lunes, 11 de agosto de 2025

15 cosas que algunos Ateos se equivocan sobre la fe



15 cosas que algunos ateos se equivocan sobre la fe

(Publicación Cristiana)


La fe significa no andar perdidos en la oscuridad, sino confiar en el camino que está iluminado ante nosotros”


Publicado por Blog de teología de Toms

31 de enero de 2025


Los ateos suelen tergiversar la fe, presentándola como una creencia ciega, una ilusión o un rechazo irracional de la evidencia. Sin embargo, el concepto bíblico de fe es mucho más profundo e implica una confianza basada en el conocimiento, la experiencia y la razón. Muchos conceptos erróneos sobre la fe surgen de malentendidos de la teología, la historia y la filosofía.

A continuación, se presentan 15 errores comunes que cometen los ateos sobre la fe, junto con respuestas respaldadas por las Escrituras, la filosofía y la erudición.


1.

La fe significa creer sin evidencia

Una afirmación común entre los ateos es que la fe exige creer en algo sin evidencia. Sin embargo, la fe bíblica no es creer sin evidencia, sino confiar en ella.

La palabra griega para fe, pistis (πίστις), implica confianza y seguridad fundadas en la razón. Hebreos 11:1 dice:

Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.”

Este versículo no sugiere una fe ciega, sino una convicción basada en lo revelado. Los apóstoles no pidieron a la gente que creyera ciegamente, sino que señalaron acontecimientos históricos, especialmente la Resurrección, como evidencia (Hechos 17:31).

William Lane Craig señala: “La fe es confiar en lo que tenemos buenas razones para creer que es verdad”.


2.

La fe y la ciencia son opuestas

Algunos ateos sostienen que la fe contradice la ciencia, pero muchos de los más grandes científicos de la historia (como Newton, Kepler y Faraday) eran cristianos que veían la fe y la ciencia como complementarias.

Johannes Kepler dijo: “La ciencia es pensar los pensamientos de Dios después de Él”.

Científicos modernos como Francis Collins, ex director del Proyecto Genoma Humano, afirman que la fe y la ciencia no están en conflicto sino que abordan cuestiones diferentes.


3.

La fe es solo una muleta psicológica

Algunos afirman que la fe es simplemente un mecanismo de defensa para quienes temen a la muerte. Sin embargo, esto desestima el fundamento intelectual de la creencia cristiana. Muchos escépticos, como C. S. Lewis y Alister McGrath, llegaron a la fe tras una rigurosa investigación.

C. S. Lewis escribió : “El cristianismo, si es falso, no tiene importancia; y si es verdadero, tiene importancia infinita”.


4.

La fe significa ignorar la duda

Los ateos a veces asumen que la fe exige suprimir la duda, pero la fe bíblica reconoce la duda mientras busca la comprensión. Incluso figuras bíblicas como Tomás (Juan 20:27) y David (Salmo 13:1-2) expresaron dudas.

El cristianismo fomenta el cuestionamiento y la búsqueda de la verdad, como se ve en 1 Tesalonicenses 5:21:

Examinadlo todo; retened lo bueno.”

Alvin Plantinga afirma: “La duda y la fe no son enemigas; la duda puede conducir a una comprensión más profunda”.


5.

La fe es solo una ilusión

Algunos ateos equiparan la fe con creer en algo porque se desea que sea cierto. Sin embargo, la fe no se trata de cumplir deseos, sino de confiar en algo racional e históricamente justificado.

GK Chesterton escribió : “Los cuentos de hadas dicen que las manzanas eran doradas solo para refrescar el momento olvidado cuando descubrimos que eran verdes”.

La fe no es un escape de la realidad, sino una manera de afrontarla más plenamente.


6.

La Biblia condena la razón y fomenta la fe ciega

Algunos ateos malinterpretan versículos como 1 Corintios 1:25 (“La locura de Dios es más sabia que los hombres”) para sugerir que el cristianismo se opone a la razón. Sin embargo, la Biblia afirma constantemente el valor de la razón.

Isaías 1:18: “Venid luego, dice el Señor, y estemos a cuenta.”

El cristianismo tiene una fuerte tradición intelectual, reflejada en teólogos como Agustín, Aquino y CS Lewis.


7.

