Nota Inicial:
La presente publicación fue escrita y elaborada por un colaborador y amable lector de este Blog.
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La hipocresía de la Iglesia Católica
Haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago
(PARTE I)
Una manera muy eficaz de desacreditar la religión católica es mediante la risa: reírse de su "autoridad", que nadie le ha concedido, reírse de las "verdades eternas y reveladas", que no son eternas, ni reveladas, y ni siquiera son verdades. Reírse de su hipocresía, de sus continuas mentiras y hasta de sus tradiciones
Fernando de Orbaneja, "Lo que oculta la Iglesia"
Hay dos maneras de dejarse engañar. Una es creerse lo que no es cierto. La otra, negarse a creer lo que es verdad
Søren Kierkegaard
Bajo muchos aspectos la Iglesia no es democrática porque en ella el poder proviene de Cristo
José Vidamor Yu, Profesor de Teología, Manila
Es difícil encontrar un solo escritor de la Edad Media o del Renacimiento que no dé por supuesto que la mayoría de los religiosos, desde los principales prelados hasta el más humilde fraile, estaban podridos hasta la médula
Aldous Huxley
La hipocresía es uno de los rasgos característicos del cristianismo. Junto a su poder criminal, sus guerras y sus explotaciones, forma la parte principal de su fisonomía, constituye su misma esencia
Karlheinz Deschner
La hipocresía es el miedo a decir abiertamente la verdad, es fingir o aparentar para quedar bien a los ojos de los demás. La hipocresía en la Iglesia es particularmente detestable, y por desgracia la hay, y hay muchos cristianos y muchos ministros hipócritas
Papa Francisco
El catolicismo es una de las mayores escuelas de hipocresía individual y social que se conocen. Para que quede claro desde un principio, aunque sea bastante obvio, según el Diccionario de la Real Academia Española, hipocresía es el fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o realizan. Y esto le calza a la perfección a la Iglesia católica.
Pido disculpas al lector si retomo aquí los conceptos que escribí en el capítulo Historia de vida de un ateo, pero vienen muy bien como introducción al tema. Una de las mayores perversidades de la Iglesia católica desde sus comienzos históricos, y que engloba la totalidad de sus crímenes, atrocidades y disparates, es la HIPOCRESÍA. Así, con mayúscula. Asesinar, torturar, perseguir, despreciar, a quienes no comulgan con sus ideas, pero rasgarse las vestiduras diciendo que se debe amar al prójimo y respetar toda vida desde su concepción. Permitir, encubrir y justificar las conductas sexuales del clero, pero que ellos mismos definen como aberrantes y contrarias a la ley de Dios. Ser una de las Instituciones más ricas y fastuosas desde hace casi 2000 años, pero alabar la pobreza y los pobres "porque de ellos será el reino de los cielos". Funcionar bajo un sistema férreamente totalitario, dictatorial y absolutista (cuya legitimidad no proviene del pueblo sino de Dios), plasmado en el sagrado juramento de obediencia en la ordenación sacerdotal, en el "dogma" de la infalibilidad del Papa en temas teológicos por inspiración divina (que desde el Cardenal más encumbrado hasta el último curita de pueblo deben acatar y obedecer)(1), pero ensalzar y defender la democracia y la libertad de los pueblos. Segregar y despreciar desde sus orígenes a la mujer, una historia de persecución, menosprecio, muerte, dolor y misoginia, relegando aún hoy su papel dentro de las estructuras cristianas, machistas y patriarcales, pero al mismo tiempo ensalzar la dignidad y la misión de la mujer cristiana, preconizando su igualdad con el hombre.
El propio Papa Francisco denuncia la hipocresía de la Iglesia. Además de la frase que encabeza este capítulo, en un sermón pronunciado en San Pablo Extramuros, en Roma, poco tiempo después de su elección en 2013, dijo: La incoherencia de los fieles y los pastores entre lo que dicen y lo que hacen, entre la palabra y el modo de vivir, mina la credibilidad de la Iglesia. Quien nos escucha y nos ve, debe poder leer en nuestros actos eso mismo que oye de nuestros labios.
Pero vayamos paso a paso, tratemos de analizar cada situación, cada idea, encarando los dogmas, las doctrinas y las prédicas eclesiásticas, ayer y hoy, según lo que se dice... y lo que se hace. Por razones de espacio, abordaremos solo seis (tal vez las principales) de las tantas hipocresías desarrolladas a lo largo de los siglos: la violencia, la riqueza, las mujeres, el sexo, el racismo y los derechos humanos.
Guerra, paz, violencia, asesinatos
Haz lo que yo digo...
El Catecismo de la Iglesia católica en 2258 dice: “La vida humana ha de ser tenida como sagrada, porque desde su inicio es fruto de la acción creadora de Dios y permanece siempre en una especial relación con el Creador, su único fin. Sólo Dios es Señor de la vida desde su comienzo hasta su término; nadie, en ninguna circunstancia, puede atribuirse el derecho de matar de modo directo a un ser humano inocente” (Congregación para la Doctrina de la Fe(2), Instr. Donum vitae, intr. 5). En 2261 dice: "La Escritura precisa lo que el quinto mandamiento prohíbe: “No quites la vida del inocente y justo” (Ex 23, 7). El homicidio voluntario de un inocente es gravemente contrario a la dignidad del ser humano, a la regla de oro y a la santidad del Creador. La ley que lo proscribe posee una validez universal: obliga a todos y a cada uno, siempre y en todas partes". Y en 2307 y siguientes, bajo el título "Evitar la guerra", dice: "Toda esta reflexión está enmarcada en el quinto mandamiento que condena la destrucción voluntaria de la vida humana. La Iglesia invita a todo cristiano a orar y actuar para que no seamos presa de la antigua servidumbre de la guerra. Nos recalca que todo ciudadano y todo gobernante están obligados a trabajar para evitar las guerras".
En la actualidad, el pensamiento de la Iglesia ha avanzando hacia la idea que toda guerra es injusta, y considera la guerra de agresión como el mal mayor. Por eso, desde hace algunas décadas, los papas han insistido en la necesidad de una instancia mundial con suficiente autoridad para resolver mediante el diálogo los conflictos entre pueblos y naciones. El Papa Francisco, en su Encíclica Fratelli tutti, afirma lo siguiente: “La posibilidad de alguna forma de autoridad mundial regulada por el derecho [...] debería incluir la gestación de organizaciones mundiales más eficaces, dotadas de autoridad para asegurar el bien común mundial, la erradicación del hambre y la miseria, y la defensa cierta de los derechos humanos elementales”. Y añade que ante el potencial mortífero y destructivo de las armas actuales, “es muy difícil sostener los criterios racionales madurados en otros siglos para hablar de una posible guerra justa”. Y ha repetido en varias oportunidades, que la guerra es una falta de diálogo y entiende que se debe reconsiderar el concepto de guerra justa.
La Doctrina Social de la Iglesia ha puesto límites muy estrictos no sólo al inicio de una guerra, sino también al uso de las armas una vez que ésta ha estallado. Se requiere que no hayan tenido éxito todas las medidas posibles para evitar la necesidad de utilizar las armas, también en la defensa. No hay derecho a una guerra de agresión, e incluso una guerra de defensa está sujeta a limitaciones muy exigentes. El uso de armamento por razones defensivas no debe tener lugar mientras se descuida el deber de buscar enérgicamente acuerdos internacionales para un desarme equilibrado y progresivo. De acuerdo con el derecho internacional humanitario, los civiles deben ser preservados, tanto por el agresor como por quienes se defienden. Se debe evitar el uso de milicias civiles y de la resistencia civil, especialmente el uso de mujeres y niños. Según Juan Pablo II, hay que volver atrás, mirar el pasado, aclararlo a la luz de la razón y perdonarlo a la luz de la fe. Las ideologías políticas ateas e inhumanas han sido y son grandes causas de guerras. Revisar y purificar el pasado también implica liberarse de él, para lo cual el cristianismo y la Iglesia nos iluminan con su reflexión nacida del evangelio.
Según el Concilio Vaticano II (1962-1965), "la fuerza no crea el derecho" y "la violencia no es digna del ser humano". La violencia destruye el tejido social, atenta contra los valores básicos, la libertad y la vida. De allí surge el discurso actual de la Iglesia, que presenta una doctrina fundamentada acerca de la guerra, de la no violencia y de la construcción de la paz.
...pero no lo que yo hago
La Biblia dice (Mt 10:34) que Jesús no vino a traer la paz, sino la espada (según Reina Valera y otras versiones), o ...sino la guerra (según la Biblia de las Sociedades Bíblicas Unidas o la de Dios Habla Hoy y otras versiones). Esto se pasa por alto en las homilías domingueras de las misas, es difícil de explicar, aunque los privilegiados intérpretes de las escrituras dicen que espada o guerra son imágenes literarias que indican división o conflicto, cosa de suavizar convenientemente la frase. Aún aceptando esta interpretación, Jesús vino a provocar enfrentamientos para imponer sus ideas. Violencia en nombre de Dios en la Biblia hay mucha, demasiada, atroz. Ya he citado muchos ejemplos en el capítulo "La bondad de Dios según la Biblia". Solo menciono aquí el episodio en que el profeta Elías conduce a 450 sacerdotes de Baal al arroyo de Cisón, en el Monte Carmelo, y allí los degüella (1Reyes, 18:20-40). No es una carnicería sanguinaria, es un justo castigo para los enemigos del verdadero Dios, magnífica forma de banalizar el genocidio calificándolo de "violencia al servicio de Dios".
