de la transubstanciación (doctrina católica de la
Eucaristía, desconocida en los primeros siglos del cristianismo,
definida por un canon del Concilio de Trento de veinticinco sesiones
entre 1545 a 1563: "La
consagración es el cambio de toda la sustancia del pan en la
sustancia del Cuerpo de Cristo y de toda la sustancia del vino en la
sustancia de su Sangre").
Otra afinidad se percibe en Eurípides (el conocimiento del culto al
Dios Baco ha llegado hasta nuestros días de la mano de su obra Las
Bacantes)
cuando Dionisio, acusado de arrogarse la divinidad, comparece ante el
rey Penteo, hecho comparable al interrogatorio de Poncio Pilatos a
Jesús en el Nuevo Testamento. Como dato complementario, al igual que
la Virgen María cristiana, la madre de Dionisio, la virgen Sémele,
sube al cielo en cuerpo y alma para permanecer al lado de su divino
hijo (pero 800 años antes que María).
KRISHNA
Dios
de la India, la fecha de su nacimiento es muy debatida.
La
mayor parte de los estudiosos lo considera un personaje real que
vivió en el siglo
XV a.C,
otros
autores lo ubican en el 1200 a.C., pero según la tradición hindú
nació en el año 3228 a.C. Es considerado como el fundador del
hinduismo tal como se practica hoy. Nació de la virgen Devakî en
una lóbrega prisión mientras una estrella especial brillaba en
oriente, guiando a sabios y pastores que lo adoraron. Su padre
adoptivo era... carpintero! El Rey Kamsa intentó matarlo, ordenando
asesinar a todos los niños varones nacidos esa misma noche. Krishna
viajó mucho cumpliendo varios milagros, resucitó muertos y sanó
leprosos, sordos y ciegos. Expulsó del templo a sacerdotes y
mercaderes. Se retiró al desierto a ayunar. Antes de morir celebró
una "última cena". La forma en que murió Krishna tiene
varias versiones y las fuentes son bastante contradictorias: algunos
textos dicen que fue crucificado a un árbol con forma de cruz, otros
que murió en un bosque atravesado con flechas. Pero habría acuerdo
entre hinduístas y eruditos en que resucitó al tercer día y
ascendió a los cielos. Krishna y Cristo son la reencarnación de la
segunda divinidad de sus respectivas trinidades y sus vidas son
bastante parecidas. El término cristo
se
aplicaba a los dioses salvadores paganos, procede del hindú Kris,
un nombre del sol, del que se deriva Krishna.
El nombre conjunto de Jesucristo
se
adoptó por primera vez en el Concilio de Nicea (325).
ZARATUSTRA
(o ZOROASTRO en su forma griega)
Profeta
persa, se
cree que pudo haber nacido durante el II milenio a.C. Según
la opinión de muchos especialistas en Historia de las Religiones,
fundó por revelación divina el Mazdeísmo, la primera religión
monoteísta. Nacido de una virgen, fue bautizado en un río. En su
juventud asombró con su extraordinaria sabiduría a otros sabios.
Cuando tenía 30 años comenzó su ministerio y era seguido por doce
discípulos. Fue tentado en el desierto por el demonio. Le devolvió
la vista a un hombre. Reveló todos los misterios del Cielo, del
Infierno, de la Resurrección, del Juicio Final (los fieles esperaban
su "segunda venida"), de la Salvación y del Apocalipsis.
Se celebraba la Eucaristía por medio de una comida sagrada. Se lo
denominaba “La Palabra hecha Carne".
Sus
ideas influyeron en la demonología, la angelología y la escatología
judeocristianas.
En
líneas generales, un buen resumen de las vidas de muchos de los
dioses paganos, la realiza Ricardo Zavala Toia (citado en (6)):
-
los dioses salvadores nacieron en circunstancias extraordinarias a
través de una virgen,
-
sus nacimientos fueron anunciados por eventos grandiosos
-
sufrieron persecuciones a temprana edad, desaparecieron entre los 12
y los 30 años de edad,
-
son bautizados y luego comienza su vida pública,
-
son tentados por el maligno, realizan prodigios y milagros,
-
instituyeron la Eucaristía,
-
son injustamente perseguidos y condenados a muerte,
-
su muerte se acompaña de acontecimientos naturales jamás vistos,
-
su muerte permite redir o expiar los pecados de la humanidad,
-
visitaron el infierno y resucitaron después de tres días,
-
ascienden a los cielos.
