lunes, 18 de noviembre de 2024

Warren Jeffs: La secta que proponía rezar y obedecer, pero escondía promiscuidad y pedofilia




La oscura secta que proponía rezar y obedecer, pero escondía una trama macabra de promiscuidad y pedofilia


Sus sedes principales estaban en Arizona y Utah, en Estados Unidos. Sus miembros practicaban la poligamia, pero no podían ir al mundo exterior ni saber nada sobre él. El líder obligaba a nenas de 14 años a casarse y tener sexo con sus seguidores más fieles.

Ricardo Canaletti

16 de noviembre 2024, 06:36hs


Rulon Jeffs, el octavo profeta de la Iglesia Fundamentalista de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, un desprendimiento de la Iglesia Mormona, murió en 2002, a los 92 años. La Iglesia Fundamentalista, o FLDS en sus siglas en inglés, acepta y promueve la poligamia, incluso las uniones entre varones adultos y chicas que no han llegado a los 18 años, circunstancia esta que los mormones tradicionales prohibieron en 1890 (antes la aceptaba). Por tal motivo, cuando Rulon murió, hubo muchas lágrimas: dejó al menos a 20 esposas, 60 hijos y una cantidad de nietos que supera la centena.

Este “profeta” alentó a sus seguidores varones a tomar múltiples esposas, inspirando la práctica, concretada por su hijo y sucesor, Warren, de “regalar” nenas como esposas.

Warren Jeffs fue digno hijo de su padre. Asumió como “presidente y profeta” de la FLDS. Tuvo numerosas esposas y tomó el control de las finanzas de los miembros de la comunidad, a quienes esquilmó sin miramientos y ante la absoluta pasividad de las víctimas (que no se sentían tales). Para cumplir sus planes, los aisló del mundo exterior. Hizo más: violó a chicas y entregó a muchas a sus seguidores masculinos, mayores, para que se “casaran” con ellas a cambio de su lealtad incondicional. Todos obedecían, rezaban y obedecían, de lo contrario el destierro sería seguro.

En 12 años, Warren dio el ejemplo y se casó 78 veces; 24 de sus esposas estaban muy lejos de cumplir los 18 años. La menor de sus mujeres tenía 14 años. Al igual que su padre, no era un líder espiritual sino un explotador de mujeres, pedófilo consumado, escondido detrás del disfraz de líder espiritual de una congregación a cuyos convirtió en adictos más que en fieles.


Parejas a discreción

Elissa Wall, una exintegrante de la organización, contó que fue obligada a casarse con su primo hermano cuando tenía 13 años. Y Rebecca, la hermana de Elissa, fue constreñida a casarse con el mismísimo Rulon Jeffs cuando este tenía 83 años y ella 19. “Hacía lo que fuera para que se durmiera y me dejara de tocar”, relató.

A su vez, cuando Warren Jeffs sucedió a su padre, forzó a Briell Drecker a casarse con él. Ella tenía 18 años. “Estaba aterrorizada -dijo la joven-. Tuvimos nuestra ceremonia y me pidió que viniera y me sentara en su regazo”. Warren le dio “algunos malos entrenamientos celestiales”, un eufemismo que se repetía en la secta, que solía incluír actos sexuales perversos que según los líderes eran ordenados por Dios.

Charlene Wall Jeffs fue la esposa de Lyle Jeffs, hermano de Warren. Su matrimonio fue arreglado cuando ella tenía 17 años. Charlene y Lyle tuvieron 10 hijos. Se escapó de su marido y contó que la vida en la comunidad empeoró desde que su cuñado Warren asumió el liderazgo. Una de las primeras medidas que tomó fue prohibir que marido y mujer tuvieran relaciones sexuales. Los hombres y las mujeres debían estar separados y él era el que decidía cuándo podían tener sexo, pero no siempre con sus cónyuges.

Formaba parejas para una noche o para una período entre varones y mujeres que no habían sido esposos. Warren usaba este mecanismo para castigar a los varones que no se le sometían completamente (obligando a sus mujeres a acostarse con otros) y para premiar a aquellos de fe inquebrantable, a quienes llamaba “portadores de la semilla”. A estos les permitía copular con la mujer que Warren les indicaba.

En la FLDS, se creía que con cuantas más mujeres se casara un hombre, más se acercaba a Dios. Dentro de la secta, las mujeres eran obligadas a vestir igual: vestidos largos y el cabello recogido en un moño. Ellas debían orar cada hora (el ladrillo de uno de los edificios principales de las sedes en Arizona y Texas, tiene escrito “orar y obedecer”) y a todos los miembros se les prohibía completamente ir al mundo exterior o saber algo sobre él.