La fe es solo cuestión de sentimientos

Si bien las experiencias personales influyen, la fe cristiana no se basa solo en la emoción, sino que se arraiga en la historia, la razón y las Escrituras. La Resurrección se defiende como un acontecimiento histórico , no solo como un sentimiento interior (1 Corintios 15:3-6).

NT Wright afirma: “La fe en Cristo se basa en una afirmación histórica real: que Jesús resucitó de entre los muertos”.



8.

La fe significa nunca cambiar de opinión

Los ateos a veces acusan a los creyentes religiosos de ser dogmáticos. Sin embargo, muchos eruditos y apologistas cristianos, como Agustín, Pascal y Chesterton , cambiaron sus creencias tras encontrar nueva evidencia.

La fe no consiste en negarse a pensar críticamente, sino en estar dispuesto a seguir la verdad dondequiera que nos lleve .


9.

La fe es producto de la ignorancia

Algunos afirman que la fe surge solo en ausencia de conocimiento. Sin embargo, muchos de los grandes pensadores de la historia, como Agustín, Tomás de Aquino, Pascal y Leibniz, fueron cristianos devotos.

Blaise Pascal escribió: “La fe nos dice lo que los sentidos no pueden, pero no es contraria a la razón”.


10.

Los cristianos sólo creen porque fueron criados de esa manera

Si bien la crianza influye en las creencias, esto también aplica a los ateos. Muchas personas se convierten al cristianismo a pesar de haber crecido en hogares seculares o ateos (p. ej., CS Lewis, Lee Strobel).

Lee Strobel: “Me propuse refutar el cristianismo, y la evidencia me condujo a la fe”.


11.

El ateísmo es la postura por defecto

Los ateos suelen afirmar que el ateísmo es la norma y que la creencia requiere justificación. Sin embargo, el agnosticismo , no el ateísmo, es la postura neutral. El teísmo tiene argumentos positivos (cosmológicos, teleológicos y morales), y el ateísmo también debe proporcionar justificación.

William Lane Craig afirma: La carga de la prueba no recae únicamente sobre el teísta; ambas partes deben dar cuenta de la realidad”.


12.

La fe significa rechazar la ciencia

Muchos ateos afirman erróneamente que la fe implica rechazar la ciencia. Sin embargo, muchos científicos son personas de fe, como Francis Collins, John Polkinghorne y Alister McGrath.

Francis Collins escribe: “La ciencia y la fe no son incompatibles; responden a preguntas diferentes”.


13.

La fe fomenta la violencia

Algunos argumentan que la fe inevitablemente conduce a la violencia, señalando las guerras religiosas. Sin embargo, regímenes ateos (por ejemplo, Stalin, Mao, Pol Pot) también han cometido atrocidades. La cuestión no es la fe en sí, sino cómo se aplican las cosmovisiones.

John Lennox afirma: “El problema no es la fe, sino la naturaleza humana; la historia muestra que tanto las ideologías teístas como las ateas hicieron mal uso del poder”.


14.

El cristianismo se extinguirá

Los ateos han predicho el declive del cristianismo durante siglos, pero la fe persiste. El cristianismo está creciendo en muchas partes del mundo, especialmente en África y Asia.

Rodney Stark observa: “La idea de que la secularización eliminará la religión ha sido refutada repetidamente”.


15.

La fe es irracional

En última instancia, la afirmación de que la fe es irracional ignora el vasto corpus de la filosofía cristiana, la apologética y la evidencia histórica. La fe no es una creencia sin razón, sino la confianza en la verdad.

C. S. Lewis afirma: “La fe es el arte de aferrarse a las cosas que la razón una vez aceptó, a pesar de los cambios de humor”.


Silogismo: La racionalidad de la fe

Premisa 1: La fe es una confianza racional basada en la evidencia, la experiencia y la razón.

Premisa 2: La fe teísta está respaldada por argumentos históricos, filosóficos y científicos.

Premisa 3: Las críticas ateas a menudo tergiversan la definición real y la base de la fe.

Conclusión: Por tanto, la fe no es irracional, ni se opone a la razón ni a la evidencia.

La fe no es una creencia ciega, sino una confianza racional basada en la evidencia, la experiencia y la historia. Los conceptos erróneos sobre la fe a menudo surgen de la mala interpretación de las enseñanzas bíblicas o del desconocimiento de las tradiciones intelectuales cristianas.