Conclusiones
Demasiado,
es demasiado. Cuando emprendí este estudio reconozco que no creía
que fuera a encontrar tantas similitudes entre los mitos paganos y la
cristología cristiana. Los detractores de estas evidencias, que los
hay y muchos, solo se limitan a intentar desligar algunos aspectos de
su influencia sobre el mito de Jesucristo. El peso abrumador, aquí
presentado, de los documentos históricos y de las conclusiones de
historiadores agnósticos (y también religiosos) es tal, que no
admite otra interpretación que no sea la de la invención del
cristianismo a partir de un cóctel de cultos paganos anteriores. Es
muy difícil, por no decir imposible, concebir que haya teólogos y
eruditos que insistan en que no hay similitud entre el cristianismo y
los cultos mistéricos. Los hechos y la vida de Jesús, relatados en
el Nuevo Testamento, son copias de dioses y mesías paganos
precristianos. Entonces, ¿qué mejor prueba de la no historicidad
del personaje Jesús que el conjunto de plagios que he presentado? No
soy un historiador ni un investigador de las religiones, simplemente
recopilo para los lectores lo que verdaderos historiadores e
investigadores han descubierto y publicado.
Este
sincretismo fue la forma de ganarse al mundo pagano para la nueva
religión, que contó por supuesto con todo el poder político
detrás, ejercido por el Emperador Constantino (ver el capítulo Los
dogmas de la Iglesia católica: el Concilio de Nicea I).
Nos cuenta Zavala Toia:
(El
cristianismo) incorporó en los Evangelios la teoría de que Jesús
también había nacido de una virgen. Se adaptaron como propios los
símbolos característicos de las religiones paganas, los obispos
comenzaron a usar los mismos atuendos de los sacerdotes paganos
(mitra, vestimenta, bastón, etc.), y los monogramas y otros símbolos
usados por esas religiones, como el P.X., el triángulo, la cruz,
etc., también fueron plagiados e incorporados al nuevo credo. En
siglo IV se estableció el nacimiento de Jesús el 25 de diciembre,
asimilando la fiesta pagana de la "Saturnalia"(8)
y
aceptando implícitamente el carácter solar de su deidad. En el año
431, en el Concilio de Éfeso, se aceptó que la Virgen María podía
ser objeto de veneración y, rápidamente, María asumió los
atributos, títulos y demás características de Isis, Artemisa,
Venus, Afrodita y otras deidades femeninas paganas. Utilizando el
poder que otorga el ser la Iglesia oficial del Imperio Romano, los
templos paganos pasaron a ser templos cristianos, con sus imágenes
paganas sustituidas por otras cristianas. Producto de este
sincretismo, la Iglesia de Jesús terminó siendo un movimiento
religioso más idolátrico que sus antecesores paganos,
económicamente poderoso y por un largo tiempo el casi dueño del
mundo, que causó la paralización del desarrollo de la humanidad
durante 1600 años, impuesto con la razón de la espada, el
genocidio, la Inquisición y el esclavismo mental de sus fieles.
Los
padres más antiguos de la Iglesia estaban tan afectados por las
coincidencias, que acusaban a los paganos del robo llevado a cabo
contra los cristianos. Pero los misterios paganos eran anteriores y,
por tanto, evidentemente no podía darse el “robo". Sin
embargo, en el colmo de la desfachatez, vean cómo procede Justino
Mártir
(vida
probable 100/114-162/168), el Padre apologista griego cristiano más
importante del siglo II. En sus Apologías, intenta utilizar cuanto
de aprovechable encuentra en el bagaje cultural del paganismo, ¡pero
haciéndolo heredero de los conceptos cristianos! Afirma, en su
segunda Apología, que
"cuanto
de bueno está dicho en todos ellos nos pertenece a nosotros los
cristianos".
De
ahí que pronunciara aquella grave frase: “Por
tanto, nosotros no enseñamos lo mismo que los demás, sino que todos
los demás repiten lo nuestro”,
con lo que invierte la dependencia. Intenta así resolver uno de los
problemas más graves de la teología en su época. Una vez más
estaba en juego lo sobrenatural: el demonio y sus ayudantes, habían
revelado a los paganos los “misterios” cristianos ya antes de
Cristo. ¡La filosofía de los cristianos, los sacramentos... todo
había sido robado por el demonio a los cristianos! Otros Padres de
esas épocas sostenían que las vidas de los dioses paganos y sus
encarnaciones eran profecías de lo que iría a ocurrir en la vida de
Jesucristo. Tertuliano (160-220 d.C.) escribió: "El
diablo, cuya tarea es pervertir la verdad, imita las circunstancias
exactas de los Divinos Sacramentos. Bautiza a sus creyentes, promete
el perdón de los pecados y así los inicia en la religión de Mitra.
Celebra la oración del pan e introduce el símbolo de la
resurrección. Reconozcamos pues, la artería del diablo, que copia
ciertas cosas de aquellas que son divinas".