Durante los tres primeros siglos de cristianismo, los cristianos se oponían radicalmente a la guerra. Atenágoras, un apologista cristiano de mitad del siglo II, prohibía a los cristianos acudir al circo romano a presenciar las luchas entre gladiadores, porque “ver matar es casi como matar”. Tertuliano, otro gran escritor de casi la misma época, insistía en que no se podía ser soldado y ser cristiano, dado que el soldado tiene el oficio de matar. El pacifismo cristiano fue una de las fuentes permanentes de conflicto con el Imperio romano en los primeros siglos. Pero con la llegada del Emperador Constantino todo cambió. El cristianismo se hizo oficial, la religión del Imperio romano, adquirió poder y buscó su feroz expansión en el mundo antiguo. Y empezaron las guerras cristianas de conquista. No creo necesario recordar aquí todas las matanzas perpetradas en nombre de Dios a lo largo de las épocas.
La historia de la humanidad está plagada de injusticias, de venganzas, de ambiciones, de guerras, de crueldad. Si se analizan sus motivos, se llega a la conclusión de que, en la mayoría de los casos, son las religiones las causantes, en especial las religiones monoteístas. Estas son la razón primera y la justificación de casi todas las guerras de conquista. En su libro El espejismo de Dios, el biólogo británico Richard Dawkins plantea que "las personas devotas han muerto por sus dioses y han matado por ellos; han azotado sus espaldas hasta sangrar, se han jurado a sí mismas una vida de celibato o de silencio, todo al servicio de la religión. ¿Para qué sirve todo esto? ¿Cuál es el beneficio de la religión?". Las masacres genocidas perpetradas en nombre de la religión son los episodios de las acciones humanas que más resalta la historia. Principalmente en lo que se conoce como civilización occidental y cristiana. Sobre este punto, John Hartung señala que "la Biblia es una guía para la moralidad de grupo, completada con instrucciones para el genocidio, para la esclavización de los grupos ajenos y para la dominación del mundo".
Si nos enfocamos en la conquista de América, las masacres, torturas y asesinatos de los nativos a manos de los ejércitos españoles y portugueses (denunciados valientemente por el fraile Bartolomé de las Casas), es innegable que se hacían en nombre de la Iglesia católica y con su autorización y bendición. Los conquistadores españoles leían en forma pública (¡en castellano!) y certificado por un notario, el llamado "Requerimiento", frente a los monarcas indígenas y sus pueblos que iban a conquistar, del cual copio un extracto:
"Os hacemos saber que Dios nuestro Señor, uno y eterno, creó el cielo y la tierra, y un hombre y una mujer, de quienes todos los hombres son descendientes... Por ende, como mejor puedo os ruego y requiero que reconozcáis a la Iglesia por Señora y Superiora del universo mundo y al sumo pontífice llamado Papa en su nombre y al Rey y la Reina nuestros señores como Superiores y Señores y Reyes... Si no lo hicieres o en ello dilación maliciosamente pusieres, os certifico que con la ayuda de Dios entraré poderosamente contra vosotros y os haré guerra por todas las partes y maneras que tuviere y os sujetaré al yugo y obediencias de la Iglesia y de sus Altezas y tomaré vuestras personas y las de vuestras mujeres e hijos y los haré esclavos y como tales los venderé... y tomaré vuestros bienes, y os haré todos los males y daños que pudiere como vasallos que no obedecen y que no quieren recibir a su Señor y le resisten y contradicen y protesto que las muertes y daños que de ello se registraren serán a culpa vuestra y no de sus Altezas ni mía, y de como lo digo pido al presente Escribano que me lo dé como testimonio firmado y a los presentes ruego que de ello sean testigo"
Y acto seguido saqueaban sus reinos y asesinaban o esclavizaban a la población.
Pero vengamos a los tiempos actuales, contemporáneos con las bellas palabras e intenciones indicadas en "Haz lo que yo digo...". En los primeros veinte años de este siglo hay una buena media docena de conflictos religiosos en el mundo. La religión amplifica y exacerba la división histórica entre muchas naciones, como está ocurriendo en nuestros días en India y Medio Oriente. La masacre en Irlanda del Norte, si bien con un componente geopolítico importante, estuvo plagada de conflictos religiosos entre protestantes y católicos durante 30 años (1968-1998), y las atrocidades étnico-religiosas en la ex-Yugoslavia durante 10 años (1991-2001) no necesitan de ningún recordatorio, por citar solo los escenarios donde la violencia religiosa ha sido extrema. Como expone el historiador Ángel García García, no son sólo diferencias étnicas y lingüísticas, sino también religiosas las que han favorecido el proceso balcánico, pues la coexistencia de diferentes religiones hace que las creencias operen como definidoras de grupo. Dejando de lado la religión islámica, demonizada por el cristianismo, muchos conflictos explotaron allí entre iglesias cristianas, católicos y ortodoxos. La Iglesia católica mostró una conducta discriminatoria de exclusión frente a las Iglesias de la Europa del Este, en especial durante el papado de Juan Pablo II. Por su parte, el manifiesto de la Iglesia ortodoxa al respecto es clarísimo: en marzo de 1992, en pleno conflicto, su obispo Banat dijo "La Iglesia ortodoxa no es una organización política [...] pero en este momento intervenir en política es una lucha por la existencia misma de nuestro pueblo". Estas son las formas de entender la espiritualidad y la identidad que en suelo yugoslavo se enfrentaron a vida o muerte (El componente religioso en los conflictos étnicos de la ex-Yugoslavia, Á. García García, Anales de Historia Contemporánea, 18, 2002).
Todo ciudadano puede profesar el credo que más le acomode, pero no puede admitirse que, en nombre de sus dioses, coaccione el derecho de los demás a tener su fe o proclamarse ateos o agnósticos, y menos que se llegue a su eliminación física como ocurrió (y ocurre) en los lugares citados. No me voy a extender sobre estos, son hechos muy difundidos y bien conocidos. Pero sí me referiré al genocidio tutsi de 1994, tal vez no tan presente en nuestra memoria. En abril de 1994 y durante tres meses, más de un millón de personas de la etnia tutsi fueron asesinadas en Ruanda, por no pertenecer a la "raza buena" hutu. El objetivo declarado del "Hutu Power" era el exterminio de la minoría tutsi, con violaciones y torturas incluidas. Jean-Paul Gouteux, periodista especializado en el genocidio ruandés, lo describe en su libro Apología de la blasfemia. En peligro de creer (Ed. Syllepse, Paris, 2006):
Escribe François Schlosser (le Nouvel Observateur, n° 2056, 1/4/2004): "Ningún crimen del siglo XX responde tan exactamente a la definición moderna del genocidio (aparte del exterminio nazi de los judíos), como la masacre de los tutsi de Ruanda, realizada de abril a julio de 1994". Allí se alcanzaron excesos de crueldad sin precedentes. Y ese genocidio fue apoyado por los seguidores cristianos del Hutu Power, indudablemente basado en la banalización bíblica de esas matanzas. Este racismo proviene directamente de los textos bíblicos. ¿No es significativo que uno de los más difundidos textos que exhortan al asesinato de los tutsi se titule "Los Diez Mandamientos del Hutu"? El mismo título se encuentra en un documento, hallado por las autoridades británicas en 1919, perteneciente al movimiento de los Jóvenes Turcos, exhortando a la guerra santa o yihad, justificando el exterminio de los armenios. En Ruanda, donde el 95% de la población es cristiana, la propaganda genocida estaba llena de referencias e invocaciones a la voluntad divina de Dios.
En 1950 la élite tutsi manifestó sus deseos de independencia, impugnando la omnipresencia de la Iglesia. Esto era intolerable para las autoridades eclesiásticas, en un país convertido en una teocracia católica, un reino dedicado al "Cristo-Rey". La Iglesia católica idealizará a los hutu como un pueblo creyente, honesto y trabajador, sometido por "crueles feudales tutsi". Se desató así en la prensa católica, el catecismo y las escuelas, una fuerte propaganda anti-tutsi, estableciendo una doctrina racial institucional. Los Padres Blancos(3) instalados en el país controlaron la interpretación racial de la realidad sociológica ruandesa, y la difundieron en amplia escala a través de varios libros escritos por sacerdotes, de sus discursos y de manuales escolares. Promotores del fratricidio ruandés desde sus inicios, los Padres Blancos continuaron con su demagogia racista en su boletín, incluso durante el genocidio.
Los religiosos y el gobierno ruandés hutu inventaron apariciones de la Virgen María respaldando la masacre, principalmente en Kibeho, al suroeste del país. Una de esas videntes místicas, entrevistada por Radio Rwanda mientras el genocidio se llevaba a cabo, y presentada como una médium que se comunicaba con la madre de Dios, dijo: "Por supuesto que a Cristo no le gusta que se mate. Pero la Virgen María va a interceder ante su Hijo para que nos comprenda". La frase fue simbólica y terriblemente eficaz. El abad Maindron, organizador del proyecto "Lourdes de Ruanda", se dedicó a canalizar la cándida fe de la población para apoyar incondicionalmente al régimen. Expresa haber visto durante el genocidio a asesinos llevando rosarios "para que la Virgen los ayudara a encontrar los tutsi sobrevivientes" y que muchos se recogían delante de la estatua de la Virgen antes de lanzarse a la más abominable de las carnicerías. Estas apariciones marianas serán oficialmente reconocidas (Nuestra Señora de Kibeho) en 2001, por las autoridades del Vaticano. Muchos sacerdotes católicos participaron directamente en las matanzas machete en mano. La implicación de las jerarquías en el genocidio, y el apoyo dado por ellas a los religiosos acusados de asesinato, resultan verdaderamente increíbles para los que sostienen la idea que la religión es algo puro y moral. La Iglesia en general, y los Padres Blancos en particular, ayudan, defienden y financian a criminales capaces de semejantes atrocidades.