Un líder millonario y una investigación en curso

Warren Jeffs se convirtió en millonario especialmente por sus inversiones en bienes raíces. En 2006, tenía 100 millones de dólares en propiedades en ciudades de Arizona y Utah. También obtuvo mano de obra gratuita o de bajo costo de sus propios seguidores, incluidos hombres y chicos que los ponía a trabajar en sus proyectos de construcción. Además, los miembros de la comunidad polígama pagaban cuotas mensuales de 500 a 1000 dólares. Todos estaban bajo la amenaza de perder su trabajo, su hogar y ser expulsados de la secta si no complacían a Warren Jeffs.

El líder comenzó a ser investigado por el gobierno de Arizona por estafas con el Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria, que tenía por finalidad ayudar a que los más necesitados puedan comprar alimentos por medio de una tarjeta de crédito que les proporcionaba el gobierno estatal. La fiscalía general de Utah tenía pruebas de que Jeffs envió a personas que no eran beneficiarias del plan a retirar dinero para alimentos con tarjetas falsas. Una vez realizadas las compras, la mercadería era guardada en un depósito y luego distribuida a comercios por empresas administradas por la propia secta. A su vez, los fieles eran obligados a comprar en esos negocios, es decir que Warren obtenía alimentos gratis y los vendía, sea a miembros de la comunidad o a otros compradores, a precios de mercado para no despertar sospechas.


La acusación formal

En 2005, la fiscalía general de Arizona acusó a Warren Jeffs de violar a una nena y de planear el abuso de otra. Las averiguaciones derivaron en dos cargos de violación contra una de sus hijas de 14 años. En Utah, tenía una causa abierta por arreglar el matrimonio entre una nena de 14 años y de su prima de 19. Jeffs, entonces, desapareció.

En mayo de 2006, Warren fue incluido en la lista de los diez fugitivos más buscados del FBI y se ofrecía una recompensa de 100.000 dólares por información útil que permitiera su arresto. Tres meses después, Warren fue detenido por la policía caminera del estado de Nevada (vecino de Utah). Llevaba en su automóvil varios teléfonos celulares, pelucas, disfraces y 55.000 dólares en efectivo. Iba acompañado por Isaac Steve, uno de sus hermanos, de 32 años, y por Naomi, una de sus tantas esposas.

Después de tantos recursos y apelaciones dilatorias, recién en 2011 y en San Angelo, Texas, se realizó el juicio porque en San Angelo se asentaba la comunidad a la época de los delitos que le atribuían. Warren, soberbio, se defendió a sí mismo. Así le fue. El jurado de diez mujeres y dos hombres lo encontró culpable de agresiones sexuales contra una nena de 12 años y otra de 14, que eran consideradas en la secta como sus “esposas espirituales”. La condena fue de 99 años de cárcel por uno de los hechos y de 20 por el segundo.

La justicia ha llegado para Warren Steed Jeffs”, dijo luego del veredicto el fiscal Eric Nichols. “Esperemos que pase el resto de su vida en prisión”.


Warren Jeffs hoy

Según Rachel, una de sus hijas, Jeffs todavía tiene el control total de Iglesia Fundamentalista de Jesucristo de los Santos de los Últimos Dias. Se le permiten visitas de miembros de la familia y enviar cartas a contactos aprobados. Sin embargo, las autoridades creen que podría estar enviando mensajes codificados a sus seguidores. También sospechan que podría estar usando las visitas con sus muchos hermanos para instruirlos sobre cómo mantener unida la organización.

Actualmente se cree que el número total de miembros de la secta podría ascender a 10.000 personas.

Los fieles que siguen creyendo en Warren Jeffs, están convencidos de que esa “locura” de sexo, dinero y poder tiene un sentido. Los miembros más antiguos quieren quedarse en la iglesia y seguir las tradiciones religiosas de sus padres, abuelos y bisabuelos. Ellos y los novatos sostienen firmemente que los espantos que han ocurrido en la secta no son cosas horribles sino una prueba que se les está imponiendo Dios.

Warren Jeffs tiene ahora 70 años.

Fuente:

https://tn.com.ar/policiales/2024/11/16/la-oscura-secta-que-proponia-rezar-y-obedecer-pero-escondia-una-trama-macabra-de-promiscuidad-y-pedofilia/


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El líder del culto polígamo que tenía 25 esposas menores de edad: secuestros, abusos atroces y violaciones


Warren Jeffs era el líder de la Iglesia Fundamentalista de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, un culto derivado de la iglesia mormona con sede en Utah. El hombre que se hacía llamar profeta, que les hacía creer a sus fieles que transmitía la palabra de Dios es un peligroso delincuente sexual condenado a prisión perpetua por violar a niñas y adolescentes y por facilitar decenas de abusos sexuales

Por Matías Bauso

02 May, 2024 00:56 a.m. AR


Un hombre delgado, de mirada hueca, con la piel traslúcida pegada a los pómulos. Se lo podría confundir con un empleado bancario, con un escribano, con un burócrata gris. Pero él se hacía llamar profeta. Era el líder de la Iglesia Fundamentalista de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (IFSUD), un culto derivado de la iglesia mormona con sede en Utah. Dominaba la vida de decenas de miles de fieles. Decidía casamientos, podía quitarle la esposa y los hijos a un hombre y asignárselos a otros. Manejaba su comunidad mormona con mano dura. También manejaba millones de dólares. Tomaba como esposa a cada mujer, sin importarle la edad, que le gustara. Llegó a tener 78 esposas, 25 de ellas menores de edad.