Traducido del original:

https://tomstheology.blog/2025/01/31/15-things-some-atheists-get-wrong-about-faith/


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lunes, 4 de agosto de 2025

Cuatro retratos actuales de la figura de Jesús




Cuatro retratos actuales de

la figura de Jesús


Prestigiosos académicos trazan distintas versiones de Cristo, del revolucionario y el profeta apocalíptico al personaje literario y el mesías del misterio y la revelación


26 de julio de 2025

00:08

Por Iván Petrella


Viene hacia nosotros como un desconocido”, declaró Albert Schweitzer al describir a Jesús como una figura enigmática que cautivó y desconcertó a la humanidad durante siglos. Desde la publicación en 1906 de su obra pionera, La búsqueda del Jesús histórico, los académicos han enfrentado una pregunta que sigue sin respuesta consensuada: ¿quién fue esta persona cuya vida y enseñanzas transformaron la historia, la religión y la cultura? Lejos de resolver la cuestión, la investigación académica profundizó aún más el misterio, ofreciendo interpretaciones diversas que lo presentan desde un revolucionario social hasta un profeta apocalíptico, pasando por personaje literario y misterio esperanzador. Este ensayo explora cuatro retratos distintos –los de John Dominic Crossan, Bart Ehrman, Robyn Faith Walsh y Elaine Pagels–, cada uno con una interpretación diferente de Jesús, cada uno planteando preguntas sobre un hombre cuyo impacto resuena aún hoy.



- John Dominic Crossan:

Jesús el revolucionario.

Imaginemos una mesa concurrida en la Galilea del siglo primero. Se sientan leprosos, prostitutas y recaudadores de impuestos, personas consideradas “intocables”, despreciadas por la sociedad y excluidas de la comunidad y el culto religioso. Ahora visualicemos a Jesús sentado entre ellos, compartiendo comida, conversación y risas, desafiando las rígidas y arraigadas normas de pureza y jerarquía social. Según Crossan, escenas como estas no eran simples actos de bondad, sino actos deliberados de rebelión social.

En su influyente Jesús. Una biografía revolucionaria, Crossan sostiene que los Evangelios no son informes históricos directos ni relatos milagrosos sobrenaturales. Más bien, son narrativas literarias complejas (“parábolas en forma narrativa”) moldeadas por las primeras comunidades cristianas para expresar sus valores y memorias sobre Jesús. Pero, ¿cuánta verdad histórica podemos extraer sobre Jesús? Bastante, asevera, si analizamos los Evangelios en su contexto histórico y cultural. Para Crossan, Jesús era un ser humano que buscaba una reforma radical de las estructuras sociales establecidas, y que desafió la opresiva dominación romana, las jerarquías establecidas y las leyes rígidas de pureza. Su práctica de la comensalidad abierta –compartir comidas públicamente con los marginados– buscaba subvertir un orden social basado en divisiones rígidas de estatus, honor y vergüenza.

Crossan ilustra esta postura revolucionaria mediante la parábola donde Jesús describe el reino de Dios como una semilla de mostaza. Tradicionalmente vista como una metáfora sobre la fuerza y el impacto de una fe humilde, Crossan la reinterpreta para resaltar las implicancias radicales de la prédica de Jesús. En la cultura mediterránea antigua, la planta de mostaza no era apacible ni deseable, sino invasiva, incontrolable y disruptiva. Una vez plantada, crecía rápida y de manera caótica, atrayendo aves y animales silvestres indeseables. Para Crossan, esta parábola revela cómo Jesús imaginaba el Reino de Dios: no como un refugio espiritual tranquilo, sino como una fuerza que crece sin freno y subleva el orden social establecido.

¿Por qué vería el poderoso Imperio Romano a un humilde maestro itinerante como merecedor de la crucifixión, su castigo más cruel reservado para rebeldes y disidentes políticos? La crucifixión era un espectáculo brutal y humillante, diseñado para intimidar a cualquiera que considerara resistirse. Crossan sostiene que Jesús fue crucificado precisamente porque Roma reconoció que sus acciones y enseñanzas eran políticamente peligrosas. Al ejecutar a Jesús, Roma lanzó un mensaje inequívoco: desafía nuestro poder y este será tu destino. Los gestos sencillos e inclusivos de un simple predicador resultaron tan subversivos que activaron la maquinaria brutal del imperio para silenciarlo.



- Bart Ehrman:

Jesús el profeta apocalíptico.