Muchísimos otros detalles de la complicidad de la Iglesia católica en este genocidio son presentados en el libro de Jean-Paul Gouteux, pero no creo necesario mencionarlos aquí porque no agregarían nada a esta macabra historia. Recomiendo sí, su lectura. ¿Qué dijo el Vaticano sobre el genocidio de los tutsi? Nada. La utilización de temas religiosos en la incitación al genocidio, no obtuvo reacción por parte de las todopoderosas autoridades católicas de Ruanda. La Asociación African Rights informó a Juan Pablo II de las acciones criminales cometidas por sus sacerdotes reciclados en Europa, pero jamás recibió respuesta. En otra carta abierta a Juan Pablo II, en ocasión de la décima conmemoración del genocidio, la Asociación expresa: "No logramos comprender por qué la Iglesia católica no ha realizado aún un examen de conciencia, ni ha tratado de identificar a los miembros del clero que faltaron a sus deberes como cristianos". El Cardenal Etchegaray, enviado del Papa a Ruanda en 1994, pronunció las palabras bíblicas "La sangre de los mártires es simiente de cristianos", cuando aún chorreaban sangre las iglesias transformadas en mataderos por el Hutu Power. Esa frase cínica indica claramente que el Vaticano niega toda implicación y responsabilidad en esa masacre de dimensiones bíblicas. Aberrante, monstruoso, despiadado, brutal, sanguinario, no encuentro calificativos suficientemente fuertes para esas palabras.
La religión es responsable, en buena parte, de las grandes diferencias culturales y de toda la desconfianza que separan grupos cuyos orígenes son sin embargo comunes (israelitas y palestinos, indios y paquistaníes). Muchos historiadores (por supuesto independientes, no apologéticos) concuerdan en que la Iglesia católica sostuvo a la Alemania nazi. La Iglesia alemana abrió sus archivos genealógicos al Tercer Reich para permitir identificar a quienes tenían ascendencia judía. Ningún católico alemán fue excomulgado, ni siquiera Hitler, por haber cometido crímenes contra la humanidad. El Führer pretendía servir a Dios, como lo dice su libro Mein Kampf.
¿Podemos hablar de hipocresía?
Riqueza, pobreza, caridad
Haz lo que yo digo...
La web “World Population Review” calcula que alrededor de 700 millones de personas viven en situación de pobreza. Frente a ello, la Iglesia denuncia esa situación injusta y el pecado que la engendra. El Papa Francisco se ha pronunciado multitud de veces denunciando la situación de los pobres. En 2013 mencionó que “entre nuestras tareas, como testigos del amor de Cristo, está la de dar voz al clamor de los pobres”. “No amemos de palabra sino con obras”. La Iglesia católica siempre se ha preocupado por las personas que viven en situación de pobreza. Por ello, cada año celebra la Jornada Mundial de los Pobres. En la de 2023, el Papa Francisco escogió como lema “No apartes tu rostro del pobre”, expresado en el mensaje publicado para esta jornada.
La Iglesia católica, consciente de que los actos importan, tiene multitud de iniciativas para hacer frente a la pobreza. Una de ellas, quizá la más conocida, es la organización Cáritas (ONG católica). Es un servicio a la comunidad. Como indica su página web, Cáritas responde a las catástrofes, promueve el desarrollo humano integral y busca disminuir la pobreza y los conflictos. Entre sus diversos proyectos está la asistencia en las zonas dañadas por los desastres naturales y la guerra, el reparto de alimentos, la atención médica en todo el mundo, la acogida a los inmigrantes y la promoción de programas para el desarrollo de sistemas justos que permitan escapar de la pobreza. Seguramente existirán otras organizaciones similares en distintos países.
El Catecismo de la Iglesia católica nos ilustra diciendo:
2443 Dios bendice a los que ayudan a los pobres y reprueba a los que se niegan a hacerlo: “A quien te pide da, al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda” (Mt 5, 42). “Gratis lo recibisteis, dadlo gratis” (Mt 10, 8). Jesucristo reconocerá a sus elegidos en lo que hayan hecho por los pobres (Mt 25, 31-36). La buena nueva “anunciada a los pobres” (Mt 11, 5; Lc 4, 18)) es el signo de la presencia de Cristo.
2444 “El amor de la Iglesia por los pobres [...] pertenece a su constante tradición”. Está inspirado en el Evangelio de las bienaventuranzas (Lc 6, 20-22), en la pobreza de Jesús (Mt 8, 20), y en su atención a los pobres (Mc 12, 41-44).
2445 El amor a los pobres es incompatible con el amor desordenado de las riquezas o su uso egoísta: «Ahora bien, vosotros, ricos, llorad y dad alaridos por las desgracias que están para caer sobre vosotros. Vuestra riqueza está podrida y vuestros vestidos están apolillados; vuestro oro y vuestra plata están tomados de herrumbre y su herrumbre será testimonio contra vosotros y devorará vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado riquezas en estos días que son los últimos. Habéis vivido sobre la tierra regaladamente y os habéis entregado a los placeres» (St 5, 1-6).
Hermoso, ¿no? Son las loables enseñanzas que la Iglesia inculca a los niños y los jóvenes que buscan formarse con sus lecturas y asistiendo a sus reuniones dominicales. Que poco tiempo después conocerán la verdadera realidad...
...pero no lo que yo hago
Tal vez este sea el tema en que la hipocresía sea más flagrante y a la vista de todo el mundo, por ser no solo histórica sino de una actualidad innegable. Lo que sigue es un resumen de la publicación de agosto del 2023 Cristianos libres por el Cristo del Sermón de la Montaña, Información Nº 3, La riqueza de la Iglesia es dinero manchado con sangre (Hiltrud Beil, M.-Braun-Straße 4, 97828 Marktheidenfeld, Alemania), basada en 35 referencias documentales, y que se puede leer in extenso en http://www.freie-christen.com/riqueza_ de_la_iglesia.html.
En la revista italiana Oggi en 1952, se ubicó al tesoro del Vaticano como el segundo más grande del mundo, detrás del de los EE.UU. En el 2012 se le calcularon unas 8.100 toneladas de oro, o sea 410 mil millones de euros. Una contraposición a Jesús de Nazaret, puesto que él enseñó: "No debéis acumular tesoros en la tierra". Las reservas financieras exteriores del Vaticano se encuentran concentradas principalmente en Wallstreet. El patrimonio de la Iglesia en acciones y otras participaciones en capitales, debe representar hoy más de 100 mil millones de euros. El Vaticano es hoy el consorcio económico-religioso más grande del mundo y está sólidamente asociado con innumerables empresas. Los rubros son variados: inmobiliarias, plástico, electrónica, acero, cemento, textiles, química, alimentos, construcción, hierro, destilerías, agua potable, hornos a gas, hornos industriales, entre otros. Además, es dueño de muchos de los bancos más influyentes de Roma y participa en Europa, Norte y Sudamérica, de una abrumadora cantidad de poderosas empresas, algunas de las cuales pertenecen mayoritariamente al Vaticano, como por ejemplo Alitalia y Fiat.
La Iglesia es el mayor terrateniente del mundo occidental, siendo dueña de miles de millones de hectáreas de terrenos agrarios en todo el mundo. El Vaticano es el mayor propietario de inmuebles, en tal cantidad que hay que hablar de ciudades o barrios. Según Paolo Ojetti, en la revista L´Europeo el 1/7/1977, la cuarta parte de Roma pertenece al Vaticano. Registró miles de palacios, que en parte pertenecen a las 325 congregaciones de monjas católicas y órdenes de monjes. En el plano de Verona constató que casi la mitad de las propiedades son de la Iglesia, y en otras ciudades italianas la situación es similar (el Vaticano calificó el artículo como confuso, irresponsable, escandaloso, anticlerical e inculto y el director de la revista fue despedido). En 1998, Max Parisi en el periódico La Padania constató que 1/3 de todos los inmuebles de Roma están en poder del Vaticano.
¿Cómo llegó el Vaticano a estas inconmensurables riquezas? Hagamos una lista de las principales fuentes, desde los orígenes del cristianismo hasta nuestros días.
- Posesión y tráfico de esclavos (ver el item Derechos humanos..., cf. infra).
- Bendiciones y títulos. La venta de bendiciones, títulos, audiencias, sigue aumentando hoy la fortuna de la Iglesia. El Vaticano tiene una "lista de precios" bastante onerosa: por una bendición firmada personalmente por el Papa (con certificado), por una audiencia privada con el Papa (incluye video), donación por un título de Doctor Honoris Causa, por una condecoración eclesiástica, por misas especiales, por procesos de beatificación o santificación. Sólo por los innumerables procesos de canonización hechos por Juan Pablo II (más que en los últimos 400 años) deben haber ingresado en las arcas vaticanas ceca de 116 millones de euros.
- Tráfico de indulgencias. Con el invento del purgatorio, millones de euros (o monedas de distinta época y lugar) han fluido a Roma por concepto de indulgencias. También los monasterios reciben dinero por servicios de rezos, para que los fallecidos se quemen menos tiempo en el purgatorio. El Vaticano decidió que quien no estaba en condiciones de viajar a Roma para obtener la indulgencia, podía obtenerla si pagaba 1/3 del costo del viaje del representante papal hacia su domicilio. Miles de personas hicieron esto.
- Oro robado. Una considerable cantidad de oro y plata sangrienta fluyó al tesoro eclesiástico, principalmente proveniente de la conquista de América. Entre otras cosas, con ese oro el Papa Alejandro VI hizo decorar el cielorraso de Santa María Maggiore en Roma, y el Cardenal Cisneros hizo construir una custodia de casi tres metros de alto con el oro “que Colón había encontrado en sus viajes”
- Las Inquisiciones y la caza de brujas. Una de las maneras más infames del Vaticano para amontonar dinero sangriento y riquezas, fue mediante las Inquisiciones. En el Concilio de Tours en 1136, el Papa Alejandro III ordenó a príncipes y gobernantes encarcelar a los que tenían otra creencia, los herejes, y confiscarles sus bienes. La Inquisición aplicó "justicia y castigos", robando y asesinando en nombre de la “fe verdadera". En 1486, Inocencio VIII aprobó el "Malleus maleficarum" ("Martillo de brujas"), donde se ordenaba confiscar los bienes de las brujas, apropiárselos y desheredar a sus hijos. Los bienes de los acusados eran inventariados e iban a parar al Vaticano. Se asesinaba preferentemente a herejes que poseían dinero y fortuna. En España eran perseguidos y despojados los ricos “conversos”, o sea, judíos cristianizados. A veces, y mediante el pago de cifras astronómicas, se podían liberar por algún tiempo. También los muertos podían ser acusados de herejía y los bienes del fallecido podían ser incautados a los herederos. Especialmente perverso y cruel era que la alimentación de los torturadores y cada acción de las brutales torturas, las debían pagar las víctimas o sus parientes, según una lista de precios para cada tortura(4).