También llegó a ser uno de los 10 hombres más buscados por el FBI. Compartía la lista con Osama Bin Laden

Warren Jeffs, el hombre que se hacía llamar profeta, que les hacía creer a sus fieles que transmitía la palabra de Dios, es un peligroso delincuente sexual condenado a prisión perpetua por violar a niñas y adolescentes y por facilitar decenas de abusos sexuales.

La IFSUD surgió a fines del Siglo XIX a raíz de un cisma en la iglesia mormona. La principal diferencia no fue de dogma. La principal causa de la separación fue que los miembros de la IFSUD no aceptaron el fin de la poligamia. Cada hombre podía tener muchas esposas, al menos tres. Y el profeta cuántas quisiera.

Sus miembros se mantuvieron aislados del resto de la sociedad, de sus avances tecnológicos, del relajamiento paulatino de las costumbres. Regidos por los mandatos del líder máximo, el profeta, porque su palabra era infalible, Dios hablaba a través suyo.

Las mujeres son relegadas. Deben ser sumisas y aceptar su destino. No se les permite elegir una vocación, ejercer un oficio o una profesión, ni siquiera pueden aspirar a la curiosidad. Su misión es procrear y satisfacer a su marido. Ir, a la edad que sea (aún antes de convertirse en mujeres), con quien el profeta indique. La poligamia como una herramienta de dominación.

Sin contacto con el exterior, en un aislamiento casi perfecto, detenida en el tiempo, la sociedad de la IFSUD tiene dos guías: el temor a la divinidad y la palabra irrefutable del profeta.


Una sociedad cerrada, injusta, distópica.

Rulon Jeffs, padre de Warren, fue ungido profeta en 1986. Construyó su poder con buenos modales y un hablar suave. Cada frase salida de su boca parecía una plegaria, como si en ningún momento dejara de predicar. El lema que dirigía a su comunidad, el mandato que bajaba, era Keep Sweet. Les pedía que actuaran con suavidad, gentilmente, reclamaba docilidad.

Lo suyo no eran sólo modos amables. Llegó a acumular 80 esposas y tuvo 62 hijos. También forjó una gran fortuna y le proporcionó a su iglesia, a través de promover enormes donaciones y arriesgadas inversiones, una fortuna.

Desde muy chico Warren se dio cuenta que se tenía que hacer notar, de alguna manera destacarse del resto, sobresalir y diferenciarse de sus 61 hermanos. Lo logró. Muy pronto se convirtió en el favorito de su padre. Saliendo de la adolescencia, Jeffs empezó a aparecer muy cerca de su padre, en cada una de sus apariciones. Cuando a fines de los noventa Rulon tuvo un ACV, Jeffs se convirtió en su reemplazo natural. Se puso al mando y continuó usando los modos suaves del padre aunque endureció algunas reglas de conducta. Todo cambió cuando en 2002 murió Rulon tras una larga agonía y su hijo Jeffs pasó a ser su sucesor, el líder máximo de la iglesia, el profeta. A partir de ese momento, además de ejercer la jefatura adquirió status divino (al menos para sus seguidores). Parece un típico caso de sucesión obvia y pacífica, un nepotismo suave e inevitable, pero lo de Jeffs tiene su mérito. Logró imponerse a otros 61 hermanos.

Su primera medida fue alejar a todos los hombres que acechaban a la veintena de esposas del padre que subsistían. Descartó a dos mujeres muy mayores y al resto las convirtió en sus esposas. A partir de ese momento comenzó a alimentar su harén con desenfreno. Muchas de sus nuevas esposas eran niñas.

El profeta, ya sea Rulon o sus antecesores, siempre impartió directivas a sus seguidores, siempre impuso las normas de conductas de la comunidad. Pero a partir de Jeffs las órdenes fueron cada vez más terminantes, restrictivas y arbitrarias.

Jeffs prohibió las películas, la música pop, la televisión, los libros de ficción. Las normas de conducta eran muy estrictas. Lo mismo sucedía con la vestimenta. Todas las mujeres debían vestirse y peinarse del mismo modo.

El Keep Sweet, esa docilidad exigida, significaba en realidad que las mujeres suprimieran sus emociones, que no expresaran sus sentimientos, que obedecieran siempre a sus maridos pero en especial a Jeffs, el profeta infalible.

La única emoción que le estaba permitida a las mujeres era la dulzura y dirigida sólo hacia quien Jeffs señalara.