Todos estos alegatos, que no niegan los antecedentes paganos y su
similitud con la doctrina cristiana, no hacen más que confirmar la
copia cristiana de las creencias y los cultos mistéricos previos.
Con
gran habilidad, los primeros teólogos y Padres de la Iglesia crearon
una religión monoteísta a partir de los mitos de religiones
politeístas. Esto fue un gran retroceso para la vida, la libertad y
la convivencia de los pueblos. El monoteísmo es ferozmente
intolerante, a diferencia del politeísmo en cuyo nombre nunca se han
declarado guerras de religión. Las tres religiones monoteístas
antihumanas actuales, el judaísmo, el cristianismo y el islam, se
desarrollaron a partir del Antiguo Testamento, un texto bárbaro
generado en la Edad de Bronce. La lógica intrínseca de estas
religiones hace que el totalitarismo sea la única forma
político-religiosa que sirve a su Dios único y omnipotente.
Cualquier movimiento de índole liberal pone en peligro su autoridad.
Hume apoya y abona con serios argumentos esta realidad, diciendo que
la unidad de la fe y de los ritos exigida por el monoteísmo, no
tolera otras creencias, ni siquiera otras sectas de su misma
religión, y las combate "con
ese celo y rencor sagrados que son las más furiosas e implacables
pasiones humanas".
Reflexionando sobre esta temática, comprobamos que el Dios
monoteísta cristiano, a pesar de que sus dogmas y rituales están
basados en las mitologías paganas, es presentado en la Biblia como
tremendamente cruel y vengativo: pocos dioses de Egipto, Babilonia,
Grecia o Roma actúan tan despiadadamente como el Yahvé de la
Biblia, que manda arrasar ciudades enteras, matar a todos sus
habitantes, y le reprocha a su pueblo si en algún momento se mostró
misericordioso con sus enemigos (Jueces 1 y 2). Con respecto a esta
última aseveración, y haciendo un paréntesis en el hilo de este
texto, me permito recomendar la lectura de La
edad de la penumbra
(Catherine
Nixey, Penguin Random House, Barcelona, 2018), donde se detalla la
destrucción de templos, estatuas y monumentos icónicos griegos y
romanos (incluso la famosa Biblioteca de Alejandría), por parte de
las hordas fanáticas cristianas en los primeros siglos de nuestra
época.
Las
antiguas religiones paganas tenían todas una deidad salvadora mítica
formando parte de sus creencias. Esos dioses compartían los mismos
atributos e historias de vida: todos eran "Dioses salvadores",
eran "el Hijo de Dios", nacieron de una virgen, sufrieron
una "pasión" durante su pasaje terrenal, triunfaron sobre
la muerte, sus relatos estaban ambientados en la historia de la
humanidad. El cristianismo simplemente se puso a inventar uno, para
asegurar su credibilidad en la sociedad de la época.
Ninguno
de ellos existió realmente.
¿Que
la creencia actual en el Dios cristiano y en Jesús hijo de Dios
perdura, a pesar de las persecuciones iniciales, sus cismas y otros
avatares, desde hace 2000 años? Es un argumento falaz a menudo
esgrimido en respaldo de la veracidad de la "auténtica y única
religión salvífica". Parece desconocer que otros mitos, hoy
inexistentes, perduraron muchísimos más siglos y luego se
extinguieron (algunos duraron bastante más de 3000 años), como
fácilmente se puede deducir de cualquier libro escolar. Y de los aún
persistentes, el hinduismo es mucho más longevo, el budismo lleva
500 años de ventaja y el islamismo solo tiene 500 años de
desventaja. Perseo, Horus, Zaratustra, Mitra, Baco... ya nadie cree
en ellos. ¿En el Jesucristo, parido por ellos, sí? Y lo que es más
trascendente, ¿Cuánto tiempo más creen que va a durar?

(1)
Otros
mitos sobre la creación del universo, cada uno con sus
particularidades propias según su origen, son descritos por los
expertos en antiguas mitologías: el mito Pelasgo (de un pueblo
neolítico del 3500 a.C.), el mito Homérico (todo surgió del océano
que circunda el mundo), el mito Órfico (que involucra a Eros y
representa el mito edénico con la diosa Rea), el mito Olímpico (que
involucra a Urano) y el mito filosófico (bastante más complejo por
la cantidad de dioses que incorpora). Por detalles sobre estas
leyendas, recomiendo leer Historia
impía de las religiones
de
Fernando de Orbaneja, Ed. Corona Borealis, Madrid, 2005, pp.100-101.
(2)
La
leyenda del diluvio se inspira en que todos los pueblos han sufrido
alguna vez terribles inundaciones, que entonces les parecían
universales ya que no conocían más mundo que el de su entorno.