- Falsificaciones. Si un alto dignatario eclesiástico o un convento querían aumentar su propiedad, muchas veces se confeccionaba una falsificación, que luego era “encontrada” en el archivo y que demostraba que personas ricas habían legado el terreno correspondiente. Había monjes que habían aprendido el arte de falsificar y que recorrían el país de convento en convento para ejercer su oficio(5).
- Herencias fraudulentas. En el siglo IV, el apoderarse fraudulentamente de herencias por el Papa Dámaso fue tan terrible, que incluso tuvo que intervenir el Emperador. Para no entrar en sospecha de herejía y comprometer a su familia, cada terrateniente o arrendatario al morir, dejaba una parte de sus propiedades a la Iglesia. Las herencias testamentarias valían para reducir el tiempo en el purgatorio. El Padre de la Iglesia Salvien de Marseille predicaba en el siglo V: ”Aquel que deja su fortuna a sus hijos, en vez de entregarla a la Iglesia, actúa en contra de la voluntad de Dios. Mientras cuida por el bienestar terrenal de sus hijos, defrauda su propio bienestar en el cielo". Pero el negocio de las herencias se practica hasta en la actualidad. Adultos mayores que están solos en hogares de ancianos, son especialmente receptivos al consejo de los sacerdotes.
- El diezmo. En la Edad Media, los propietarios de tierras estaban obligados a entregar una décima parte de su producción o de sus ingresos a la iglesia local. El que no pagaba se arriesgaba a una condenación y excomunión. Los curas salían a recaudar las deudas sin conmiseración, mientras predicaban hipócritamente contra intereses y usuras. El Papa Pío V les daba las siguientes instrucciones: “Un hombre común que no puede pagar su multa en dinero, deberá permanecer durante un día con las manos atadas a la espalda frente a la puerta de la Iglesia, la segunda vez será flagelado por las calles. La tercera vez le será perforada la lengua y enviado a las galeras“. Por rehusar pagar el diezmo, en algunos lugares (Stedinger, Alemania) se llegó al asesinato en masa y al saqueo por parte de la Iglesia. Y el diezmo sigue con total vigencia al día de hoy, principalmente en muchas sectas e iglesias cristianas.
- La simonía. La simonía (venta de cargos) trajo a los papas mucho dinero y propiedades. Según los historiadores, Inocencio III creó más de 50 nuevos secretariados, que vendió por 79.000 florines de oro. León X creó 39 nuevos cargos cardenalicios y se embolsó 511.000 ducados. El caso más sonado fue el de Rodrigo Borges (luego Borgia), para transformarse en el Papa Alejandro VI: para obtener los votos de los cardenales ofreció sobornos fastuosos, abadías ricas, villas lujosas, castillos, enormes sumas de dinero y ascensos muy lucrativos.
- La prostitución. Hubo papas y obispos que se enriquecieron manteniendo prostíbulos propios. Para poder financiar una guerra contra los turcos, Sixto IV construyó en Roma un elegante prostíbulo para ambos sexos, que le aportaba unos 26.000 ducados anuales. El Papa Julio II dispuso en una bula papal en 1510, la instalación de un burdel donde mujeres jóvenes podían ejercer su profesión. La prostitución en los templos fue reestablecida en Roma en el siglo XIII: las prostitutas locales fueron enviadas a trabajar a la capilla subterránea de la Iglesia de Santa María. Los siguientes papas, León X y Clemente VII, consentían igualmente este establecimiento, bajo la condición de que un cuarto del total de los bienes de las mujeres que allí trabajaban pasaran, después de su muerte, a las monjas de Sainte-Marie-Madeleine.
- Subvenciones del Estado. Históricamente y hasta el día de hoy, la Iglesia católica se ha visto beneficiada con innumerables privilegios fiscales, exoneración de impuestos, aporte de dinero estatal para sueldos eclesiásticos, subsidios para escuelas religiosas y seminarios, y varios otros tratamientos especiales. Estas ventajas fiscales reducen los montos que ingresan a las rentas generales del país, con el consiguiente detrimento de la disponibilidad de fondos estatales para obras públicas y emprendimientos sociales y culturales. El dinero eclesiástico proviene de los aportes de los ciudadanos, voluntarios o involuntarios, creyentes o no. Musulmanes, practicantes de otras religiones, ateos o indiferentes, tienen que pagar los sueldos de los obispos católicos, ya que el dinero es tomado del arca común de los impuestos. En España, los datos de Hacienda para el año 2023 cifran la asignación recibida del Estado por la Iglesia católica en el último trienio en 1.059 millones de euros, un monto que supera el de periodos anteriores. Sin embargo, en las últimas negociaciones en 2024, estos privilegios han comenzado a disminuir. En Argentina también ha habido un retroceso en los gigantescos aportes del Estado a la Iglesia católica y, desde el comienzo del 2024, los arzobispos y obispos no reciben más la asignación mensual. En Alemania se han estimado estas "colaboraciones" en centenares de millones de euros anuales(6).
También Fernando de Orbaneja (Lo que oculta la Iglesia. El Credo a examen, Brand Editorial, S.L., Madrid, 2001, p. 136) se explaya sobre el tema:
La Iglesia llegó a ser dueña de la tercera parte de las tierras de Europa y hoy día es la mayor terrateniente privada del mundo. A comienzos del siglo XX controlaba en España un 40% del capital. El Vaticano es actualmente una de las primeras potencias financieras del mundo, con evidentes e íntimos contactos con el mundo de la mafia. La inmunidad de que goza le permite realizar toda clase de negocios, lícitos e ilícitos. Los lujos, las malversaciones del patrimonio eclesiástico o estatal, la simonía, el negociado de dignidades eclesiásticas y políticas, las ventas de vino, cerveza, obras de arte, preservativos, píldoras abortivas o reguladoras, las bulas, las colectas, la captación de herencias, figuran entre otras fechorías. Sin olvidar los ingresos económicos por la milagrería, las reliquias, las peregrinaciones, las donaciones pías, las exequias y otros.
Si nos referimos a los antecedentes históricos del cristianismo, las cosas eran sensiblemente peores. Nada mejor que recurrir a Karlheinz Deschner, tal vez el crítico más destacado de la religión y la Iglesia, autor de la monumental obra “Historia criminal del cristianismo”, publicada en 10 volúmenes (Ed. Martínez Roca S.A., Barcelona, 1990-1998). En las páginas 53 y 54 de su tomo 9 (Siglo X: Desde las grandes invasiones normandas hasta la muerte de Otón III), nos dice:
Los prelados nadaban en la abundancia y en un lujo desenfrenado, como el que Gregorovius describe a finales del Siglo IX. Los obispos de toda Italia vivían en residencias suntuosas, que resplandecían de oro, púrpura y terciopelo; comían como príncipes en vajilla de oro; bebían su vino en cálices o cuernas costosísimas. Dormían en brazos de sus concubinas sobre cojines de seda en lechos recamados en oro, mientras que sus vasallos, colonos y esclavos cuidaban de su residencia principesca. Jugaban a los dados, cazaban y disparaban con arcos. Cuando viajaban les rodeaba el enjambre de sus cortesanos y lo hacían en carros lujosos con corceles de los que ningún rey se habría avergonzado.
Y volviendo a nuestros días, Julio Boffano (ob.cit., 2021) denuncia:
Juicios abiertos contra el Vaticano por estafas, malversación de fondos, lavado de activos, están pendientes en los tribunales italianos. Inversiones internacionales, empresas off shore en Luxemburgo y Panamá, entre otras, son negocios cuya ética social está en las antípodas de lo que promulga la Santa Sede... Hay gastos millonarios, residencias palaciegas, cardenales que se visten y viven como reyes, con súper autos, con religiosos y religiosas a su servicio, secretarios y mucamas que los atienden.
Y cita el libro Avaricia. Los documentos que revelan las fortunas, los escándalos y secretos del Vaticano de Francisco (E. Fittipaldi, Ed. Foca, Buenos Aires, 2015), realizado a partir de los documentos filtrados del Vaticano (Vatileaks II), a los efectos de presentar hechos concretos y bien documentados:
La Fondazione del Bambino Gesú, nacida para recaudar donaciones destinadas a niños enfermos, ha pagado parte de las obras realizadas en la nueva casa del cardenal Tarcisio Bertone. El Vaticano posee casas en Roma que valen 4000 millones de euros. Dentro de ellas no hay refugiados, como quería el Papa Francisco, sino un montón de enchufados y vips que pagan alquileres ridículos.
En los Museos Vaticanos se atesoran enormes riquezas. Muchas piezas son obsequios y donaciones de familias adineradas, artistas o Jefes de Estado, pero la mayoría son símbolos del fasto y el despilfarro que hizo la Iglesia de los pobres durante siglos: cálices, cruces, mitras, báculos, monedas, cuadros, esculturas, tapices, carruajes. En eso se iba la plata en vez de a los pobres, para impresionar a los feligreses. Valor incalculable, no solo como objeto de arte de una época sino por el material: oro, diamantes y piedras preciosas. El Vaticano no vende sus obras de arte, ya que forman parte del patrimonio cultural de Italia y el derecho internacional se lo impide. Nadie pretende su venta, pero sí son símbolos y pruebas del lujo y la fastuosidad en que vivía el clero, con el dinero robado a la gente, crédulos o incrédulos.