Jeffs era mucho más enérgico y rígido que el padre. Ya la docilidad no bastaba. Ahora la regla era rezar y obedecer. La obediencia, ciega y sin resistencia, pasó a ser la norma; tanto que la frase estaba tallada en la entrada de la sede de la IFSUD. El profeta era un dictador, un déspota a la luz del día. Sus seguidores debían temerle no sólo a Dios.

Tener múltiples esposas era una orden de Dios. Y de las tres permitidas inicialmente se pasó a un número indefinido, sólo fijado por Warren Jeffs. Él fue generoso consigo mismo ya que llegó a tener 78.

El dogma de la IFSUD indicaba que cuantas más esposas más cerca se estaba del cielo: las mujeres como peldaños de la ascensión. Sostenía que mantener relaciones con menores era un entrenamiento celestial, una actividad que lo acercaba a la divinidad.

Aquellos que se le oponían perdían a sus esposas y a sus hijos y eran relegados a trabajos ingratos, una especie de ostracismo dentro de la comunidad. A Warren no le temblaba el pulso. Convencía a las familias que entregar una hija a él, a su harén, era un halago, un honor, una disposición divina. Pero sólo se ocupaba de él.

Elissa Wall, una joven que tiempo después logró escapar de la comunidad y lo denunció ante la justicia lo acusó de haberla obligado a casarse con un primo suyo cuando ella tenía 14 años. Fue violada durante años. En el medio tuvo dos embarazos espontáneos. Warren Jeffs determinó que eso había sucedido porque era impura, porque se resistía y desafiaba a la divinidad y le impuso severos castigos por impía.

Construyó Yearning For Zion Ranch, un lujoso complejo en Texas, cerca de El Dorado, de más de cuarenta habitaciones en el que vivía junto a sus esposas, sus hijos y unos pocos elegidos. 700 hectáreas para 700 elegidos. Allí tenía amplias comodidades y él se permitía gustos fastuosos y hedónicos que estaban completamente vedados para cualquiera de sus seguidores.

La excusa para la mudanza la encontró ante la cercanía de los Juegos Olímpicos de Salt Lake City. Dijo que ellos implicaría un aceleramiento de la destrucción del mundo que era inminente (anunció el fin del mundo en más de una oportunidad; ya en prisión dijo que acaecería en 2013: por lo visto el presagio fue errado); que el mundo centrara su atención en Utah iba a traer, afirmaba, muchos males a sus habitantes y ellos debían salir de allí para evitarlo. En realidad utilizó la gran cita deportiva como excusa para dejar Utah en la que los grupos contra la poligamia eran muy activos, los investigadores policiales lo acosaban y los vecinos miraban mal hacía tiempo a los integrantes de la IFSUD.

Las denuncias por abusos, matrimonios obligados, violaciones e incestos se acumulaban sobre él. La primera que tuvo gran repercusión fue la de Brent, un sobrino de Jeffs, que lo acusó de abusar de él y de varios de sus hermanos desde que tenían 5 años. Brent contó que debido a esos abusos uno de sus hermanos se había suicidado. Luego muchos más se presentaron ante la justicia.

La historia de Warren Jeffs cautivó a periodistas y documentalistas. Se han escrito varios libros y se han filmado varios documentales que narran la vida en la IFSUD y los crímenes cometidos por Warren Jeffs; el más célebre tal vez sea la serie documental que hace unos años estrenó Netflix, Keep Sweet: Pray and Obey.

Tras la fuga de alguno de sus miembros y la pesquisa implacable de Jon Krakauer y otros periodistas, Warren Jeffs supo que la policía iría tras él y de madrugada escapó de Yearning For Zion Ranch. Vivió varios meses en la clandestinidad. A pesar de su poderío económico y de la larga red de cómplices y encubridores, la fuga no podía ser eterna. La policía, después de semanas de seguimiento, lo encontró a mediados de 2006 en el estado de Nevada. En su auto encontraron una valija repleta de pelucas y bigotes falsos, disfraces, varios anteojos oscuros, gorras y maquillaje para modificar su apariencia y desorientar a sus perseguidores. Llevaba también casi 60.000 dólares, 4 computadoras y 16 celulares.

En un primer juicio, en el originado en la denuncia de Elissa Wall y otras jóvenes que acusaban de entregarlas para ser violadas cuando eran menores de edad, fue condenado a 10 años de prisión. Los testimonios de varios miembros que se escaparon de su iglesia y de varios arrepentidos fueron estremecedores. Sin embargo, la condena fue declarada nula en 2010. No importó. Al año siguiente recibió otra cadena a prisión perpetua por la violación de dos niñas de 12 y 15 años. De una de ellas había una grabación de audio en la que se escuchaba a Warren Jeffs afirmando que de esa manera la chica expiaría sus pecados y diciéndoles a las otras esposas (presentes mientras él violaba a la chica) que debían someterse a las prácticas que él les requería porque se trataba de una actividad sanadora y espiritual, virtuosa ante los ojos de Dios.