En Jesús, profeta apocalíptico del nuevo milenio, Bart Ehrman se pregunta por el origen de la ética de Jesús, tan exigente que es casi imposible de cumplir: ¿De dónde provienen esas enseñanzas? ¿Por qué son tan rigurosas? Según Ehrman, surgen del hecho que Jesús pensaba que el fin del mundo era inminente. Había que cambiar de forma de vida de manera inmediata, ya que quedaba poco tiempo para arrepentirse antes de la llegada del reino de Dios.

Ehrman y otros especialistas en el estudio y la investigación del Nuevo Testamento utilizan una herramienta llamada el “criterio de discontinuidad” para intentar descifrar lo que Jesús realmente dijo e hizo. Explicado simplemente, la idea es que las afirmaciones o acciones atribuidas a Jesús en los Evangelios probablemente son auténticas si difieren tanto de las creencias judías tradicionales de la época como de las doctrinas cristianas posteriores. Por ejemplo, las instrucciones –sorprendentes– de “poner la otra mejilla” o “amar a los enemigos” eran muy distintas de las normas culturales prevalentes en la época, y eso indica su probable autenticidad.

Aplicando este enfoque, Ehrman sostiene que las afirmaciones apocalípticas de Jesús son históricamente auténticas. Jesús proclamó la llegada inminente del juicio divino y el Reino de Dios. Estas afirmaciones no eran profecías abstractas dirigidas a generaciones futuras, sino advertencias concretas para quienes lo escuchaban en su propio tiempo: debían arrepentirse de inmediato, porque el mundo que conocían estaba a punto de llegar a su fin y dar paso a uno nuevo.

Esta urgencia apocalíptica no desapareció con la muerte de Jesús; más bien, moldeó al cristianismo en sus orígenes. Ehrman destaca los escritos de Pablo para ilustrar esta continua expectativa de final inminente. Consideremos, por ejemplo, la primera carta de Pablo a los Tesalonicenses: “Porque el Señor mismo, con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, descenderá del cielo… Entonces nosotros, los que estemos vivos, los que quedemos, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes...” (1 Tesalonicenses 4:16-17).

Pablo creía que algunos de sus lectores (“nosotros, los que estemos vivos”) serían testigos presenciales de este acontecimiento extraordinario. Ehrman enfatiza este pasaje para mostrar cómo los primeros cristianos vivían al borde mismo de la historia, convencidos del regreso de Jesús y de la transformación radical e inmediata del mundo. De este modo, Ehrman nos invita a reconsiderar la urgencia y radicalidad inmediata del mensaje de Jesús, basado no solo en enseñanzas éticas, sino en la convicción apremiante de que un mundo nuevo estaba a punto de surgir de las cenizas del viejo.



- Robyn Faith Walsh:

Jesús el personaje literario.

¿Qué pasaría si las historias conocidas sobre Jesús –las curaciones milagrosas, las parábolas éticas, los conflictos dramáticos y la resurrección final– hubiesen sido originalmente concebidas no como relatos de testigos o tradiciones populares, sino como sofisticadas creaciones literarias destinadas a lectores cultos? En The Origins of Early Christian Literature, Robyn Faith Walsh sostiene precisamente esto: que deberíamos leer los Evangelios como obras literarias semejantes a las biografías y a las novelas que entretenían e instruían a las élites intelectuales del mundo grecorromano.

Walsh cuestiona una premisa académica fundamental: que los Evangelios preservan las memorias históricas de las primeras comunidades cristianas. En cambio, argumenta, reflejan las convenciones literarias y culturales de su época. Al igual que las biografías escritas por Plutarco sobre filósofos famosos, o las historias de aventuras propias de las novelas helenísticas, los Evangelios presentan a Jesús como un protagonista literario: un personaje cautivante situado dentro de arcos narrativos complejos, llenos de tensión dramática, enseñanzas morales y reflexiones filosóficas. Si Walsh tiene razón, las consecuencias a la hora de reconstruir al Jesús histórico son profundas: Jesús se convierte en una figura mucho más esquiva, mucho menos definida desde la certeza histórica, y más vinculada con la imaginación literaria de los intelectuales del siglo primero.