Y ya que más arriba nos referimos a la ONG Cáritas, mencionada como importante contribución de la Iglesia para la lucha contra la pobreza, veamos cómo se financia. Lo esencial de los fondos que permiten el accionar de Cáritas no es provisto por las arcas del Vaticano, sino por contribuciones privadas de empresas y cooperativas, a través de donaciones y otras propuestas relacionadas con su actividad, y de donaciones realizadas en testamento o por personas u organizaciones filantrópicas. Como dato ilustrativo, en el 2012 el Director de Cáritas Diocesana de Barcelona, Jordi Roglá, recuerda que "la Conferencia Episcopal Española (CEE) aporta sólo 5 de los 270 millones de las 68 Cáritas que hay en España, menos de un 2% del presupuesto anual de la organización. El resto proviene de contribuciones de las organizaciones miembros y donativos privados: el 70% de los gastos de Cáritas son financiados por aportes particulares y entre un 15% y un 20% proviene de los fondos que las diócesis recogen en las colectas de Navidad y del Corpus. El aporte de la CEE a las diferentes Cáritas se acordó hace cuatro años, ante al aumento de las necesidades de atención a las personas, pero se trata "de un donativo extraordinario temporalizado".
En el colmo de la desfachatez, leemos en la página católica ømnes (https:// omnesmag.com/foco/pobreza-iglesia-catolica-iniciativas/):
Es muy conocido que Francisco impulsa personalmente varias iniciativas para ayudar a las personas que carecen de los recursos necesarios. El Papa organiza varias veces al año almuerzos con personas pobres en el Vaticano. El Santo Padre atiende a miles de personas a las que acoge en el Aula Pablo VI. Francisco también ha pedido que el centro sanitario del Vaticano amplíe su horario entre el 13 y el 18 de noviembre. Durante esos días, en ocasión de la Jornada Mundial de los Pobres, el personal sanitario atendió gratuitamente a las personas sin recursos. La agencia Zenit informa que se ofrecieron exámenes de medicina general y especializada, vacunas y medicamentos. Además, el Dicasterio para la Evangelización se ha encargado de pagar las facturas de algunas familias con ingresos mínimos. Por otro lado, la Limosnería Apostólica dispone de duchas abiertas todos los días (salvo los días de audiencia general o de grandes celebraciones) para las personas que pasan necesidad. Los pobres que acuden reciben ropa interior limpia, productos de higiene personal y una toalla. Al servicio de duchas se añade una peluquería gratuita que abre todos los lunes de nueve de la mañana a tres de la tarde.
¡¡Impresionante el aporte del Vaticano en la lucha contra la pobreza!!
La Iglesia católica jamás ha acudido, ni como Institución ni como el Estado más rico de la Tierra, a ayudar económicamente a los pueblos damnificados por catástrofes naturales o producidas por el hombre. La caridad del Vaticano, que dice "si no tengo caridad nada soy", parece que se refiere a los medios y el dinero de los demás, pero no a sus propios recursos. Pero no solo no concurre con fondos propios en ayuda de los más necesitados, sino que desvía en su provecho el dinero recaudado para atender la pobreza, aportado por los incautos creyentes bienintencionados. Esto ya es más que hipocresía, es derivación ilícita de fondos, o sea robo, pillaje, estafa.
Homosexualidad
Haz lo que yo digo...
Si bien para la Iglesia católica los actos y conductas homosexuales (y la sodomía en particular) constituyen un grave pecado mortal, debido a que atentan contra el orden natural de la sexualidad creado por Dios, no es así con la condición homosexual. El Papa Francisco, en enero del 2023, precisó que la inclinación homosexual es desordenada, pero no objetivamente pecaminosa, invitando por ello a estas personas a la castidad, agregando que toda discriminación injusta contra personas homosexuales debe ser condenada. En el mismo sentido, el Catecismo (párrafos 2357 a 2359) distingue entre homosexualidad y actos homosexuales. La homosexualidad en sí misma no es considerada incompatible con el catolicismo, pero es definida como "objetivamente desordenada", razón por la cual las personas homosexuales deben mantenerse castas. El catecismo ordena también que los homosexuales "deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará todo signo de discriminación injusta. Mediante virtudes de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana". No obstante, el catecismo católico desaprueba los actos homosexuales: apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves (Gn19, 1-29; Rm1, 24-27; 1Co6, 10; 1Tm1,10). Los actos homosexuales son contrarios a la ley natural, no proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual, no pueden recibir aprobación en ningún caso.
La Congregación para la Educación Católica, junto con la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, prohíbe que sean admitidas a las sagradas órdenes las personas que practiquen la homosexualidad o sostengan la llamada cultura gay. Afirma que tales personas no están en condiciones de relacionarse correctamente con los demás al modo de Cristo. Si se trata en cambio de tendencias homosexuales que son expresión de una dificultad transitoria, los candidatos podrían ser admitidos a los ministerios, siempre y cuando lleven al menos tres años de superación de esa condición. En 2008 el observador de la Santa Sede en las Naciones Unidas, Celestino Migliore, comentó que la Iglesia católica se opone a una proposición de Francia en la ONU, para legalizar la homosexualidad en todos los países.
En el 2009, el Cardenal Varkey Vithayathil, Presidente de la Conferencia Episcopal católica de la India, afirmó, en una verdadera "joya dogmática" que no tiene desperdicio:
El gobierno no debería dar la impresión de que la homosexualidad está autorizada. Hay individuos con una orientación hacia su mismo sexo que es adquirida por las circunstancias, y en una pequeña proporción de ellos es innata. En ambos casos es una condición patológica, de las que la adquirida puede ser revertida por métodos terapéuticos [...] Sin embargo, esto no significa que los actos homosexuales sean morales; son intrínsecamente malvados. El llamado matrimonio homosexual es inmoral en cualquier contexto [...] «Derechos gays» es un término equivocado, al igual que no hay «derecho» para una minoría de personas que son cleptómanas o asesinos en serie, que dicen que tienen tendencias innatas a robar o matar. Incluso todas las personas heterosexuales no tienen derecho a casarse si son impotentes, dementes o personas con enfermedades peligrosas incurables. Dar la impresión de que la homosexualidad es moral traerá la anarquía sexual, incluyendo el abuso de menores en la sociedad.
En 2016, la Conferencia Episcopal de Malawi emitió una carta pastoral que complementa los dichos anteriores. En ella se considera que:
La homosexualidad es uno de los principales problemas del país. Coincidimos con todos aquellos que han reprochado al Gobierno la imposición de una moratoria en las leyes que rigen los actos homosexuales. Ello significa que los culpables de actos o uniones homosexuales no pueden ser procesados. El Gobierno se ha inclinado ante la presión de la comunidad de donantes, los organismos internacionales y los activistas locales de derechos humanos. Como pastores, encontramos este camino muy desafortunado. Es un acto de traición por parte de quienes tienen el poder de vender por dinero nuestro país a prácticas extranjeras y a tendencias contrarias a la voluntad de Dios.
...pero no lo que yo hago
Julio César Boffano, un ex-cura gay uruguayo, publicó en el 2021 "Conocerme me hizo libre" (Ed. Planeta, Montevideo), donde da testimonio de primera mano de quien ha formado parte de la institución y hoy se ha separado. Veamos algunos párrafos:
Dentro de la Iglesia católica abunda la mentira, la avaricia, los privilegios y el silencio que encubre, en una red de complicidad, las peores aberraciones. El sexo es moneda corriente y a partir de esos vínculos uno puede ascender y asegurarse una vida de privilegios. Mi gran sorpresa al llegar a Roma fue ingresar al centro católico del mundo gay. Descubrí que en el Vaticano la gran mayoría de los obispos y cardenales son homosexuales, y muchos son practicantes. Me acosté con obispos y cardenales que de la boca para afuera eran homofóbicos. En los alrededores de Termini, la estación central de trenes de Roma, curas, obispos y cardenales, van a contratar trabajadores sexuales, muchas veces jóvenes inmigrantes indocumentados que proponen sexo por unos euros. Martel (cf. infra) entrevistó a más de sesenta inmigrantes que se prostituyen en la capital italiana. Muchos tienen clientes en el Vaticano y cuentan que con el SMS y el whatsapp de los últimos tiempos, los contactos son más fáciles y menos arriesgados. Los curas no quieren italianos, quieren inmigrantes porque es más discreto, no denuncian en la comisaría. Y si están en situación irregular mucho menos. Hay saunas, parques, playas y lugares de encuentro para homosexuales, muy frecuentados por los curas de todo rango.
Nunca tuve tanto sexo como en Roma. Mi primera pareja fue un cura. En Roma, al no conocer a nadie, la sexualidad de los religiosos y curas se vive de forma más libre, pero sin duda de forma mucho más hipócrita. Podía tener sexo en todos lados, sobre todo en el Vaticano. Conocía al obispo y al cardenal con quienes ir, qué puertas tocar, las orgías, todo. Los jesuitas están llenos de gays. Puedes hacer lo que te dé la gana siempre que no te descubran. Y si te pillan, los superiores hacen la vista gorda. No importa con quién te acuestes, lo que importa es que no se sepa. En la Universidad Pontificia de San Anselmo la mayoría del profesorado es gay. Pero mientras reine la discreción no pasa nada. Pero es muy difícil ser un homosexual asumido dentro de la iglesia: por un lado es un mundo cerrado lleno de hombres y de gays, pero al mismo tiempo se es parte de una institución que condena la homosexualidad como una práctica aberrante. Paradójicamente, es el entorno más fácil y permisivo para tener prácticas homosexuales sin jamás hacerlo explícito. Sobre esa gran mentira se funda nuestra iglesia.
Pero mucho más grave, porque hace temblar los fundamentos de la multinacional, es la denuncia de Boffano que la mayoría de los obispos y muchos cardenales, no creen en la religión que dicen profesar, aunque predican y la defienden a ultranza, porque la Iglesia les proporciona poder y un nivel de vida inalcanzables fuera de ella.