Warren Jeffs, durante sus primeros años de reclusión, intentó suicidarse dos veces. Trató de colgarse y también quiso lastimarse fatalmente al golpear con fuerza y reiteradamente la cabeza contra la pared.

Desde la prisión siguió manejando la IFSUD. Todavía quedan más de 10.000 fieles que creen en él y que se convencieron de que el juicio fue una patraña de algún poder para perjudicar a su líder; los que aún persisten, los que cierran los ojos ante las pruebas y las condenas contundentes, ahora además de un profeta, ven en él a un mártir. Mientras el resto de la sociedad considera a Warren Jeffs como un peligroso delincuente.


Fuente:

https://www.infobae.com/historias/2024/05/02/el-lider-del-culto-poligamo-que-tenia-25-esposas-menores-de-edad-secuestros-abusos-atroces-y-violaciones/

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“Leer correctamente, la Biblia es la fuerza más potente para el ateísmo jamás concebida”

Isaac Asimov


lunes, 11 de noviembre de 2024

Agustín Squella: Un Ateo que muestra el camino a la Iglesia




Un Ateo que muestra el camino a la Iglesia


Desafiando críticas malsanas, Agustín Squella irrumpe en el debate sobre la crisis que sacude a la Iglesia Católica con un mensaje que se asemeja al de un profeta


2018/06/19 AT 2:11 AM

Por Raúl Gutiérrez V., periodista retirado

(Aunque Gutiérrez es miembro de la Iglesia Luterana en Valparaíso sus opiniones revisten un carácter estrictamente personal)


Dice el antiguo refrán que “de todo hay en la viña del señor”. ¿Y también en el campo de los ateos y agnósticos, que al menos en Occidente exhiben un sostenido incremento?

Aunque suene políticamente incorrecto porque ahora abundan las razones para emprenderlas contra tanto clérigo hipócrita y abusador, la verdad que también hay de todo en las filas de los no creyentes. Junto a gente admirable y querible, hay individuos poco recomendables: farsantes, flojos, sinvergüenzas y hasta acosadores y, ¡también!, pedófilos. Entre los más desagradables figuran quienes asumen cómicos aires de superioridad intelectual o ética ante los creyentes. Se dicen tolerantes porque en verdad sería impresentable que expresaran en voz alta su desprecio por quienes creen en seres superiores, en el poder de la oración o en la vida eterna. Pero esa tolerancia disimula apenas un profundo desprecio por las personas de fe.

En general estos individuos exhiben una extrema pobreza en materia de cultura religiosa. Se quedaron, si es que, con la lecciones básicas de un catecismo obsoleto, y piensan que los creyentes en general disponen de ese mismo raquítico patrimonio intelectual. Así el diálogo con ellos, en el caso de que se dignen a entablarlo, es de un nivel deprimente. Esa ausencia de interacción ahonda en tales individuos la percepción de que la creencia religiosa es propia de retardados mentales, cuando no de inescrupulosos que explotan la estupidez de ciudadanos de pocas luces.


UN ATEO EJEMPLAR

No es el caso, claro, de Agustín Squella, uno de los intelectuales más respetables de nuestro país. Su curriculum es elocuente: ex Rector de la Universidad de Valparaíso, ex Ministro de la Cultura, Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales, columnista periodístico. Habría que agregar que es un hombre que revela un constante interés por el fenómeno religioso y sus exponentes, al tiempo que un profundo respeto por las personas con las que polemiza.

Se diría que Squella pertenece a la estirpe del escritor italiano Humberto Eco, otro ateo de fuste, cuyos intercambios epistolares con el cardenal de Milán, el jesuita Carlo Martini, fueron recogidos hace algún tiempo bajo el título de “En qué creen los que no creen”, una joya de la literatura de ideas. El famoso autor de “El nombre de la rosa” incursiona en terreno ajeno al manifestar su rechazo a la exclusión del sacerdocio de que son objeto las mujeres dentro la Iglesia Católica, precipitando una de las diversas polémicas que lo enfrentan con rigor y respeto a la vez con el cardenal Martini.

En la misma línea, Agustín Squella “se ha dado autorización” para, desde su condición de “orgulloso ateo”, como él se ha proclamado, opinar acerca de la grave crisis que vive la Iglesia Católica a causa de la seguidilla interminable de abusos sexuales de muchos de los miembros de su jerarquía, léase sacerdotes y obispos.

Tengo conciencia de que a los católicos suele no gustarles que personas ajenas opinen sobre los problemas que les afectan” señaló en carta a El Mercurio. Y tras esa prevención, una interrogante crucial: “¿No dependerá la recuperación de esa iglesia de un pronto y genuino retorno a la religión de la que ella proviene, a saber el cristianismo?” La osadía de Squella llega al punto de proponer una estrategia pastoral sintetizada en la consigna: “Menos catolicismo y más cristianismo, menos estructuras y más evangelios”.