Pero entonces, ¿qué podemos afirmar con certeza sobre las enseñanzas reales de Jesús? Si Walsh tiene razón, no mucho. Según ella, las enseñanzas atribuidas a Jesús en los Evangelios podrían no ser sus palabras auténticas, ni siquiera las palabras que la tradición cristiana dice recordar y conmemorar, sino reflejos de ideales filosóficos propios de la cultura grecorromana, desde la ética disciplinada del estoicismo hasta la crítica radical a las normas sociales del cinismo. El Jesús que presenta Walsh pone en jaque la posibilidad de acceder con certeza a la figura histórica original. Si los Evangelios son creaciones literarias sofisticadas más que testimonios históricos, esto implicaría revisar profundamente nuestra comprensión sobre los orígenes del cristianismo y su influencia hasta hoy.



- Elaine Pagels:

Jesús como misterio y revelación.

En su último libro, Milagros y maravilla: el misterio histórico de Jesús, Elaine Pagels –tal vez la especialista en el Nuevo Testamento más importante de las últimas décadas– plantea que los Evangelios son mucho más que simples registros históricos o memorias comunitarias: son textos vivos que transmiten verdades espirituales aun relevantes. ¿Podremos alguna vez saber realmente quién fue Jesús, o quizá el núcleo de su impacto perdurable radica en el misterio y en la diversidad de las formas en que ha sido percibido? Para Pagels, la riqueza y relevancia de Jesús residen justamente en estas múltiples y hasta contradictorias interpretaciones.

Pagels combina su investigación académica con una apertura hacia los significados espirituales. Reconoce ciertas realidades históricas básicas: Jesús fue, sin duda, un predicador judío cuya enseñanza conmovió profundamente a sus seguidores. Pero enfatiza que los Evangelios no presentan un retrato unificado, sino múltiples interpretaciones que a menudo resultan conflictivas sobre su identidad y misión. Por ejemplo, Marcos muestra a Jesús como una figura enigmática cuya verdadera identidad permanece oculta, mientras que Juan, desde el primer versículo, lo presenta como divino. Para ella parece menos importante la reconstrucción histórica del Jesús “real”, una tarea imposible, y más importante cómo sus seguidores lo percibieron y recordaron, y cómo esas memorias siguen inspirándonos y desafiándonos hoy.

Pagels sostiene que tanto la vida y el mensaje de Jesús resaltaban una inclusividad radical hacia los marginados y la posibilidad de encontrar luz y esperanza incluso en las circunstancias más difíciles, tanto personales como sociales. Sus milagros –curaciones, multiplicaciones de panes, resurrecciones– invertían las jerarquías sociales establecidas, ofreciendo destellos de un orden divino donde todos podían tener su lugar. Para Pagels, la resurrección misma es la máxima paradoja y revelación, un mensaje de optimismo y renovación, que surge cuando todo parecía perdido. Son esos “destellos de esperanza” que hacen que Jesús siga siendo relevante para millones de personas que han buscado –y aún buscan– dar sentido a experiencias humanas fundamentales: el sufrimiento en un mundo donde abunda, la esperanza cuando parece agotarse y el deseo de justicia, tantas veces postergado. Jesús no ofrece una respuesta única o definitiva, sino que abre una y otra vez espacios para nuevas preguntas e interpretaciones. En otras palabras, su relevancia no está en una identidad fija o histórica, sino en su capacidad para impulsar reflexiones continuas sobre cómo vivimos y entendemos nuestra realidad hoy.


- Conclusión:

El enigma perdurable de Jesús.

A más de un siglo de la búsqueda iniciada por Schweitzer, el Jesús histórico sigue siendo al mismo tiempo atrapante y enigmático. En última instancia, estas diversas interpretaciones presentan alternativas incompatibles entre sí. O bien podemos acercarnos al Jesús concreto o nos queda una mera creación literaria; o anunció el fin del mundo o impulsó una transformación radical de su sociedad. Es imposible aceptar todas estas versiones simultáneamente. Al final, como sugiere Pagels, la interpretación que adoptemos revela más sobre nuestras propias inquietudes y necesidades que sobre una verdad histórica definitiva. Elegir una imagen o visión específica de Jesús es, por lo tanto, elegir también qué tipo de preguntas queremos hacer sobre nuestro presente, nuestro pasado, y tal vez, también, nuestro futuro.


Por Iván Petrella

Fuente:

https://www.lanacion.com.ar/ideas/cuatro-retratos-actuales-de-la-figura-de-jesus-nid26072025/


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