Yo tenía que dar misa, administrar pecados y castigos, administrar una justicia divina, pero horas más tarde podía estar desnudo en la cama con un cardenal en su apartamento rodeado de todos los lujos, y escucharlo reírse de los evangelios, del amor y de Dios. Algunos de ellos manifestaban no creer en nada.
Es explosivo, brutal, increíble, lapidario, tiemblan los cimientos, pero es dramáticamente cierto. Y no es uno solo el que denuncia, sino muchos. El periodista francés Frédéric Martel publicó en 2019 una muy seria investigación sobre los intereses y las pujas de poder en el Vaticano (Sodoma: Poder y escándalo en el Vaticano, Ed. Robert Laffont, Francia). Encontró que la proporción de homosexuales aumenta a medida que se asciende en la jerarquía católica, y en el colegio cardenalicio esta es la regla, la heterosexualidad es la excepción. Y esto es así por lo menos durante los últimos cuatro papados. Esos papas, conociendo la realidad y rodeados de tantos homosexuales, mantuvieron un fuerte discurso homofóbico. La Iglesia intenta, y por fortuna lo logra cada vez menos, que la homosexualidad, el lesbianismo (que abunda en los conventos de monjas) y la pedofilia sean percibidos por la sociedad como una excepción(7). Martel sostiene que:
En la mayoría de los casos de abusos sexuales aparecen sacerdotes, obispos y superiores religiosos que han protegido a los agresores debido a su propia homosexualidad y por miedo a que esta saliera a relucir si estallaba el escándalo. La cultura del secreto, necesaria para guardar silencio sobre la fuerte prevalencia de la homosexualidad en la Iglesia, ha propiciado el ocultamiento de los abusos sexuales y la actuación de los depredadores.
Boffano no es el único sacerdote que tiene el valor de denunciar. Krysztof Charamsa, secretario adjunto de la Comisión Teológica Internacional Vaticana y oficial de la Congregación para la Doctrina de la Fe, fue expulsado del Vaticano en 2015 por asumir públicamente su homosexualidad. En su libro La Prima Pietra (Ed. Rizzoli, 2016) emitió un feroz ataque a la Iglesia católica, contando detalles de su hipocresía y su regla de ocultamiento. En una carta al Papa Francisco, acusó a la Iglesia de convertir "en un infierno" la vida de millones de católicos gays en el mundo. Criticó lo que llamó la hipocresía del Vaticano al prohibir los sacerdotes homosexuales cuando, según dijo, "el clero está lleno de homosexuales". Este teólogo de 43 años indica que, a pesar de ello, el clero es "frecuente y violentamente homofóbico". Y pide a "todos los cardenales gays, obispos gays y sacerdotes gays que tengan el coraje de abandonar esta Iglesia insensible, injusta y brutal". Afirma que ya no soporta "el odio homofóbico de la Iglesia, la exclusión, la marginalización y el estigma de personas como yo, cuyos derechos humanos son negados por la institución" (https://www.bbc.com/mundo/noticias/ 2015/10/151028_iglesia_catolica_sacerdote_gay_men). Otro que se reconoció abiertamente homosexual fue el cardenal de Edimburgo Keith Patrick O'Brien, fanático predicador contra el matrimonio gay y todo lo que pudiera facilitar o promover las relaciones del mismo sexo. Tuvo que dimitir al ser acusado de "acercamientos inapropiados" a sacerdotes jóvenes, y reconoció que su conducta sexual "había caído por debajo de los estándares que se esperaban de él", no solo en los días de joven sacerdote sino más recientemente... como arzobispo y cardenal.
A lo largo del tiempo se ha registrado una considerable cantidad de sacerdotes y monjas homosexuales. Y no solo de las bajas jerarquías. Está bien documentado que algunos papas fueron homosexuales o tuvieron compañeros sexuales varones: Benedicto IX, Paulo II, Sixto IV, León X, Julio II, Julio III, y algunos otros de los que hay sospechas pero no pruebas fehacientes. En el año 2000, el padre jesuita Donald Cozzens estimó el porcentaje de sacerdotes homosexuales entre 23 y 58 %, considerando que su proporción es mayor que en la sociedad civil. En 2013 el Papa Francisco reconoció la existencia de un "lobby gay" y de una "corriente de corrupción" en el Vaticano, según informaciones publicadas en medios católicos que no han sido desmentidas por el Vaticano. "En la Curia hay gente santa, pero también hay una corriente de corrupción. Se habla del 'lobby gay', y es verdad, está ahí, …hay que ver qué podemos hacer". Después que el informe inicial fuera recogido y traducido por varias páginas web católicas, el portavoz del Vaticano, el padre Federico Lombardi dijo convenientemente: "Fue una reunión privada, por lo tanto no tengo comentarios que hacer sobre los contenidos de la conversación".
Se sabe de muchos casos actuales en que personas de la comunidad LGBT han sido despedidas de sus trabajos en organizaciones católicas. Algunos grupos de apoyo a católicos LGBT han sido expulsados de parroquias. Para información, basta recorrer la web. En particular, la opinión de un católico gay, Michael O’Loughlin, corresponsal de una organización de noticias católica, autor de Hidden Mercy: AIDS, Catholics, and the Untold Stories of Compassion in the Face of the Fear, que se puede leer en https://www.nytimes.com/es/2021/11/16/espanol/opinion/iglesia-catolica-gay.html.
Pedofilia
Haz lo que yo digo...
La Iglesia católica reconoce hoy la pedofilia de sus clérigos, imposible de ocultar dada la enorme cantidad de casos denunciados y su extensión geográfica. En el encuentro "La protección de los menores en la Iglesia", en febrero 2019, el Papa Francisco pronunció un alegato del que extraigo algunos pasajes:
La inhumanidad del fenómeno a escala mundial es todavía más grave y más escandalosa en la Iglesia, porque contrasta con su autoridad moral y su credibilidad ética. El consagrado, elegido por Dios para guiar las almas a la salvación, se deja subyugar por su fragilidad humana, o por su enfermedad, convirtiéndose en instrumento de satanás. En los abusos, nosotros vemos la mano del mal que no perdona ni siquiera la inocencia de los niños. Humildemente y con valor debemos reconocer que estamos delante del misterio del mal, que se ensaña contra los más débiles porque son imagen de Jesús. Por eso ha crecido actualmente en la Iglesia la conciencia de que se debe no solo intentar limitar los gravísimos abusos con medidas disciplinares y procesos civiles y canónicos, sino también afrontar con decisión el fenómeno tanto dentro como fuera de la Iglesia. La Iglesia se siente llamada a combatir este mal que toca el núcleo de su misión: anunciar el Evangelio a los pequeños y protegerlos de los lobos voraces. No se puede, por tanto, comprender el fenómeno de los abusos sexuales a menores sin tomar en consideración el poder, en cuanto estos abusos son siempre la consecuencia del abuso de poder, aprovechando una posición de inferioridad del indefenso abusado que permite la manipulación de su conciencia y de su fragilidad psicológica y física. ¿Cuál es, por tanto, el “significado” existencial de este fenómeno criminal? Teniendo en cuenta su amplitud y profundidad humana, hoy no puede ser otro que la manifestación del espíritu del mal. Si no tenemos presente esta dimensión estaremos lejos de la verdad y sin verdaderas soluciones. Hermanos y hermanas, hoy estamos delante de una manifestación del mal, descarada, agresiva y destructiva. Detrás y dentro de esto está satanás, que en su orgullo y en su soberbia se siente el señor del mundo y piensa que ha vencido. Así pues, el objetivo de la Iglesia será escuchar, tutelar, proteger y cuidar a los menores abusados, explotados y olvidados, allí donde se encuentren. La Iglesia se centrará en las siguientes dimensiones:
- La protección de los menores: el objetivo principal de cualquier medida es el de proteger a los menores e impedir que sean víctimas de cualquier abuso psicológico y físico. Por lo tanto, es necesario cambiar la mentalidad para combatir la actitud defensiva-reaccionaria de salvaguardar la Institución, en beneficio de una búsqueda sincera y decisiva del bien de la comunidad, dando prioridad a las víctimas de los abusos en todos los sentidos.
- Seriedad impecable: deseo reiterar ahora que la Iglesia no se cansará de hacer todo lo necesario para llevar ante la justicia a cualquiera que haya cometido tales crímenes. La Iglesia nunca intentará encubrir o subestimar ningún caso.
- Una verdadera purificación: se necesita imponer un renovado y perenne empeño hacia la santidad en los pastores [...] continuando, con toda su fuerza, en el camino de la purificación.
- Acompañar a las personas abusadas: El mal que vivieron deja en ellos heridas indelebles que se manifiestan en rencor y tendencia a la autodestrucción. Por lo tanto, la Iglesia tiene el deber de ofrecerles todo el apoyo necesario, valiéndose de expertos en esta materia.
En el 2022, el Dicasterio para la Doctrina de la Fe publicó el "Vademécum. Sobre algunas cuestiones procesales ante los casos de abuso sexual a menores cometidos por clérigos". El objetivo es "responder a las numerosas cuestiones sobre los pasos que han de seguirse en las causas penales de nuestra competencia... y aplicar de forma concreta la normativa canónica referida a estos casos [...] El presente Vademécum no es un texto normativo, no modifica legislación alguna en la materia, sino que se propone clarificar el itinerario. No obstante, se recomienda su observancia, con la certeza de que una praxis homogénea contribuye a hacer más clara la administración de la justicia" (se puede leer íntegramente en https://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/ ddf/rc_ddf_doc_20220605_vademecum-casi-abuso -2.0_sp.html).