Algún feligrés amoscado por esta intrusión respondió de manera destemplada, recordando, como si el intelectual lo ignorare, que la iglesia católica es cristiana. En rigor, puntualizó el aludido, es una de las tantas iglesias que tienen su origen y fundamento en las enseñanzas de Jesús hace 2000 años. Pero los dardos más filudos del feligrés apuntaron a la supuesta intención de “separar tajante y absolutamente al cristianismo del catolicismo”.

Squella replicó que él ha sostenido algo muy diferente. “Como es visible para cualquiera, el catolicismo, muy especialmente en sus cúpulas cardenalicias y obispales, se ha ido alejando del mensaje cristiano. De manera que no soy yo quien separa, sino esos personajes los que se han ido separando del mensaje del fundador de su religión y defraudando gravemente a la base social de su iglesia”.

El intelectual ateo asevera que muchos de sus amigos católicos reprueban el desempeño de los jerarcas eclesiales. “Creen ellos que si su iglesia quiere recuperarse del mal momento que vive, no tiene más que volver a ser fiel al mensaje de su fundador, es decir a los evangelios”.

Es como si hubiésemos retrocedido 500 años y escucháramos a Martín Lutero, rebelándose contra la corrupción de la corte papal y el negocio de las indulgencias. Pero al fin y al cabo el teólogo alemán era un hombre que había abrazado la vida monacal y que, violentado ante la incongruencia de su Iglesia con las enseñanzas del Evangelio, había decidido reaccionar. Mayor es el mérito de Squella, pues impelido solo por su amor a la verdad y sin vacilar ante incomprensiones y ataques descalificadores ha decidido expresar su pensamiento frente a una iglesia que le es ajena.

La postura de Squella interpreta seguramente el sentir de otras iglesias cristianas, cuyos representantes, sin embargo, han preferido por cálculo o comodidad guardar silencio ante la crisis que agobia al catolicismo.

Jesús enseñó que igual que el viento el Espíritu de Dios sopla por donde quiere. A veces habla por boca de los ateos.

Fuente:

https://www.granvalparaiso.cl/pulpito-luterano/un-ateo-que-muestra-el-camino-a-la-iglesia/

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Profesor Agustín Squella asegura que Dios no existe


¿Cree usted en Dios? Yo no, pero…” se titula su última obra, que no ha estado exenta de polémica y debate público.


07 Julio 2011

Como un testimonio, personal y subjetivo, que da cuenta de su paso por al menos cuatro estados acerca de la cuestión de la existencia de Dios, calificó Agustín Squella, profesor de la Escuela de Derecho de la Universidad de Valparaíso, su último libro, “¿Cree usted en Dios? Yo no, pero…”, recientemente presentado en Santiago y que próximamente se lanzará en Valparaíso.

En la obra, se declara abiertamente ateo, explicando que actualmente “instalado no en la duda, sino en la negación de la existencia de Dios, no veo la falta de fe como un empobrecimiento, sino como expresión y precio de la lucidez”.

Asimismo, el profesor Squella explica en su libro que la pregunta ¿cree usted en Dios? no solamente admite dos respuestas —las clásicas sí o no—, sino que al menos abarca unas seis posturas diferentes y válidas, que es lo que quiere graficar el “pero…” del título del texto. Agrega que esta parte final del título está allí “no porque se pretenda debilitar el carácter negativo de la respuesta, sino para indicar al lector que siempre hay algo que agregar cuando alguien responde sí o no a la pregunta de la existencia de Dios”.

A continuación, reproducimos la entrevista efectuada a Agustín Squella por Cristián Guerra, de editorial Lolita, a cargo de la edición de esta obra del académico de la Escuela de Derecho UV.


Desde su perspectiva como no creyente y con el derecho de hacerse cargo de una idea tan importante como lo es Dios, ¿cree usted que en Chile —un país conservador y autodefinido como católico— los ateos se han atrevido a “salir del clóset” para hacerse cargo públicamente de esta gran idea llamada Dios?

En Chile, y probablemente no sólo aquí, hay resistencia de parte de algunos ateos a reconocerse como tales, prefiriendo declararse agnósticos, un término este último que no suena tan políticamente incorrecto. No digo que no haya agnósticos que vivan sinceramente ese estado que, distinto del ateísmo, no niega la existencia de Dios y considera que se trata de un asunto que no se puede saber, pero también hay personas que no creen en Dios y que temen usar la palabra “ateo”. Se trata de un acto de insinceridad, sin duda, aunque provocado también por cierta incomprensión e incluso beligerancia que muestran algunos creyentes ante las personas que se declaran ateas.