(3)
Incluso
el nombre María proviene del paganismo, era corriente entre las
madres de los dioses: Myrrha, madre del dios griego Adonis, Maïa,
que con Zeus engendró a Hermes, Maya, madre de Buda, Maritala, madre
de Krishna, Mandane madre de Ciro (rey persa considerado un mesías),
entre otras. El nombre deriva de la raíz "Ma"
por
"madre".
Las
religiones paganas eran conscientes que el nacimiento virginal de sus
dioses pertenecía al campo de la mitología. La única religión que
obstinadamente sigue insistiendo en que ese nacimiento fue real es el
catolicismo. Dice la teóloga cristiana alemana Uta Ranke-Heinemann,
catedrática y académica: "Con
su manía de la virginidad de María, el Papa ha llevado a cabo un
programa de infantilización de amplitud mundial. Es como que se nos
exigiera que sigamos creyendo en la cigüeña".
(4)
La
Iglesia festeja el 29 de junio la fiesta de los Santos Pedro y Pablo,
que fueron, según la tradición, martirizados el mismo día. Pero en
la Roma pagana, en la colina del Quirinal, en el templo del dios
Quirino se celebraba ese mismo día la fiesta de Rómulo y Remo,
fundadores de Roma. Por lo tanto, en la lógica de la Iglesia, que
pasaba por cristianizar los lugares paganos, parece lógico remplazar
una fiesta pagana por una cristiana, sustituyendo los fundadores de
Roma por los fundadores de la Iglesia cristiana en Roma.
(5)
Nos
ilustra Fernando de Orbaneja en su libro "Lo que oculta la
Iglesia": Los
"santos médicos" Cosme y Damián -adaptación cristiana de
Cástor y Pólux- tienen una imagen en el Museo de Escultura de
Valladolid titulada "El milagro de San Cosme y San Damián",
en el que se muestra que a un blanco le han transplantado la pierna
de un negro. Éste se encuentra tirado en el suelo, transido de dolor
porque le cortaron la pierna sin anestesia. Estos admirables santos,
tan humanos y tan poco racistas, pioneros de los transplantes, son
los patronos de los médicos
(versiones
más "piadosas", provenientes principalmente de páginas
web católicas, dicen que el negro estaba muerto, era el cadáver de
un etíope, pero no es eso lo que muestra la escultura:
https://www.cultura.gob.es/mnescultura/visitanos/prepara-tu-visita/audioguia/sala12.html).
(6)
Por
una descripción detallada de las similitudes entre el Sermón de la
Montaña y las enseñanzas de otras religiones, pensadores y
filósofos, véase Cristianismo:
la estafa más grande
(Ricardo
Zavala Toia, Ed. H. Sanz García, Perú, 2014), en sus páginas 88 a
98.
(7)
El
demonio dijo a Buda: "No vayáis a adoptar una vida religiosa
sino que vuelve a tu reino y en siete días te convertiré en
Emperador el mundo". Y el diablo dijo a Jesús: "Todos
estos reinos del mundo te daré si te postras y me adoras".
Parecido ¿no?
(8)
Las Saturnales (en
latín Saturnalia)
eran unas importantes festividades romanas en honor a Saturno, dios
de la agricultura protector de sembrados y garante de buenas
cosechas, el
dios más importante para los romanos hasta Júpiter.
La fiesta se celebraba con un sacrificio en el Templo de Saturno, al
pie de la colina del Capitolio, banquetes públicos, intercambio de
regalos, continuos festejos, y un ambiente de carnaval en el que se
producía una relajación e inversión de las normas sociales. Se
celebraban del 17 al 24 de diciembre, a la luz de velas y antorchas,
festejando el fin del período más oscuro del año y el nacimiento
del nuevo período de luz.
Al
final de la Saturnalia, el 25 de diciembre, se celebraba el
nacimiento del Sol, Natalis
Solis Invictus,
personificado en el dios Mitra. Aunque el culto a Mitra tenía
orígenes persas, se convirtió en la religión dominante en Roma.
Con el advenimiento de Constantino, que legalizó el cristianismo, y
la anuencia del Papa de turno en el 350 (Julio I), se mantuvo la
celebración pero cambiándole convenientemente el significado: se
fijó como fecha del nacimiento de Jesús y pasó a llamarse Navidad.
Con
esta estrategia no se alteraba el calendario romano y las tradiciones
paganas se fueron adaptando al cristianismo. También para muchos
pueblos indígenas
como
aimaras, quechuas, rapanui y mapuches, la llegada de estas fechas
coincide con la tradición de agradecer por el año anterior y pedir
al padre Sol que
retorne
con mayor fuerza después de su retiro invernal.