...pero no lo que yo hago
A pesar de las loables intenciones y disposiciones tomadas por la Iglesia católica, que acabamos de leer, la realidad es muy diferente. La pedofilia sacerdotal es un tema muy actual que figura en los primeros puestos de los medios en todo el mundo. No presentaré ningún caso particular de las decenas de miles que hay, por más escalofriante que sea. No pretendo hacer aquí una crónica policial. El sufrimiento de las víctimas muchas veces afectó su vida de tal modo que se documentan algunos casos de suicidios. Pero me permito reproducir lo expresado por Michael Kerrigan, en su libro Historia negra de la Iglesia católica (Edimat Libros S.A., Madrid, 2015), por considerarlo elocuente, brutal y lapidario:
"Dame un niño de hasta siete años y te devolveré un hombre". Este conocido dicho se atribuye a los jesuitas... Pero cada vez menos padres confiarían su hijo a un miembro del clero católico. Durante la década de 1990, empezaron a salir a la luz historias de brutalidad física y abuso sexual en un sinfín de orfanatos, escuelas y otras instituciones, sin control durante algunas décadas. De forma gradual, creció la comprensión que el abuso fue brutal y generalizado, que implicaba a casi todas las áreas de la vida de la Iglesia y a todas las órdenes religiosas. En algunos contextos era más que frecuente, era sistemático... Para los críticos de la Iglesia, la amable complacencia de las jerarquías ha sido tan impactante como el abuso. Al conspirar para ocultar estas agresiones sexuales que salieron a la luz, la Iglesia permitió que se llevaran a cabo nuevos delitos. Más que eso, se podría decir que los fomentó: la política de trasladar un sacerdote pedófilo a una nueva parroquia sin indicar las razones, una vez que se sabía del delito, le garantizaba un rebaño fresco en el que nadie estaba prevenido.
Y nuevamente recurro a Boffano:
La institución católica ha multiplicado los casos de abusos sexuales hacia niños y niñas, haciendo de este comportamiento aberrante una práctica y, aunque intente que la gente crea que fueron excepciones, todo el mundo sabe, gracias a la gran difusión mediática de estos tiempos, que en la Iglesia ha sido y continúa siendo una práctica cotidiana. Toda esa maraña de silencios, protecciones e influencias que hay dentro de la iglesia, que oculta todos los vínculos amorosos y sexuales, permite silenciar abusos y, cada vez menos, la pedofilia. Los curas, obispos y cardenales que se callan conociendo la realidad, lo hacen principalmente para evitar que estalle un escándalo. Reconocer que ese mundo de encuentros sexuales existe dentro de la iglesia y de la Compañía de Jesús (Jesuitas) es muy grave, porque dejaría de ser un comportamiento excepcional. Esta conducta debe permanecer en las sombras, esa es la ley. Importa más el prestigio y la credibilidad de la institución y de las personas que la representan, que las víctimas y los sobrevivientes. Mantener la imagen del sacerdote y de la iglesia es más importante que el sufrimiento de sus propios hijos. Abusar desde una posición de poder y desde la confianza en quien debería ser ejemplo de ética y moral, destruye a la víctima, en muchos casos para toda la vida. El abusador delinque con total impunidad y somete a aquél que confía y no puede defenderse.
Cultura de secretismo, política de la Santa Sede a pesar de palabras y documentos bienintencionados, dedicados a convencer a los incondicionales. Como denuncia el documental de la BBC, narrado por Paul Kenyon (lamentablemente ya no disponible en la web), existe un decreto poco conocido del Vaticano, relativo al tratamiento de los sacerdotes pedófilos y para silenciar los alegatos de abusos sexuales, invocando en muchos casos el "secreto de confesión". Es una Directiva redactada en 1962 por la Congregación para la Doctrina de la Fe, enviada a todos los obispos del mundo. El Instructivo "Delito de solicitación", marcado como "confidencial", con ámbito de aplicación mundial, impone la obligación de guardar estrictamente el secreto por parte de la víctima, del sacerdote abusador o de cualquier testigo, so pena de ser excomulgado (política explícita y escrita). El documento nunca habla de ayudar a las víctimas. El hombre encargado de hacer cumplir este decreto durante 20 años fue el Cardenal Ratzinger, hasta que fue elegido Papa. En el 2001 redactó una modificación de esa directiva, que no cambió gran cosa, y ordenó que todas las denuncias se dirigieran al Vaticano, quien tiene competencia exclusiva... pero que nunca responde. Esto resultó muy frustrante para la policía y los trabajadores sociales, que intentan procesar a los sacerdotes pedófilos en el marco de la justicia civil. El instructivo de la Congregación es para su uso interno y no para colaborar en las investigaciones. No es solo un tema de pasividad, es una clara obstrucción para impedir el trabajo de las autoridades civiles. Incluso se sabe que varios sacerdotes acusados y buscados por la justicia, están refugiados en el Estado Vaticano, que los protege y niega su extradición.
En algunos países, caso de Canadá, existía hasta hace poco tiempo una ley que prescribía los delitos sexuales luego de cierto tiempo, cosa de la que se sirvió la Iglesia para no tratar los abusos que salían a la luz muchos años después, con la víctima ya adulta. Recientemente, ante la avalancha de casos, el gobierno canadiense abolió esa ley. El inmenso poder económico del Vaticano le permite estar pagando cientos de miles de millones de dólares por indemnizaciones a las víctimas de abusos sexuales. En 1996 pagaron en USA 4,5 millones de euros para silenciar a las víctimas y su entorno. Pero en general hacen todo lo posible para evitar los pagos. En muchos casos solo ofrecen oraciones. El Vaticano no tiene ninguna política mundial de protección a los menores de los abusos de sus sacerdotes o de ayuda a los abusados. La única política que tiene es proteger al delincuente y a sí mismo, mediante el secretismo.
Es cierto que la pederastia no es privativa de la Iglesia católica. Hay casos de abuso sexual de menores en distintas instituciones públicas y privadas, guarderías, centros de albergue, jóvenes equipos deportivos y otros lugares especialmente creados para recibir a niños y adolescentes de ambos sexos. Pero es necesario tener en cuenta dos cosas:
1. Debido a que la pedofilia es extremadamente hermética y muy poca gente está dispuesta a admitirla en una encuesta, aunque se mantenga el anonimato, no hay un método apropiado para obtener una estimación fiable del número de adictos. Por tanto hay que basarse solo en los casos denunciados y comprobados, en relación con la población total estudiada, sacerdotes en un caso y hombres en general en el otro. Aún así, las cifras no serán perfectas, tanto para el clero católico como para la población en general. También es preciso recordar, para estas estimaciones, que la Iglesia oculta sistemáticamente a sus pedófilos en beneficio propio, por lo que los casos comprobados suelen ser muchos menos que los reales (es sabido que miles de sacerdotes pederastas permanecen sin identificar). En cambio, en la sociedad civil no hay motivos para el ocultamiento, por lo que es más fácil llegar a una estimación más ajustada.
En un artículo que causó revuelo en el Vaticano recientemente, el diario italiano La Repubblica citó al Papa Francisco diciendo que alrededor del 2% de los curas católicos son pedófilos. Existe un conocido estudio sobre pedofilia entre el clero católico, realizado por el Colegio John Jay de Justicia Criminal en Nueva York. Sus investigadores fueron a todas las diócesis en USA y recogieron todas las historias creíbles de abuso que involucraban a sacerdotes que sirvieron entre 1950 y 2002. Encontraron que el 4,2% había sido plausiblemente acusado de abuso de adolescentes y preadolescentes. En contrapartida Michael Seto, un psicólogo clínico y forense del grupo Royal Ottawa Healthcare, estimó recientemente que la prevalencia de la pedofilia en la población general no va más allá del 1%. Todo lleva a pensar que la pedofilia está significativamente más presente en el clero católico que en la sociedad en general.
2. La Iglesia católica predica lo contrario. Es tal vez el caso de hipocresía más abyecto, ya que se basa en actuaciones consideradas delito en la mayor parte de los países. Priman los intereses del Vaticano por encima de la seguridad y la protección de niños y adolescentes.
Celibato, abusos sexuales
Haz lo que yo digo...
Hasta el día de hoy, una de las reglas más inflexibles de la ortodoxia católica occidental, es el celibato sacerdotal obligatorio (estado no casado ni en pareja y sin mantener relaciones sexuales). La iglesia primitiva no imponía a ningún clérigo el celibato. Es más, la inmensa mayoría del primer clero católico eran hombres casados, con familia, incluso se practicaba el concubinato y la poligamia. El celibato se empezó a considerar en el siglo IV, con un particular impulso durante el papado de Gregorio VII en el siglo XI, pero sería oficialmente instituido en los dos Concilios de Letrán (1123 y 1139) y confirmado en el Segundo Concilio de Trento (1545-1563). No es un dogma de fe sino una norma establecida por la Iglesia, por lo que es pasible de ser modificada.
Pablo de Tarso fue el primero en abrir el camino al decir que "el soltero se preocupa de las cosas de Dios; el casado se ocupa de las cosas del Mundo, de cómo agradar a su mujer; está, por tanto, dividido", y esto ha sido ampliamente utilizado por las jerarquías católicas para fundamentar el celibato sacerdotal. La Iglesia dice hoy, en términos más elaborados y conceptuales, que el celibato está justificado porque sus ministros "deben ser mediadores entre Dios y los hombres, deben estar siempre libres y dispuestos para asumir misiones y cargos, la labor de Cristo exige dedicación pura y total hacia los seres humanos y sus ministros deben ser puros a nivel sexual". Pablo VI declaraba en 1965: "Tenemos el propósito no solo de conservar esta antigua ley, santa y providencial, sino además de reforzar su observancia. Gracias a esta ley, los sacerdotes pueden consagrar todo su amor únicamente a Cristo y donarse total y generosamente al servicio de la Iglesia y de las almas". Benedicto XVI reafirmó que "con el voto de castidad los religiosos y religiosas no se consagran al individualismo, sino que prometen consagrarse plenamente al servicio del Reino de Dios".