En ese sentido, y tomando en cuenta su experiencia atea frente a sus amigos creyentes, ¿cómo vislumbra la integración de los “no creyentes en Dios” en la sociedad chilena de los próximos años? ¿O seguirá prevaleciendo ese mandamiento que dice que sólo son buenas personas las que creen en Dios?

Hace rato que las cosas empezaron a cambiar y, salvo los creyentes más duros, los “no creyentes en Dios” —y subrayo esto porque los ateos sólo no creemos en Dios, aunque creemos en muchas otras cosas— estamos perfectamente integrados, aunque a menudo se nos someta a la prueba de tener que dar explicaciones al respecto. El mayor abuso de parte de algunos creyentes, sin embargo, consiste en considerar que basta creer en Dios para ser una buena persona, o para tener más probabilidades de serlo, mientras que los ateos seríamos sospechosos de ser malas personas o de hallarnos más cerca de convertirnos en tales.


Después de ponerle punto final a este libro, en ese café de Apoquindo, ¿ese punto final podría entenderse como el cierre de una etapa, o aún existirán, según pasen los años, nuevas inquietudes, preguntas o dudas frente a su estado actual de ateísmo?

Yo he pasado por cuatro estados acerca de la cuestión de la existencia de Dios —fe, duda, agnosticismo y ateísmo—, y, atendida la edad que ya tengo, veo altamente improbable un nuevo estado o la vuelta a la fe que tuve alguna vez. Con todo, el tema seguirá interesándome siempre, según creo, porque algo pasa en ti cuando nueve de cada diez de los seres con quienes compartes la condición humana creen en algo que tú no puedes creer y que incluso te parece supersticioso creer.


En la misma línea, ¿qué representa para usted, luego de los diversos estados frente a la existencia de Dios, el haber publicado un libro como “¿Cree usted en Dios? Yo no, pero…”?

Representa una suerte de sinceramiento, y es por eso que digo que el libro es antes un testimonio que un ensayo.


—“¿Cree usted en Dios? Yo no, pero…” ¿es su propia manera de “salir del clóset”? O como bien lo dice usted, ¿es la forma metafórica de “mirar las cosas a la cara y no emplear la palabra ‘misterio’ para lo que es tan sólo nuestra ignorancia”?

Yo salí del clóset hace rato. Hoy, y desde hace bastante tiempo, advierto que cuando crees en Dios hipotecas tu lucidez y dejas de mirar la realidad a la cara. Nadie se pone muy contento cuando lo descubre y asume, pero la verdad es que estamos completamente solos en el universo. Como decía Heidegger, somos seres arrojados al mundo y destinados a la muerte, o, mejor, destinados a morir, porque la muerte —a la manera de un estado en que puedas encontrarte luego de haber vivido— tampoco existe. De quienes murieron no debería decirse que están muertos, sino que murieron, o sea, que pasaron ya por el acto de morir.

Fuente:

https://uv.cl/archivo-noticias-uv/3712-profesor-agustin-squella-asegura-que-dios-no-existe-3712

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Agustín Squella: “He pasado por la fe, la duda y el agnosticismo, para rematar en un ateísmo firme”


El intelectual chileno publica a sus 80 años un libro-ensayo sobre la vejez y sus más diversas aristas, guiado por su propia biografía


Antonia Laborde

Santiago de Chile

09 NOV 2024 - 01:00 ART

El intelectual chileno Agustín Squella celebró el pasado abril sus 80 años volcado en un tema que lo atañe hace un tiempo: la vejez. El Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales nacido en Santiago, pero moldeado en la ciudad portuaria de Valparaíso, se zambulló en textos, películas y sus propios recuerdos para escribir el libro-ensayo La vejez. Tiempo contra el tiempo (Universidad Diego Portales). El escrito aborda desde sus orígenes de “niño malo” hasta sus reflexiones sobre los cuidados paliativos o la inteligencia artificial. El proceso del envejecimiento, sobre todo en su parte final, plantea el abogado y filósofo del Derecho entre las páginas, se parece a ir en un tren sentado de espaldas a la dirección que este lleva: “Ante nuestros ojos va apareciendo el paisaje que dejamos atrás y no el que va pasando a nuestro lado y menos el que se avecina más adelante”.


Pregunta. ¿Cuántos años tendría si no supiera el día en que nació?, como preguntaba el cantante estadounidense Toby Keith.

Respuesta. Tendría muchos menos años, desde luego. La edad cronológica de toda persona es implacable. Basta con mirar la cédula de identidad. Pero la edad fisiológica —aquella que calculan los gerontólogos— suele ser menor, y ni qué decir de la psicológica, que es la que uno siente tener y que, a menudo, se confunde con la que se querría tener. Está también la burocrática, aquella en que nos jubilan. E imagino también una edad existencial, que vendría siendo el promedio de las anteriores.