...pero no lo que yo hago
Ningún monje o sacerdote debe entrar en tu habitación,
evítalos pues no hay peor peste... andan en público con
rameras o, en secreto, con muchachas y mujeres casadas
P.A. Manzolli, poeta humanista cristiano, 1500-1551, entregado a la Inquisición
En Roma la sexualidad de los religiosos y curas se vive
de otra forma, más libre, pero sin duda de forma mucho más hipócrita
Julio Boffano, 2021
No pocos historiadores y teólogos críticos consideran que la verdadera razón subyacente al discurso que acabamos de leer, es muy distinta, es de índole económica. Un caso más de hipocresía. A partir del siglo X la Iglesia se enriquece con el celibato, ya que los bienes de los prelados (que los tenían, y enormes, como detallamos más abajo) permanecen a su muerte en las arcas de la Iglesia, evitando que pasen a sus hijos o a su familia. Se impide con esta medida que los sacerdotes, cualquiera sea su jerarquía, tengan vínculos financieros extraclericales: están casados con la Iglesia, a la que pertenecen su riqueza y las posesiones acumuladas. Además, colateralmente no se generan gastos vinculados al mantenimiento de una familia, que deberían ser asumidos por la institución: los religiosos solteros resultaban más baratos a los obispos que los que tenían mujer e hijos.
Muchos ejemplos concretos abonan esta hipótesis. Nos ilustra Karlheinz Deschner en su Historia sexual del cristianismo (Ed. Yalde, Zaragoza, 1993):
En el año 528, el emperador Justiniano dispuso que quien tuviera hijos no podía llegar a ser obispo. La razón era, sin duda, de naturaleza presupuestaria. Solo dos años después, Justiniano arremetió contra quienes se casaban tras ser ordenados y engendraban hijos. Declaró nulos todos los matrimonios celebrados tras la ordenación sacerdotal y a toda su descendencia ilegítima, infame y sin derecho de sucesión. A mediados del siglo VI, el Papa Pelagio I consagró obispo de Siracusa a un padre de familia, pero estableciendo que sus hijos no podrían heredar ningún bien eclesiástico. Conforme la cristianización progresaba, se tendió cada vez más a desheredar a la descendencia de los sacerdotes. En el año 655, el noveno sínodo de Toledo estableció que todos los hijos de sacerdotes "no deben heredar de sus padres". En el siglo XVIII, frente a una propuesta que los sacerdotes que solicitaran permiso para casarse pagaran por ello, de modo de sanear las finanzas curiales, el Papa la rechazó aduciendo que los clérigos solteros garantizaban los negocios del Señor más efectivamente que si tuvieran familia... ¡aunque pagaran por ello! No hay peor enemigo del Papa que quien reduce su patrimonio, pues el patrimonio garantiza el poder, el poder dominio feudal y el dominio feudal lo es todo. Y el Papa Juan XXIII se permitió incluir esta normativa entre las realizaciones "gloriosas" de la Iglesia, proclamando que la abolición del celibato estaba fuera de discusión, cosa que años después reafirmó vehementemente Pablo VI (cf. supra).
En el Concilio de Trento, Sesión XXIV (año 1563) Canon X se resolvió: Si alguno dijere, que el estado del matrimonio debe preferirse al estado de virginidad o de celibato y que no es mejor ni más feliz mantenerse en el celibato que casarse, sea excomulgado.
El celibato contribuye, aunque no parece ser la causa principal, a los abusos sexuales y la homosexualidad, aunque sí es la principal razón de las relaciones heterosexuales encubiertas, ya que la prohibición de estas es una norma claramente contra natura. La abstinencia sexual no es en absoluto imprescindible para un óptimo desarrollo personal (más bien es lo contrario desde el punto de vista fisiológico) y es imposible mantenerla toda la vida. El desenfreno sexual de los clérigos, sus promiscuidad y sus orgías, que no es mi intención abordar aquí, desde épocas remotas y hasta hoy en día, es cuidadosamente ocultado por la Iglesia (obligatoriamente desde la Ilustración): "lo que sucede en secreto no ha sucedido, solo lo que grita es pecado" (Panizza, citado por K. Deschner).
Nadie se salva, ni los más renombrados, respetados e idolatrados representantes del catolicismo. Como ejemplo de último momento está el caso del Abbé Pierre, el por todos conocido fundador de EMAÚS, que salió a luz en julio del 2004. Los detalles de su desenfreno sexual han sido ampliamente difundidos por la web, no creo necesario reproducirlos aquí (https://www.vidanuevadigital.com/2024/09/07/caso-abbe-pierre-17-victimas-mas-y-un-de predador-sexual-en-serie/). Es muy significativo que el Papa Francisco haya asegurado que el Vaticano tuvo conocimiento, después de la muerte del abate en 2007, de las acusaciones de violencias sexuales cometidas por él entre los años 1950 y 2005, calificando de "feo pecador" al hasta ahora icono de la caridad en Francia.
Con la imposición del celibato y la férrea reglamentación de las relaciones sexuales en los creyentes laicos, la religión católica reprime los instintos, perjudicando la vida sexual y, por tanto, la salud mental y nuestra vida toda. La preservación de la castidad es y fue siempre el más elevado ideal del cristianismo, hostil a los más elementales instintos. La ciencia moderna sabe que la represión sexual enferma y aumenta el deseo. La Iglesia ha pervertido casi todos los valores de la vida sexual: llama al Bien mal y al Mal bien, trata lo positivo como negativo, lo honesto como deshonesto, dificulta los deseos naturales y obliga al cumplimiento de mandatos antinaturales. Dice Deschner: "Con el cristianismo, con la Iglesia, el mundo tiene que estar enfermo". Lichtenberg dice: "No puedo decir si mejorará cambiando, pero puedo decir que tiene que cambiar para mejorar". En la Biblia el adulterio, el incesto, la homosexualidad y la zoofilia son castigados con la muerte.
Submundo infecto, pero no por las diferentes orientaciones y actos sexuales, que siempre respeté y comprendí gracias a mi formación biológica, sino infecto por la hipocresía.
(continúa)
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(1) "Tienes que obedecer, tienes que acostumbrarte a obedecer. Si lo dice el superior, esa es la palabra de Dios. Los Jesuitas exigen en la obediencia la completa negación del amor propio, les exigen a sus discípulos que estén dispuestos a recibir y acatar el mandato de sus superiores como si fuese directo de Cristo. No hay discusión, no hay cuestionamiento" (Boffano, p. 148-149, cf.infra).
(2) Debe recordarse que la Congregación para la Doctrina de la Fe, creada en 1967 por Pablo VI, es la continuación de la Congregación del Santo Oficio, creada en 1908 por Pío X, a su vez heredera de la Santa Inquisición, que tantos horrendos crímenes cometió a lo largo de sus casi 8 siglos de existencia.
(3) La Sociedad de los Misioneros de África, más conocida como Padres Blancos en razón del color de sus hábitos, es una sociedad de vida apostólica católica fundada en 1868 en Maison Carrée, Argelia. La Sociedad fue aprobada por la Santa Sede en febrero de 1908, y con ella se inició la evangelización de muchos países africanos. Los Padres Blancos no son una orden religiosa en el sentido estricto, sino un instituto misionero de derecho pontificio.
(4) Ejemplos de la ciudad alemana de Darmstadt: descuartizar a un vivo, 15 coronas; preparar la hoguera, echar las cenizas del quemado a agua corriente, 30 coronas; quemar viva a una bruja, 14 coronas; degollar a una persona con la espada, 10 coronas; colgar a una persona, 18 coronas; estirar violentamente un cuerpo, 5 coronas; cortar nariz y orejas, 5 coronas; el suplicio del potro, 8 coronas; por cordeles para tensar sobre el potro, izar y colgar pesas, colocar torniquetes a las piernas, 30 coronas.
(5) En su lecho de muerte, el monje Gueron reconoció que había recorrido toda Francia para confeccionar falsos documentos para monasterios e iglesias. En el sur de Alemania, el convento benedictino de Reichenau, en el lago de Constanza, se hizo cargo de este trabajo criminal.
(6) En los países laicos libres de culto, caso de mi país Uruguay, la exoneración de tributos a la Iglesia católica y otras se justifica sobre la premisa de que hacen obras sociales, educativas y de beneficencia. Y esto en muchos casos es así. Aparecen como organizaciones sin fines de lucro y como tales no pagan impuestos. Claro, a cambio de un adoctrinamiento más o menos encubierto (nada es totalmente desinteresado). El capital pasivo (iglesias, edificios, monasterios, casas parroquiales, seminarios, terrenos y otros inmuebles) no es considerado generador de lucro. Pero a lo largo y ancho del mundo, muchas organizaciones religiosas, como órdenes, monasterios, centros de peregrinación, entre otras, desarrollan emprendimientos que generan ganancias muy lucrativas, capitales activos, y estos sí deberían ser imponibles. A la Iglesia le sobra el dinero para pagar impuestos como cualquier multinacional. En algunos países laicos los ciudadanos no deben contribuir con sus impuestos a financiar las necesidades económicas de las iglesias cristianas y de otras creencias. Sólo lo hacen voluntariamente aquellos que adhieren a la fe. Pero sí es cierto que esas organizaciones, al no contribuir al erario público con los fondos que derivarían de sus enormes propiedades, reducen los montos disponibles para obras del Estado.
(7) Boffano recomienda No se lo digas a nadie, en Internet, un documental polaco sobre el abuso sexual de la Iglesia católica en Polonia, en el que los obispos plantean que todo es una conspiración contra la ICAR. También recomienda en Netflix Examen de conciencia y la película chilena El Club (recomendación a la que me sumo por haberla apreciado en toda su descarnada crudeza), que relata la historia de un grupo de sacerdotes criminales a los que la Iglesia confinó y ocultó en un remoto pueblo.
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Ver: "Niños sin Dios"
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"Los seres humanos nunca hacen el mal de manera tan completa y feliz como cuando lo hacen por una convicción religiosa"
Blaise Pascal