P. ¿Recuerda cuando se sintió identificado con el término viejo?

R. La verdad, hace solo un par de años. Aunque mientras fui bien joven, solía vitrinear en las farmacias, y un par de amigos me apodaron la Vieja. Entraba y salía de las farmacias preguntando qué novedad tenían.


P. Dice que abandonar todos los trabajos a la vez no es lo más recomendable. ¿Qué le pasó a usted con eso?

R. Pasó que me cansé de dar clases —que fue el trabajo por lejos más exclusivo y permanente que tuve durante más de medio siglo—, y desde que cumplí 80 voy algo perjudicado de salud. Pero ahora hago lo que más me gusta: leer, escribir, ver cine, caminar, y pasar algún tiempo cada mañana en un café.


P. ¿Cómo ha sido envejecer en pareja? En el libro habla de la diferencia entre la relación y la convivencia.

R. No estando en pareja —concretamente con mi mujer—, la vejez sería muy aburrida y por momentos insoportable. Las parejas mayores terminan poniéndose muy nerviosas entre sí y los ripios de la vida en común pueden llegar a ser muy frecuentes. Algo así afecta la convivencia, pero no tiene por qué dañar la relación. Lo que importa en una pareja es la relación y no tanto la convivencia. Si has pensado en dejar alguna vez a tu pareja, piensa bien qué es lo que anda mal: la relación o solo la convivencia.


P. ¿Ha cambiado su relación con la religión?

R. Reconozco haber pasado por cuatro estados: fe, duda y agnosticismo, para rematar en un ateísmo firme, pero no beligerante. Así de complicadas pueden llegar a ser las cosas. Ha sido algo extraño pasar por esos cuatro estados, y no faltan los que se detienen en el agnosticismo solo para no utilizar una palabra estigmatizada por la historia: ateísmo.


P. Sobre los recuerdos… ¿Cuáles son los que más lo visitan estos días?

R. Los de mis padres, ambos muertos, lo mismo que los de dos hermanos mayores que ya no están en este mundo y seguramente en ningún otro. Recuerdo también el fútbol de mi niñez y las memorables y muy frecuentes jornadas hípicas en el hipódromo de Viña del Mar. Lo mismo digo de bañarse en el mar. Estando ellas y ellos vivos y muy cercanos, me gusta recordar también a mis tres hijas y a los nueve nietos que circulan por allí.


P. ¿Cómo califica el rol solidario de las instituciones públicas para garantizar una vejez libre y digna?

R. Mal andamos en eso. La vejez nos cae ahora encima a casi todos, y suele prolongarse por varios años. ¿Vejez libre, dice usted? Difícil. ¿Digna? Esto sí, a como dé lugar, porque lo que llamamos dignidad es el igual valor que damos a cada persona, cualquiera su edad o la condición en que se encuentre. Schopenhauer decía que la vejez en la pobreza era una desgracia, y son muchos los que la viven en medio de condiciones materiales de existencia muy deplorables para sí y sus familias. Tiene que haber cuidados, y el Estado no puede desentenderse de esto.


P. En su libro advierte los recientes guiños de la economía a los de mayor edad. “Lo que se quiere y se respeta es el mercado”.

R. El incremento de la vejez y el mayor tiempo de permanencia en ella, ha ensanchado un cada vez más amplio y lucrativo mercado: nuevos fármacos de precios muchas veces inalcanzables, alimentación especial, gimnasios, dientes de reemplazo, entrenadores y paramédicos. En una de estas, ese cada vez más poblado mercado está siendo visto como una tabla de salvación para el capitalismo y los inversionistas. Pero vuelvo a que la mayoría no tiene acceso regular a esos bienes.


P. ¿Por qué cree que la filosofía ha tratado poco el tema de la vejez?

R. Porque se le ha quitado el cuerpo al problema del envejecimiento como proceso y a la vejez como resultado de ese proceso. Por mucho tiempo se creyó, erróneamente, que era solo un asunto médico. Muchos filósofos de la antigüedad, la mayoría de ellos ricos, poderosos, prestigiosos e influyentes, cantan loas a la vejez como si se tratara de la edad dorada de la plenitud y la sabiduría. La vejez es siempre biográfica, de manera que lo que hay son vejeces —así, en plural—, y desconocer eso puede resultar muy penoso y agraviante para quienes envejecen en malas o incluso pésimas condiciones materiales de existencia. Independientemente de que se tenga en tal sentido una mala, tolerable o buena vejez, una constante de esta es la soledad.

Fuente:

https://elpais.com/chile/2024-11-09/agustin-squella-he-pasado-por-la-fe-la-duda-y-el-agnosticismo-para-rematar-en-un-ateismo-firme.html

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Agustín Squella: 
"No hay nada que podamos llamar con propiedad Dios"

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Laicismo y pensamiento Libre - 
Charla de Agustín Squella

(Espectacular charla que vale la pena escuchar 
completa y desde el inicio)



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